Capítulo Uno: Aprendiendo a volar.
Es irónico. ¿Qué pensarías si te digo que le tengo pánico, terror, un miedo absoluto a las alturas, pero que en toda esta ironía tengo el don de volar?
¿cómo lo descubrí? Bien, era de tarde, no había paracaídas, el avión había sido secuestrado... Sí, lo que te imaginas, terroristas; Sí, son árabes, pero no digo esto con la intención de ser racista es solo que ellos con sus sublimes hablados de alá, alá que al final quieren decir por alá invocan a la muerte.
— ¡quietos, malditos tripulantes! —dijo el primer terrorista.
Después de que oímos estas palabras todos los que abordaban el avión sabíamos que estábamos en nuestras últimas horas de vida. No por lo que dijo, sino por su frase característica por alá, como si Dios tuviera la culpa de que esos malditos psicópatas utilizarán su nombre para hacer maldad.
Bien, continuo. Una cachetada a una de las azafatas, una patada a un gordo descuidado, (afortunadamente no había niños) aunque es chistoso lo que voy a decir, casualmente en el avión el piloto y el copiloto al igual que las azafatas, sí, también el maldito gordo, eran árabes. ¿de por qué uno de los terroristas había cacheteado a la azafata y otro de ellos patió al gordo? La respuesta es muy simple, todos son terroristas. Voy a explicarme mejor.
Me subí a un avión experimental que se dirigía al triángulo de las bermudas, ¡a que lo han pillado del porque no había paracaídas! Sí, es lo que están pensando, el maldito brownie que compre al puto negro afuera del aeropuerto estaba hecho con una droga llamada "no tengo ni la menor idea", pero lo que sí sé, es que me hizo hablar con el idioma árabe con fluidez. Sí, lo reconozco, había estudiado algo, pero jamás lo había hablado tan claro; sí, lo reconozco si no le hubiera comprado al maldito negro un puto brownie no me hubiera subido con tanta facilidad a un avión lleno de personas que estaban en una secta llamada "los Iluminati". Esto si es sencillo de explicar.
Después de comer el brownie, compre un ticket que solo se le vendería a esta secta. ¿del cómo supe la contraseña? No me lo pregunten; subí al avión, ¿de cómo me dejaron pasar? No me lo pregunten; me senté en primera clase ¿del cómo llegué a primera clase? No me lo pregunten, lo que sí les puedo asegurar es que estaba en el avión equivocado con el rumbo equivocado. Por cierto, el primer terrorista nunca dijo ¡quietos, malditos tripulantes! Es lo que entendió mi cerebro, lo que dijo realmente fue ¿¡quién dejó entrar a este maldito gringo!? Mientras un terrorista golpeaba un gordo y otro cacheteaba a la azafata.
—Igual, igual, igual ¿de qué te preocupas? Si pensábamos que este maldito gringo estaba disfrazado al igual que nosotros.
¡A que no me la van a creer! El gordo dijo "disfrazado" sí, lo que escucharon, dijo disfrazado, ¿entonces que había dentro de ese peluche de grasa? Para los que no la han pillado me refiero al gordo.
—entonces, lo que debemos hacer es tirarnos nosotros y que el maldito gringo muera dentro del avión.
Bueno muchachos, aquí viene lo terrorífico de esta historia. ¿Del por qué no me pare de mi silla a reclamarles? Es muy sencillo de explicar, el maldito gordo, las azafatas, el piloto, el copiloto... Por Dios, tuvieron que estar conmigo para creerlo, en fin, continuo. Todos estos infelices sí que estaban disfrazados, ¡sabía que me entenderían! eran unos putos verdes, cabezones, ojones, sí esos mismos, eran extraterrestres.
¿Del porqué habían extraterrestres en un avión? No me lo pregunten, lo que sí sé es que estos malditos infelices con colas verdes y brillantes y sus paracaídas saltaron del avión, dejándome ahí sentado, asustado y teniendo el don de saber muchos idiomas. Te lo puedo asegurar, estos malditos verdes no hablaron en árabe.
Pero no estoy aquí para hablar de ellos, estoy aquí para hablar de mí.
Sé que muchos de ustedes han oído que cuando estás a punto de morir todos tus recuerdos sobre tú vida pasan por tus ojos, sin embargo, la realidad es otra. En lo primero que piensas cuando un avión está en pique y a punto de estrellarse, es mis queridos amigos, es en nada, sí, lo que oyeron, en nada. No me estoy refiriendo a nadar si cae el avión al mar y llegó a sobrevivir, a lo que me refiero para que me entiendan, es como cuando estás en el baño cagando, miras a un punto fijo y no piensas en nada, solo sientes el momento. Pero cuando estás en un avión a punto de estrellarse sientes el momento de una forma extrema, se te acojonan las huevas o las tetas si eres una mujer, empiezas a sudar, no como en el baño en época de calor y sin ventilador, sino como si estuvieras al lado de un volcán, transpiras y transpiras como si no hubiera un mañana.
Aunque debo ser más sincero con ustedes, cuando el avión se iba a estrellar y mis huevas estaban acojonadas, sí pensé en algo, no en mi familia porque sería hipocresía decirlo ya que soy huérfano, lo que pensé fue en mi viaje a Dubái, en mis vacaciones, mi retiro espiritual para aprender un nuevo idioma y regresar más culto a mi país natal: Argentina. No me pregunten porque el puto extraterrestre me dijo que era un gringo.
Soy español, o sea, a lo que me refiero es que hablo castellano. Continúo.
Pensé, si voy a morir muero venciendo mis miedos, si los putos extraterrestres se lanzaron del avión con paracaídas ¿por qué yo no me puedo lanzar del avión sin paracaídas? Sé que sufro de acrofobia, aunque no es que tuviera muchas opciones. Entre escoger morir espichado en un avión o escoger vencer mis miedos a las alturas, hubiera preferido morir espichado por el avión, pero cuando los putos extraterrestres saltaron del avión dejaron la puerta de emergencia abierta. ¿Qué esperaban? El puto viento me chupó, no me refiero a esas chupadas me refiero a otra clase de chupadas, es aquí cuando dije "a vencer mis miedos".
¡A que no te la esperabas! Porque yo tampoco me la esperaba. Maldito viento cabrón.
Caía y las lágrimas de mis ojos salían, no tenía ni fuerzas para gritar, cerré los ojos, era horrible solo sentía mareo, entonces decidí abrir mis ojos, pero no sin antes decirle a Dios que me salvará. Ya está. Cuando abrí mis ojos una tortuga caía al frente mío, un perro ladraba al lado mío, un trio de gatos me rodeaban uno que estaba como desmayado y los otros dos maullando.
Otra vez es lo que piensan, y sí, acertaron. Los putos extraterrestres no se conformaban con estrellar un avión, si no que tenían que traer un montón de animalitos dentro del mismo; ardillas, conejos, ratones, de todo lo que te imaginas estaban saliendo del avión. Era como si alguien hubiera dejado una abertura en el avión de maldad para que todos los animalitos salieran.
En fin, iba a morir, que más daba. Pero saben, les doy un consejo, antes de morir pidan un deseo, siempre se cumple. Bueno, mi deseo era vivir y la tortuga me lo concedió, su cabeza brillaba al igual que el trasero de los extraterrestres, por alguna extraña razón abrió su boca con la cual pronunció estas palabras.
—guao, cuak, miau.
No me lo pregunten, no sé cómo hace una tortuga, solo recuerdo como hacían los animales de mi alrededor. Lo que si te puedo asegurar es que me salvó la vida, porque gracias a la tortuga descubrí que podía volar.
Y sé lo que piensan, no fue el puto brownie, fue real, pude volar.
Era como estar en el paraíso, pero en una versión más asquerosa, la mierda de los animalitos subía y como estaba suspendido en el aire toda esa mierda se me pegaba encima. Pues ya está, había aprendido a volar gracias a la tortuga.
Ah, claro, se me olvidó decirles porque pude volar. Muy sencillo chicos, si una tortuga es brillante, tiene calva y brilla como un dinosaurio, porque al fin de cuentas la tortuga era un reptiliano, pues que más puedes hacer que escuchar lo que el maldito imbécil dice. Me dijo que quería chupar mi energía porque venía de un mundo astral y por lo tanto allá no existían los unicornios que podían darle energía, a lo que quería llegar es que el muy Putin (no me refiero al presidente, sino al Putin de puto) me vio como un unicornio que botaba chispas de colores. En medio de mi inocencia le dije al muy imbécil que sí. En estos momentos hubiera preferido morir en el avión, saben, porque tener por tanto tiempo a una puta tortuga que te chupe el unicornio no es nada gratificante. Y a ver par de idiotas no me estoy refiriendo a mi unicornio, a mi viril o cómo lo quieran llamar, manguera astral o manguera de carne, me estoy refiriendo a mi energía, esa misma que tomamos del sol, que el desgraciado de algún modo no pudo chuparla del sol y la quería chupar de mí bajándome la frecuencia, pero bueno, en fin.
En medio de mi inocencia acepté que chupara mi energía para poder volar y vivir. Y sí, sé que se están preguntando por donde empezó a chupar mi energía, pues muy sencillo, es el aura que nos cubre, así que la puta tortuga que no era tortuga sino un reptiliano prácticamente chupó fue aire a mi alrededor.
Hice contrato y cuchao, sí, choqué mis dos manos con las dos patitas delanteras de la tortuga y entonces pude volar.
Mientras flotaba pude observar que todos los animalitos del avión y lo demás eran absorbidos antes de caer al mar por lo que parecía ser un portal. He aquí la respuesta del porque todo lo que entra al jodido triángulo de las bermudas no regresa.
Bueno, yo me pregunte "¿por qué mejor no salgo del jodido triángulo de las bermudas y ya está, voy para mi casa, y todos somos felices y tengo el poder de volar?". Entonces, mis queridos chicos, mi primer consejo de vida es: todo lo que quieres no lo puedes obtener y menos cuando la palabra chupar está de moda, sí mis queridos niños, el portal me chupó. No se conformó ni con los animalitos, ni con el avión, ni con las personas de la primera y segunda guerra mundial, sino que quería mi trasero donde él, entonces, ahí es donde comprendes que Dios te iba a salvar y que yo en medio de mi ignorancia hice cuchao con la maldita tortuga.
¡Wala! Atlántida, sí, descubrí Atlántida.
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