CAPÍTULO 13
<< El amor también es eso: lo que un día fue canción, hoy es silencio. >>
ELVIRA SASTRE
-- No, definitivamente este tampoco sirve...
Nami dejó escapar un profundo suspiro y lanzó el vestido a la pila de trajes que había conseguido amontonar sobre su cama para volver a escarbar entre su fondo de armario.
____ rodó los ojos y se dejó caer en la silla que había junto al escritorio de la pelirroja, agotada. Llevaban con aquella "búsqueda del vestido perfecto" casi dos horas y empezaba a desesperarse. Apoyó la cabeza en la palma de su mano y observó con aire divertido cómo su amiga fruncía el ceño cada vez que sus ojos se encontraban con un vestido.
-- Ese me gusta -- murmuró la muchacha, esperando que aquella tortura acabase pronto.
Nami arqueó una ceja y le lanzó una mirada irónica a su amiga.
-- No puedes ir de negro -- bufó como si fuera lo más evidente, lanzando el traje a su cama.
-- ¿Y por qué no? Es mono...
-- Porque no queremos que parezca que vas a un funeral -- sorrió la pelirroja.
____ hinchó los mofletes, se puso en pie y volvió a mirar entre la pila de vestidos que yacía sobre la cama en un intento de matar el aburrimiento.
-- ¿Y por qué tengo que llevar vestido? -- gimoteó.
-- Porque es una fiesta y Marco estará allí.
____ compuso una tímida sonrisa y sintió un reconfortante calor emanando de su pecho. Apenas había tenido tiempo para estar con Marco a lo largo de la última semana debido a los exámenes y los entrenamientos a los que tenía que asistir el rubio, pero aquella noche podría aprovechar para recuperar el tiempo perdido.
-- ¿Qué tal algo verde? -- la voz de Nami sacó a la muchacha de su ensimismamiento.
____ alzó la vista y estudió minuciosamente el vestido corto que la pelirroja sujetaba a la altura de su pecho.
-- Demasiado escote... -- respondió finalmente.
-- ¿Tú crees? -- repuso Nami mientras volvía a fijarse en el vestido.
____ dejó escapar una risita y continuó buscando entre el montón de "vestidos no aptos para la ocasión". Sonrió satisfecha cuando por fin consiguió encontrar aquel que tanto le había llamado la atención. Se trataba de un vestido amarillo corto de tirantes anchos que presentaba un escote cuadrado.
La muchacha sostuvo la prende a la altura de su pecho y se miró en el espejo de cuerpo entero que había colgando en una de las paredes del cuarto. Nami giró la cabeza para mirar a la chica y se cruzó de brazos.
-- Yo creo que este es perfecto -- canturreó ____ con una sonrisa.
-- Estoy de acuerdo con ella.
Nami y ____ se giraron hacia la puerta para mirar a Nojiko, quien acababa de regresar a casa después de hacer la compra.
Nojiko era la hermana mayor de Nami y vivía con la pelirroja desde que ambas habían decidido abandonar su pueblo natal para estudiar en la universidad que se encontraba en uno de los barrios que lindaban con la ciudad.
-- ¡Nojiko! -- lloriqueó Nami --. Si le sigues el rollo jamás se desmelenará. Ya es un milagro que haya aceptado enseñar los tobillos...
Nojiko dejó escapar una risita al tiempo que negaba lentamente con la cabeza. Por otro lado, ____ hizo un mohín, molesta; no compartía con Nami su desmesurada pasión por el exhibicionismo.
-- No me mires así -- rió la pelirroja --. Ya sabes porqué lo digo. Tienes buenas proporciones; unos cuantos arreglillos a ese gusto tan oxidado que tienes y conseguirías dejarlos a todos con la boca abierta.
____ dejó escapar un suspiro y volvió a mirarse al espejo, reparando en la basicidad del vestido. A ella le gustaba ir de forma cómoda y sencilla, pasar desapercibida entre la gente. ¿A caso no era así cómo Marco había acabado fijándose en ella? Volvió a estudiar el largo del vestido y sonrió, satisfecha.
-- No necesito impresionar a nadie -- sentenció con un deje de orgullo en la voz.
Nami arqueó las cejas y compuso una sonrisa socarrona.
-- ¿Ni si quiera a Ace?
____ se giró para lanzarle una mirada asesina a Nami, pero su enojo solo consiguió divertir más a la pelirroja. La muchacha tensó la mandíbula a medida que sentía cómo le subían los colores, nerviosa. Por otro lado, la mandíbula de Nojiko casi rozaba el suelo.
-- ¿Ace? ¿Portgas D Ace? -- exclamó mientras se pasaba las manos por la cabeza, confundida --. Pero..., ¿no estabas con Marco?
-- Estoy con Marco -- señaló la muchacha.
-- Resulta que el mayor de los D está coladito por ella -- canturreó Nami.
-- ¿Qué? ¡No! -- insistió ____.
-- ¡Qué fuerte! -- exclamó Nojiko al tiempo que comenzaba a dar saltitos por la habitación y agitaba las manos. Nami se le unió.
-- Sois unas exageradas... -- ____ se encogió de hombros y tomó asiento junto a la pila de vestidos que había en la cama --. Solo es el hermano de mi mejor amigo.
Nojiko y Nami cruzaron miradas y soltaron una risita, incrédulas. La muchacha las observó con las cejas arqueadas, intentado justificar el comportamiento infantil de sus amigas.
-- Es imposible que puedas entenderlo. Todavía no te habías mudado al barrio por aquel entonces -- explicó la pelirroja.
-- Verás, ____. Ace solo ha tenido ojos para el baloncesto desde que era un crío, y se ha fijado en chicas solo cuando estaba hasta las cejas de vodka.
-- Ha estado con más tías de las que hay en la universidad -- añadió Nami --. Ya sabes a lo que me refiero..., una noche lo veías acompañado de una rubia y al día siguiente ya estaba manoseando a una morena. Aunque lo cierto es que Ace nunca ha tenido que mover ni un dedo para estar rodeado de chicas. Siempre le han llovido las mujeres.
-- Le da una patada a una piedra y le salen cien -- Nojiko se encogió de hombros.
-- Así que..., el hecho de que te tenga en el punto de mira, es algo muy raro.
____ frunció los labios y desvió la mirada. No dudaba de la veracidad que pudieran tener las palabras de Nami, pero era incapaz de imaginarse al pelinegro borracho y dispuesto a tirarse a cualquiera que se le cruzara por delante.
La muchacha se mordió los carrillos y recordó la foto que había visto en la habitación del pecoso. Por aquel entonces, Ace era el capitán de Los Piratas de Barbablanca, el equipo de baloncesto de la universidad. No era de extrañar que fuera popular entre las chicas; incluso ____ se había quedado prendada con la cálida sonrisa del pelinegro. Sin embargo, aquel gesto encantador y el brillo de sus ojos habían desaparecido.
<< Fue nuestro último partido..., antes de que todo se fuera a la mierda y me sometieran a la operación >> la voz de Ace apareció en su cabeza.
-- Han pasado dos años, pero aun hay tías a las que le tiemblan las piernas cuando pasa por delante de ellas -- añadió Nojiko.
-- Lo cierto es que todas hemos tenido la oportunidad de entretener a Portgas D Ace -- Nami se encogió de hombros.
____ miró a la pelirroja, ojiplática.
-- ¿Hemos?
-- ¿Qué? -- ella soltó una risita --. Estábamos borrachos..., tampoco fue para tanto.
Nojiko se llevó una mano a la frente y negó levemente con la cabeza en señal de resignación. La chica de cabello purpúreo se sentó junto a ____ y le rodeó los hombros con un brazo.
-- No le hagas ni caso; está como una cabra -- rió --. Pero lleva cuidado con Ace. A los hombres como él solo les interesa una cosa.
____ desvió la mirada y frunció los labios, confundida. ¿Cómo iba alguien tan carismático como él ser de ese tipo de chicos?
-- Bueno, no nos entretengamos más. Queda una hora y media para la fiesta y aun tenemos que arreglarnos -- sentenció Nami.
-- Si me necesitáis, estaré en mi habitación -- se despidió Nojiko.
___________________________________
Eran aproximadamente las 20:45 cuando Nami detuvo el coche frente a la casa de Luffy. La pelirroja había decidido lucir un vestido rojo de tirantes que le llegaba por encima del muslo y que presentaba un pronunciado escote triangular. Se había ondulado el cabello y llevaba unos tacones de aguja que hacían juego con su vestido.
La pelirroja se apeó del coche y sintió cómo una gélida brisa le helaba la piel. La siguió ____, quien había decidido ponerse el vestido amarillo al que le había echado el ojo. Nami había conseguido recogerle a la muchacha el pelo en un moño trenzado bajo y le había prestado unos tacones de aguja a juego con el vestido, los cuales hacían sentir a ____ que caminaba sobre una cuerda floja.
La muchacha se frotó los brazos cuando sintió el frío desgarrándole la piel expuesta y frunció el ceño, molesta.
-- Te dije que iba a hacer frío -- le recordó a la pelirroja.
-- Ahí dentro la chaqueta solo te sería un estorbo.
-- Llegamos tarde -- informó ____ tras consultar la hora en la pantalla de su móvil.
-- Chica, ¿no sabes que lo bueno se hace esperar?
Comenzaron a escuchar el remoto sonido de la música a medida que se acercaban a la casa y ____ sujetó con más fuerza la bolsa de dulces que le había prometido a Luffy. Se encontraron la puerta ligeramente abierta y a un montón de gente congestionando el estrecho pasillo de la entrada.
Nami agarró a su amiga del brazo y la arrastró hasta una zona menos abarrotada, donde encontraron a Sabo cargando con varias bandejas de aperitivos. Él cruzó miradas con las chicas y les ofreció una amplia sonrisa.
-- ¡Ah, por fin llegáis! -- canturreó, alegre --. Os habéis perdido el momento sorpresa, pero lo he grabado por si acaso. Luego os lo paso.
-- ¿Y los chicos? -- preguntó Nami.
-- Luffy y el resto están en su habitación; Ace y los otros en el salón.
La pelirroja le dio las gracias a Sabo y volvió a coger a ____ de la mano para arrastrarla hasta el salón, donde encontraron al pecoso sentado en uno de los sofás. Marco también estaba allí, acomodado junto a Thatch en el sillón opuesto al de Ace.
-- ¡Buenas noches, chicos! -- exclamó Nami para hacerse oír por encima de la música.
Ellos se giraron para ofrecerles una sonrisa y casi todos dejaron que sus miradas se perdieran en el generoso escote de la pelirroja. Solo Ace detuvo sus ojos en ____, la cual acabó desviando la vista al sentir cómo el pecoso la estudiaba de arriba abajo. Unos arreboles aparecieron en sus mejillas y Ace compuso una sonrisa de ternura cuando se percató de su abochorno.
<< Adorable... >> rió para sus adentros.
-- ¿Qué tal la fiesta, Ace? -- preguntó la muchacha con un hilo de voz, sacándolo de su ensimismamiento.
-- Bueno..., no me la esperaba -- se limitó a responder cuando cruzó miradas con ella, encogiéndose de hombros.
Nami arqueó una ceja cuando reparó en la actitud evasiva del pelinegro, pero no hizo ningún comentario al respecto. Se obligó a sonreír, se despidió de los chicos y le dijo a ____ que estaría con Luffy y los otros en el piso de arriba.
La muchacha vio cómo su amiga desaparecía entre el gentío, y aunque hizo ademán de seguirla, una mano la sujetó por la muñeca y la detuvo en seco. Se giró y su mirada se encontró con los ojos brillantes de Marco.
-- ¿No vas a decirme nada? -- inquirió él con una media sonrisa, socarrón.
____ le ofreció una sonrisa nerviosa y se colocó un mechón rebelde del flequillo tras la oreja. Marco dejó en el suelo el cubata que sostenía en la otra mano, se acomodó en el sofá y sentó a la muchacha en el hueco que había entre sus piernas.
-- Estás preciosa -- murmuró a la altura de su oído al tiempo que estrechaba la espalda de la chica contra su pecho.
Ella sintió cómo le subían los colores y soltó una risita cuando el rubio comenzó a trazar un recorrido de besos por su cuello, reteniendo a la joven en la prisión de sus brazos.
-- ¡Eh, eh, eh! Un poco de compasión por la gente que aun anda sola en la vida -- bromeó Thatch.
Marco sonrió en el cuello de la muchacha y se giró para responder a su amigo, guasón. ____ volvió a reír e hizo acopio de valor para alzar la vista y mirar al pecoso, esperando encontrarse con su actitud taciturna y distraída. No obstante se sorprendió cuando descubrió a Ace hablando alegremente con un grupo de gente que había a su derecha.
El tacto de las manos de Marco sobre las suyas la sacó de su ensimismamiento, y enseguida volvió a sentir los labios del rubio en su hombro.
-- Hay demasiada gente, ¿no crees? -- preguntó ella.
Marcó dejó escapar una risotada.
-- Sí, se nos ha ido un poco de las manos... -- reconoció al tiempo que se rascaba la nuca --. Teníamos previsto ser veinte o así, pero parece que se ha corrido la voz y hemos acabado reuniéndonos la mitad de la universidad. Pero ya sabes, cuanta más gente mejor.
____ sonrió a modo de respuesta y desvió la vista a sus manos, las cuales estaban entrelazadas con las de Marco. De vez en cuando sentía la mirada de Ace analizándola detenidamente, pero cada vez que alzaba la vista, se encontraba con la imagen alegre del pelinegro pasando un buen rato con sus amigos.
____ comenzó a sentirse incómoda cuando el olor a alcohol se hizo insoportable en el salón. Se despidió de Marco con un beso rápido y decidió reunirse con Nami en el piso de arriba. Por las escaleras se cruzó con Sanji, quien vestía un elegante traje negro y una camisa blanca con el cuello desabotonado.
-- ¡¡Uoh!! ¡¡Qué belleza!! ¿Estoy en el cielo, o acaso ha bajado un ángel para...?
-- S-Sanji..., ¿dónde están los chicos? -- interrumpió la muchacha con una sonrisa nerviosa.
El rubio pareció volver en sí, paseó de nuevo su mirada por las piernas desnudas de la joven y compuso una sonrisa.
-- En el cuarto de Luffy -- respondió señalando el final del pasillo --. Yo iré enseguida.
-- ¿A dónde vas?
-- El musgo con patas todavía no ha aparecido -- dijo el rubio mientras bajaba las escaleras --. Voy a buscarlo, y ya de paso me fumo un cigarro.
____ soltó una risita y se reunió con los otros en el dormitorio de Luffy. Encontró a Robin, Usopp, Nami y Luffy sentados sobre la cama del pelinegro, quien no pudo esconder su emoción cuando reconoció la bolsa de dulces que la muchacha llevaba en la mano.
-- ¡Los has traído! -- canturreó con una enorme sonrisa.
-- Lo prometido es deuda -- rió ella.
Estuvieron varias horas hablando sobre los planes que tenían para las vacaciones de Navidad, las cuales estaban prácticamente a la vuelta de la esquina. Luffy quería volver con Ace y Sabo al pueblo donde se criaron; Nami pretendía visitar a su madre; Usopp pasaría el tiempo creando nuevos artilugios con los que Luffy mataría el aburrimiento a la vuelta de vacaciones; Robin viajaría a Egipto y visitaría un yacimiento arqueológico; y ____ esperaría paciente a que su padre regresara a casa para pasar la Navidad con su familia.
Un rato después entraron al dormitorio Zoro y Sanji, gritando como solían hacer cada vez que intercambiaban una palabra. El rubio se guardó el paquete de tabaco en el bolsillo y el peliverde dejó una bolsa llena de botellas en medio del corro que habían formado.
Cenaron pizza, alguno de los aperitivos que había preparado Sabo y se zamparon los dulces de ____ en poco tiempo. Todo aquello acompañado de un surtido de tónicas que Zoro les había facilitado.
Cuando el olor a alcohol se hizo casi insoportable, Nami y Zoro comenzaron a discrepar sobre quién de los dos era más tolerante al licor, de modo que comenzaron un botellón que nadie fue capaz de impedir. Usopp comenzó a divagar sobre historias en las que, supuestamente, él había sido protagonista, y Luffy disfrutaba escuchándole. Al poco tiempo, Robin decidió que tenía que irse para terminar la tesis de historia que debía entregar el martes.
De este modo, ____ se quedó al margen de la batalla de tolerancia al alcohol que libraban Nami y Zoro. Decidió escuchar a Usopp, pero perdió el interés cuando el narigudo comenzó a contar su sexta hazaña. Solo cuando Sanji comenzaba a pasarse de pesado, la muchacha decidió volver con Marco.
Se despidió de sus amigos y le devolvieron el gesto aquellos que aun estaban cuerdos. Descendió las escaleras esquivando a la gente que aun aguantaba con un cubata en la mano y a la poca que había acabado desplomándose en el suelo del cansancio.
La joven encontró a Marco de pie, apoyado en el cerco de la puerta de la cocina. Tenía el pelo revuelto, un cuba libre en la mano y una amplia sonrisa cruzándole el rostro. Ella sintió un calor en el pecho cuando reparó en lo adorable que estaba cuando el licor provocaba aquel inconfundible color rojo en sus mejillas.
Se acercó al rubio y él amplió la curva de sus labios después de rodearle la cintura con el brazo. Estrechó a la chica contra su cuerpo y unió su boca a la de ella torpemente. ___ torció levemente el gesto cuando probó el sabor a vodka de sus labios.
La chica había acabado detestando el alcohol desde que se había convertido en la razón principal del divorcio de sus padres, y el hecho de que Marco se embriagara a la mínima oportunidad, la ponía de los nervios.
____ entendió que el rubio estaba ebrio cuando lo vio tambalearse después de que hubieran roto el beso. La muchacha hizo un mohín y trato de zafarse discretamente del abrazo de su novio, pero Marco la sujetó con más fuerza, dio un último sorbo al cubata que sostenía en la mano y volvió a asediar los labios de la joven.
La mano del rubio comenzó a descender por la cadera de la muchacha y trató de deslizarse por debajo de su vestido, sobresaltando a ____.
-- M-Marco... -- le reprochó ella al tiempo que detenía el avance de su asalto, avergonzada.
El muchacho no insistió. Esbozó una sonrisa de ternura y concentró las caricias de sus labios en el cuello de ____.
-- Tío, estás borracho...
____ se giró para mirar a Ace, quien había estado observando la escena con las cejas arqueadas desde una de las sillas de la cocina, expectante.
Marco le lanzó una mirada irónica, pero se separó de la muchacha torpemente. El rubio dejó el vaso del cubata encima de la mesa, sobre la que descansaban varias botellas de alcohol.
-- Perdona, nena -- se disculpó Marco tras cruzar miradas con ____ --. Te prometo que no tomaré ni uno más.
La muchacha sonrió a modo de respuesta. Buscó los ojos de Ace para agradecerle su intervención, pero sintió un nudo en el pecho al percatarse de cómo el pecoso le lanzaba una mirada fulminante a Marco.
El pelinegro se puso en pie trabajosamente y chasqueó la lengua cuando vio que Marco volvía a acaercarse a ____ con intenciones de besarla. Rodeó la cintura del rubio y se pasó el brazo de su amigo por encima de los hombros. Marco dejó escapar un gruñido, pero no hizo ademán de zafarse del agarre del pecoso, quien había comenzado a arrastrarlo por el pasillo.
-- He dicho que estás borracho -- se limitó a decir Ace, serio.
____ arqueó las cejas en una expresión de preocupación.
-- Ace -- llamó al pelinegro, pero desistió de seguirles cuando él no se molestó en responderle.
La muchacha vio cómo los chicos desaparecían entre el gentío y notó cómo aumentaba el vacío que había sentido hacía poco, comprimiéndole el pecho. Se sentía totalmente fuera de lugar en aquella fiesta.
Reconocía los rostros de los universitarios con los que se cruzaba todos los días en los pasillos de la facultad, y aunque intentó entablar una conversación con alguno de ellos, terminó dándose por vencida cuando estos siempre le acababan ofreciendo un trago de alcohol. Tras dar varias vueltas por la casa y no encontrar a Sabo, decidió unirse a Thatch, quien la invitó a participar en la conversación que mantenía con unos compañeros de clase sobre el importantísimo partido de baloncesto que tendrían la semana siguiente.
Sin embargo, ____ era incapaz de concentrarse en algo que no fuera el recuerdo de la mirada reprochante de Ace. Apenas había hablado con ella aquella noche y se había mostrado frío y distante.
Consultó la hora en la pantalla de su móvil y chasqueó la lengua. Las 00:31 . Definitivamente, ya iba siendo hora de volver a casa; quizás fuera sábado, pero ____ tenía que prepararse el examen de anatomía que le esperaba la semana siguiente.
Se despidió de Thatch con una sonrisa y se dirigió al cuarto de Luffy para despedirse de los chicos. No obstante, solo encontró a Nami y a Zoro despatarrados en el suelo durmiendo la mona. No encontró rastro ni de Luffy ni del narigudo, y aunque tampoco vio a Sanji, supuso que no habría perdido el tiempo y estaría adorando a alguna mujer.
Dado que Nami se encontraba indispuesta, ____ decidió llamar a Marco para preguntarle si podría llevarla a casa, pero todos sus intentos por contactar al rubio fueron en vano.
-- Tiene el móvil apagado... -- suspiró rendida.
Bajó de nuevo las escaleras y por fin encontró a Sabo entrando y saliendo de las habitaciones con bolsas de basura hasta arriba de botellas de alcohol. Él dejó escapar un suspiro de alivio cuando la muchacha le ayudó a cargar con dos de ellas hasta el pequeño patio que había en la parte trasera de la casa.
-- Gracias por todo, ____ -- le sonrió el rubio.
-- No hay de qué -- sonrió.
-- Oye, ____, ¿has visto a Ace? Lo he buscado por todos lados pero no le encuentro.
-- Marco tampoco da señales de vida -- la chica suspiró en señal de resignación.
Sabo frunció el ceño y apretó los labios, inquieto. Sabía perfectamente que Ace solía desaparecer de las fiestas sin decir nada, pero le preocupaba lo que le pudiera pasar. Torció el gesto y decidió seguir buscando al pecoso entre los universitarios que infestaban las habitaciones de gritos, bailes absurdos y alcohol, dejando a ____ sola en el patio.
Ella hizo amago de seguirle, pero se detuvo en seco cuando reconoció el tono de llamada de su móvil. Se apresuró a atender la llamada sin entretenerse en consultar la pantalla del teléfono, esperanzada de que Marco hubiera visto sus mensajes. Sin embargo, fue la voz agotada de su madre la que habló desde el otro lado de la línea.
-- Cielo, ¿dónde estás? -- sonaba preocupada.
-- Aun sigo en casa de Luffy, pero estaba a punto de marcharme.
-- ¿Quieres que vaya a recogerte?
-- No, no, no..., no te preocupes -- se apresuró a responder, nerviosa; si su madre descubría que había estado en una fiesta rodeada de universitarios borrachos y desmadrados, lo más seguro es que no la dejara salir en semanas.
-- De acuerdo, pero ve acompañada, por favor -- pidió la mujer.
-- Descuida, mamá -- sonrió la muchacha --. Nos vemos. Te quiero.
-- Yo también te quiero, cielo.
Su madre finalizó la llamada y ____ dejó escapar un suspiro de alivio. Volvió a llamar a Marco e intentó localizar a Luffy: sin resultado. Definitivamente, si Law hubiera estado allí, la chica no habría tenido que preocuparse por nada. Por desgracia para ella, el ojeroso prefería mantenerse al margen de todo lo que pudiera acercarse al término "socializar".
____ le escribió un mensaje a Nami para decirle que se había ido, se despidió de Sabo y decidió marcharse a su casa. Al salir al exterior se arrepintió de haber hecho caso a la pelirroja y no haberse puesto una chaqueta que la protegiera del viento, el cual soplaba con más fuerza y arrastraba el frío que anunciaba la llegada del invierno.
Caminó por la acera procurando evitar los callejones oscuros y arropada bajo el amparo de algunos de los toldos de los establecimientos que había distribuídos a lo largo de la calle. Una fresca brisa meció su vestido y ella se frotó los brazos en una vano intento de entrar en calor.
Cruzó la avenida sin molestarse en mirar a ambos lados de la calle; era tarde y por lo tanto, había poco tráfico. De vez en cuando se tambaleaba tras perder el equilibrio debido a los incómodos tacones que le había prestado Nami, los cuales hacía tiempo que habían comenzado a estrujarle los pies.
-- Vaya noche... -- suspiró con un deje de desilusión en la voz; había esperado poder pasar más tiempo con Marco.
Aceleró el paso deseando llegar a casa lo antes posible para ducharse y refugiarse en la calidez de sus sábanas, pero la muchacha era muy consciente de que aun le quedaban varias manzanas para poder quitarse aquellos zapatos infernales.
Decidió atajar atravesando el parque que había al otro lado de la acera. Volvió a frotarse los brazos, dejó escapar un suspiro de resignación y comenzó a andar cuidadosamente sobre el pavimento del pequeño sendero que se abría paso entre los cipreses.
____ decidió fijarse en el panorama que la rodeaba para intentar olvidar el frío, el cansancio y el dolor de pies. Se le ocurrió alzar la vista y sonrió inconscientemente cuando distinguió el leve destello de cientos de estrellas resplandeciendo en la negrura del cielo.
-- A Robin le encantaría verlo -- sonrió.
Siguió caminando y el sonido de sus tacones al pisar la piedra se mezclaron con el castañeteo de sus dientes. Había decidido darse prisa para llegar pronto a casa, pero no pudo evitar detenerse en seco cuando sus ojos se detuvieron en uno de los bancos de madera que habían al otro lado del parque.
____ frunció levemente el ceño y se desvió del sendero para acercarse a la persona que había de espaldas a ella. Se detuvo a unos cuantos metros tras escuchar un tono de llamada que había oído antes en alguna parte.
El tipo que había sentado en el banco no se molestó en atender el teléfono; se limitó a colgar y volvió a fijar la mirada en la pequeña zona de juegos que había para los niños. ____ notó una leve presión en el pecho y le invadió la preocupación cuando recordó dónde había escuchado por primera vez aquella melodía.
-- ¿Ace? -- pronunció la muchacha con un hilo de voz, preocupada.
El pelinegro tardó en reaccionar, como si hubiera estado sumido en una especie de trance. Se pasó una mano por la cara y se giró al tiempo que esbozaba la sonrisa más forzada de su vida.
-- Hola, enana... -- y en su rostro brillaron las lágrimas que aun descendían por sus mejillas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top