Capítulo II
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La pasión aumenta cuando los dos obstáculos se oponen.
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Cuando me desperté, era de madrugada.
El cuarto estaba cubierto por el brezo de la noche y, dando una mirada rápida a mi celular, vi que ya era la una de la mañana. Carajo, ¿dormí casi 15 horas seguidas?
Mi cuerpo gritaba, protestando por el tiempo acostada, mientras yo me sentía perdida en el mundo - aquel sentimiento extraño cuando tú despiertas y no sabes si aún es el mismo día, mismo año o misma vida. ¿Dónde diablos estoy yo? Fue el primer pensamiento que tuve, al ver el cuarto relativamente extraño pero, al oír una respiración bajita debajo de mi cama, recordé.
Forks. En la habitación que compartía con mi media hermana problemática, que había enloquecido y necesitaba una niñera.
Bajé la escalera de la litera con cuidado, dando una mirada rápida a Bella que dormía como un torpe angelito. Decidí aprovechar que era fin de semana y que no tendría que levantarme temprano e ir a la escuela, para ir a la sala y ver algo. Bajé a la cocina lentamente, evitando hacer ruido pero la bendita madera de la escalera crujía a cada paso que daba, maldición.
Tomé una lata de refresco de la nevera y una bolsa de patatas en el armario y fui a la habitación, ya había dormido más que suficiente y ahora necesitaba encontrar una manera de matar el tiempo.
Me senté en el sofá y tiré de la manta que papá dejaba allí, cubriéndome mientras encendía la TV en un canal de películas. Me recosté, abriendo la bolsa de patatas y la lata de refresco, tomé un puñado mientras Frodo Bolsón decía en la televisión que iba a llevar el Anillo hasta Mordor para quemarlo en la Montaña de la Perdición.
Oí el pestillo de la puerta abrirse y me giré con todo en dirección a la entrada, mirando alrededor buscando cualquier cosa para defenderme de ladrones.
Pero no lo necesité, después de todo. Sólo era papá quien llegaba, colocando la pistolera y el abrigo en el perchero de entrada.
— Qué susto, viejo! — exclamó, con una mano en el pecho mientras él mismo se asustaba con mi voz.
— ¡Ada! — El grito asustado, algo que hizo reír a Ada. El jefe Swan solo la miró mal, recuperado, pusó las manos en la cintura. — ¿Qué haces levantada a esta hora?
— Viendo La Sociedad del Anillo. ¿Acabas de llegar del trabajo o te acostaste con alguna chica bonita por el camino? ¿eh?
Él miró hacia arriba, como si pidiera paciencia para alguna divinidad. Se rió de su gesto teatral.
— Yo soy un hombre casado con el trabajo, Ada Isobel— La miró mal otra vez. — Me voy a la cama, no pases la madrugada aquí.
Papá se dio la vuelta, subiendo las escaleras al segundo piso.
Al final, terminé viendo películas hasta las ocho, me levanté del sillón y fui a preparar el desayuno, ya que me dolía el culo de estar sentada tanto tiempo.
Panqueques me pareció suficiente, junto con algunas rebanadas de tocino y huevos revueltos. El café ya estaba casi listo cuando Bella bajó, con la cara hinchada de sueño y aún en pijamas.
— Buenos días! — saludé emocionada, haciendo que se asustara y girara hacia mí.
Bella estaba diferente desde la última vez que nos vimos, pero no tanto. La misma piel pálida, el pelo oscuro y la cara de aburrición de siempre. Pero ahora, su cara estaba completamente roja y me di cuenta de que había olvidado que estaba aquí.
— ¿Buen... día? — Salió más como una pregunta, pero decidí hablar.
—El desayuno está casi listo, sólo necesito terminar de freír el tocino— Apuntó con la espátula a la sartén.
—Hm... gracias— Me encogí de hombros, mientras oía el ruido de la silla arrastrando y ella sentándose. — ¿Cómo fue el viaje?
— Un poco cansado, pero ya estoy lista para todo!
Se rió en voz baja, apoyándose en la mesa.
— Cuando llegué de la escuela estabas durmiendo exactamente como dormías cuando eras pequeña.
— ¿Cómo un lindo angelito? — Sonreí y moví las cejas hacia ella, poniendo el tocino frito en el plato.
— Con la boca abierta y babeando horrores— Ahora sí fue una carcajada al modo Bella.
Dí un suspiro derrotada, apagando el fuego y sentándome frente a ella.
— Calumnia! — Hice cara de inocente. — Bueno, tengo que ir a la reserva a ver a mi padrino. ¿Tienes alguna cita hoy? Iba a pedir un aventón.
— Edward vendrá a buscarme más tarde, pasaremos la tarde con su familia—Sonrió, poniendo el flequillo detrás de la oreja. — Puedes ir con la camioneta si quieres.
Hice una mueca. No sé si por tener que manejar aquel monstruo viejo, o por el asunto "Edward" entrando en la conversación.
— Bien, gracias— Me levanté, robando una rebanada de tocino del plato. — Creo que voy a ducharme e irme. Come bien, Isabella— Con el dedo índice y el del medio, apunté a mis ojos y luego a los de ella, diciendo que la tenía vigilada.
Se puso roja, se encogió de vergüenza y yo quería que se quedara así. Por el amor de Dios, el estado deplorable que ella quedó por causa del almidonado blanquito!
Hasta yo, con mi enamoramiento no correspondido, conseguía llevar una buena vida. Sólo recordaba los malos momentos que gané de Jacob Black, cuando estaba borracha. Lo que era un poco deplorable, ya que terminaba llorando como si no hubiera un mañana.
Pero eso solo ocurría cuando tenía alcohol corriendo por mis venas y, como soy menor de edad, no ocurría con una frecuencia muy grande.
Subí a mi habitación y busqué ropa en mi maleta, decidida a empacarla cuando volviera de la reserva. Tomé unos jeans, una camiseta blanca y una camiseta de franela a cuadros roja y negra. Busqué una gorra y, después de tomar ropa interior y un sostén, fui al baño y tomé una ducha rápida.
Cuando bajé, papá estaba tomando café mientras Bella estaba en la sala, terminando una tarea de la escuela. Por el amor de Dios, ¿quién hacía tarea en pleno sábado?
— Voy a lo de Billy, volveré más tarde— ¡Le doy un beso en la mejilla a papá. — Bella, gracias por prestarme el monstruo naranja! Prometo no lastimarme en ella. besitos!
Salgo de la casa y entro en el coche de Bella, teniendo que forzar la puerta para que cierre bien. Pongo la llave en el encendido y con una vuelta el motor ruge.
Lata vieja de mierda
El camino a la reserva era fácil, ya que estaba tan acostumbrada a tomar estas carreteras cuando era pequeña. Mamá era una Quileute y, por eso, toda mi familia materna estaba en la reserva.
Madeline Young era prima segunda de Billy, papá la conocía desde pequeño pero solo después de muchos años, una hija y un divorcio, fue algo que los unió.
Desafortunadamente, ese algo fue muy pequeño. Mamá murió en el parto, ya que ella tenía complicaciones en el útero y el embarazo entero fue de riesgo.
Papá fue quien cuidó de mí, junto a mi padrino y su esposa, mi madrina, que estaba viva en la época. Y fue gracias a ellos que estoy aquí, firme y fuerte.
Estacioné el auto frente a la casa de mi padrino, bajando con un salto y cerrando la puerta. Tal vez por coincidencia, Billy Black estaba en el balcón conversando con un señor que yo no conocía y, cuando me vio, abrió una sonrisa inmensa.
Corrí a abrazarlo, me agache y me acomode en sus brazos acogedores.
— Hey, chica! — me presionó. — Charlie dijo que habías llegado ayer, me preguntaba por qué no habías venido a visitarme.
— Lo siento, padrino. dormí todo el día, estaba cansada del viaje.
La puerta de la casa se abre y, alzando los ojos, quedo atrapada en la figura que me encara.
Jacob estaba más guapo que la última vez , cuando sólo teníamos 15 años. Estaba fuerte, parecía más grande y se había cortado el pelo y... ¿se hizo un tatuaje?
Dios, ¿por qué no me lo haces más fácil? Ya me gustaba cuando era flaco y con cabello como el de Rapunzel, pero ahora esa versión sexy hizo que mis piernas temblaran y el corazón diera un salto.
Yo todavía estaba ridículamente enamorada de Jacob Black y ya había aceptado eso, parecía mi destino.
— ¡Hola Jake! — Saludo con la mano, pero parece paralizado. Sus ojos no salen de mi por un minuto y empiezo a sentir una cosa extraña, como si la voluntad de abrazarlo fuera más fuerte cada segundo. Pigarreo después de ser ignorada, limpiando mis manos en los jeans, ya que empezaron a sudar de la nada.
Él abrió la boca y la cerró varias veces de igual manera, las manos acompañando el movimiento, como si quisiera tocarme... o golpearme.
— ¡Padrino, creo que Jake tiene algo! — Vuelvo preocupada por mi padrino, pero lo único que encuentro es a él mirando a su hijo con una sonrisa entusiasta y amorosa.
— Finalmente... — Susurra, dejándome más perdida que un ciego en un tiroteo.
¿Por fin qué, hombre?!
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