♡El adiós♡

La mañana después de aquella noche desayunamos en su casa, sus padres en todo momento fueron bastante amables, y no lo encontraba menos, ahora sé de dónde salió tanta solidaridad que tiene Taehyung. Parecen ser una familia con principios muy humildes y con grandes valores que se hacen resaltar en la actitud que tienen.

No me arrepentía de haberlos conocido, fue un momento bastante grato.

Y estaba a tan solo unas horas de volver a la realidad que tanto había estado evitando los últimos tres días desde entonces.

Aún viajábamos por la carretera, Taehyung parecía estar bastante tranquilo pues conducía con una expresión relajada. Por otro lado, yo aún no estaba segura de que les diría a mis padres cuando llegara a Los Ángeles. ¿De qué manera les diría que su hija había fracasado en aquel proyecto tan importante que se le había presentado?

Estaba nerviosa, pero al mismo tiempo estaba feliz de regresar a casa.

—Antes de que vayamos de regreso a Seúl haremos una parada rápida ¿te párese bien? —gire mi cabeza para obverservarlo y asentí

—Son las ocho de la mañana, el vuelo es a las cinco, supongo que podemos quedarnos un rato.

Él sonrió a medias y acaricio mi mano en un gesto cariñoso, me estire un poco, y plante un beso en su mejilla.

—Parece que mi novia requiere de atención. —me miro un momento y volvió su vista a la carretera, sonriendo con suficiencia.

—Ahora resulta que no puedo besarte porque soy empalagosa, genial, entonces no te besare más.

—Ya lo veremos en un momento, ya lo veremos.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver aquella sonrisa de boca cerrada mientras levantaba una de sus cejas.

No tardo mucho tiempo cuando estaciono el auto a la orilla de la carretera que pasaba por la playa. Él fue el primero en bajar del vehículo, para después abrir la puerta para mí y darme la mano.

—Quita tus zapatos, se llenarán de arena. —menciono, mientras hacía la acción que él mismo había sugerido.

No paso mucho cuando imite sus movimientos y saque mis zapatillas, inmediatamente la arena se acumuló entre mis dedos, haciéndome sentir cosquillas y la grata calidez de aquellos miles de granos amarillosos.

—No sabía que había playas en Daejon.

—No muchos vienen aquí, prefieren las playas de Busan, pero a mí me gusta, el lugar es bastante tranquilo. —su mano sujetaba la mía durante la caminata por la orilla del mar.

—Ya lo veo. —suspire cerrando mis ojos, disfrutando del aroma salado del mar y del refrescante aire que había—. Creo que voy a extrañar mucho Corea, es un país hermoso.

—Podemos venir aquí en año nuevo si lo quieres.

—¿Y por qué en año nuevo?

—Bueno veras, es una tradición recibir el primer amanecer del año en la playa, mucha gente lo hace. Se cree que es de gran fortuna hacerlo con tu pareja, quisiera intentarlo yo también.

—Eso sería increíble, pero año nuevo siempre lo paso en México junto a mis padres biológicos, es el único momento del año en que puedo ir a verlos.

Taehyung se detuvo en seco y me miro confundido.

—¿Pero y la señora Russo? ¿Acaso no es ella tu madre?

—Oh no, no. Sophie, mi sobrino y mis padres son mi familia adoptiva, mis padres biológicos se encuentran en México.

—Ahora me siento como un completo tonto. —expreso bajando su mirada mientras que suspiraba.

—¿Qué te hace sentir así?

—Michelle, tú lo sabes todo de mí. Creo que incluso más de lo que yo sé, pero yo... aun no sé nada de tu vida fuera de lo que me muestras de ti, quiero conocerte, conocer a las personas que te importan, conocer a tu familia. Quisiera saberlo todo de ti.

Sujete su mano con firmeza y lo obligue a que se sentara en la arena junto a mí, admire un momento el panorama que tenía frente a nosotros.

Él tenía derecho a saberlo así que se lo conté, le conté como fue que a los doce años tuve que emigrar de México por problemas económicos de mis padres, llegando indocumentada y sin nadie que conociera, como fue que Marisa, la mujer que ahora llamaba mi madre, me adopto sin pensarlo, me acogió como si fuera su propia hija al igual que George. Como es que a pesar de los años aun mantengo la comunicación con las personas que me dieron la vida y que cada mes me mandaban dinero para el sustento de mis estudios, como es que, pese a el gran sentimiento de extrañarlos, solo podía verlos unos días cada año.

Relatos de mi vida que solo mi familia y yo sabíamos, hasta ese día que le conté con la más grande confianza a aquel chico de sonrisa rectangular y rostro angelical, al que orgullosamente llamaba novio.

—Has tenido una vida bastante difícil cariño. —su mano se coló por mi mejilla y yo recosté mi cabeza en su hombro.

—Y a pesar de todo eso, pude salir adelante, les debo todo a mis padres adoptivos tanto como a mis padres biológicos, no fuera nada sin ellos.

—Y también todo lo que has logrado es gracias a tu esfuerzo, tus padres simplemente te han dado un empujón, pero tu has salido adelante por tus propios méritos y eso es admirable. 

Ambos nos miramos a los ojos durante unos segundos que parecieron eternos, no paso mucho tiempo cuando me acerque a su rostro y plante un beso en sus labios, esos que para mí ya se habían vuelto un vicio.

Cuando me separe de él, soltó una risilla.

—No han pasado ni quince minutos desde que me has dicho que ya no me besarías ¿Has cambiado de opinión? —una mirada picara cruzo por sus ojos y lo golpee en el hombro de manera juguetona.

—¡No te burles de mí! Soy bastante débil a tus encantos, no puedo evitarlo.

—No tienes por qué hacerlo, jamás me evites porque yo hare de todo para siempre llamar y tener toda tu atención.

—Sabes perfectamente que jamás te evitaría, no puedo hacerlo, creo que tienes razón, en esta relación yo soy la empalagosa.

—No estés tan segura de eso bonita, aun no has conocido por completo al Taehyung romántico.

—Muero de ganas por conocerlo.

—Te quiero, Michelle.

Su confesión me tomo bastante desprevenida, pero tan pronto como reaccioné le sonreí.

—Te quiero, Taehyung.

—Eres lo mas bonito que me pudo pasar en la vida, gracias por confesarme tus sentimientos aquel día, gracias por corresponder a eso que en aquel momento estaba sintiendo por ti. Muchas gracias por existir, Michelle Russo.

—Al contrario, yo debería darte las gracias a ti por corresponderme, por dejarme saber que no estaba enamorada sola.

Entre ambos reímos por la manera tan cursi en la que estábamos comenzando una conversación.

Pero como todo, tuvo que terminar.

...

Tan pronto como llegamos a la residencia encontramos a tres chicos caminando de un lado a otro.

Renata y René se encontraban sentadas en el sofá

—¿Qué es lo que les pasa a los chicos? —cuestione en tanto llegue hasta las otras dos.

—Tadeo perdió su pasaporte, llevan media hora buscándolo. —respondió Renata en un tono bastante tranquilo

—Incluso Uriel estuvo a punto de llamar a la embajada para ver cómo podían recuperarlo, pero Oscar le dijo que siguiera buscando. —comento René con el mismo tono que Renata.

—Tal vez no es de mi incumbencia, pero... ¿Por qué las veo tan tranquilas? —interrogo Taehyung, lo mismo me preguntaba yo.

—Renata sabe dónde está su pasaporte, pero le quiere dar una lección a Tadeo por haberse comido su último paquete de ramen el día de ayer.

—Déjalo que sufra un poco, vale por la ultima ración de ramen que había comprado para llevarme.

—¡Joder Tadeo, debes ser más cuidadoso! —exclama Uriel rascándose la cabeza

—Ya hemos buscado por toda la casa, es imposible que no esté ¿Dónde diablos lo dejaste?

—¡No lo sé! Maldita sea, no sé donde carajos esta, estoy seguro de que lo había dejado en el bolso de mi maleta. —el castaño miro a todos lados y comenzó a jugar con sus manos, era más que evidente su frustración, parecía que quería llorar.

Fue entonces que Renata hablo.

—Eres un llorón, incluso yo sé donde esta tu bendito pasaporte, es imposible que no lo recuerdes, zopenco.

Los tres chicos la miraron sorprendidos y uno en particular con bastante molestia.

—Me estás diciendo que llevo una maldita hora buscando el pasaporte ¡¿Y tu sabias donde estaba?!

—Si bueno, ¿qué se siente perder algo que tanto quieres? —lo reto ella arqueando una ceja.

—Listo chicos ya, Renata dile donde está su pasaporte. —indico Oscar cruzando sus brazos.

—No, a cambio me tiene que dar lo que yo le pida. Aun no olvido que te has comido mi ramen.

—Tu tonto ramen no estaba ni tan bueno, incluso deberías de agradecer que me lo comí yo.

—Oh, oh, creo que estoy comenzando a olvidar donde esta tu pasaporte

—Te comprare diez paquetes de ramen si me dices donde esta.

—Promételo.

—Ya, prometo que te comprare diez paquetes de ramen antes de irnos ¿Contenta?

En cuanto Renata se aseguro de que Tadeo cumpliría con su promesa lo llevo hasta donde había guardado su pasaporte, resulta que estaba en el bolsillo de uno de sus pantalones, dentro de su maleta. Específicamente en el pantalón que llevaba puesto el día anterior, a Tadeo casi le da un ataque por lo despistado que fue, pidió disculpas a Renata y le agradeció por haberle dicho.

...

Había pasado un tiempo, al menos unas cuatro horas desde que habíamos llegado a Seúl, los chicos decidieron salir a comprar cosas para llevar de recuerdo, A pesar de que Oscar y Tadeo tenían que tomar un vuelo diferente para llegar a Nueva York por la noche, dijeron que cuando Uriel, Renata, René y yo nos fuéramos, ellos se quedarían en el aeropuerto para esperar.

Era una formalidad llegar al menos tres horas antes de un vuelo, por lo que no faltaba mucho tiempo para emprender el camino desde la residencia al aeropuerto, mis maletas ya estaban hechas, pero claro, me asegure de que no olvidaba nada.

—Bonita, creo que ya es hora. —dijo Taehyung, estaba parado en el marco de la puerta de aquella habitación en la que había pasado las últimas cuatro semanas.

—Ya salgo, espérame afuera. —conteste cerrando la última maleta.

En tanto salí por el pórtico de la casa, Taehyung ya esta de camino para ayudarme a subir las maletas, mientras que mis otros tres compañeros ya estaban dentro del vehículo de Taehyung.

—¿Los otros dos aun no llegan? —pregunté en cuanto cerré la puerta principal.

—Han dicho que ya están de camino al aeropuerto, los veremos allá. —contesto Uriel observando su teléfono

Subí al auto en tanto Taehyung termino de subir mis maletas a la cajuela. Nos pusimos en marcha para llegar al aeropuerto, hicimos al menos una hora y media desde Itaewon hasta el aeropuerto de Seúl. No tardo mucho tiempo cuando ya estábamos fuera de este y Taehyung estaciono su auto.

Mis tres acompañantes bajaron y tomaron sus cosas a la velocidad de la luz, cuando quise salir y dirigirme dentro del aeropuerto Taehyung tomo mi mano.

—Espera un momento. —Él bajo del auto, sonreí al ver tan caballerosa acción que había realizado —. Ahora si puede salir, señorita Russo.

Negue divertida al ver su expresión, parecía ser un guardia de seguridad por tanta formalidad.

Pensándolo bien, sería un muy guapo guardia de seguridad.

—Tus acciones me hacen muy difícil querer irme de Corea ¿Sabes?

—¿A qué se debe eso?

—Ya, no te hagas el modesto, eres demasiado bueno para ser real.

—Tan solo di que me extrañaras, no creo que sea tan difícil. —ladeo su cabeza y cruzo sus brazos haciendo un mohín.

Si bien era cierto, lo extrañaría bastante, que digo bastante, era mucho mas que eso.

Pero ni siquiera eso podía impedirme recordar que ahora, ya ambos éramos novios.

Entramos al aeropuerto unos instantes después. Y esperamos unas no muy largas dos horas. Ya era tiempo de abordar el avión.

—Nos vemos en la universidad la semana que viene, ¡Tadeo, no olvides tocar las bolas del toro dorado para la buena suerte! —grito René, antes de perderse por la salida de abordaje.

—Supongo que este es el adiós. —comencé primero, tomando mis maletas con ambas manos.

—Este no es un adiós bonita, solo un hasta pronto, llámame en cuanto llegues al apartamento por favor.

Hice un asentimiento y me giré para comenzar a caminar a la sala de abordaje, pero nuevamente fui detenida por unos largos y delgados dedos que ya yo conocía a la perfección.

Tan pronto como quedamos de frente, junto sus labios a los míos en un apasionado beso, uno que hubiese querido durara más que unos efímeros instantes.

—Trata de mantenerte a salvo mientras no estoy ¿De acuerdo?

—Lo prometo. —asegure sin dejar de sonreír.

Así fue como termino aquella mágica aventura, una que conservaría en mi memoria lo que me restaba de vida. Subí al avión sin muchas expectativas, dejando atrás al hermoso chico que hacía a mi corazón latir cada vez que estábamos cerca.

Mi chico.

El chico que, a pesar de no estar en el lugar, seguiría siendo dueño de este cuando yo llegara a Los Ángeles.

El chico del apartamento 512.

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