06.
CAPITULO SEIS
──-ˋˏ☂︎ˎˊ-──
—¿CUÁNDO SE SUPONE que sera?—preguntaba Luther a Cinco, que por fin se había despertado de su sueño para decirles que el fin del mundo estaba cerca. Freya fingía no escuchar desde el otro lado de la habitación mientras examinaba los cachivaches que Diego tenía en su estantería. Ella no podía decir si Cinco había perdido la maldita cabeza o no.
—No puedo darte la hora exacta, pero por lo que deduje nos quedan cuatro días—.
—¿Y por qué no lo mencionaste antes?—.
—No habría importado—,respondió Cinco, abatido.
—Por supuesto que sí—,argumentó Luther.—Podríamos habernos unido para ayudarte a detenerlo—.
—No puedo creer que esté diciendo esto—,interrumpió Freya.—Pero estoy de acuerdo con Luther. Cinco, somos algunas de las personas más poderosas del mundo. Eso tiene que contar para algo, ¿no?—
—De hecho, ya lo intentaron—.
—¿Lo hicimos?—
Cinco esperó un momento antes de responder.—Los encontré allá afuera. Sin vida—.
—¿Nos matan?—
—Horriblemente. Estaban juntos. Tratando de detener al que acaba con el mundo—.
—¿Cómo sabes eso?—
Cinco sacó lentamente algo de su bolsillo, y desdobló el papel que cubría el objeto que tenía en la mano. Puso el globo ocular en la palma de Luther, que lo miró, confuso.—Cuando te encontré tenías esto en la mano. Debiste arrancárselo de la cabeza antes de morir—.
—¿A quién?—
—Ya te dije, no lo sé.—
—Hay un número de serie atrás—,dijo Luther, examinando el objeto en sus manos.—Podríamos rastrearlo...—.
—No lleva a nada—,interrumpió Cinco.—Es sólo un trozo de vidrio—.
Diego entró de repente por la puerta y los tres se giraron en su dirección. Tenía la mandíbula apretada y los hombros tensos mientras se adentraba en la habitación.
—¡Pedazo de mierda!—Se abalanzó hacia Cinco, pero Luther lo agarró rápidamente por los brazos.—¡¿Tienes alguna idea de lo que hiciste?! ¡No! ¡Quítame tus manos de simio de encima!—
Freya tuvo que taparse la boca con las manos para evitar que se le escapara la carcajada.
—Puedo estar así hasta que te calmes—,dijo Luther, con cara de aburrimiento, sin soltar a Diego mientras el otro chico forcejeaba contra él.
—Bien—, murmuró después de un momento.
—¿Qué te pasa, princesa?—,preguntó Freya, y los ojos entrecerrados de Diego no se movieron de Cinco mientras respondía.
—Nuestro hermano estuvo ocupado desde que volvió. Estuvo en medio de ese tiroteo en Griddy's, y luego Gimble Brothers, después de que esos enmascarados atacaran la Academia, buscándolo a él—.
—Y nada de eso es asunto tuyo—,replicó secamente Cinco.
—Ahora lo es. Mataron a mi amiga—.
—¿Patch?—se preguntó Freya, y sus ojos se abrieron de par en par cuando él le hizo un pequeño gesto con la cabeza. —Dios.—
—¿Quiénes son, Cinco?—
Cinco suspiró.—Trabajan para mi ex empleadora. Una mujer llamada La Encargada. Ella los envió para detenerme. Y cuando alguien se interpone como su amiga, bueno, todo vale—.
—Y ahora todo vale para mi—,dijo Diego en tono bajo.—Y voy hacer que lo paguen—.Salió furioso, ignorando las protestas de Cinco por la causa, y la puerta se cerró de golpe al salir de la habitación.
—Va a conseguir que lo maten, ¿verdad?—.
—Sí.—
──-ˋˏ☂︎ˎˊ-──
Freya caminó por los pasillos de la casa Hargreeves, mirando en cada habitación, un intento de parar y encontrar a Diego antes de que hiciera algo estúpido, en cambio, encontró a Klaus sentado en su cama, mirando fijamente a una pared. Llamó suavemente a su puerta y él levantó la vista.
—Hola, ¿dónde estuviste?—
—Oh, ya sabes. Por ahí. En la guerra—.
—¿Qué?—Freya se rió, pero su sonrisa se desvaneció cuando se dio cuenta de que él no se estaba riendo con ella.—¿De qué estás hablando? Klaus, ¿estás bien?—
—Estoy bien—,respondió Klaus, levantándose y saliendo de su habitación. Freya lo miró irse con las cejas fruncidas, decidiendo seguirlo, donde se encontró con Diego en el camino. Los dos chicos estaban hablando en el vestíbulo una vez que ella llegó, apenas captó su conversación.—Grandioso, voy por mis cosas—.
—Diego, ¿a dónde vas?—
—No puedo estar aquí ahora—.
Freya tragó saliva, mirando por encima de su hombro y luego de nuevo a él.—Está bien que estés triste por lo de Patch. Sé que significaba mucho para ti—.
—Da igual—,Diego se encogió de hombros.—Me da igual—.
Freya se resistió a tirarle algo a la cabeza justo cuando Klaus apareció en lo alto de las escaleras. La pareja se fue, y pronto, Freya se encontró siguiéndolos mientras se deslizaba en el asiento trasero del auto de Diego.
Él le dedicó una mirada.—Esto no es un Uber, para tu información—.
Freya resopló.—¿Qué? Estoy pasando tiempo de calidad contigo—.
El paseo por la ciudad fue tranquilo, más tranquilo de lo que Freya jamás hubiera imaginado. Klaus no estaba parloteando como de costumbre, Diego no estaba siendo un imbécil engreído y anunciando cada pequeño insulto que se le ocurría, de hecho, el único sonido era la radio sonando suavemente en el fondo.
—¿Estás bien?—preguntó Diego, mirando a Klaus que estaba sentado en el asiento delantero. En lugar de contestar, Klaus se llevó la botella de alcohol a los labios para beber un sorbo.—Vaya, esto es nuevo. Mi hermano Klaus está callado. La última vez que te vi asi, fue a los doce años. Bajaste la escalera con los tacones de Grace, y te rompiste la mandíbula—.
Freya se enderezó riendo.
—¿Cuánto tiempo la tuviste cerrada?—.
—Ocho semanas—,respondió Klaus entre dientes.
—Ocho gloriosas semanas de paz—.
Klaus se incorporó bruscamente.—Oye, déjame por aquí—.
Compartiendo una mirada confusa con Freya en el espejo retrovisor, Diego se detuvo en el VFW. Sus neumáticos chirriaron al entrar en una de las plazas del estacionamiento, y Klaus abrió la puerta de golpe.
—¿Seguro que estás bien?—gritó Diego, pero el otro chico no respondió y se dirigió al interior del edificio. Diego suspiró y se dispuso a arrancar el auto en reversa, pero se detuvo cuando Freya lo golpeó en el hombro.—¿Qué demonios?—
—¡No podemos dejarlo aquí, Diego!—
—¿Por qué no?—
—Es tu hermano—.
—¡Está de mal humor! Ha dicho que está bien, así que está bien—.
—Oh, mira eso, ustedes son más parecidos de lo que pensaba—.Diego la fulminó con la mirada, y ella le apuntó con un dedo a la cara.—No me mires así, amigo. Sabes que tengo razón. Klaus no está bien, te necesita—.
—Te necesita a ti—,argumentó Diego.—No a mí.—
—Creo que esto es cosa de hermanos, ¿bien? No va a escuchar a una mujer ahora mismo. Necesita saber que te preocupas por él—.
—Sí me preocupo por él—.
Ella asintió hacia la entrada.—Entonces demuéstralo—.
—No me hagas entrar solo—.
—¿Se te olvidó ponerte el pañal de niño grande hoy?—.
A Diego se le encendió la nariz.—Te odio, ¿sabes?—
—Si entro contigo, tienes que traerme Burger King.—
—Dios—,Diego volvió a estacionar el auto con enojo.—Ni siquiera has podido elegir un buen sitio de comida rápida, ¿verdad?—.
Ella sonreía con satisfacción mientras los dos bajaban del vehículo. Cuando entraron, Klaus estaba de espaldas a ellos, examinando fotos colgadas en la pared. Los dos compartieron una mirada, antes de empezar a caminar hacia él. Diego saludó al otro chico poniéndole suavemente la mano en el hombro.
Klaus se dio la vuelta, su mirada pasó de uno a otro mientras suspiraba.—Sólo déjame en paz. Por favor—.
—No hasta que nos hables—,dijo Diego en voz baja. Freya le golpeó el brazo.—A mí. No hasta que me hables—.
—¿Es una amenaza? ¿Estás amenazándome?—
—Klaus, vamos, sabes que nos preocupamos por...—
—Oigan, chicos—,los llamó una voz desconocida, haciendo que los tres se dieran vuelta confundidos.
—Sí, soy una chica—,parpadeó Freya, cruzándose de brazos.
—Este bar es para veteranos—.
—Yo soy veterano—,se defendió Klaus.
—¿Ah si?—El hombre soltó una risita.—¿Dónde combatiste?—.
—¡Que te importa!—
—No puedes venir fingiendo ser uno de nosotros—.
—Quiso decir veterinario, abreviatura de veterinario. Sí, ayuda a los animales, a veces se confunde. De acuerdo, vámonos—,interrumpió Freya, intentando agarrar a Klaus del brazo, pero él la empujó con tanta brusquedad que casi tropieza con una mesa.
Los ojos de Diego se entrecerraron.—Klaus...—
—Oh, tengo todo el derecho de venir aquí, igual que tú—,se mofó Klaus, y Freya sintió que sus ojos se abrían de par en par ante su tono. Nunca lo había visto actuar así. Diego también estaba claramente desprevenido.—¡Tarado!—
—Woah, woah,—Diego se levantó de la mesa de billar, poniendo una mano en el pecho del hombre, que había dado unos pasos amenazadores hacia adelante.—Espera, tranquilo, marine. ¿Sí? Mi hermano bebió demasiado. Nos vamos de aquí y asunto terminado—.
—Esta bien.—
—Gracias. Klaus...—
—Siempre y cuando se disculpe—,cortó el hombre a Diego. Klaus soltó una risita desde detrás de Freya, ella le lanzó una mirada de advertencia.
—Bien—,resopló Diego.—Lo siento. Ella lo siente. Él también. Todos lo sentimos. Sí, ¿estamos bien?—
—Por favor, di que sí, sólo quiero ir a casa y comer—,murmuró Freya.
—Ahora quiero que él lo diga—, dijo el veterano, señalando a Klaus.
—Escucha, sólo trato de...—
—No, no. Tiene razón, Diego. Tiene toda la razón. No sabes como lamento... ¡estar desperdiciando tiempo con semejante idiota!—
Klaus se agachó, evitando el puñetazo del hombre, levantándose rápidamente para empujarlo hacia atrás. Diego se apresuró a intervenir, justo cuando Freya le daba un rodillazo en el estómago a uno de los hombres, observándolo mientras se doblaba y caía al suelo.
—Eres un bocón, ¿lo sabías?—Preguntó Diego una vez que estuvieron de vuelta en su coche. Klaus se estuvo riendo incontrolablemente durante los últimos cinco minutos, Freya aún no había descubierto qué era tan gracioso.
—Oh, wow—,respondió Klaus.—Qué impactante revelación, Diego—.
—Klaus, esto no es gracioso—,dijo Freya.—Tienes que dejar de hacer esto. Me preocupa tu seguridad—.
Diego le arrebató de las manos el frasco de pastillas que Klaus había estado sosteniendo, haciéndole suspirar molesto.—¿Por qué estas tomando esta porqueria? Mira esto—,ordenó, dándose palmaditas en el estómago.—Mi cuerpo es un templo. Toda eso que haces, es pura debilidad—.
—Bueno, la debilidad es deliciosa—,murmuró Klaus, sacando otra droga de su bolsillo, y los otros dos se inclinaron para golpearle la nuca.
—¿Qué demonios te pasa?—
—¡No me peguen, tarados!—
—¡No te drogues, imbécil!—Freya respondió.
—No me digas que todo anda bien—,dijo Diego, haciendo un gesto hacia el edificio VFW.—Te vi ahí dentro. Ambos lo hicimos, llorabas como un bebé—.
—¡Perdí a alguien!—gritó Klaus, y se quedaron en silencio.—A alguien importante... Perdí a la única persona que realmente ame más que a mí mismo—.
—Tienes más suerte que la mayoría. Cuando tú pierdes a alguien, al menos puedes, ya sabes, verlo cada vez que quieres—,reflexionó Diego, y el auto volvió a quedarse en silencio. De repente, ajustó el espejo retrovisor y lo miró con los ojos entrecerrados.—Es nuestro hombre—.
Tanto Klaus como Freya se giraron para verlo mejor.—¡Ey, yo conozco!—.
—¿En serio?—Ella preguntó.—¿Cómo?—
—Él y una chica muy enojada estuvieron torturándome. Apenas salí con vida—.
Fuese por las drogas o no, los ojos de Freya se abrieron de par en par al darse cuenta.—¿Te suena el nombre de Cha-Cha?—
—Tal vez... sí, sí, creo que sí—.
Diego se echó hacia delante en su asiento.—Tenemos que ir por él—.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top