Habían pasado ya algunas horas desde que Dylan se encontraba sentado en el suelo, frente a la puerta de entrada.

Cuando Felicity se marchó, lo primero que hizo el castaño fue desplomarse en el suelo y darse cuenta de lo idiota que había sido.

Aunque trataba de calmarse a si mismo, diciéndose que ella volvería como siempre, algo en él esta vez le decía que ella ya no iba a volver más.

Sabía que varias lágrimas caían por sus mejillas y no tenía intención en detenerlas.

Mierda. Mierda y más mierda.

Conforme pasaban los minutos y no veía a Felicity abrir la puerta caía más en la cuenta que ella no volvería, por que esta vez él en serio la cagó en grande, incluso más que otras veces.

¿Por qué había sido tan estúpido para dejar que la persona que más ama en el mundo se fuera de esa manera? ¿Por qué no hizo algo para que se quedara? ¿Por qué se había quedado callado como un cobarde?

Y la única respuesta que obtuvo de si mismo, fue un estruendoso grito.