𝟎𝟏 ¿𝐖𝐡𝐨 𝐢𝐬 𝐬𝐡𝐞?
En el dojo Cobra Kai, Miguel y Tory estaban sentados en las colchonetas.
-¿Qué tal el viernes? -preguntó Miguel, curioso.
-No puedo, trabajo en la pista de patinaje -respondió Tory, mientras acariciaba la pierna de su novio, y Miguel le correspondía.
-¿Qué te parece una cita nocturna? -sugirió Miguel con una sonrisa.
Tory soltó una pequeña risa.
-¿Cena a la luz de las velas en la cafetería durante mi descanso? -bromeó.
-No hay nada más romántico que perritos calientes y Nuggets de pollo -dijo Miguel, cambiando de posición.
Tory se inclinó más cerca. -¿Gratis? No, para ti no. Tienes que pagar.
-Yo invito -respondió Miguel con despreocupación.
-Bien, pero tendrás que disfrazarte -aclaró Tory, remarcando- ¡Es noche de los 80!
-¡Bromeas! Adoro los 80. Me disfrazaré de Anthony Michael Hall-dijo Miguel.
-No creo que puedas reclamar derechos de autor -bromeó Tory.
Una vez en la pista de patinaje, dos parejas destacaban entre la multitud. Sam LaRusso llevaba un vestido rosa, y Robby Keene iba elegante, con el pelo perfectamente peinado.
El ambiente ochentero se respiraba, con los disfraces y la música de la época sonando de fondo.
-No estaba seguro de los disfraces, pero es genial no tener que escondernos -dijo Robby con una sonrisa, mientras sostenía la mano de su novia.
-Deberías haberte vestido como Andrew McCarthy, por el parecido. O al menos como Duckie -sugirió Sam.
-Vamos con mi, sabes que mi única opción era Spader -respondió Robby divertido.
-Tengo hambre -mencionó Sam, viendo a una camarera en patines pasar cerca con una bandeja.
La llamó amablemente- Disculpa, ¿nos traerías el menú?
La camarera se dio la vuelta, y resultó ser Tory, con el pelo rizado estilo ochentero y unos grandes pendientes en forma de cruz.
-Oh, miren quién es -dijo Tory, con una sonrisa sarcástica.
-Yo... no sabía que trabajabas aquí -comentó Sam, tímidamente, soltando la mano de Robby y entrelazando las suyas.
-Sí, bueno, no todas tenemos la tarjeta de papá -respondió Tory fríamente, haciendo que Robby adoptara una expresión más seria.
-Solo queríamos pedir algo de comer, lo siento -contestó Sam, apenada.
En ese momento, Miguel apareció patinando por detrás de Sam para ponerse al lado de su novia.
-¿A qué hora descansas? -le preguntó a Tory-. Quiero que las papas estén crujientes -agregó, vestido con una chaqueta roja y lentes de rayas.
Tory le hizo una señal con la mirada, indicando que tenían compañía. Miguel se quitó las gafas al ver a Sam y Robby.
-Hola, no los había reconocido -dijo Miguel amablemente-. Bonitos disfraces -añadió, elogiando a la pareja.
-Gracias -respondió Sam, algo incómoda, mientras Robby la miraba de reojo.
Tory mantenía su expresión seria mientras observaba a Miguel. Él la miró y los presentó.
-Tory, ellos son Sam y Robby presento Miguel.
-Sí, ya nos conocemos -dijo Tory, dirigiéndose a Sam-. Tuvimos un altercado en el club de la playa.
Sam, intrigada, preguntó-¿Y cómo se conocen?
-Tory está en Cobra Kai -respondió Miguel con una sonrisa.
-Con razón -murmuró Sam, desviando la mirada.
-¿Qué dijiste? -preguntó Tory, levantando las cejas.
-Nada -respondió Sam, con un tono neutro.
-Debo seguir trabajando -dijo Tory, girándose hacia Miguel, acariciando su cuello-. Nos vemos pronto, bebé -añadió, besándolo frente a Sam, antes de seguir atendiendo a los clientes.
Miguel quedó procesando la situación, mientras Sam, claramente incómoda, apartaba la mirada. No era fácil ver a su ex con otra chica, y mucho menos si era parte del dojo rival de su padre. Robby, notando el ambiente tenso, la tomó del brazo.
-Vamos a buscar unos patines -dijo, apartándola del lugar.
Mientras tanto, la pista se llenaba de patinadores, algunos disfrutando de momentos tranquilos en las mesas. Sam y Robby patinaban juntos, tomados de la mano.
-¿Estás bien? -preguntó Robby, preocupado al ver a su novia callada.
-Sí... bueno, admito que es extraño encontrarse con tu ex -confesó Sam con un tono incómodo-. Y esa chica, Tory, es lo peor -añadió molesta.
Robby, sin entender el porqué del odio, le dio un consejo:
-Recuerda lo que dice tu papá: hay bondad en todos, solo hay que saber encontrarla.
Sam soltó una risa, y Robby la acompañó.
-Pero si quieres patearle el trasero, no te detendré -bromeó, provocando otra carcajada en Sam.
En ese momento, una canción comenzó a sonar en los parlantes, iluminando los ojos de Sam.
-¡No puede ser! ¡Es muy perfecto! -exclamó con alegría.
-Tal vez le dije algo al DJ -respondió Robby con una sonrisa.
-¡Eso es un movimiento de Duckie! Eres un Duckie en ropa de Spader -dijo Sam antes de besar a su novio.
Él la sostuvo cuando se tambaleó.
-¿Estás bien? -preguntó Robby.
-Cielos, mi patín se rompió . -se quejo Sam a su novio, dándole un beso antes de ir a hacer fila.
Mientras esperaba, apareció su ex.
-Hola -saludó Miguel.
-¿Qué quieres? -contestó Sam de mala gana.
-Mis patines son demasiado grandes -dijo Miguel, intentando iniciar una conversación tranquila.
-Sobre Tory... -comenzó Miguel, pero Sam lo interrumpió.
-No puedo creer que salgas con ella -espetó Sam.
Miguel soltó una risa irónica.
-Ni siquiera la conoces.
-La conozco suficiente -afirmó Sam, dándose la vuelta.
A lo lejos, Tory atendía a unos adolescentes.
-Tres perros calientes, dos malteadas de vainilla y una Coca-Cola con hielo extra -dijo en voz baja, observando de reojo a Sam y Migue.
A pesar de que seguía trabajando, su expresión se veía molesta y celosa.
Cuando Sam recibió los nuevos patines, Miguel añadió:
-Debería ser yo el que esté enojado. Vienes aquí, me haces sentir paranoico, pero estás con Robby.
-No es una cita -aclaró Sam, mirándolo.
Miguel bajó la mirada, frustrado.
-"No es una cita". Ya escuché eso antes -dijo, cerrando los ojos. Luego, respirando profundo, añadió-. Solo quería aclarar las cosas y evitar rumores, pero veo que es una causa perdida.
Se dio media vuelta y se alejó.
-Gracias -dijo Sam al empleado que le entregó los patines, y se fue hacia una banca para ajustarlos.
Mientras terminaba, alguien se le acercó a Sam, ella estaba sentada atándose los cordones del patín.
-Lo siento, no quise... -dijo Sam sin levantar la vista, pensando que era Miguel. Al ver que no lo era, se dio cuenta de que era Robby, quien sostenía dos bebidas en las manos.
-Ah, hola, Robby -saludó Sam, levantándose.
-Hola -respondió él-. Sabes, recibí dos cumplidos por mi atuendo, pero todos piensan que soy una especie de Don Johnson. ¿Sabes quién es? -preguntó Robby, sonriendo.
-No, pero seguro es alguien lindo-respondió Sam con un tono tierno. No se dio cuenta de que Tory venía detrás de ella y, al pasar, le dio un codazo, haciéndola caer.
-¡Oh! Sam ¿Estás bien? -preguntó Robby, ayudando a Sam a levantarse.
Tory se acercó, fingiendo preocupación.
-Uy, lo siento, princesa -dijo burlonamente antes de marcharse.
Sam, impulsada por la vergüenza y el enojo, se levantó decidida. Robby intentó detenerla.
-¡Sam! -llamo Robby a su novia .
Pero ella no lo escuchó. Se agachó, sujetándose de la banca para empujar con su patín a Tory, quien terminó cayendo junto a la comida que llevaba. El lugar se llenó de murmullos.
Miguel, que había visto todo, corrió hacia Tory, confundido y molesto.
-¿Qué diablos, Sam? Pregunto miguel molesto.
-¡¿Yo?! ,pero fue ella quien-protestó Sam, incrédula, pero fue interrumpida por el guardia de seguridad.
-¿Estás bien, Tory? -preguntó el guardia, ayudándola a levantarse.
Miguel le ofreció su mano a Tory, que se sostenía la cabeza con una expresión de dolor.
-Gracias -murmuró Tory.
El guardia miró a Sam y a Robby, y les ordenó:
-Bien, los quiero fuera de aquí.
-¡Pero fue ella quien empezó! -se quejó Robby, pero el guardia no escuchó.
-¡Fuera! -repitió, echándolos del lugar.
Sam miró a Tory, quien sonreía victoriosa desde el suelo, mientras ella y Robby se iban.
-No puedo creer que Sam haya hecho eso -dijo Miguel, aún atónito.
-No lo sé, yo solo estaba trabajando, y ella vino y me atacó -respondió Tory, omitiendo que ella había empujado a Sam primero.
-Tory, ve a descansar -le dijo el guardia-. Pediré a alguien más que te cubra. Si te sientes mal, puedes irte a casa.
En la cafetería, Miguel compró unos Nuggets de pollo con papas y una Coca-Cola para Tory.
-Gracias, eres muy lindo -dijo Tory, aún quejándose del dolor.
-Te lo mereces -respondió Miguel-. Después de esta noche, mereces todo. Eres un sol, Tory -añadió, dándole un beso.
Mientras tanto, afuera de la pista, Sam seguía frustrada.
-Es injusto, ella me empuja y yo soy la que termina expulsada -protestó Sam.
-Bueno, todos tienen bondad... pero creo que hay excepciones -dijo Robby, refiriéndose a Tory-. Debiste ignorarla.
-Mi papá también fue humillado y todo fue por Cobra Kai -replicó Sam, molesta-. Lo siento, quiero irme a casa .
Robby abrió la puerta del auto para que Sam entrara. Ambos volvieron en silencio a la casa de los LaRusso.
Al día siguiente, se encontraban dos peleadoras de distintos dojos. Sam LaRusso, de Miyagi-Do, y Tory Nichols, de Cobra Kai. Cada una entrenaba su estilo; eran como el yin y el yang.
Tory entrenaba el lado ofensivo, haciendo sentadillas con una pelota de entrenamiento en el dojo, mientras Sam practicaba equilibrio y movimientos de kata en la playa. Tory seguía entrenando con una bolsa de boxeo, lanzando golpes, patadas y rodillazos.
Sam, por su parte, entrenaba con Robby y su equipo en Miyagi-Do, perfeccionando movimientos precisos y técnicas defensivas.
Nichols continuaba su entrenamiento con Miguel, utilizando almohadones para practicar fuerza y ataque. Juntos eran un dúo imparable en Cobra Kai. Cada movimiento fluía con coordinación, hasta que Tory, con un movimiento rápido, dejó a Miguel acorralado. Sus labios se unieron, sellando un beso tierno, más íntimo que cualquier otro.
"Algunas personas lo tienen todo. El resto de nosotros luchamos por cada centímetro que queremos," pensó Tory, recordando cómo Sam la había derribado frente a sus compañeros.
"Todos tenemos una historia triste, pero eso no te da derecho a ser una bravucona," recordó Sam, rememorando el momento en que Tory la había arrojado contra la mesa de postres.
Miguel aprovechó para grabar el entrenamiento de su novia. Tory no dudó en publicarlo en sus redes, acompañado del mensaje: "Los ganadores entrenan; los perdedores se quejan." Sam vio el video, pero no dejó que las emociones la dominaran. Siguió entrenando con determinación. Ninguna de las dos estaba dispuesta a rendirse.
Sam y Robby regresaron a casa después de entrenar. Su relación florecía y el amor entre ellos era evidente. Una vez dentro, con las manos aún entrelazadas, Sam preguntó
-¿Estás listo para contarles?
-Robby no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó hacia ella y le dio un beso. Al separarse, sonrió y dijo-Ahora sí.
Se preparaban para hablar con sus padres, pero unas voces en el interior los detuvieron. Robby reconoció una de ellas al instante. Cuando giró la mirada hacia el origen de la voz, vio a alguien que no esperaba.-Mamá -murmuró, con asombro en los ojos.
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