||• 𝑨𝒓𝒓𝒆𝒑𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐

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El sol apenas asomaba por las ventanas cuando me desperté, sintiendo el cuerpo pesado y la mente confusa por todo lo que había sucedido en la madrugada. Me recosté en la cama de Namjoon, observando el techo mientras los eventos de anoche me golpeaban en oleadas.

La situación con Jungkook había cruzado una línea que jamás pensé traspasar. Me sentía atrapada en una mezcla de culpa y curiosidad, la adrenalina aún presente en mi sistema.

Namjoon dormía plácidamente a mi lado, ajeno a todo, con una paz que contrastaba con el torbellino que era mi mente. Lo observé, sintiendo una punzada en el pecho.

me había llevado a su mundo, me había protegido de los cuestionamientos y las miradas de sus amigos, pero ¿qué estaba haciendo yo? La imagen de Jungkook no se borraba, su expresión de sorpresa y deseo mientras me miraba.

Me moví con cuidado, intentando no despertar a Namjoon mientras me levantaba de la cama.

Necesitaba pensar, ordenar mis pensamientos antes de enfrentar a los demás. Me puse la ropa que encontré tirada por la habitación y salí al pasillo, con el corazón aún latiendo rápido.

No podía dejar de sentirme observada, como si las paredes mismas hubieran sido testigos de lo que pasó anoche. Caminé hacia la cocina con la esperanza de encontrar un poco de normalidad en el desayuno, pero al girar la esquina, me encontré con Jin y Yoongi.

Ambos me miraron con sorpresa y algo de incomodidad. Sentí el calor subir a mis mejillas y bajé la mirada, intentando que no notaran lo que había pasado.

—Buenos días —murmuré, tratando de sonar casual mientras me dirigía al refrigerador.

—Buenos días —respondió Jin, aunque su tono era distante, como si todavía no supiera cómo encajarme en esta nueva dinámica.

—¿Durmieron bien? —preguntó Yoongi, aunque su atención estaba más en la taza de café en sus manos que en la conversación.

—Sí, todo bien —mentí, sacando una botella de agua y bebiendo un sorbo para ocultar mi nerviosismo. Sabía que no era bienvenida en este espacio, que mi presencia creaba tensiones no dichas, y eso hacía que mi estómago se retorciera.

El silencio se volvió incómodo, y yo no sabía si debería quedarme o simplemente huir. Estaba a punto de excusarme cuando Jungkook entró en la cocina, sus ojos encontrándose con los míos por un breve, pero intenso, segundo.

El recuerdo de la noche anterior nos golpeó a ambos, y podía ver en su mirada que también lo tenía fresco en la mente.

—Hola —dijo con una voz casual, pero había algo más en la manera en que me miraba. Era como si estuviéramos compartiendo un secreto, uno que nos hacía cómplices aunque no lo hubiéramos planeado.

—Hola —respondí, intentando no parecer afectada, pero el temblor en mi voz me delató.

Jungkook se sirvió una taza de café y se apoyó contra la encimera, observando a Jin y Yoongi que seguían en su propio mundo. Podía sentir la tensión entre los cuatro, como una cuerda demasiado tensa que podría romperse en cualquier momento.

—¿Y Namjoon? —preguntó Yoongi, finalmente levantando la mirada hacia mí.

—Sigue dormido —respondí, intentando mantener mi tono neutral.

Los ojos de Yoongi se estrecharon ligeramente, evaluándome. Sentía como si estuviera bajo una lupa, como si cada movimiento y palabra que hacía estuviera siendo juzgada. Era agotador, y quería salir de esa situación lo antes posible.

—¿Quieres que te haga algo de desayuno? —ofreció Jin, en un intento evidente de suavizar el ambiente.

—No, gracias, estoy bien con esto —respondí, agitando mi botella de agua. Jin asintió, pero no parecía convencido.

Decidí que era mejor alejarme antes de que la conversación se tornara más incómoda. Me dirigí hacia la sala, esperando que el cambio de ambiente me ayudara a respirar un poco.

Pero ahí, como si la suerte se burlara de mí, encontré a Taehyung y Jimin charlando. Al verme, ambos se detuvieron, sus sonrisas amistosas desvaneciéndose en curiosidad.

—¡Oh, hola, Crystal! —dijo Taehyung, siempre amable, aunque noté el destello de sorpresa en sus ojos.

—Hola chicos, buenos días —les saludé, forzando una sonrisa que esperaba pasara desapercibida como falsa.

Jimin, siempre más observador, me miró con un ligero gesto de intriga. Me senté en el sofá, intentando actuar natural mientras el peso de sus miradas se hacía evidente.

No sabía cómo encajar aquí, no sabía qué esperaban de mí ni cómo debía comportarme. Estaba en un limbo extraño donde era la chica de Namjoon, pero al mismo tiempo, algo más que nadie parecía entender del todo.

—¿Todo bien? —preguntó Jimin, rompiendo el silencio mientras se sentaba a mi lado.

—Sí, solo necesitaba un poco de aire fresco —mentí de nuevo, sintiendo la presión de estar siempre bajo escrutinio.

—Entiendo, esta casa puede ser un poco… abrumadora —comentó Taehyung, con una sonrisa comprensiva.

—Sí, algo así —admití, apreciando su intento de hacerme sentir más cómoda.

Taehyung y Jimin comenzaron a hablar sobre una próxima presentación, tratando de incluirme en la conversación, y aunque agradecí el gesto, mi mente estaba en otra parte.

Era como si todo lo que había sucedido anoche hubiera dejado una marca en mí, una que no podía ignorar aunque lo intentara.

Mis pensamientos regresaron a Jungkook, y a lo que había pasado entre nosotros. No podía negar que había algo innegable en la forma en que nos habíamos encontrado, algo que había despertado una parte de mí que ni siquiera sabía que existía.

Pero también sabía que todo esto estaba mal, que estaba caminando sobre hielo delgado y en cualquier momento podría romperse.

Namjoon apareció poco después, con el cabello desordenado y una sonrisa adormilada. Mi corazón se encogió al verlo, sintiendo una culpa que no podía expresar en palabras.

Se sentó a mi lado, pasando su brazo por mis hombros de manera posesiva, como si de alguna forma supiera que necesitaba ese ancla.

—Buenos días —dijo, plantando un beso en mi sien.

—Buenos días —le respondí, forzando otra sonrisa.

Los demás continuaron con sus conversaciones, pero mi mente estaba en otro lugar, intentando descubrir cómo encajar en un mundo donde sentía que no pertenecía del todo.

Entre la atracción prohibida hacia Jungkook y mi conexión con Namjoon, todo era un caos que no sabía cómo manejar.

La situación se volvía cada vez más complicada, y en mi corazón, sabía que las cosas no se quedarían así por mucho tiempo. La tensión seguía creciendo, y era solo cuestión de tiempo antes de que todo explotara.

Namjoon no notó mi distracción, pero Jungkook sí. Sus ojos me seguían a lo largo de la mañana, recordándome que lo que habíamos compartido no era solo un error, sino el comienzo de algo más.

Algo que, para bien o para mal, estaba destinado a cambiarlo todo.

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