Capítulo 3 |Coincidencia.

Con una vida de ese estilo, donde se arrojan corazones los unos a los otros y se burlan, ¡así es la extraña moralidad de esta ciudad!
S

NOBBISM - Neru ft. Mafumafu.

Genial, lo que me faltaba en la lista del mes: que el Gran Estupiman me haya visto en mi modo vulnerable. En realidad ha pasado una semana desde ese maldito día, pero siento la ira volverme a embargar con tan solo remunerar aquel suceso. ¡Agh!
En fin, retomando la actualidad: termino de derrotar al delincuente de turno sin demasiado esfuerzo (era solo un idiota que robaba bolsos de gente desprevenida), así que me voy sin siquiera esperar que los policías se acerquen para esposarlo. ¿Para qué quedarme? O me ignorarán o me verán con temor, no hay más.
Me dirijo a mi escondite habitual —un callejón— para cambiarme de ropa y estar en mi forma civil, pasando de desapercibida por todos; aunque..., si ni siquiera siendo la Chica Encapuchada llamo la atención de buena manera, mucho menos siendo Yuzuki. De alguna manera agradezco aquello ya que me da más libertad, pero, por otra parte, odio que me hagan aquel desplazamiento tan obvio.

No es como si no hubiese oído sus comentarios prejuiciosos que ni siquiera intentan disimular cuando estoy presente, tampoco como si no hubiese sabido que fui tendencias en las redes sociales por la polémica que tuve. Aunque el tema se aclaró de forma legal, la estúpida gente siguió con sus cosas, buscando la manera de que el tema no quedara de lado. Y vaya que lo lograron.

Incluso mis padres han insistido en que deje esto, que me estoy lastimando innecesariamente, pero yo...
Doy un respingo al darme cuenta que un automóvil viene a mi dirección cuando estoy cruzando la calle, pese a que el semáforo está en verde, y de momento me quedo estática pensando si dejo que me impacte (los daños contra mí serán mínimos) o echarme correr velozmente, sabiendo que no será a una velocidad humanamente posible. Inevitablemente cualquiera de las dos atraerá la atención, pero, ¿cuál será a menos medida? ¡Agh, no sé!

—¡Cuidado! —Siento que alguien me toma del brazo y tira con fuerza de él, logrando que me vaya hacia atrás con rapidez y caiga de espalda... encima de la persona. El auto pasa de largo al tiempo que oigo unas patrullas detrás, lo que me hace suponer que algo hicieron y por eso están huyendo sin importarles atropellar gente. Malditos desquiciados—. ¿Está bien?

Me incorporo con rapidez al tanto que noto que varias personas nos miran, como intentando verificar si tienen que llamar a la ambulancia. Bajo mi vista para ver cómo un chico de cabellera azabache y ojos de igual color —¿realmente son negros? Quizás solo sea de esa rara gente que tienen los ojos extremadamente cafés y dan la ilusión de ser oscuros— me observa con preocupación. Se me hace curioso de momento su extraño peinado y sus ropas holgadas y medio formales, digo, parecen más de alguien mayor y tirando a cerebrito, no de un adolescente promedio. Es un nerd, probablemente.

—No era necesario que me salvaras, maldición —me quejo y este me mira anonadado. Bueno, no todos los días te cruzas a una chica que te insulta en vez de agradecerte porque le salvaste la vida, ¿no?

Meh. En realidad no me salvó; bien pude estrellarme contra el coche y nada me hubiese pasado, además de un par de moretones y heridas superficiales que se me pasarían con los días. Solo eso. No necesito la gente que me ande cuidando cuando yo soy la que les anda salvando los traseros, joder. Pero, si lo veo por otro lado, supongo que me ahorró las excusas y todo el drama por haber sido arrollada por un automóvil y no morir. Le doy un poco de crédito, pero solo un poquito.
Oigo los cuchicheos de la gente de nuestro alrededor y yo solo me limito a echarme a caminar, tal y como si nada hubiese pasado, dejando al extraño chico tirado en el suelo. Es su problema por andar queriendo ser un héroe, no mío. He dicho, ¡caso cerrado!
Cuando voy dando la vuelta en una esquina, siento una presencia atrás.

—Normalmente la gente da las gracias cuando las salvan...

Maldición, lo que me faltaba: el señorito me viene a reprochar porque no agradecí como la señorita que debo ser. Agh.

—Pues resulta que yo no soy normal —contradigo con burla, sin voltear a verlo siquiera, y sigo caminando pacíficamente. Percibo que sus pasos se aceleran hasta ponerse en frente mío, tapándome el paso—. ¿Y ahora qué?

—Solo quería darle esto —me tiende mi cartera y le miro boquiabierta. ¡¿Cuándo demonios se me cayó?! Empiezo a tocarme los bolsillos de mi pantalón pesquero y, efectivamente, no está. Supongo que se me extravió cuando me jaló del brazo y caí al piso—. Es suya, ¿verdad? Tiene diseños de gatitos y usted trae una playera idéntica, así que...

Sin dejarle continuar, tomo la cartera con prematura y bajo la mirada, sintiendo mi cara arder por la vergüenza. Genial, si quería dar la impresión de que me vale un maldito comino todo, esa fachada se fue abajo por aquel detalle que olvidé. ¡No debí traerme esta playera! Se supone que es para dormir, ¡no para andar luciéndola con todo y los agujeros que tiene por lo desgastada que está! En mi defensa, es de mis favoritas y no pienso dejarla de usar por unos detalles mínimos.
Desgraciadamente, ahora sí me veo en la necesidad de agradecerle ya que ahí va mi credencial de estudiante (ni en broma quiero volver a la dirección y recibir otra charla del director) y mi mesada.

—Si lo que querías es oír un maldito gracias, pues gracias. Adiós —sentencio al tiempo que guardo mi cartera, dándome la vuelta para largarme y encerrarme en mi habitación a comer comida chatarra, mas su ligera risa me hace sonrojar y sentir el enojo embargar. Seguro se está burlando porque la "delincuente" teñida de rubio le gustan los dibujos aniñados de gatos. Joder, ¡mi reputación!—. ¡¿De qué te ríes, idiota?!

—Lo siento, es que me hizo recordar a alguien —ese comentario me desconcierta, lo que me hace formar una mueca involuntaria. A este tipo nunca lo he visto en mi corta vida y me habla bien casual.

—Sí, como sea..., rarito —susurro para mí lo último, dándome la vuelta para retomar el trayecto hacia mi casa.

—Ha-hasta luego —es lo último que escucho de aquel tipo extraño.

Lo que en sí me llamó la atención fue la insignia escolar de su camisa ya que, si mi memoria no falla, creo que es de la preparatoria "Orange Star". Digamos que allí la gran mayoría de alumnado es gente de dinero, pero ese chico me dio la impresión de ser estúpidamente amable, no de esos clásicos mimados ricachones. Supongo que será lo suficientemente inteligente para haber conseguido una beca.

Bueno, quién sabe. No es como si lo fuese a volver a ver en mi vida.

❰ ・ ❐ ・ ❱

En mi celular llega la notificación de que está habiendo un asalto en una joyería de la ciudad, que esperan que el Gran Saiyaman o la hija de Satán aparezcan para salvar el día. Claro, ni de broma me hacen mención, ¡pero, vamos! Yo soy inevitable, por lo que tendrán mi hermosa presencia allá.
Pido permiso a la maestra de inglés para que me deje salir al baño, la cual accede; es de las pocas materias donde soy buena y no causo problemas, después de todo. Voy a la azotea y me saco la falda para dejarme con un short oscuro que siempre traigo debajo, me pongo encima mi típica sudadera negra de tallas más grandes, me coloco el cubrebocas y me quito el calzado escolar para ponerme mis tenis; si me los dejo, sabrán que solo soy una estudiante de secundaria, y claramente no quiero eso. Listo.

Para cuando llego, me doy cuenta de que la Satán ya hizo todo y no hay señales del saltamontes, así que solo observo detrás de una pared (a lo ninja), pero en determinado momento siento unos leves golpecitos en mi hombro, lo que logra ponerme en guardia, girarme y tirar una patada por mero impulso. Lo primero que oigo es un quejido de dolor y veo al power ranger sin recursos allí, sosteniéndose la entrepierna y con una mueca de dolor. Ja, qué llorón.
Al menos ya conozco un punto débil de él, punto débil que quizás lo pueda utilizar a mi favor más adelante.

Sin poder evitarlo, me empiezo a reír de su desgracia, pero no tardo en percatarme de que él detiene sus lloriqueos y me mira —o eso creo, es decir, trae puesto el casco que no deja verlo— con la boca ligeramente abierta.

—S-se acaba de reír por primera vez... —murmura estupefacto. Me siento sonrojar al notar aquello. Diablos, ¿qué me pasa? ¡Se supone que yo infundo miedo! Riéndome no logro aquello, joder.

—¡Me estoy riendo de ti, copia china! —Le echo en cara, pero él solo sonríe.

—Sí tiene sentimientos, después de todo —comenta con cierta mofa, lo que me hace enfurecer al instante. ¿Este qué se cree?

—Uy, sí, qué gracioso —exclamo apretando mis puños, tratando de no sucumbir ante la vergüenza, pero sé que fallo ya que siento mi rostro arder aún más, ¡agh!

—Y me está sosteniendo la conversación —señala y alza sus comisuras hacia el cielo, como si hubiese logrado una gran azaña.

—Tks, estúpido... —murmuro en voz baja, sin saber cómo contraatacar. Ahora que lo pienso, tiene razón: nunca lo dejo hablar o le ignoro cuando lo hace—. Me largo —añado como mi último método de defensa.

Hago el amago de echarme a correr para dirigirme hacia mi escuela, pensando que, quizás, la profesora me va a regañar por tardar en regresar al aula, pero tengo mi as bajo la manga: Andrés, el que viene cada mes, así es. Ventajas de ser mujer.

—Hasta luego —le oigo decir y siento algo medio familiar, por lo que, en un acto reflejo, volteo mi cabeza hacia su dirección, notando que él sacude su mano a modo de despedida mientras mantiene sus comisuras alzadas. Qué raro, por un corto momento me recordó al rarito que me "salvó" hace unos días.

Meh, debe ser una coincidencia. Imposible que sean la misma persona.

-Lindassj1

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