🎼 capítulo 06.

( 06. lahote )

Los ojos oscuros de Paul Lahote estaban atrapados en los míos.

A diferencia de la última vez, no parecía enojado y mucho menos que huiría en cualquier momento. Él me miraba con convicción, hablando cada palabra lentamente y abriendo mucho la boca, teatralmente. Abro una sonrisa de su intento gracioso de ser entendido, y extrañamente sus labios se mueven iguales a los míos, abriendo una sonrisa casi tan grande como la mía.

Siento que mi pecho se calienta con su sonrisa.

— Soy Sarah Winston. Hola— Hablo bajo, sin la necesidad de llevar mi mano hasta la garganta. Respiro hondo, mordiendo la esquina de mi labio. — Eres el chico del mercado. ¿No?

Él bufa, sonriendo de lado, mientras parece inquieto. Dejo la cabeza caer hacia un lado, viendo el modo en que él se vestía. Los pantalones cortos se veían desgastados, los zapatos aún más y su pecho estaba desnudo. Aunque el día había amanecido más caluroso, aún hacía frío como para que me pusiera medias gruesas debajo del vestido, pero el chico que estaba frente a mí parecía nada incómodo con el viento helado que venía del mar.

—Perdón por huir. Yo sólo... —Paul mueve la boca, incierto sobre qué decir.

—Está bien— Susurro, sonriendo para él, intentando calmarlo. El hecho de haber huido parecía dejarlo... desconcertado.

Siento el movimiento a nuestro alrededor y, confundida, salgo de la extraña burbuja en la que estábamos. Miro a Jacob, el chico de pelo largo, y a Bella, que me miraban con expresiones confusas e inciertas.

Odiaba ser sorda. Eso era lo más desconcertante, no poder concentrarme en varias personas durante una conversación y tener que atarme de una a una, porque si no pierdo lo que se ha dicho y no consigo situarme en la conversación.

— ¿Paul Lahote?— Veo que los labios de Jacob se mueven lentamente, su expresión sorprendida y confusa. No sé si susurró o hablo fuerte, pero le frunzo el ceño, curiosa.

Antes de poder preguntar, siento una mano caliente en mi brazo. Su temperatura alta pasando por el paño grueso de mi blusa y volteo la mirada, asustada, para Paul. Me pregunto si él tiene fiebre, e involuntariamente levanto mi mano derecha a la frente, y con los dedos levantados toco con el dedo del medio dos veces en mi frente. ¿Enfermo?

Sus ojos registran el gesto y, confundido, él inclina la cabeza hacia un lado.

— ¿Te duele la cabeza?

Nuevamente sus labios son lentos al decir cada palabra con atención.

Sacudo la cabeza, haciendo muecas. Claro que él no entendería. Mierda, tengo que dejar de usar la LDS en vez de intentar hablar.

— ¿Tienes fiebre? Tu piel está caliente— Pongo mi mano encima de la suya en mi brazo, que apenas está allí, sin hacer presión. El choque de mis manos frías por el viento que venía del mar y su piel hirviendo hace que mis pelos se erijan y, extrañando el acto tan íntimo, miro hacia donde nuestras pieles se encuentran.

El contraste de mi piel pálida con su piel rojiza se siente extrañamente bien y, por un momento, me pregunto qué me está pasando. ¿Por qué todo lo que involucraba a Paul Lahote parecía correcto?

Me llama la atención a sus labios de nuevo y sonríe, una gran sonrisa burlona, como un niño travieso que estaba a punto de hacer otra hazaña.

—Soy caliente— Paul dice, haciendo hincapié en cada palabra y siento la sangre subir a mi cara mientras se calienta.

De repente, la sonrisa de Paul afloja, sus ojos mirándome con atención y nuevamente veo en las orbes oscuras lo que vi en el mercado: la sensación de ser adorada, como si él estuviera delante de la más bella de las diosas griegas.

Desvío la mirada, avergonzada, y veo que Bella y Jacob se habían alejado un poco - no lo suficiente como para abandonarme sola con un extraño, pero lo suficiente para dar privacidad. Vuelvo mi mirada a Paul Lahote, y me muerdo los labios.

—Tu piel parece demasiado caliente. ¿Seguro que no tienes fiebre?

Él niega con la cabeza, sacando su mano de la mía y de mi brazo y repite la señal que hice antes, dejando sus dedos levantados y tocando su frente dos veces con el dedo del medio.

— ¿Qué significa eso? ¿Es una señal?

Repito el gesto, mis ojos observando su interés en aprender y me siento conmovida. Ni siquiera me conocía, y tenía curiosidad por saber cómo comunicarse conmigo. Miro a Bella de un vistazo, y sé que se le escapó que soy sorda, advirtiendo a sus amigos Quileutes sobre mi discapacidad y se lo agradezco. Era vergonzoso tratar con gente que no lo sabía.

—Enfermo. Pregunté si estás enfermo—Hablo bajo, mordiendo el interior de mi mejilla poco después.

Repite el gesto una vez más, memorizando.

—¿Y cómo se dice bonita?

Me inclino hacia un lado, curiosa.

— ¿cumplido?

—Claro— Lo dice como si fuera obvio, levantando las cejas.

Río abajo, y levanto mi mano derecha con la palma abierta al lado de mi cabeza. Hago un movimiento circular, la mano va hacia delante de mi cara, mientras voy cerrando mi mano lentamente, comenzando con el meñique y después toda la mano. Paul observa con cuidado, asintiendo cuando termino.

— Bonita— Le digo lo que significa, para que sepa diferenciar.

Él asiente otra vez, y luego, sorprendiéndome, me señala con el dedo índice, señalándome. Y luego repite la señal que acabo de enseñar. Bonita. Tú eres bonita.

Siento mis mejillas sonrojarse de nuevo y le sonrío.

Junto mis cuatro dedos de la mano y dejo el pulgar lejos, colocándolo frente a la boca y después hago un movimiento hacia adelante.

—Gracias

Paul sonríe amplio, mirándome con sus ojos extrañamente brillantes a pesar de ser tan oscuros.

— ¿Quieres pasear por la playa?

Cuando iba a confirmar que sí, siento el reloj en mi muñeca vibrar. Dos vibraciones. Mamá. Me muerdo el labio, mirando a Bella desde lejos y ella felizmente entiende lo que quiero decir con la mirada. Vamos.

— Tengo que irme— Le digo a Paul, confundido con mi intercambio de miradas con Bella. Levanto mi muñeca, dejando el reloj a la vista. — Mi madre me quiere en casa.

Paul asiente, pareciendo decepcionado. Pero luego sus hombros vuelven a estar rectos y la sonrisa vuelve a su rostro.

—¿Mañana?

—Mañana. ¿A la misma hora?

Él lo confirma, y luego Bella se acerca a nosotros dos. Con una mirada hacia Paul, me alejo de él y sigo a Bella hasta su camioneta naranja, escuchando en el fondo de mi mente una melodía en el piano iniciarse, endosando la pequeña composición que empecé.

El médico dijo sobre eso. Que al no haber nacido sorda, podría recordar melodías en mi cabeza, pero en los últimos tres años no he pensado en música.

Cuando llegamos a casa, me despido de Bella y entro. Mamá está en la oficina y, yendo hacia allá, me pregunto por qué me llamó. Diciendo rápidamente que un amigo de papá iba a cenar con nosotros esta noche, ella me da el mensaje, un poco ocupada con su proyecto de arquitectura.

Bajo las escaleras y, al final de ellas, me quito el tenis de los pies, caminando hasta la sala de música de la casa. No había ido a visitar aquella habitación, pero la creciente voluntad de tocar me hace caminar en pasos lentos hasta allí. Abro las puertas corredizas blancas, y veo innumerables instrumentos esparcidos por el cuarto y, aún incierta de lo que estaba haciendo, camino hasta el piano. Levanto la tapa y toco las teclas. Mis oídos solo escuchan el silencio, pero en mi mente, una melodía comienza a crecer.

Me siento en el taburete y me posiciono para tocar, respirando hondo. Toco las teclas, conociendo en mi mente el sonido que hacen y cierro los ojos. Mi mente sigue mis dedos, la melodía resuena en toda mi conciencia y me dejo llevar. Mi cuerpo parece extasiado, como si hubiera echado de menos la música y, cuando termino, con la respiración pesada y los dedos doliendo por los movimientos rápidos.

Salto en el banco al sentir dos vibraciones en mi brazo y miro hacia la puerta, asustada, solo para ver a mi madre con las dos manos levantadas un poco por encima de la cabeza, las palmas abiertas y moviéndose de un lado a otro. Aplausos. Sus ojos me miran y, sintiendo su emoción, siento mis ojos llenarse de lágrimas también.

Gracias por leer, disfruten el capitulo, siguiente 100+ votos

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