CAPÍTULO 4
<< Cuando la conocí tenía veinticuatro, ella años, yo cicatrices >>.
CÉSAR POETRY
Sus ojos se encontraron instintivamente, y ____ advirtió que los del chico estaban rojos e hinchados. ¿Acaso había estado llorando?
— ¿Quién eres?— se atrevió a preguntar.
Él enarcó las cejas, sorprendido, y dejó sobre la encimera el vaso de agua y la pastilla que sostenía en las manos. Se cruzó de brazos y la estudió de arriba abajo, curioso.
— Eso debería de preguntar yo, ¿no?— sonrió, divertido.
____ desvió los ojos, avergonzada. ¿Cómo había podido olvidar que allí vivía una tercera persona? Jugueteó con las llaves que aún sostenía entre las manos e hizo acopio de valor para devolverle la mirada al azabache. Él detectó su nerviosismo, y se acercó unos pasos a ella en un intento de transmitirle confianza, cosa que solo aumentó la incomodidad de la chica. No imaginaba que fuera tan alto.
— ¿Y bien?— intentó sonar animado, a pesar de que por dentro se sentía como una auténtica mierda—. Eres amiga de Luffy, ¿verdad? Dime, ¿cómo te llamas?
La joven sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta, y tragó saliva como quien intenta tragarse un alfiler.
— ____— respondió con un hilo de voz. Ace la miró, ojiplático—. ¿Qué pasa?
— N-No, nada— se rascó la cabeza, incómodo—. Solo que te imaginaba de otra manera.
— ¿Imaginarme?— preguntó con tono dubitativo.
— Sí... Quiero decir, Luffy me ha hablado de ti, y pues pensaba que eras diferente... Ya sabes, un poco más alta.
— Grosero...— murmuró ____ por lo bajo, molesta.
El pecoso abrió la boca para reprochar algo, pero acabó por chasquear la lengua y mirar hacia otro lado.
— Olvídalo— masculló, tendiéndole la mano—. Yo soy Ace.
____ sonrió de lado y se cruzó de brazos, socarrona.
— Te imaginaba más educado.
— ¿Siempre eres tan quisquillosa?— retiró la mano y le devolvió la sonrisa al tiempo que arqueaba una ceja, desafiante.
____ se encogió de hombros e hizo girar las llaves en su dedo índice sin apartar sus ojos de él. El recuerdo del motivo por el que no lo había conocido hasta entonces la golpeó con fuerza por dentro, y su cara adoptó una expresión de preocupación.
— Esto... Luffy me lo ha contado y...
Ace le puso una mano en el hombro, interrumpiéndola en el acto. Le dio un pequeño apretón y sus labios dibujaron una sonrisa.
— Estoy mejor que nunca— no imaginaba que una frase pudiera sonar tan mal saliendo de su boca, o al menos eso fue lo que pensó.
____ no supo si dejar que su mirada se perdiera en los ojos del muchacho, o en los labios que le habían regalado aquella cálida sonrisa. Se obligó a mirar hacia otro lado y asintió con la cabeza, nerviosa. Sentía pena por él, pero sabía que eso era lo que menos necesitaba alguien que se había sometido a una operación.
— Nos alegramos de que estés de vuelta— consiguió decir tras un incómodo silencio.
Él esbozó una sonrisa nostálgica y se separó de ella, agotado. Había estado durmiendo la mayor parte del día, pero se sentía cansado y apenas tenía ganas de cenar.
— ¡¡Ace!!
____ se giró para ver a Luffy entrando en la cocina mientras se ponía una chaqueta vaquera que le venía un poco grande. El aludido alzó la mano para saludar a su hermano y se sentó con cuidado sobre la mesa.
— ¿Se puede saber por qué no me has respondido?— le reprochó Luffy, cruzándose de brazos.
— Iba conduciendo.
— ¡Tú no tienes coche!
— Ya, pero Marco sí— respondió con el mismo tono de neutralidad. Luffy torció el gesto y apretó los labios.
— ¿Has comprado la carne?
— No.
— ¿Y qué has hecho de cenar?
— Oye, que soy tu hermano, no el chico de los recados— se excusó el pecoso. Estudió la expresión desanimada de Luffy y dejó escapar un suspiro—. Quedan un par de pizzas en el congelador— señaló con el pulgar el aparato que había a sus espaldas.
— ¿Y tú?— el chico arqueó las cejas, extrañado.
— No tengo hambre. De hecho, estaba a punto de acostarme ahora mismo.
— Ace, no has comido nada en todo el día.
— Mentira, me he comido los dulces que tenías escondidos en la despensa.
— ¡No!
____ soltó una risita cuando vio a Luffy desaparecer en la pequeña habitación que había a la izquierda de la cocina. Su mirada se cruzó con la de Ace, quien le guiñó un ojo en un gesto de complicidad. A los pocos minutos salió Luffy con un cupcake de chocolate en la mano.
— ¡Te los has comidos todos, animal!— enfadado.
— Encima que te dejo uno para que no te enfades...
— Eran míos, ¡ladrón!
— Solo comes mierda— bufó con una sonrisa—. Deja de preocuparte por lo que como o dejo de comer y empieza a centrarte en lo tuyo. Vas a acabar con una subida de azúcar...
Luffy frunció el ceño, molesto, y se zampó de un bocado el cupcake de chocolate, lo que provocó la risa de Ace. El menor de los hermanos puso los ojos en blanco, tomó a ____ de la muñeca y comenzó a arrastrarla por el pasillo.
— ¿Vais a algún lado?— curioso.
— Su madre le echará la bronca como no esté allí pronto— respondió Luffy—. ¿Me dejas tu moto?
— Ni de coña— frunció el ceño—. ¿Quieres otra cicatriz en la cara, o qué?
— Solo se me olvidó hacer un STOP— suplicó él.
— Te he dicho que no. Si quieres hacer el tonto con una moto, me parece bien, pero no será con la mía.
Se bajó de la mesa de un salto, se tragó la pastilla que había dejado sobre la encimera, atravesó el pasillo y le quitó las llaves de la mano a ____. Se puso la chaqueta que había dejado en el perchero y cruzó miradas con su hermano.
— ¿Qué haces?
— La llevo yo— declaró, serio.
— ¿Qué?
— Que eres tan despistado que tienes cojones a dejarla en el aeropuerto— rió, ignorando el hecho de que Luffy pudiera conocer dónde vivía la muchacha—. Estaré aquí pronto, tú corre y hazte las pizzas.
Luffy hizo un mohín, pero acabó por chocar puños con ____ y volvió a colarse en la cocina. La chica se quedó estática. Había detectado el cansancio en la voz del pecoso y se sentía una carga.
— Vamos, no te quedes parada— dijo él, colocando su mano en la espalda de la joven para conducirla hacia la salida.
El frío los envolvió cuando el viento les azotó la cara. ____ sintió que se encogía cada vez más en el interior de su chaqueta y siguió andando hasta la puerta del garaje.
— Joder— maldijo Ace cuando la brisa le alborotó el pelo—, un día de estos me rapo.
— Entonces te quejarías por el frío...— pensó ella en voz alta.
— Bien visto— rió el pecoso.
Apretó el botón de una de las llaves que llevaba en la mano y la puerta del garaje comenzó a elevarse. Miró a la chica y le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera, se subió a la moto e introdujo la llave en el panel de esta para poner en marcha el motor. ____ dudó antes de abrazarse al cuerpo del muchacho, y cuando lo hizo, Ace soltó un gruñido de dolor. La joven retiró las manos tan rápido que casi se cayó de la moto.
— Lo siento, lo siento, lo siento...— se apresuró a decir con un hilo de voz mientras se llevaba las manos a la boca, culpable.
— Está bien, no te preocupes— intentó sonar tranquilo, pero los pinchazos que le atravesaban el pecho le impidieron hacerlo como le hubiera gustado—. Ni si quiera yo termino de acostumbrarme.
____ apretó los puños y estudió la espalda de Ace, avergonzada de no haber recordado la operación por la que acababa de pasar el azabache. Él, por otro lado, estaba cansado de que la gente lo mirase con otros ojos.
— He dicho que no pasa nada— dijo al tiempo que estiraba los brazos para alcanzar los de ella. La cogió por las muñecas y condujo sus manos con cuidado por el perfil de sus caderas—. ¿Lo ves?— preguntó después de comprobar que a aquella altura no le rozaba la cicatriz del pecho.
____ no respondió. Estaba más concentrada en cómo las enormes manos del muchacho envolvían las suyas. Tragó saliva para deshacer el nudo que se le había formado en la garganta y asintió con la cabeza.
— Dime, ¿dónde vives?
La chica respondió con voz entrecortada y se acomodó más sobre la moto, pegando su cuerpo contra la espalda de Ace. Él tensó los músculos y apretó con fuerza los manillares de la moto.
— Bien— sonrió—. ¿Preparada?
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