CAPÍTULO 1
Destino de Mierda
Me maté estudiando... literalmente me maté. Cada noche, cada maldito día durante tres años consecutivos. Me maté memorizando vocabulario, gramática, historia y cultura. Me maté practicando la pronunciación hasta que mi garganta ardía. Me maté trabajando medio tiempo para pagar las clases extras de coreano. Y sí, también me maté socialmente, porque mientras mis amigos salían a fiestas, yo estaba pegado a los libros, con los ojos inyectados en sangre y una taza de café que nunca parecía vaciarse.
Cuando finalmente recibí la carta de aceptación de la prestigiosa Escuela Secundaria Hyosan, con una beca completa, puedo jurar que me morí de la emoción. Mi madre lloró, mi padre fingió que no lo hacía (aunque lo vi limpiarse los ojos cuando creía que nadie lo miraba), y yo... yo simplemente flotaba en una nube de euforia pura.
¿Saben lo que significa para un fanático de la cultura asiática conseguir estudiar en Corea del Sur? Es como si a un otaku le dijeran que puede ir a vivir a Akihabara, o a un futbolista que lo fichó el Real Madrid. Es ese momento en que todos tus sueños más salvajes parecen posibles. Y hablando de sueños salvajes... sí, lo admito, tenía fantasías bastante específicas sobre cómo sería mi vida en Corea.
Me imaginaba siendo ese estudiante extranjero misterioso y cool que aparece en los dramas. Ya saben, ese que hace que todas las chicas volteen a verlo en los pasillos, susurrando emocionadas sobre su acento 'exótico'. En mis ensoñaciones más elaboradas, me veía saliendo con alguna hermosa coreana, tal vez incluso con una de esas idol trainee que abundan en cada esquina de Seúl. Patético, ¿verdad? Pero hey, tenía diecisiete años y el cerebro lleno de K-dramas.
La realidad, como siempre, resultó ser un poco... diferente.
Ahora mismo, por ejemplo, estoy efectivamente encerrado en un espacio reducido con una de las chicas más hermosas de Hyosan. Choi Nam-ra, la presidenta de la clase, está a menos de un metro de mí. En cualquier otra circunstancia, esto sería material para mis fantasías más elaboradas. Pero es difícil mantener el ambiente romántico cuando hay una horda de zombies hambrientos tratando de derribar la puerta del baño.
Mi espalda está presionada contra la puerta, mis músculos tiemblan por el esfuerzo de mantenerla cerrada. El sudor me cae por la frente, y puedo sentir cada golpe, cada rasguño, cada impacto de los cuerpos que se lanzan contra la madera. Nam-ra está en una esquina, su uniforme manchado de sangre que no es suya, su rostro normalmente sereno ahora marcado por el miedo y la incredulidad.
BANG. BANG. BANG.
Los golpes son cada vez más fuertes. La madera cruje de una manera que no me da ninguna confianza. Mis brazos arden, mis piernas tiemblan, y todo lo que puedo pensar es en lo irónico que es todo esto.
Me maté estudiando para llegar a Hyosan. Me maté trabajando para conseguir esta oportunidad. Me maté soñando con el momento en que estaría a solas con una chica como Nam-ra. Y ahora, parece que voy a morir literalmente, en un mugriento baño de la escuela, rodeado de compañeros de clase que quieren comernos el cerebro.
La vida tiene un sentido del humor bastante retorcido, ¿no creen?
Otro golpe hace temblar la puerta, y escucho ese horrible sonido gutural que hacen... esas cosas. Ya ni siquiera puedo llamarlos estudiantes o profesores. No después de ver lo que le hicieron a Kim Min-ji en el pasillo del tercer piso. No después de ver cómo el profesor Park se transformó en medio de la clase de matemáticas, con la sangre brotando de su nariz antes de abalanzarse sobre el pobre Jung-ho.
Nam-ra se desliza un poco más cerca de mí, sus ojos fijos en la puerta. Puedo oler su perfume mezclado con el aroma metálico de la sangre y el antiséptico del baño. Es una combinación que nunca olvidaré, si es que sobrevivo a esto.
Tn: ¿Sabes qué es lo más gracioso? -murmuro, más para mí mismo que para ella. - Siempre soñé con estar encerrado en un lugar pequeño con una chica linda, pero definitivamente no era así como me lo imaginaba.
Nam-ra me mira por un momento, y juro que veo la sombra de una sonrisa en sus labios. Es la primera vez que la veo sonreír desde que comenzó todo este infierno. Es bonita cuando sonríe, incluso en estas circunstancias.
Nam-ra: Típico de un chico occidental... -murmura ella, y hay un toque de diversión en su voz que hace que mi corazón dé un vuelco, a pesar de la situación.
Otro golpe en la puerta me devuelve a la realidad. Mis brazos tiemblan por el esfuerzo, y sé que no podré mantener esto por mucho más tiempo. El sudor me empapa la camisa del uniforme, y puedo sentir cómo mis zapatos resbalan ligeramente en el suelo de baldosas.
Es gracioso cómo la mente divaga en momentos como este. Pienso en todas las veces que me quejé de lo difícil que era el examen de ingreso, de lo estricto que era el código de vestimenta, de lo confuso que era el sistema honorífico coreano. Qué trivial parece todo eso ahora.
Recuerdo mi primer día en Hyosan, hace apenas tres meses. Estaba tan nervioso que apenas pude presentarme en coreano, aunque había practicado mi introducción un millón de veces frente al espejo. Nam-ra estaba sentada en primera fila, por supuesto, perfecta y compuesta como siempre. Ni siquiera me miró dos veces.
Y ahora aquí estamos, posiblemente en las últimas horas de nuestras vidas, compartiendo un espacio de dos por dos metros, mientras nuestros compañeros de clase convertidos en monstruos intentan devorarnos.
Tn: Si salimos de esta, -susurro, tratando de ignorar el dolor en mis músculos, -prometo nunca más quejarme de la cafetería escolar.
Nam-ra suelta una pequeña risa que suena más como un sollozo contenido.
Nam-ra: Si salimos de esta, -responde ella,- te invitaré a comer tteokbokki.
Tn: ¿Es esa tu forma de pedirme una cita, presidenta? -bromeo, aunque mi voz tiembla por el esfuerzo de mantener la puerta cerrada.
Ella no responde, pero puedo ver el rubor en sus mejillas incluso en la tenue luz del baño. Es surreal cómo, incluso en medio del apocalipsis zombi, los adolescentes siguen siendo adolescentes.
Un crujido particularmente fuerte me hace dar un respingo. La madera de la puerta está cediendo. Nam-ra lo nota también, porque se pone de pie de un salto y se coloca a mi lado, añadiendo su peso contra la puerta.
Tn: Sabes, -digo, mientras siento su hombro presionado contra el mío,- cuando soñaba con estar cerca de una chica coreana, esto no era exactamente lo que tenía en mente.
Nam-ra: Cuando soñaba con hablar con el estudiante de intercambio... -responde ella, y hay una nota de determinación en su voz que me hace amarla un poco, -tampoco imaginaba que sería mientras luchábamos por nuestras vidas.
Los golpes continúan, implacables. El sonido de los gruñidos y arañazos se mezcla con el latido de mi corazón en mis oídos. No sé cuánto tiempo más podremos mantener esto, pero por ahora, en este momento surreal entre la vida y la muerte, casi puedo reírme de lo absurdo de todo.
Me maté por llegar a Hyosan. Me maté por esta oportunidad. Y ahora que estoy aquí, rodeado de muerte por todos lados, nunca me he sentido más vivo.
Qué manera más retorcida de conseguir lo que quería, ¿no?
Tres Horas Antes de...
CONTINUARÁ.
Nam-ra
Una historia que tenía en mente desde hace un mes, pero por mera falta de motivación no había continuado, hoy finalmente hice este tipo prólogo, al cual llamo capítulo. En el siguiente pasaremos a tres horas exactas antes de que Tn y Nam-ra terminarán en los baños.
Espero que les haya gustado, apoyen para más contenido 🐱
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top