CAPÍTULO 29

¡Ya estamos de vuelta, queridas pulguitas! Y esta vez con una maratón de capítulos que esperamos empezar el 26.01.2020 y terminar a principios de abril. Como ya os habréis dado cuenta (sobre todo los que comenzaron a leer "El hermano de mi mejor amigo" hace unos años), tratar de actualizar todas las historias de este perfil con regularidad es MUY difícil, por no decir imposible. Por esa misma razón, hemos decidido limitarnos a continuarlas una por una. Nos hemos decantado por empezar con"El hermano de mi mejor amigo" por dos motivos: 

1:es la más fácil de escribir, puesto que ya sabemos cómo se desarrollarán los hechos hasta su desenlace, y

2: es la más esperada por todos vosotros.

Para inaugurar esta nueva fase bautizada como "Operación: salvar a Ace", traemos portada nueva, separador y un capítulo cortito para acompañar esta noticia, puesto que, repito: tenemos el mes de enero abarrotado de exámenes y qué menos que aprobarlos todos. No obstante, dad por hecho que estaremos de vuelta el 26.01.2020. 

Os explicamos brevemente cómo funcionará esto a partir de dicha fecha: 

1: las actualizaciones pretenden ser 2 VECES A LA SEMANA, o en su defecto, 1. Y digo en su defecto porque os recordamos que también estamos trabajando en Strange-Kiba, donde las actualizaciones TAMBIÉN son semanalmente. 

2: esto significa que el resto de historias de este perfil van a quedar pausadas, al menos hasta principios de abril, que es la fecha que hemos estimado para el final de "El hermano de mi mejor amigo".

3: solo por esto, ya podéis darle amor a los capítulos y vida a los comentarios, porque sabemos que con esta decisión estamos jorobando a los seguidores del resto de historias. Pero insistimos: es prácticamente imposible actualizar tantas historias regularmente, y empezar a escribir otras sin acabar las viejas, es echarle leña al fuego.

4: y esto ya es un consejo: vais a necesitar MUCHOS pañuelos. Así que ya podéis estar yendo a vuestro mercado de confianza y vaciando las estanterías, porque las cosas van a complicarse a partir de este punto. Y si tenéis que echarle la culpa a alguien, señalad a Law, por guapo y por pendejo ♥

Creo que con esto ya vais más que preparados para lo que os espera a partir del 26, y el que haya decidido pasar de esta advertencia, que luego no nos venga con quejas en los comentarios, porque le muerdo la yugular. 

Para los que os estéis preguntando qué coño hago hablando en plural, permitidme que os descubra que este mensaje lo estamos escribiendo el estrés, mis nervios y yo. Y ahora que está todo aclarado, solo me queda desearos un feliz 2020, suerte a los que estén pringados de exámenes como yo y, sobre todo, disfrutad del capítulo. 

~ rey Pulga.

____ volvió a cambiar la música que provenía de su teléfono móvil antes de bajarle un poco el volumen, contrariada: nunca había imaginado que llegaría el día en que Luffy no luciera la radiante sonrisa que solía acompañarlo a todas partes. El muchacho la había llamado hacía poco más de un par de horas con urgencia, implorándole que necesitaba verla inmediatamente, aunque no había dado explicaciones. 

De hecho, el chico se había mantenido en un silencio sepulcral desde que la joven lo había invitado a la intimidad de su cuarto, dejándose caer inmediatamente de bruces en la cama para ocultar sus lágrimas de la chica.

Incluso a pesar de que ____ se había pasado las siguientes horas acariciándole el pelo y la espalda para tranquilizarlo, Luffy no se había encontrado con ánimos suficientes para alzar la vista y articular algún sonido que no fuera el de sus sollozos ahogados por la almohada que abrazaba contra su pecho.

— ¿Quieres unas magdalenas?— se animó a preguntarle la chica mientras le ofrecía una sonrisa amable, sus dedos apartándole el flequillo rebelde de los ojos.

Luffy cerró los ojos cuando sintió el reconfortante tacto de la piel de su amiga y la sombra de una sonrisa sincera se insinuó en sus labios.

— Vuelvo enseguida— respondió ella.

Ella misma odiaba reconocer que estaba deseando salir de allí: odiaba ver a Luffy tan desorientado y afligido, pero sobre todo, detestaba no saber qué hacer para ayudarlo. Ni siquiera estaba segura de que aquel par de magdalenas de chocolate que ella misma había horneado fuera a sacarlo de su apenado estado, y ni siquiera podía hacerse una idea de qué podría tenerlo tan desanimado.

La chica sonrió con ternura cuando vio al joven sentado con las piernas cruzadas sobe la cama, esperándola. Tenía los ojos cristalizados a causa de las lágrimas que se esforzaba por retener y el cabello desordenado, pero al menos ya no parecía tan serio. Se sentó con cuidado a su lado, como si un movimiento brusco pudiera espantarlo y hacer que volviera a esconderse en la comodidad de la almohada que había hecho suya nada más entrar a la habitación.

— Gracias— musitó con un hilo de voz cuando ____ le tendió la bandeja sobre la que había colocado las magdalenas y un vaso de agua—. Siempre sabes cómo animarme.

La chica asintió con una sonrisa y le dio unas suaves palmaditas en la espalda antes de repetir la voz de Ruelle con su "Carry you". Se mantuvo en silencio mientras lo observaba devorar las magdalenas con una expresión un tanto más relajada.

— ¿Ricas?

— ¡Buenísimas!— declaró Luffy con las mejillas todavía infladas—. ¡Deberías trabajar con Sanji en el Baratie! Seguro que tendría mucho más pestrigio...

— Se dice "prestigio"— rió la joven—. Pero poco podría contribuir en un sitio con tanta clase como ese. Además, todo el mundo puede hacer magdalenas.

— Pero las tuyas son las mejores de todas. Seguro que te pondrían algún nombre.

— ¿Cómo cuál? ¿La chica magdalena?— inquirió ____ con sarcasmo al tiempo que alzaba una ceja, divertida.

Luffy dejó escapar una risita por lo bajo y se limpió las comisuras de los labios con una servilleta antes de que su mirada volviera a adquirir un deje de tristeza que no pasó desapercibida por la muchacha.

— ¿Ha pasado algo, Luffy?— se animó a preguntar ahora que parecía estar dispuesto a hablar.

Él se encogió de hombros  para restarle importancia al asunto, pero la forma en que fruncía el ceño y apretaba los labios delataban su preocupación.

— He discutido con Ace.

— ¿Qué? ¿Por qué?

Luffy pareció pensar las palabras que iba a decir a continuación, dubitativo. Casi se podría decir que estaba teniendo cuidado de no hablar más de lo necesario, y aunque aparentaba estar preparándose para hacer alguna declaración, el chico se limitó a responder:

— Una tontería. Es más, ya lo hemos solucionado...

— ¿Entonces por qué demonios parece que te ha atropellado un quitanieves?— gruñó ____, incrédula.

— Porque si me lo hubiera dicho antes, a lo mejor no me sentiría como un completo idiota— acreditó con aspereza, fulminando a la chica con los ojos. No obstante, suavizó la mirada cuando fue consciente de su actitud—. Lo siento. Es que a veces parece que me sigue tratando como a un crío...

____ le acarició la espalda para tranquilizarlo, aunque era consciente de la desazón que había comenzado a brotar en su pecho, consternándola: a Luffy no se le daban bien las mentiras, y aquel hecho se estaba poniendo más que de manifiesto en aquel momento. Sin embargo, supuso que, si se trataba de algo delicado, acabaría enterándose por la boca del propio Ace. Eso si el pecoso no decidía esconderle nada, por supuesto.

— ¿Vas a ir al baile de invierno?— canturreó Luffy con una sonrisa, un tanto más animado.

— ¿Nosotros hacemos de eso?

— Nami lo ha hablado con los decanos y nos han ofrecido el pabellón de deportes para celebrarlo ahí.

— ¿Y se puede saber por qué siempre soy la última en enterarme de todo?

Luffy soltó una carcajada y se encogió de hombros.

— Dudo que vaya: no me van mucho esas cosas.

— ¿Y eso por qué?— lloriqueó el moreno—. ¡Vamos, será como en esas películas americanas que te gustan tanto!

____ rodó los ojos.

— Porque pasará lo mismo que ocurre siempre que alguien decide hacer una fiesta así: tú te irás con Nami, Sanji y Zoro desaparecerán de golpe...

— ¿Y Robin? Puedes estar con ella...

— Robin seguro que prefiere quedarse en casa viendo alguna serie...

— Pues ve con mi hermano— declaró Luffy al tiempo que se cruzaba de brazos y le ofrecía una sonrisa ladina a la muchacha.

Ella enrojeció en menos de lo que se tarda en pestañear, un rubor que le encendió hasta la piel de las orejas.

— D-Dudo mucho que tu hermano esté para esas cosas...

Luffy dejó escapar una estridente carcajada.

— Ace siempre está dispuesto a apuntarse a un bombardeo. Irá si eres tú quien se lo pide. Parece mentira que seas su novia— bromeó al tiempo que le daba un pequeño codazo a la altura de las costillas.

La chica le propinó una colleja que casi lanzó Luffy fuera de la cama.

— N-No somos...

— No engañáis a nadie. Y menos a mí, que me lo cuenta todo.

— ¿Cómo que todo?

Los labios del joven se sellaron automáticamente cuando advirtió el tono irritado y la mirada de advertencia de ____, quien había pasado de esconder su sonrojo tras sus manos a fulminar a Luffy con los ojos.

— ¿N-Nada?

— Luffy...

— Te lo explico todo después. Ahora déjame que te muestre cómo tengo razón— canturreó con una sonrisa al tiempo que extendía el brazo para tomar el móvil de la chica, el cual yacía entre las sábanas.

Pausó la música que les había hecho compañía hasta entonces y comenzó a deslizar los dedos por la pantalla.

— ¿Qué haces?

— Llamarlo...

— ¡Lla... ¿qué?!— rugió ella.

Luffy que había previsto los movimientos de la muchacha, se puso en pie de un salto antes de que su amiga tuviera tiempo de arrebatarle el móvil de las manos, y sonrió triunfante cuando escuchó los primeros tonos de la llamada.

— Toma, tírale— le dijo a su amiga al tiempo que le devolvía el aparato.

— ¿Que le tire?— susurró ella, histérica.

— Invítalo al baile.

____ hizo amago de responder, pero se puso un punto en los labios cuando escuchó la voz de Ace al otro lado de la línea.

Dime— contestó con voz gutural, poniéndole a la chica el vello de la nuca de punta.

Ella sintió que el corazón comenzaba una carrera junto a sus pulmones por ver quién conseguía matarla antes de la taquicardia, y sintió que las palabras se le amontonaban en su mente, obstruyéndole el pensamiento.

— ¿____?

Luffy agitó frenéticamente las manos frente a los ojos de la muchacha para sacarla de su ensimismamiento, y le hizo gestos enérgicos para que contestara al teléfono.

— ¿Q-Quieres venir al baile de invierno?— preguntó ella atropelladamente, poniéndose todavía más nerviosa cuando fue consciente del tembleque incontrolable de sus manos.

Ace, por su parte, se mantuvo callado durante unos instantes, sorprendido por la petición de la joven. Una sonrisa ladina se insinuó en sus labios.

¿Estás ligando conmigo?

— ¿Tú eres tonto?— le espetó ____, molesta.

Ace dejó escapar una risita cansada.

Has tardado, eh...

— ¿Vienes o no?

Él volvió a guardar silencio, barajando sus opciones.

¿Quieres que vaya?

La chica alzó la cabeza para cruzar miradas con Luffy, quien rodó los ojos y dejó escapar un pequeño suspiro de exasperación antes de asentir con la cabeza.

— S-Sí...

¿Cuándo?

— Viernes veinte— susurró Luffy al tiempo que gesticulaba con los dedos, haciendo muecas exageradas con la boca.

— El viernes veinte— repitió ella en voz alta.

¿A qué hora?

— Seis y media.

— A las seis y media— volvió a repetir.

Pasaré a recogerte a las seis— declaró Ace.

— Procura ser puntual— advirtió ella con un deje sarcástico.

Procura no parecer un tapón cuando estemos allí— contraatacó él, jocoso.

Ella frunció el ceño.

— Grosero.

Enana.

— Idiota.

Te quiero— susurró él antes de colgar.

____ sintió que el poco aire que le quedaba en los pulmones escapaba en un silencioso suspiro que le acarició los labios, y las pulsaciones de su corazón golpearon con persistencia su pecho. Luffy, por su parte, alzó ambas cejas y le lanzó una mirada insinuante a la chica, quien solo acertó a girarse para que el moreno no fuera consciente del evidente bochorno que le había asediado las mejillas.

— ¿Ves?— canturreó el chico—. Y todavía tendrás el valor de decirme que no es tu novio.

— ¿Es que no puedes callarte un rato?— gruñó ella, todavía nerviosa.

Luffy rió ente dientes y se desperezó antes de recoger su mochila de la silla del escritorio de la joven y colgársela al hombro.

— Bien. Mi trabajo aquí ha terminado— bromeó con voz teatral.

— ¿Ya te vas?

— Sí. Sabo tiene que estar a punto de llegar y todavía no he fregado los platos de esta mañana. Bueno, ni los de anoche tampoco...

____ se puso en pie y acompañó al chico hasta la puerta para despedirlo.

— ¿Seguro que estás bien?— preguntó al tiempo que lo fundía en un abrazo.

— ¡Por supuesto que sí! ¡Es imposible que alguien no se anime con esas magdalenas!

La joven sonrió con dulzura y se encogió de hombros.

— Cuando quieras más, solo tienes que pedirlas.

— ¡Eso está hecho!— canturreó él mientras se dirigía a la parada de autobús, despidiéndola con la mano.

La vio imitarlo con una sonrisa antes de cerrar la puerta, probablemente todavía eufórica por la nueva cita que tendría con su hermano dentro de una semana. Sin embargo, a pesar de que se estaba feliz por ella, no podía evitar sentir una tormenta de culpabilidad asolándole el pecho, y es que se sentía cómplice del daño que a veces ocasionaban los secretos de Ace.

Porque ¿cómo iba a decirle a su amiga que el chico del que estaba enamorada se estaba muriendo?

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