♡Ocho
Su lobo estaba feliz y su corazón brincaba inquieto en su pecho pero ahí iba caminando por aquel jardín decidido y llevaba en sus manos unas bolsas y cajitas de dulces que de seguro pensó que iban a gustarle al pequeño omega y otras cosas.
Tocó aquella puerta que daba acceso tanto a la oficina como a la casa parroquial y espero paciente a que alguien abriese la puerta.
Finalmente escucho el ruido en el interior seguido de alguien quitando el cerrojo y la puerta se abrió.
Mingseon se quedó mirando extrañado a aquel joven de tez blanca y ojos grises.
—¿Buenas tardes?
—Ah si Buenas tardes Joven, ¿Viene a ver al sacerdote?
Agust negó rápido y mostró los dulces que tenía en la mano.
—Vengo a ver a Minnie, le traigo dulces y unas cosas que quizá pueda necesitar. —Le mostró otra bolsa que llevaba.
Mingseon se quedó un momento pensativo en la puerta dudando si dejarlo pasar o no ya que en realidad no sabía con qué intenciones iba el Joven a ver a Minnie.
—Sólo dígame algo Joven... ¿Está pretendiendo a Minnie? Porque se va a casar.
Agust frunció el seño sin comprender.
—¿Quién se va a casar?
—¡Usted se va a casar!
—¿Yo me voy a casar?
—¿No se va a casar?
—¡No! ¡No me voy a casar!
—¡Creí que usted se iba a casar!
—Ahhhh ya... —Dijeron ambos al unísono después de comprender.
—Mi hermano se va a casar señor no yo, yo soy Min Agust y estoy soltero. —Repuso.
Mingseon analizó detenidamente a Agust y finalmente lo dejó pasar. No le parecía un mal muchacho.
—¿Qué intenciones tiene con Minnie? —Si, Mingseon sonó como a un padre protector pero es que en poco tiempo se había encariñado con Minnie, siempre estaba pegado a él preguntando de todo y el pacientemente le explicaba.
—Vera, es que Minnie es... mi omega.
Mingseon abrió sus ojos comprendiendo entonces la situación.
—Entonces Minnie encontró a su pareja Destinada. —Habló para si, eso de alguna manera era algo bueno, entonces significaba que Minnie no estaba sólo en el mundo pero también se rehusaba a alejarse de aquella masita.
—¿Entonces?
Agust le miraba con aprensión mientras Mingseon caminaba hacia adentro.
—Espere aquí iré por él.
Agust se sentó en el sofá a esperar pacientemente y aunque por fuera parecía tranquilo por dentro era un manojo de nervios y ansiedad. Esperaba que le gustaran las cosas al rubio.
Unos pasos apresurados lo sacaron de sus pensamientos y divisó rápidamente una bolita de cabellos rubios correr hasta él y de pronto se sintió apresado por aquella cosita.
Sonrió contento y pudo percibir también a su lobo mover la cola feliz al igual que el lobo de Jimin quien corrió al lado del otro lobo y se olfatearon para luego darse mimos.
"Finalmente" dijo el lobo de Agust complacido.
—Hola pequeño, ¿Cómo has estado?
—Minnie bien, sentir a Galletita todos los días pero no verte.
Y Jimin tenía razón, todos los días Agust iba y se estacionaba en la calle de enfrente para poder ver desde ahí al rubio, podía apreciar al pequeño correr por el jardín feliz. Pero sólo hasta ahora se había animado a verlo. Sabía que hacía mal y que seguía faltando a su palabra con Yoongi pero no podía evitar querer ver a su Omega.
—Me alegra mucho que estés bien Minnie, esto...yo te traje unas cosas.
—¿Cosas para Minnie? ¿Regalos? —Chilló emocionado.
Agust asintió arrugando un poquito su nariz y torciendo una corta sonrisa al sentir de nuevo los abrazos del menor.
—Si regalos para Minnie. —Habló dejando las bolsas en su regazo.
Jimin rápidamente tomó una y la abrió sacando de su interior varias bolsas de dulces, gomitas, chocolates y Galletitas de animalitos y sus ojos se agradaron de la emoción.
—¿Golosinas para Minnie?
—Si Minnie ¿Te gustan?
Jimin asintió feliz mientras abría una gomita y se comía varias.
—Abre. —Pidió a Agust y el Alfa obedeció abriendo su boca para recibir una gomita de osito.
El menor sonrió complacido al ver como su Galletita le aceptaba la gomita y luego se recostó en su hombro para comer las demás.
Agust se sentía tranquilo y en paz sólo viendo como aquel pequeño omega comía las gomitas, jamás pensó que cuando tuviera una pareja le iba a ser sencillo conquistarla, no necesitaba cenas lujosas, ni obsequios ostentosos ni rosas ni cosas así, simplemente eran Golosinas y Minnie era feliz y Agust era feliz de ver a Minnie feliz.
—Abre las demás. —Dijo Agust señalando las otras bolsas.
Jimin asintió y abrió una de donde sacó un lindo suéter que tenía la palabra Candy grabada y unos dulces, y de la otra saco unos pantalones cortos y unas camisas de colores bonitos.
—¡Ropa para Minnie! —Dijo emocionado el menor mirando los atuendos nuevos, nunca había tenido ropa nueva así que eso definitivamente lo hacía muy feliz.
—¿Te gusta Minnie? —Agust miraba embelesado al rubio que se quitaba el viejo suéter que le había dado Mingseon que le quedaba grande para su tamaño y se ponía el nuevo de las figuritas.
Jimin asintió varias veces y cuando se hubo terminado de poner el suéter abrazó fuerte a Agust quién sonrió satisfecho.
—A Minnie le gusta mucho. —Habló bajito inhalando profundamente para sentir aquel aroma a galletas recién horneadas. —A Minnie también gusta olor de Galletita, aroma de Galletita y Mandarina.
Agust asintió y su lobo gruñó feliz pues supo diferenciar muy bien los dos aromas de Agust y eso sin duda sólo podía hacerlo su omega destinado.
—Puedo traerte galletitas y mandarinas otra vez si quieres Minnie, si me dejas venir a verte otra vez.
Jimin asintió contento, estaba realmente feliz pues su Galletita quería verlo más veces, pero al mismo tiempo estaba triste porque desde que había visto al chico chocolate la vez que lo salvo nunca más volvió a verlo.
—Gracias Galletita, por los regalos de Minnie.
—De nada pequeño, me hace feliz que te gusten los regalos.
El rubio enterró más su nariz en el cuello de Agust y se quedó ahí por mucho tiempo hasta que se durmió, su respiración acompasada le hacia saber a Agust que Minnie se sentía bien y tranquilo.
Ese día le prometió a Minnie volver de nuevo y llevarle más regalos y Jimin no quería dejarlo ir, aunque al final aceptó a regañadientes.
Agust estaba feliz, ese día volvió a casa muy tranquilo y su lobo también estaba muy relajado. Aunque sabía que estaba haciendo mal, de alguna manera él se sentía bien.
Pero Yoongi no podía decir lo mismo, había discutido por sexta vez con Suran por lo que había ocurrido aquella vez con su omega además que desde ese día su lobo no se comunicaba con él ya que le había insistido en ir tras su omega y Yoongi no había hecho caso así que su parte lobuna le hizo huelga y no quería hablar con él desde entonces.
Permanecía acostado con los brazos ahuecados bajo la cabeza mirando el techo y cada cierto tiempo resoplabla frustrado.
Se levantó al escuchar la puerta ser abierta y lentamente salió de la habitación para toparse de frente con Agust.
—¡Hey hermano!
—Pareces muy feliz. —Yoongi le miró atentamente.
Agust se sonrojó un poco pero pudo ocultarlo fácilmente fingiendo una tos.
—Y tú luces fatal. —Atinó mirando la cara de muerto viviente de su hermano.
—Discutí con Suran... ¿De donde vienes? —Cuestionó de pronto al no sentir el aroma de su hermano. —¿Usaste un supresor de olor?
Agust sonrió nervioso llevando su mano atrás de la cabeza y negó.
—Ah este... estuve con una omega y preferí eliminar los olores, sabes que no me gustan los aromas muy florales.
—OK.
Yoongi miró detenidamente a Agust y luego asintió. Tenía cosas que hacer así que prefirió no interrogar bien a su hermano. Bajo corriendo hasta el garaje sólo para arrancar su auto, iría a ver a Suran para tratar de hacer que se le pase en enojo pero cuando se fue a dar cuenta estaba tocando aquella puerta.
—¿Si?
Mingseon volvió a abrir la puerta esa tarde y se extrañó al ver de nuevo al Alfa.
—¿Tú?
—¿Yo?
—Si.. tú... ¿Quién más?
—Pues, no lo sé...usted dígame.
—¿A qué juegas?
—¿Y-yo?
—¡Sí TU!
Yoongi arrugó el ceño fastidiado, ni si quiera sabía por qué estaba ahí y ese hombre solo Balbuceaba cosas sin sentido.
—Quería ver a...
Una bolita de cabellos rubios salió de inmediato y se enredó en la cintura de Yoongi quien se sobresaltó de aquel recibimiento.
—Chocolatito. —Susurró Jimin bajito aspirando el aroma a chocolate dulce de Yoongi.
Yoongi sonrió y su lobo agitó su cola feliz por ello.
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