| 𝐗𝐕 | En la próxima constelación
Las clases por fin llegaron a su fin, la facultad había terminado su primer año de carrera, mis notas fueron exitosas, mi actitud en todo momento fue casi perfecta... Diría que había sido una alumna ejemplar. Pero, ¿de qué me sirve todo esto si no podré tenerla a ella junto a mí en los próximos años?
Los de mi clase tenían pensado celebrar una pequeña fiesta por haber pasado el "primer nivel", es decir, el primer año. Sinceramente, no tenía muchas ganas de ir sobre todo por haberme enterado sobre la noticia de Feyrin: iba a dejar esta universidad para irse con sus padres a estudiar a Canadá. Ellos llegaron a conseguir un buen puesto de trabajo, así que aprovecharon para comentarle a Feyrin sobre hacer el intercambio al finalizar el curso.
Lo que tuvimos ella y yo fue un sentimiento muy intenso, pero en un período muy corto de tiempo. Pareciese que lo de aquella vez fue tan sólo un capricho de los suyos, o incluso que tan sólo quería tener sexo conmigo para después marcharse de mi vida como si nada. ¿Era este su objetivo desde el principio?
─No gano nada carcomiéndome... ─resoplo en mi pupitre, enterrando la cabeza entre mis brazos.
─Hola, Suklair ─escucho una voz femenina casi idéntica a la de Feyrin─. ¿Puedo hablar contigo, por favor?
Esperaba encontrarme a Feyrin, más que nada para hablar con ella y confesarle todo lo que estaba sintiendo. Y sobre todo para hablar sobre nuestra relación, ¿qué iba a pasar con todo lo que teníamos?
Volví a la realidad y me fui a hablar con la ex novia de Feyrin. Su nombre era Khloe.
─Dime, ¿de qué querías hablar? ─me cruzo de brazos. Con ella no iba a tener un buen trato.
─Antes de que te sigas poniendo a la defensiva quería pedirte disculpas por todo lo ocurrido. ─agacha la cabeza un tanto apenada.
─Mm, disculpas medio aceptadas. Ya veremos si te las acepto del todo, pero para eso tendré que ver tus acciones.
─Bien, por algo se empieza.
La charla era más o menos cálida, pues parecía una chica completamente diferente a como la había conocido por primera vez. Parecía más cálida, gentil e incluso dulce. También tenía cuidado en elegir sus palabras, pues parecía bastante afectada por lo que me iba a contar.
─El motivo por el cual estoy aquí es para hablarte de Feyrin.
─Me lo veía venir. Adelante, pues.
─Ella te ha estado ocultando muchas cosas desde el principio, Suklair... ─suspira con los ojos cerrados.
─Si es sobre el tema de sus padres entonces ya lo sé. ─desvío la mirada.
La miré de reojo y ella negó con la cabeza. Me alarmé al ver que había algo más que me estaba escondiendo.
Khloe se estaba poniendo cada vez más nerviosa, pues no estaba segura de si contármelo o esperar a que hablara con ella. Parecía ser un tema muy delicado.
Le pedí amablemente que me lo dijese, pues ella me importaba y la quería mucho. Es cierto que tuve momentos difíciles con ella, pero eso no me impidió seguir amándola.
Con sus manos entrelazadas lo fue soltando poco a poco y mirándome fijamente a los ojos sin parpadear.
─Tiene una enfermedad terminal.
─¿Qué?
─Por eso se va a ir con sus padres a Canadá. Quiere pasar sus últimos momentos de vida con ellos.
De un momento para otro estaba llorando. Mi mirada estaba clavada en un punto fijo mientras lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Khloe hizo lo que cualquier persona haría en estos momentos, abrazarme. Me abrazó con todas sus fuerzas, como si fuese una especie de amiga que intentaba consolarme.
─¿Por qué no me lo dijo antes? ─pregunté entre espasmos.
─No es algo tan sencillo de decir... ─seca mis lágrimas con sus pulgares─. Será mejor que lo hablen antes de que ella coja el vuelo.
─¿No va a pasar las vacaciones de verano aquí? ─la miré atónita.
─Se lo estuvo pensando, pero finalmente dijo que no.
Me levanté y me fui corriendo a por mis cosas de clase, no sin antes despedirme de ella y agradecerle por lo que me había dicho, y por haberme consolado.
No perdí el tiempo y me fui al departamento para cambiarme y quedar con Feyrin.
***
Ey, necesito hablar contigo. (14:17)
(14:18) Sí, enseguida estoy en tu casa.
***
Su respuesta llamó mi atención, puede que sepa de lo que quiero hablar con ella.
Mientras llegaba, me puse a limpiar la casa para distraerme un poco, pero en ningún momento pude sacarme de la cabeza todo este problemón. Lloré varias veces y hasta tuve que prepararme una pequeña infusión para calmarme.
Escuché el timbre y supe de inmediato que era ella. Abrí la puerta y me tiré a sus brazos para romper en un fuerte llanto casi desgarrador. Creo que ella supo lo que estaba pasando, pues su manera de abrazarme lo decía todo.
─Por qué, Feyrin... ─dije entre espasmos debido al llanto.
─Lo siento mucho, Suklair. ─escondió su rostro en mi cuello.
Nos sentamos a hablar en el sofá, no sin antes servir algo de comida para apaciguar un poco la situación.
Nos estuvimos mirando un par de segundos y, por fin, Feyrin empezó a confesármelo todo. Me dijo que lo de sus padres era cierto, pero que también se iba a ir con ellos por su condición: su enfermedad terminal, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica).
Comentó que deseaba pasar tiempo con sus padres antes que con cualquier persona que no fuese su familia. Sonó egoísta, muy egoísta y desconsiderada por su parte, pero lo acepté por obligación.
También me confesó que, cuando me conoció, ella seguía manteniendo una relación de pareja con Khloe, pero se estaban dando un tiempo por discusiones recientes. Entonces fue cuando se propuso intentar algo conmigo, como una vía de escape para olvidarse de sus problemas personales.
─¿Entonces me utilizaste para tus fantasías y para complacerte sexualmente? ─pregunté.
─No, Suklair, porque ya había cortado con ella ─suspira─. ¿Recuerdas aquel día que no pudimos tener nuestra cita?
─Fue porque estabas hablando con ella, ¿verdad?
─Sí, para poder terminar la relación. Realmente quería hacerlo mucho antes de conocerte.
─Comprendo.
Dos cosas me había estado ocultando, pero por lo menos hoy ha sido sincera y me ha podido decir todo lo que tenía que decirme. Incluso me dijo qué día cogía el vuelo: el viernes por la mañana, es decir, dentro de una semana.
Ahora podía liberar toda esta tensión y abalanzarme sobre sus brazos una vez más.
─Por qué no te quedas, yo quiero que te quedes. ─confieso con el corazón roto.
─No puedo, Suki. De veras que no puedo. No soportaría verte sufrir por mí.
─¡Qué tonta eres! ¡No quiero que te vayas! ¡No quiero que me dejes! ─empecé a darle golpes en los hombros como en una perreta.
─Suklair, por favor...
Sus cálidos y grandes brazos rodearon mi cintura. Escondió su rostro entre mis pechos para empezar a sollozar en silencio.
Se quedó en el departamento para pasar la noche. Hicimos el amor hasta la madrugada, ninguna de las dos quería separarse de la otra.
Sus delicados dedos dibujaban mi piel, la cual erizaba con tan sólo un toque. Sus besos recorrían zonas de mi cuerpo que ni yo misma sabía que eran erógenas.
Mi parte favorita era cuando se ponía encima mía pues podía ver todo de ella, hasta lo más profundo de su ser. Extendí mis brazos hacia a ella, acaricié sus mejillas con ambas manos, la acerqué a mí y nos fundimos en un apasionado y tierno beso mientras movía sus caderas contra mí. Tan sólo éramos iluminadas por la pequeña lámpara que tenía en mi mesilla de noche, suficiente para poder ver lo que estábamos haciendo.
─Te amo, Feyrin. Siempre te amaré. ─dije entre tanto placer.
─Yo también te amo, Suklair. Siempre lo haré, hasta mi último aliento.
Me abrazó por la cintura y por la cabeza, escondiéndome en su hombro mientras aumentaba el ritmo. Durante el acto sentí varias lágrimas caer sobre mi rostro. Sabía que ella tampoco quería ese fatídico final, pero lo terminó aceptando.
Finalmente, entre sudores, jadeos y gemidos sutiles, pudimos llegar al clímax. Poco a poco fuimos bajando nuestro ritmo cardiaco hasta quedarnos dormidas. Me quedé dormida encima suya, fue la mejor noche de mi vida.
No quería que este momento se terminara, no para siempre. ¿Por qué la vida es tan injusta con las personas que más amamos? Detesto que La Muerte haya tomado la decisión de llevársela lejos de mí. Te odio, muerte, jamás te lo perdonaré.
Durante los siguientes días estuvimos quedando y haciendo planes. La verdad es que fueron los días más felices de mi vida, por lo menos hasta la fecha. Notaba y veía a Feyrin feliz, cómoda y libre a mi lado. Eso me gustaba, ya no había barreras que nos separaban. Estábamos más que unidas, éramos más que mejores amigas, éramos dos personas con un único corazón.
Puede que el destino tenga diferentes planes para cada una pero, ahora mismo, sólo nos importaba el presente. De vez en cuando hablaba un poco con Khloe para saber de ella y también para que supiese que Feyrin estaba bien, dentro de lo posible. También le dije que si tenía pensado despedirse de ella y me dijo que lo iba a hacer otro día y durante una tarde.
Estábamos dando un paseo por el parque, hasta que decidimos sentarnos debajo de un bonito sakura para descansar y también para proponerle la siguiente idea. Pero jamás pensé que iba a desembocar en esto.
─Oye, Feyrin. ¿Y si llevamos una relación a distancia? Me refiero, no tenemos por qué terminar aquí y ya está. ─sonrío ante la propuesta.
─Suklair, sabes que no es buena idea. Ser novias a distancia es muy duro, pues tú más que nadie sabe que no es lo mismo. ─mira hacia el cielo, hacia las nubes.
─Pero yo quiero intentarlo, no me importa sacrificarme y pasar un día entero con el móvil con el fin de poder hablar contigo. ─frunzo el ceño.
─Suki, cariño...
─Piénsalo, hasta podría ahorrar para ir a visitarte a Canadá. ─estaba desesperada por encontrar una solución.
Se quedó callada y supe que esa idea no era compartida, no pensaba lo mismo que yo. Agaché la cabeza y me quedé en silencio, pero enseguida ella sujetó mi cabeza y la apoyó en su hombro, dándome un beso en la frente.
─Podremos seguir hablándonos, eso tenlo por seguro. ─sonríe con cierta melancolía.
─De eso no dudaba, tontita. ─sonrío con ella mientras me seco varias lágrimas.
El día había llegado, la anoche anterior Feyrin volvió a quedarse a dormir en mi departamento. Pasamos todo el día juntas, como siempre. Vimos una película, tuvimos una cena romántica, miramos las estrellas y terminamos haciendo el amor una última vez bajo la luz de la luna.
Estábamos en el coche, yo conducía mientras ella iba de copiloto. Sus padres decidieron ir en taxi para darnos mayor privacidad.
─Te echaré mucho de menos, Feyrin. ─dije con un nudo en la garganta.
─Yo también, no sabes cuánto. ─contestó mirando por la ventana.
Varios aviones se veían a lo lejos, lo que significaba que estábamos cerca del aeropuerto.
Aparqué y nos bajamos del coche para acompañarla hasta la entrada ya no me permitían pasar hasta la puerta de embarque, sólo hasta la zona de control. No pude contener las lágrimas, de veras que esto me rompía en mil pedazos. Sus padres nos miraban a lo lejos, ellos también comprendían la amarga y angustiante situación por la que estábamos pasando.
─Háblame cuando llegues, ¿vale? Háblame todos los días de tu vida, yo siempre estaré al pendiente.
─Lo haré, mi niña preciosa. La niña de mis ojos.
Y así fue como nos dimos el último beso, nuestro último beso de amor verdadero. Nunca llegué a imaginar que mi primer amor con una mujer tuviese que terminar de esta manera. Pero no, mi amor por ella jamás se apagaría, yo mantendría vivo ese sentimiento.
─Mientras sigamos existiendo bajo el mismo cielo, estaremos siempre unidas. ─me susurró al oído.
Me entregó un colgante que tenía grabado nuestras iniciales. Me lo puso y besó el dorso de mi mano. Poco a poco se fue separando hasta que ya no pude alcanzar la yema de sus dedos.
─¡Buen vuelo! ─grité mientras se marchaba.
─¡Gracias, princesa! ─se fue con una sonrisa dibujada en sus labios.
Me quedé quieta, viendo cómo su silueta poco a poco se iba desvaneciendo entre la multitud. Me fui del aeropuerto con una sonrisa, una sonrisa llena de euforia y melancolía.
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Y así fue como los días pasaron hasta convertirse en meses e incluso un año. Al principio ella y yo hablábamos todos los días, pero justo después de terminar el año, a principios de enero, la situación fue cambiando y tornándose cada vez más oscura. El fatídico día llegó y sus padres nos dieron la desgarradora noticia, a mí y ya Khloe, de que Feyrin había pasado al más allá.
Hablé sobre esto con Khloe pues era la única persona que conocía a Feyrin tanto como yo. Para nosotras ella había sido un pilar fundamental en nuestras vidas, así que ambas buscábamos consuelo mutuamente.
─No sé qué hacer con mi vida.
─Seguir adelante, no queda otra. ─suspiró junto con una mueca.
¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a enfrentar la vida de esta manera si ella ya no estaba?
Khloe me dio un último abrazo antes de irse a su casa y dejarme a solas, me hacía falta. Realmente quería estar sola, pero sola con mi novia Feyrin.
Esperé a la madrugada para poder ver las estrellas y así poder observar desde la Tierra a mi chica. Estaba tan guapa como siempre. Extendí mi brazo hacia al cielo, queriendo alcanzarla y estrecharla entre mis brazos.
─Nos volveremos a encontrar en la próxima constelación. Te lo prometo, Feyrin.
Esa noche decidí no dormir, prefería quedarme con ella para hablar. De alguna manera u otra tenía esa cálida sensación de que estaba presente conmigo; apreté con fuerza el colgante. Ella jamás se fue.
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