Parte única.

|Mirar atrás y sonreír es el inicio de todo|

En aquel día Gohan regresaba a su apartamento caminando de manera monótona, luciendo y estando cansado por la jornada de trabajo que había tenido. Lo único que deseaba en esos instantes era prepararse alguna comida precocida e irse a la cama para dormir hasta el día siguiente, sabiendo que nuevamente su rutina empezaría, pero al menos ya estaría más descansado. La vida adulta e independiente era cansada.
Abrió la puerta de su pequeño hogar y lo primero que lo recibió fue el exquisito aroma a comida, lo que lo desconcertó completamente; él vivía solo. Su pulso se comenzó a acelerar ante la idea de quién podría ser, después de todo, solo había una persona que le daba vida a su casa con su sola presencia.

Su cansancio se le había ido súbitamente.

—¿A-amor? —Llamó lo suficientemente alto para hacerse notar, oyendo cómo el sonido de los trastes se detenían.

—Vaya, regresaste más temprano de lo que pensé —escuchó al tiempo que una presencia femenina se hacía presente en la entrada—. Bienvenido, Gohan —musitó esta sonriente mientras extendía los brazos, como incitándolo para que la abrazara.

—¿Qué haces aquí? —Indagó el Son aún estupefacto y sin moverse de su sitio. Casi pasaba sus antebrazos por sus ojos para comprobar si lo que veía era real.

—¿Esa es la manera en que me saludas después de todo este tiempo? —Se quejó de forma infantil la chica, haciendo una ligera mueca de disconformidad por la postura de su pareja—. Qué decepcionada estaría Milk si te escuchara —agregó con indignación fingida.

—Perdón, es que... —balbuceó Gohan torpemente, sabiendo que ella tenía razón, así que prefirió callar y actuar en su lugar; acortó los pasos que los separaban y la rodeó con sus brazos de forma necesitada al tanto que escondía su rostro en el hueco del hombro y cuello contrario, embriagándose del característico aroma de su compañera que tanto le encantaba, sintiéndose como un niño que finalmente encuentra su juguete favorito que se le había extraviado por un par de horas—. Te extrañé mucho —susurró el Son con voz ligeramente quebradiza por alguna razón.

Sentía que algo se le olvidaba, aunque no le tomaba tanta importancia en esos momentos; ¡ella finalmente estaba con él después de una larga ausencia! No importaba nada más que eso.

—Lo sé, perdón por tardar tanto —murmuró ella mientras alzaba su izquierda para acariciar de manera suave los cabellos del azabache, sabiendo que aquello le encantaba al más alto. Lo oyó suspirar, gesto que le causó un sonrisa—. Me alegra volver a verte y saber que estás bien, pese a todo —añadió mientras se separaba un poco del agarre del varón, colocando su mano en la mejilla de él. Rápidamente notó que este se acurrucaba más allí mientras la veía con aquellos ojos negros tan intensos, luciendo un poco cristalizados.

Sin querer perder más el tiempo, Gohan la tomó de la cintura y la atrajo hacia él para besarla de manera dulce, sintiendo cómo era correspondido al instante. Aquello era como tomar una bocanada de aire después de estar un considerable tiempo bajo el agua, así lo percibía. La había extrañado en verdad.

—No te vuelvas a ir tanto tiempo por favor —pidió en un susurro suplicante al terminar su contacto íntimo, mostrando en su mirada algo de dolor; se había sentido perdido en la ausencia de ella. La chica solo alzó sus comisuras en respuesta.

—¿Tienes hambre? —Preguntó la fémina para cambiar de tema. Gohan abrió la boca para contestar, pero cierto sonido de su estómago se le adelantó, lo que causó que se ruborizara bastante—. Eso pensé —comentó riendo entre divertida y alegre. Terminó de separarse de su novio y me dio un par de palmaditas en su hombro—. Anda, ve a bañarte y cambiarte por lo mientras que termino la cena, debes de estar muy cansado —exclamó al tanto que se dirigía a la cocina—. Por cierto, el baño ya te lo preparé.

—Gracias, amor —agradeció al tanto que colocaba su mano en la cabeza de ella, en una caricia suave, y después tomó camino hacia su alcoba para ir por ropa.

Quería hacer todo lo más rápido posible para volver a estar en los brazos de ella, dando y recibiendo mimos que tanto había añorado en aquel tiempo de alejamiento; en verdad no planeaba soltarla en todo lo que restaba de la tarde y noche. No le importaba dar la apariencia de un niño necesitado de cariño, no aquel día.

❰ ・ ❐ ・ ❱

Tras bañarse y volver al comedor para cenar tranquilamente en compañía de su novia, ambos decidieron ir al sofá para simplemente platicar sobre lo que les había pasado en el tiempo de distanciamiento.
Después unos minutos de charla, Gohan se decantó en reposar su cabeza en los muslos de ella, como hacía cada vez que tenía un día difícil, sintiéndose relajado ya que su compañera comenzó a juguetear con su melena azabache. Amaba esos momentos serenos que podía compartir con ella, esos tranquilos silencios donde ambos se mimaban y se daban miradas cómplices cargadas de cariño. No necesitaba más que aquello; el sexo pasaba a segundo plano a esas alturas de sus vidas.

Se sentía completo, como si todas la piezas estuvieran en su respectivo orden finalmente.

Los ojos comenzaron a pesarle de poco en poco, por lo que luchaba en mantenerse despierto y seguir disfrutando de las caricias —quería aplazarlo lo más posible, algo en su interior le gritaba que debía persistir—, pero estaba perdiendo la batalla; se sentía en paz y sin preocupaciones, hacía mucho que no se sentía de aquella forma. ¿Cuándo había sido la última vez que había ido a la cama sin una sensación dolorosa en el pecho? ¿Hacía cuánto no dormía tan pacíficamente? ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que no le dolía voltearse en las mañanas y descubrir el otro lado de la cama vacío?
Cuando estaba comenzando a sentir unas crecientes ganas de caer en llanto de manera repentina, percibió que su mano derecha era tomada con delicadeza, así que abrió sus ojos llorosos y se topó con el rostro de ella que lo veía con cierta melancolía, pero la chica, al notarlo, rápidamente colocó aquella sonrisa tierna que al Son le encantaba.

Aquella que no había visto directamente por mucho tiempo.

—Es hora de levantarse, Gohan —escuchó la voz de ella en un pequeño susurro al tiempo que sentía cómo su mejilla era acunada de forma dulce. Las ganas llorar se intensificaron, aquella sensación dolorosa y amarga en su pecho y garganta se lo demostraron, por lo que un par de lágrimas empezaron a descender por sus mejillas sin poder evitarlo.

—Pe-pero... —intentó replicar el primogénito de los Son con voz rota, haciendo el amago de querer levantarse y aferrarse a ella, no queriéndola dejar ir nunca más.

—Shh, todo va a estar bien de ahora en adelante —aseguró ella aún con esa postura que destilaba cariño, quitando las lágrimas del rostro del chico—. Te lo prometo.

Y allí sintió sus párpados cerrar completamente, percibiendo lejanamente las sutiles caricias de su novia.

❰ ・ ❐ ・ ❱

Abrió sus ojos de manera lenta, viendo borroso inicialmente, pero después ubicó el techo de su hogar. Soltó un suspiro pesado, preguntándose internamente qué horas eran para saber cuánto tiempo libre le quedaba antes de empezar a arreglarse, ir a su trabajo e iniciar su ordinaria rutina. Al momento de incorporarse, se percató de que se hallaba en el sofá de su sala —lo que explicaba el dolor en su espalda y cuello—, pero ni siquiera le tomó importancia a ese detalle; sabía que el día anterior había estado tan casando que bien pudo haberse dormido de pie cuando iba en el metro. Tomó su celular de la mesa ratonera, dándose cuenta que eran las seis de la mañana, lo que le trajo cierta paz al saber que podría prepararse algo decente para almorzar y desayunar a la vez. Se puso de pie, dispuesto a ir a poner la arrocera y buscar qué hacer antes de ir al baño, pero se quedó estático repentinamente al ver la cocina.

Una imagen fugaz llegó a su mente antes de que comenzaran a inundarle muchos recuerdos.

Contrariado, tomó rápidamente su celular para revisar qué fecha era, sintiendo su pecho doler al verificar que sí, no estaba equivocado: era justamente ese día. Apretó su mandíbula mientras sentía sus ojos comenzar a picar, avisándole que en cualquier momento sus mejillas se verían mojadas. Tomó aire, ya que sentía que se le acababa, no sabiendo cómo sentirse con todo lo recién descubierto.
¿Acaso todo había sido un engaño que su mente le había mostrado para torturarlo más aún? No, se habían sentido demasiado real las caricias y mimos de ella como para ser una jugarreta de su consciencia, pero también estaba consciente de lo poderosa que podía ser la mente.

¿Ella realmente lo había visitado?

Cerró sus ojos en un intento desesperado de no verse hundido en llanto, como venía pasando desde hacía tres años, cuando justamente era ese día. Casi volvió a sentir la mano de la chica en su mejilla, casi pudo volver a oírla reír, pero al abrir sus párpados volvió a toparse con la dura soledad a la que, desgraciadamente, ya estaba más que acostumbrado.
Suspiró y se encaminó hacia la ventana, moviendo las persianas para que la luz del sol entrara a la habitación después de tanto tiempo, y después miró el pequeño mueble que yacía allí, notando aquel pequeño y único portarretrato que se hallaba en el cuarto se mantenía boca abajo, tal y como venía estando desde aquella fecha. Inhaló y lo tomó, pudiendo apreciar la foto que había estado recluida todos esos años. Y ya no pudo contener sus lágrimas.

Era la última foto que le había tomado a ella.

Sonrió con tristeza y acarició el cristal con melancolía y añoranza, solo pudiendo limitarse a hacer eso. Cuánto la extrañaba, cuánta falta le hacía en su vida. Se inclinó y depositó un casto beso allí antes de colocar el portarretrato en su lugar, echándose atrás mientras pasaba el antebrazo por sus ojos para limpiar las lágrimas acumuladas.
No estaba muy seguro a qué se debía aquel sueño, si era una burla de su mente o ella en verdad había ido a visitarlo, pero, fuese lo que fuese, sabía que había un trasfondo en todo eso: ya era hora de levantarse y persistir pese a todo, no podía seguir de esa forma. Ya habían transcurrido tres años de aquello, estaba consciente de que no podía hacer nada para remediar aquel acontecimiento que lo marcó y sumió en depresión, solo le quedaba sobrellevar aquel vacío en su interior.

—Ya entendí tu mensaje —susurró sin despegar la mirada de la foto, mostrándole una sonrisa que creía extinta, tal y como si ella realmente estuviese allí.

Tenía que retomar su vida haciéndose a la idea de que ella ya no estaba a su lado físicamente, pero que siempre permanecería en su mente y corazón.


-Lindassj1

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