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𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐨𝐩𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐞𝐥 𝐢𝐝𝐞𝐚𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐨𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞.
Desde aquella triste decepción una semana lúgubre pasó y su situación no mejoró pero contaban con el apoyo de un amigo, Pablito Escobilla apesar de llevar poco tiempo de conocerles les había prestado una muy generosa cantidad de dinero, lo suficiente para pagar tres rentas, aún con aquel "no fue nada" de parte del mexicano Gustabo sabía que esa amabilidad pronto sería cobrada porque en esta vida y en esa ciudad nada es gratis. Segismundo al igual que él se dio a la tarea de encontrar la manera de pagar a Pablito aquel préstamo, apesar de no saber de dónde había sacado el dinero lo aceptaron, su amigo había contado que la condición que le había dado el chico para darle el dinero y la verdad sonaba aún más sospechosa.
Gustabo sabía de ante mano que no podía fiarse de nadie, ni de Segismundo o Pablito pero su oferta era más que tentadora, el mexicano había dicho que tenía ciertos contactos y que si se unían a su pequeño negocio todos iban a salir beneficiados. Estaba más que claro que esté negocio era todo lo contrario a lo que ser policía representaba pero por dejar la miseria atrás haría eso y más.
— No puedo creer que aceptarás— susurró Horacio, se encontraban en casa pero el de cresta parecía recriminarle sin el valor de hacerlo.
— ¿Qué quieres, morir de hambre o tener una vida digna?
— Esto no nos llevará a nada.
Gustabo sabía que si movía bien sus cartas tendría todo lo que quisieran en la palma de la mano, Pablito estaba siendo muy generoso dejándoles tener el mismo rango que él en este pequeño negocio y para el rubio esto era ventajoso no ahora pero si utilizaba bien sus recursos lo sería.
— Claro que lo hará, Horacio ¿Piensas trabajar toda la vida de basurero? ¿Cómo pagarás tú alimento, la casa y mantendrás tu imágen?— Gustabo señalaba cada cosa mientras contaba el dinero que tenía en mano— He vendido un poco y mira cuánto dinero tengo, si seguimos así pronto saldremos de esta miseria en la que vivimos.
— Debe de haber otra forma— Horacio se veía indeciso. No importaba que tan recto fuera, las circunstancias lo obligarían a caminar junto a Gustabo por el camino que mejor le parecía a él.
— No la hay, haré de todo por tu bien, procuraré por tu bienestar porqué somos hermanos y estaremos siempre juntos— Gustabo como muy pocas veces hacía, abrazo a su compañero intentando mostrar todo lo que su pecho guardaba— No quiero hacer esto pero debemos de, si dejamos ir está oportunidad ¿Cómo terminaremos?
— Entiendo Gustabo— Horacio correspondio al abrazo mientras dejaba que su hermano le diera cariñitos, sin querer había dejado entre las manos contrarias una decisión importante— pero promete que estaremos siempre junto Gustabo.
— Siempre juntos Horacio. Dónde está Gustabo está Horacio y dónde está Horacio...— dejo incompleta la frase mientras le hacía una seña a su hermano para que el continuará.
—... Está Gustabo— acompleto con una sonrisa el de cresta, ambos sonrieron para después separarse.
El momento de dejar esa vida llena de migajas y miseria era ahora, Gustabo lo sabía así que haría todo lo posible por darle a Horacio todo lo que merecía. Estaba cansado de la vida que les había tocado sería estúpido caer en la resignación ahora que estaban tan cerca de dejar atrás esa vida de limitaciones que les obligaba a aguantar el hambre y el frío. Quería vivir una vida dónde nada le faltará, en la que Horacio pudiera dormir en una buena cama y tener alimento siempre.
— Vamos Horacio, levanta el culo que sentados en esta habitación no vamos a lograr nada.
Para el rubio saber que Horacio estaba de acuerdo en sus decisiones era la sensación de satisfacción más grande que tenía, era consciente de que tenía una gran facilidad de palabra que todo lo que decía lo podía vender como si fuera oro porqué tenía un don para eso, Horacio le había sido que era “el poco de oro” y que podía mover montañas con él, apesar de haber sido una metáfora fantasiosa le gustaba creer que era cierta.
— ¿Dónde debemos de empezar?
— Segis estuvo viendo el terreno dice que no podemos vender en estás partes— señaló el mapa que tenía en su teléfono, el cual estaba marcado con pequeñas cruces checas hechas por el lápiz de la aplicación de mensajería— Qué asco de mapa la verdad, en pocas palabras no podemos vender en dónde se vende bien, ya sabes las mafias y esas mierdas. Conozco una forma de colarnos entre estás cosas yo creó que sería lo más factible.
— Gustabo no entiendo nada.
— Ya lo sé, déjamelo a mí.
Dejarle las cosas a Gustabo significaba terminar en problemas y aunque en un principio se habían dedicado hacer bromas por la ciudad mientras buscaban la mejor manera de ganar dinero con la droga que llevaban consigo, vendieron un poco para luego hacer el capullo por los lugares en los que pasaban, conociendo más gente y haciendo amigos o enemistades. Su descanso había llegado así que decidieron robar un coche, no tenía sentido seguir a pie por toda la ciudad si podían ir en carro, idea de Gustabo cabe aclarar.
Robar el carro fue lo de menos, el problema fue el que el chico al que se lo habían robado llamo a la policía de inmediato y pronto tenía detrás suya una patrulla.
— Comisario Ivanov— se presentó con su altavoz el agente para luego dar órdenes a lo estúpido— detenga el vehículo.
— ¿Qué hacemos?— preguntó Horacio con miedo mientras susurraba, tenían una gran distancia (aún) con la patrulla así que la actitud del chico se debía al pánico— ¡Gustabo! ¿Qué hacemos?— elevó la voz con terror mientras veía como el comisario aceleraba.
— Lo voy a perder, rápido mantén el coche en el camino— pidió decidió el rubio mientras tomaba la mochila que tenía en su regazo, la había puesto ahí al encontrarla en el asiento del copiloto encontrando una pistola dentro de ella. Alejo sus manos del volante dejando que Horacio lo tomará el rubio se acomodo para poder salir por la ventanilla y a la vez no soltar el acelerador— Comisario nos detendremos— anunció en gritó mientras sacaba el arma y lanzaba el vidrio de la patrulla la mochila, gracias a su suerte lo logró así que no dudo en utilizar el arma desestabilizando la patrulla— ¡Y eso le enseñará a no confiarse ni de su abuela!
Se acomodaron de nuevo dentro del vehículo pero por la velocidad y la lenta reacción del rubio chocaron el carro al intentar meterse en una calle.
— ¡Gustabo, puta madre no quiero ir a prisión!
— Baja del carro imbécil— dijo el rubio fuera del vehículo mientras ya estaba a medio metro de distancia— ¡Corre perra, corre!
Y así, ambos se ocultaron en un bote de basura deseando con todo su ser que ningún madero anduviera cerca pues lo que menos necesitaban ahora era una multa.
— Encontré está mierda, deberías guardarla en lo que le encontramos un uso.
— Gustabo yo no voy a tocar esa arma.
— ¡Agarrala o te pego!
— ¡Gustabo ya!
— Gustabo nada, mis huevos.
— ¿Si se salen de ahí? Estoy buscando mi comida— un señor mayor con ropa vieja y sucia abrió el contenedor, en su rostro demacrado se veía lo que las calles había hecho con él y entonces Gustabo salió del escondite, llevándose consigo a jalones a Horacio.
Estando más lejos se atrevió a hablar— Si no me haces caso, terminarás como ese señor; porqué si tú me dejas solo me voy a morir o voy a desaparecer, te quedarás solo y feo, con olor a mierda.
— ¡Te estoy escuchando niño malcriado!
Gustabo sonrió ante lo dicho, Horacio se veía más decaído pensando un poco en las palabras del otro, porqué sólo pensaría un poco las cosas antes de aceptar sin reprochar a lo dicho por su amigo, la palabra de Gustabo es ley, se recordó al verse en aquella situación planteada por el rubio y se encontró así mismo perdido sin su hermano.
— Ya entiendo pero no quiero hacer tantas cosas, quizás si mejoramos un poco con nuestra condición en las próximas oposiciones nos acepten.
Gustabo ante lo dicho no dijo nada, hervía su sangre al recordar las oposiciones y si había hecho lo que había hecho momentos atrás, al tirarle mierda el comisario fue porque seguía ofendido por el comentario que había dicho. El escuchar el nombre y rango del policía sólo le hizo querer humillarlo para demostrarle quien no servía para policía, si otro policía los hubiera encontrado sólo habrían jugado un poco y si entregaría, después de todo con el dinero de su vendimia pagaría con rapidez la multa.
Demasiado fantasioso para ser pensamiento de Gustabo García.
Pronto llegó la tarde y para ese entonces ya habían vendido todo la mercancía que había designado para ese día, Gustabo se encontraba emocionado ante la idea pues incluso encontraron a Segismundo, el cual no había vendido nada.
— No puedo creer que me ganarán.
— Ya ves, gustacio siempre arrasando.
— Cálmate, bestia. Qué hoy sólo tuvieron suerte.
— Celoso.
El trío cansando de andar por las calles decidieron ir al cuartucho que compartían Gustabo y Horacio, estando ahí no tardaron en bromear mientras hablaban de su día.
— Conocí a unos tipos me compraron droga y me preguntaron si estaba con alguna mafia, obvio dije que no y ellos insistieron en que somos una mafia— explicó Segismundo mientras sacaba un papel y se lo entregaba a Gustabo— me dijeron que le comentará a mi jefe sobre personas que se querían unir, ellos dijeron que se apuntaban para un atraco ¿Saben? Veo muy desesperado un atraco.
— Tenemos un arma. No creo que Pablito se le haya ocurrido la brillante idea de comprar armas.
— Ya, eso es lo de menos. Esto sujetos me dijeron que cualquier cosa les podía hablar y se me hace sospechosa tanta amabilidad, Gustabo que me da mala espina.
— Por dios, Pablito da más mala hostia.
— Dejen dormir, necesito mi sueño de belleza— se quejó Horacio acostado en el sillón mientras pateaba la espalda de Segismundo. Gustabo sonrió mientras se aventaba sobre su hermano, les dolió pero se quedaron así un buen rato.
— Beso de tres ¿O qué?— bromeó Gustabo mientras recibía las caricias que Horacio le daba en su cabeza y a su vez también Segismundo le acariciaba un brazo.
— No, Gustabo. Decídete con quién te quieres besar.
— Con Horacio, el si vende su parte de la droga.
— Qué feo suena eso Gustabo— se quejo Horacio mientras le daba un leve zape al mencionado.
Apesar de tener un buen rato con los otros dos, la mente de Gustabo se encontraba pensando en la posibilidad de formar una mafia. Por el momento eran una pequeña banda que vendía droga, no eran nada grande pero le aterraba la idea de convertirse en un matón; ignorando por completo que había fingido todo esté tiempo estar bien con la venta de droga, en realidad se sentía asqueado consigo mismo por haber aceptado a hacer tal cosa.
Había tratado de salir de lo ilegal pero siendo tan joven aún, queriendo tener todo a manos llenas se sintió como la persona más estúpida del mundo. Había cometido una equivocación al dejarse llevar por sus malos pensamientos, creyendo que llevándole la contraria a la policía ganaría algo pero su orgullo no le permitía expresarlo ni en su mente pues incluso sabiendo que todo lo que estaba haciendo estaba mal, sólo podía reír con descaro para si mismo. Aún con eso se contradecía completamente, dejando al descubierto su faceta inmadura y odiaba no ser lo completamente maduro como para tomar las mejores decisiones no para él, para Horacio su compañero de vida.
Estando entre los brazos de quienes se hacía llamar sus amigos, se permitió bajar la guardia un momento cerrando los ojos confiando en que Horacio no se le despegaría y que le protegería en ese abrazo. En medio de su inconciencia se dio cuenta de que si quería salir pronto de esa vida que tenía, debía esforzarse más, no sólo con la venta de droga pues ya se había comprometido con eso y necesitaba vender todo, entre sus sueños imagino que su conseguía un segundo trabajo quizás así podría tener más dinero para satisfacer las necesidades de básicas de la casa y sobre todo las de Horacio.
Todo su planteamiento mental, su análisis de fue a la mierda al despertar sólo sobre el sillón; sabía que Horacio no lo había dejado ahí por gusto y era consciente de que su compañero también tenía sus necesidades pero aún así no pudo evitar tener ese sentimiento de abandono y soledad, por ello se odio al sentirse abandonado por Horacio. ¿Había dramatizado un poco? Quizás, pero después de una pesadilla cualquiera necesitaba un abrazo.
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Jsjsjsjsjs quisiera decirles un chorro de cosas pero creó que es mejor que se vallan dando cuenta de las cosas ustedes mismos XD wenasnoches.
Yumila.
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