𝐂apítulo 𝐓res


𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑻𝒉𝒓𝒆𝒆 💥 𝑫𝒐 𝑶𝒓 𝑫𝒐𝒏𝒖𝒕

"Muchos chicos te traerán flores, pero algún día conocerás a uno que aprenda cuál es tu flor favorita, tu canción favorita, tu dulce favorito."


¿Qué día es hoy? La fecha exacta —Cinco suspiró mientras iba y venía de la nevera.

Miré a mi alrededor en busca de café mientras Número Siete, no, ahora es Vanya, respondía:

—24.

—¿De qué? —dijo Cinco, untando mantequilla de cacahuete en los trozos de pan de molde en su plato y colocando malvaviscos sobre ellos.

—De marzo.

—Bien, eso significa que aún podemos hacerlo —miré a Cinco.

Pasé la cabeza a través de los gabinetes mientras seguía en busca de café.

—¿Es raro que todavía encuentre esto espeluznante? —me dijo Número Tres, Allison, una vez que emergí de los gabinetes.

Suspiré.

—Simplemente paso átomos entre los espacios─

—De otras partículas en la superficie que estás atravesando, ya lo sabemos —interrumpió Número Dos, Diego, poniendo los ojos en blanco.

—Y ya veo que no has cambiado después de todos estos años —murmuré con una pequeña sonrisa mientras Cinco me pasaba un sándwich de mantequilla de cacahuete y malvavisco.

—Bueno, ¿vais a contarnos qué ha ocurrido? —preguntó Número Uno, Luther.

Me apoyé contra la mesa mientras Cinco preparaba su propio sándwich.

—Han pasado 17 años —dijo Luther, levantándose de la silla.

Cinco se burló antes de dar un salto espacial a una estantería.

—Ha pasado mucho más tiempo.

—Ya no me acordaba de esto —refunfuñó Luther.

—¿Dónde habéis estado? —nos preguntó Diego.

Cinco saltó de vuelta a la mesa.

—En el futuro. Y es una mierda, por cierto.

—¡Os lo dije! —Cuatro, Klaus, levantó la mano, sonriendo con orgullo para sí mismo.

—Tendría que haber hecho caso al viejo. Porque viajar en el espacio es una cosa, pero viajar en el tiempo es una lotería —dijo Cinco de una manera práctica. Levantó la vista hacia nuestros otros hermanos antes de hacer un cumplido a Klaus—. Bonito vestido.

—¡Oh, oh, danke! —respondió él.

—Espera, espera, pero ¿cómo habéis vuelto? —preguntó Vanya, señalándonos a los dos respectivamente.

—Al final tuve que proyectar nuestras conciencias en una de las versiones cuánticas estáticas y suspendidas de nosotros mismos que existen en cada posible instante del tiempo —explicó Cinco casualmente.

Diego arrugó la cara, negando con la cabeza.

—Eso no tiene sentido.

—Entenderías si fueras más listo —respondimos Cinco y yo al unísono.

Diego se levantó enfadado y yo le sonreí.

—Siéntate, tú grandísimo idiota.

Luther extendió el brazo para detener a Diego.

—¿Cuánto habéis estado allí?

—Cuarenta y cinco años. Más o menos —respondió Cinco, alzando brevemente las cejas.

—Pero yo tengo cuarenta y nueve años, mentalmente —dije, ladeando la cabeza mientras hacía números en mi cabeza.

—Esto es confuso —comentó Vanya.

—Bueno, eso es el tiempo para ti —se burló Cinco.

—¿Qué estáis diciendo? ¿Tú tienes cincuenta y ocho? ¿Y tú cuarenta y nueve? —dijo Luther, volviendo a sentarse con incredulidad.

—No, mi conciencia tiene cincuenta y ocho. Y su conciencia cuarenta y nueve. Pero por lo visto nuestros cuerpos vuelven a tener dieciséis —Cinco sonrió lo más amablemente posible a nuestros hermanos.

—¿Cómo es que tenéis dieciséis? —preguntó Diego, mirando entre Cinco y yo, tratando de encontrar las palabras adecuadas— Los dos erais tan... pequeñitos cuando os fuisteis.

Miré a Cinco, que negó con la cabeza.

—Esa es una historia para otro momento.

—Espera, ¿cómo puede ser eso? —intervino Vanya con una pregunta.

—Delores dijo que las ecuaciones estaban mal. Eh. Ahora se estará riendo —Cinco se encogió de hombros.

—¿Puedes dejar de hablar de esa muñeca? —murmuré, mirando mal a Cinco.

Vanya frunció el ceño.

—¿Delores?

Cinco me dedicó una sonrisilla antes de recoger un periódico de la mesa, aún masticando el sándwich.

—Hmm. Supongo que nos hemos perdido el funeral.

—¿Cómo lo sabéis? —preguntó Luther.

—¿Qué parte de que hemos estado en el futuro no entiendes? —replicó Cinco con una mirada de fastidio.

—Un paro cardíaco, ¿verdad? —dije.

—Sí —contestó Diego.

Luther frunció el ceño.

—No.

—Hmm —asentí mientras me terminaba el sándwich.

Cinco chasqueó la lengua.

—Bueno... me alegra ver que todo sigue igual.

—Uh, ¿ya está? ¿Es todo lo que tienes que decir? —preguntó Allison, con expresión ilegible.

—¿Qué más queréis que diga? Es el ciclo de la vida —contestó Cinco mientras salía de la cocina.

—Bueno... ha sido interesante —dijo Luther, mirándome.

Me encogí de hombros mientras masticaba lo último de mi sándwich.

—¿Algo que añadir, Cero? —preguntó Allison mientras todos se volvían hacia mí.

—¿Griddy's Doughnuts sigue abierto? De verdad necesito mi cafeína.

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