04.
CAPITULO CUATRO
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—¡NO, NO puedes lavarte el cabello con jarabe de maple!—Freya gritó detrás de uno de los gemelos, pero fue ignorada, y vio como él corría escaleras arriba. Ella echó la cabeza hacia atrás con un gemido, una de sus manos recorriendo su cara mientras comenzaba a perseguirlo.—Lucas, vete a...—
El sonido del timbre de la puerta interrumpió el resto de su frase. Frunció los labios y miró entre la puerta y la escalera, antes de suspirar y caminar para abrirla.
Sus cejas se alzaron cuando vio a Allison en el porche.—Hola—,saludó, confusa.—¿Qué haces aquí?
—Bonita casa—,fue su respuesta.—¿Puedo pasar?—
Con curiosidad, Freya se hizo a un lado para que Allison pudiera entrar. La puerta se cerró tras ella.
—Algo pasó—,dijo después de un momento de silencio.—Y sólo necesito a alguien con quien hablar porque esto es absolutamente una locura, y estoy bastante segura de que eres la única persona que conozco con neuronas reales—.
Eso era probablemente cierto, Diego y Klaus solían competir por la longitud de las uñas de sus pies. Freya se abstuvo de estremecerse ante el pensamiento. Hicieron reglas y todo.
—Luther y yo encontramos unas viejas cintas... resumiendo, él cree que Grace mató a papá—.
—Mierda—, Freya sabía que sus cejas estaban por las nubes.—Pero, ¿tú no crees...?—
—No estoy segura—, confesó Allison sacudiendo la cabeza.—¿Crees que puedes arreglártelas para escabullirte? Estamos intentando tener una reunión familiar para poder discutirlo—.
—¿Estás segura de que a los demás les parece bien?—.
Allison parpadeó.—¿Qué quieres decir?—
—No soy una Hargreeves. Sólo soy una chica que solía ir a su casa todo el tiempo. Ese no es mi lugar—.
Vio cómo Allison se mordía el labio inferior.—Está bien. Te diré la verdad—.El estómago de Freya se apretó.—Necesitamos que Klaus esté sobrio para que pueda usar sus poderes. Y dudo que aparezca si tú no estás ahí. Luther me pidió que viniera a buscarte—.
Ante la expresión de Freya, Allison se apresuró.—Mira, en realidad no es para tanto. No puedes molestarte conmigo, ni con Luther. Es un hecho notorio que Klaus te escucha. Eres la única persona a la que respeta—.
—Allison, no puedes venir aquí y decirme cómo debo sentirme. Bueno, en realidad, técnicamente supongo que podrías. ¿Qué, vas a usar esa cosa del rumor para que no tengo cierto fastidio cuando se trata de la familia Hargreeves?—
Allison parecía como si la hubieran golpeado. Freya se sintió como una completa imbécil, pero no se disculpó.
—No te obligaré a venir—,dijo Allison.—Sé que tienes una vida bastante sencilla aquí, así que entiendo perfectamente si quieres mantenerte alejada de nuestro caótico desastre de familia. Pero también sé que, por mucho que intentes negarlo, tú también sientes curiosidad por lo que le pasó a Reginald. Así que no sientas que no puedes volver a la casa, ¿de acuerdo?—.
—Claro—,respondió Freya brevemente, y al mismo tiempo, un fuerte estruendo vino de arriba. Ella miró hacia las escaleras, seguido por el sonido de gritos.—Lo pensaré, ¿de acuerdo? Pero no voy a prometer nada. Estos rugrats son difíciles de controlar—.
Allison se detuvo en el umbral de la puerta, y se giró para mirarla de nuevo con una pequeña sonrisa jugueteando en sus labios.—Confía en mí, lo sé.—Se aclaró la garganta.—Espero verte ahí—.
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De alguna manera, la suerte parecía estar del lado de Freya, porque los Jenkin volvieron a casa para pasar la noche, y ella se libró de hacer de niñera. Aunque no sabía si considerarlo suerte. Prefería estar en su propia cama viendo la televisión en lugar de la cinta que se repetía delante de ella y que mostraba exactamente lo mismo cada vez. Grace le da algo de beber a Reginald, él se desmaya y ella se marcha.
—¿En serio crees que mamá le haría daño?—.preguntó Vanya desde el sillón, y Freya entrecerró los ojos mientras el clip volvía a empezar.—Ella no es así—.
—No has estado aquí en mucho tiempo, Vanya—,dijo Luther bruscamente.
—Huh,—reflexionó Freya.—Lo dice el tipo que ha estado en la luna—.
—Si fue envenenado, figuraría en el informe forense—,señaló Diego, acercándose a Freya con los brazos cruzados. Ella se removió sobre sus pies y lo miró brevemente, pero su mirada estaba dirigida únicamente hacia adelante.
—No necesito un informe cuando lo estoy viendo con mis propios ojos—,respondió Luther.
—Tal vez la ingravidez del espacio te arruino la vista—,replicó Diego.
Freya sonrió con satisfacción.—Muy buena, Leatherface—.
Diego no perdió ni un segundo.—Cállate, cerebrito—.
—Hablaba en serio, genio—.
—Justo ahí—,dijo Diego, acercándose a la televisión. Sintió el brazo como si le hubieran prendido fuego, y por un segundo pensó que Diego había conseguido molestarla de tal manera que había provocado una llama. Afortunadamente, no fue así.—Papá con el monóculo, mamá se levanta, papá sin el monóculo—.
—¡Oh, sí!—Klaus musitó, haciendo girar el líquido de su vaso. Freya lo miró. El motivo de que ella estuviera ahí era conseguir que estuviera sobrio. En silencio, se acercó a él y tomó el objeto. Klaus abrió la boca en señal de protesta, pero su mandíbula cayó al suelo cuando ella fundió el plástico en su mano.—Freya, ¿qué mier...?—
—No lo envenenó—,continuó Diego, interrumpiendo a Klaus cuando iba a reclinarse contra una de las mesas auxiliares,—se lo quitó. Para limpiarlo—.
—¿Y dónde está?—se preguntó Luther, y Freya se dejó caer en el sofá junto a Vanya. Subió las piernas a la mesita, cruzándolas mientras sus ojos escrutaban la habitación. —Registré toda la casa. Incluso las cosas de mamá. Y no lo tiene—.
—Eres un entrometido de mierda—,comentó Freya.
—Yo me lo lleve—,dijo Diego, levantando uno de sus cuchillos, y el grupo se giró para mirarlo asombrado.—Después del funeral—.
—¿Tuviste el monóculo todo este tiempo?—.Preguntó Allison.—¿Por qué hiciste eso?—
—Dámelo—,ordenó Luther.
—Lo deseché—.
—¿Qué cosa?—
—Yo sabía, que si se lo descubrías a mamá, te volverías loco, justo lo que estás haciendo ahora—.
—El Hombre Luna está molesto, mejor ten cuidado antes que te aplaste como Hulk—.
—Diego, desgraciado—,se burló Luther. Los hombres se pusieron en posición de lucha y Vanya puso los ojos en blanco.
—Cálmense—,dijo Vanya, pero ellos la ignoraron y siguieron dando pasos amenazantes hacia el otro. Con un gesto de la mano, Freya lanzó un fragmento de hielo entre los dos, y ambos retrocedieron asustados. El fragmento de hielo se estrelló contra una pared de la otra habitación, golpeando el suelo antes de romperse en mil pedazos.
—Vanya tiene razón. Suficiente—,dijo Freya.—Ustedes son peores que los dos niños pequeños que cuido—.
Vanya se levantó del sofá con un suspiro.—Sé que papá no era exactamente un libro abierto. Pero sí recuerdo algo que dijo. Mamá estaba diseñada para cuidarnos, pero también para protegernos—.
—¿Qué significa?—Allison se preguntó.
—Estaba programada para intervenir si estábamos en peligro—,explicó Vanya.
—Si su hardware está dañado... tenemos que apagarla—.
—Woah, woah, woah, espera—,protestó Diego.—¡No se trata de una aspiradora que puedas guardar en el armario! Ella siente cosas, lo he visto—.
—¡Ella no hizo nada, Diego, mientras papá se moría!—gritó Luther.
—A nosotros nos trataba como a una mierda, pero a ella la trataba como a una esclava—,espetó Diego.
—No puedes estar hablando en serio—,argumentó Freya, con el corazón hundido. Recordó todas las veces que se había caído y lastimado la rodilla. Grace había sido la que la había curado y la había hecho sentir mejor. Grace había sido la que la había consolado cuando salió llorando de la habitación de Klaus por lo que su tío le había dicho horas antes. Grace fue quien le hizo un pastel por su cumpleaños número dieciséis. Tal vez fuera un robot, pero había en ella un tipo de amor que sólo una madre podía tener.—¡Ella literalmente te crió!—
—Estoy con Luther—,declaró Allison antes de que alguien más pudiera decir algo.
—Pues que sorpresa—,murmuró Diego sarcásticamente.
—Cierra la boca.—
Diego y Luther se giraron para mirar a Vanya, que los miraba insegura.—No lo se...—
—No—,la interrumpió Diego.—Ella no vota—.
—Iba a decir que estoy de acuerdo contigo—.
—¡Okay! Ella si vota. Freya también aclaró su punto de vista sobre esto, así que te miramos a ti, fumanchu—.
Miraron hacia Klaus, que estaba apoyado en una de las columnas, con un aspecto entre divertido y sorprendido de que lo hubieran incluido. Levantó la cabeza de la columna y sus ojos se movieron entre el grupo.
—¿Ahora necesitan mi ayuda? oh, 'sal de la furgoneta, Klaus' o 'puedes subir a la furgoneta, Klaus'—.
—¿Qué furgoneta?—
Luther se burló.—¿Por quién votas, Klaus?—
—Estoy con Diego porque ¡al carajo contigo! Y si Ben estuviera aquí, él diría lo mismo—,dijo Klaus, antes de girar la cabeza y de repente sisear al aire. Freya compartió una breve mirada con Vanya.
—Somos cuatro contra dos—,concluyó Diego.
Con una burla, Luther salió enérgicamente de la habitación, y pronto, Allison lo siguió, dejando a los restantes miembros del grupo de pie en silencio. Un movimiento al otro lado de la habitación llamó la atención de Freya, que se giró para ver a Grace de pie en la puerta.
Diego siguió su mirada, sus ojos oscuros se posaron en su madre, antes de dirigirse lentamente hacia ella. Freya y Vanya caminaron detrás de él mientras colocaba suavemente su mano en el brazo de Grace.—Oye,—Diego saludó suavemente.—¿Cuánto llevas aquí?—
Ella no contestó inmediatamente, sus ojos brillaron mientras miraba al suelo. Finalmente, después de unos treinta segundos, volvió a levantar la vista.—Se los ve molestos. Prepararé galletas—.
Vieron cómo Grace se dirigía a la cocina, con sus tacones resonando en la silenciosa casa. Todo lo que Freya podía hacer era fruncir el ceño.
—Bueno, eso no fue raro en absoluto—,dijo Freya después de un rato de silencio.—Pero no voy a rechazar unas galletas—.
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Dormir en la habitación de Klaus no era nada extraño para ella. Cuando eran más jóvenes, Allison solía burlarse de ellos por eso. Todo el mundo parecía pensar que algo estaba pasando. Pero Freya preferiría comer un cactus, y estaba segura de que Klaus sentía lo mismo. Sólo eran dos personas que necesitaban una sensación de estabilidad en el mundo, y para Freya, Klaus había sido la única persona que la había mantenido a flote cuando era adolescente.
Sin embargo, lo que le resultaba extraño eran los disparos que la hicieron sobresaltarse en la cama. Estaba convencida de que estaba oyendo cosas, pero cuando el sonido continuó, se incorporó rápidamente y abrió lentamente la puerta, mirando a ambos lados antes de salir.
Freya se apresuró a caminar por el pasillo y al doblar una esquina chocó contra algo duro. Inmediatamente la empujaron contra la pared y le pusieron una mano húmeda sobre la cara. Freya miró a Diego con ojos muy confundidos, pero él se llevó el dedo a los labios, en señal de que se callara. El corazón le retumbó en el pecho, la última vez que habían estado tan cerca fue...
—Vamos—,susurró él.
Cuando ella asintió, él le quitó la mano de la boca y los dos corrieron por otro pasillo. Más disparos sonaron detrás de ellos, y Freya chilló una vez que uno pasó por su pierna. Diego la agarró de la mano y, antes de que ella pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, los dos ya estaban volando por encima de la barandilla.
Diego aterrizó en el suelo sin problemas, pero Freya cayó torpemente al suelo, gimiendo mientras el dolor le subía por el costado. Como si fuera la cosa más ligera de la tierra, Diego la levantó y la arrastró detrás de uno de los sofás, respirando con dificultad, pero en silencio a pesar de todo.
Unos pasos se acercaron, y los dos se agacharon más abajo del sofá, compartiendo miradas aterrorizadas. Diego se movió en el suelo, su codo se golpeó contra una de las mesas laterales, e inmediatamente la habitación estalló en disparos. Las balas volaban desde todos los ángulos, rebotaban en las paredes, reptaban en el suelo y rodaban junto a sus pies.
Freya levantó una de sus manos en el aire, levantando una ráfaga de viento como un intento de redirigir algunas de las balas. Pero antes de que pudiera averiguar si su plan había funcionado o no, uno de los intrusos gruñó y los disparos cesaron.
La voz tensa de Allison pedía ayuda, y fue entonces cuando Freya se dio cuenta de que estaba siendo asfixiada. Diego entró en acción, saltando sobre la espalda del hombre mientras lo golpeaba repetidamente, pero fue en vano. Freya sacó rápidamente el brazo de Diego del hombre, antes de que una llama saliera de su palma, y la dirigió a sus pantalones.
El intruso gritó, soltando al instante a Allison, y ella cayó débilmente al suelo justo cuando Luther entró a la carga. Lanzó al hombre de vuelta al salón, antes de volverse hacia los tres.
—¡¿Y esos quiénes son?!—preguntó Allison, respirando agitadamente.
—De nada—,dijo Luther secamente, con la mirada perdida entre Freya y Diego.
—¡No te necesitaba!—Protestó.—Freya es la que casi incendia la casa—.
—Noticia de última hora, idiota, mi incendio es lo que salvó a Allison del infierno. Así que cállate—.
—Sí, los tenias controlados—,comentó Luther.
—¡Era parte de la estrategia!—
Los disparos volvieron a sonar y todos se agacharon. Los instintos de Freya se pusieron en marcha, y su brazo se levantó, sintió que el aire de la habitación cambiaba drásticamente cuando la pared de hielo frente a ellos se hizo más alta, atrapando las balas en su interior.—Mierda—,se las arregló a través de su sorpresa.—Olvidé que podía hacer eso—.
Rápidamente salieron corriendo de la habitación, dividiéndose mientras Luther se abalanzaba sobre el hombre, mientras Allison y Freya se escondían en el sótano. Agachándose bajo la mesa de billar, vio como un par de zapatos se abría paso lentamente a su alrededor. Allison levantó la mano para tomar uno de los tacos y se impulsó para golpear al ladrón en la cabeza.
Ambos forcejearon, pero al final Allison recibió un golpe en la cara y cayó contra la mesa.
—¿Vas a rumorear a esa loca?—La voz de Diego preguntó desde la entrada.
—No hace falta. Porque esta perra ya me hizo enfadar—,informo Allison, antes de girar sobre sí misma, y golpear con su puño la cara del intruso. Diego tomó un cuchillo de la barra, lanzándoselo justo cuando Allison caía al suelo.
—¿Qué?—Preguntó Diego mientras Freya salía de debajo de la mesa.—¿Te acobardaste?—
—Lo tenías cubierto—,respondió Freya, levantando una ceja.—¿A menos que estés admitiendo que necesitabas mi ayuda?—
Allison se burló.—Vámonos. Luther está en peligro—.Los tres corrieron rápidamente escaleras arriba, sólo para encontrar a Luther de pie sobre el otro hombre sin nombre.
—Oh, sí. En tanto peligro—,murmuró.
Se reagruparon y los cuatro se pararon en medio de la habitación, recuperando el aliento. De repente se oyó un ruido en lo alto que los hizo levantar la vista.—¡Cuidado!—gritó Luther, empujando a Allison hacia el suelo, mientras Diego tiraba bruscamente de Freya hacia atrás. Ella aterrizó en la dura baldosa con un gemido, justo cuando el candelabro cayó sobre el rubio.
—¡Luther!—gritó Allison, compartiendo una mirada de pánico con los demás.
El único sonido que emitió fue un gruñido mientras se levantaba lentamente del suelo. Freya lo miró boquiabierta. Su camisa había sido desgarrada, dejando al descubierto su pecho, que estaba lejos de parecer humano en absoluto. Tenía los brazos completamente cubiertos de pelo. No sabía cómo describirlo.
—Mierda—,murmuró Diego, reflejando sus pensamientos.
Freya continuó mirándolo fijamente en completo y absoluto shock. Ni siquiera se dio cuenta de que se había quedado con la boca abierta hasta que Diego le dio un codazo en el estómago.
¿Luther era un hombre lobo?
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