03.




CAPITULO TRES
──-ˋˏ☂︎ˎˊ-──

—¡QUE TENGAN un buen día!—Freya gritó por la ventana, viendo como los gemelos corrían por las escaleras hacia el edificio de la escuela. Se reclinó en su asiento con un suspiro, antes de mirar por el parabrisas, y gimió una vez que vio la línea de tráfico delante de ella.

De repente, una luz azul apareció por el rabillo del ojo y dio un respingo, golpeándose la cabeza contra el techo del auto.—¡Por Dios, Cinco! No puedes seguir haciendo eso—.

En lugar de contestar, miró en dirección a la escuela primaria.—¿Tienes hijos?—

—Oh, diablos, no—,Freya hizo una mueca.—Solo soy su niñera—.

—Klaus es incapaz de escuchar—,dijo Cinco.—Es como si todo lo que digo le entrara por un oído y le saliera por el otro—.

—Soy extremadamente consciente de esto—.

—Le gritas lo suficiente—,continuó Cinco.—Y te escucha. Los oí a los dos cuando se fueron ayer. Francamente, no tengo la paciencia ni, sinceramente, la energía para gritarle constantemente, pero necesito su ayuda, lo que significa que necesito tu ayuda—.

Freya lo miró mientras encendía su intermitente.—De acuerdo... —

—Necesito que finjas ser mi madre con Klaus—,fue todo lo que dijo.

—¿De qué se trata esto?—

—No hagas preguntas—,interrumpió Cinco.—Nos vemos en nuestra casa en quince minutos—.

—¿Hola? ¿No ves la fila de autos...?—Ella no llegó a terminar, porque él ya se había teletransportado fuera del vehículo. Freya se golpeó la cabeza contra el asiento, molesta.—Estos malditos niños—.

──-ˋˏ☂︎ˎˊ-──

—Quiero aclarar los últimos detalles—,dijo Klaus una vez que Freya llegó a la casa. Los tres se quedaron en la entrada.—Sólo tenemos que ir a este lugar, y fingir ser tus queridos padres, ¿correcto?—

—Sí—,confirmó Cinco.—Algo como eso.—

—¿Cuál es la historia de fondo?—

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?—

—Digo, ¿éramos muy jóvenes cuando te tuvimos? ¿Como, dieciséis? ¿Jóvenes y terriblemente perdidos?—

—Sí, ¿y por qué di a luz a un bebé blanco?—

—Es adoptado—,respondió Klaus.—Boom. Historia resuelta—.

—Bien, porque de lo contrario eso significaría que tuve sexo contigo, y sólo de pensarlo me dan ganas de vomitar—.

—¿Qué, no soy sexy?—Klaus estaba atónito.

Freya se giró hacia Cinco con mirada suplicante.—Vamos a terminar con esto—.

—Nos conocimos en una disco—,continuó Klaus.—Y sí, el sexo era asombroso—.

Freya le dio un golpe en el estómago.—¿Qué acabo de decir...?—

—Qué vistazo tan perturbador a eso que llamas tu cerebro—,dijo Cinco.

—¡Eh!—Klaus gritó tras él.—¡No me obligues a quitarte la mesada!—

El lugar al que Cinco los había arrastrado le recordaba a Freya una especie de manicomio. Excepto por el montón de ventanas, todos llevaban exactamente el mismo uniforme, y todos parecían caminar exactamente igual.

Desde donde estaban sentados en una oficina, el sol se reflejaba justo en los ojos de Freya. Tuvo que entrecerrar los ojos para mantener la mirada del hombre sentado frente a ella.

—Como le dije antes a su hijo, toda la información sobre las prótesis que fabricamos es estrictamente confidencial. Sin el consentimiento del cliente, no puedo ayudarlos—.

—Pues, si no nos dices su nombre, no nos dará el consentimiento—,se mofó Cinco, levantándose de su asiento y desviando la atención de Freya del médico.

—No es mi problema—,respondió el mayor encogiéndose de hombros.—Lo siento, no hay nada más que pueda hacer así que...—

—¿Y qué pasa con nuestro consentimiento?—.interrumpió Klaus, y ella giró la cabeza para mirarlo confundida. Los planes de Klaus nunca salían bien. Ejemplo A: la vez que intentaron entrar a escondidas en una escuela secundaria para experimentar un baile de graduación. Acabaron siendo perseguidos fuera del edificio con una escopeta apuntándoles a la espalda.

Ejemplo B: cuando intentó vender hierba disfrazada de chocolate a un grupo de niños de diez años. Freya acabó en la parte trasera de un coche de policía y pasó toda la noche pudriéndose en una celda. Se prometió a sí misma que nunca volvería a seguir uno de sus estúpidos planes.

—¿Como dice?—El doctor preguntó.

—¿Quién te dio permiso a ti... para lastimar a nuestro hijo?—

—¿Qué?—Los otros tres resonaron, y Freya compartió una mirada confusa con Cinco.

—Ya me oíste—.

—Yo no toqué a su hijo—,se defendió el médico.

—¿Oh, en serio?—acusó Klaus.—¿Entonces por qué tiene hinchado el labio?—.

Freya miró al Cinco, con las cejas fruncidas, mientras buscaba en su cara las heridas que Klaus insistía en que tenía. Rápidamente descubrió que su labio no estaba hinchado, parecía completamente intacto. Entonces, ¿a dónde quería llegar Klaus?

—No tiene el labio hinchado...—,empezó a decir el médico, pero fue interrumpido por el sonido de la silla de Klaus deslizándose contra el suelo mientras se levantaba para golpear a Cinco en la cara. Freya lo miró estupefacta, con la mandíbula cayendo al suelo.

—Estás loco—.

Klaus soltó una risita malvada, antes de tomar una bola de nieve del escritorio.—'Paz en la Tierra'. Qué dulce es eso—.De repente se estampó el objeto contra la frente, haciendo que Freya diera un respingo como respuesta cuando el cristal resbaló por su cara hasta caer al suelo.

Rápidamente se agachó para recoger un trozo y se giró para mirarla. Con un movimiento relámpago, Freya dio un respingo ante el dolor que apareció de repente en su mejilla. Su mano voló para sujetar la nueva herida que Klaus le había hecho con el cristal, y la apartó para descubrir que las yemas de sus dedos estaban cubiertas de sangre.

—Klaus, ¿qué demonios? ¡Esto va a dejar una cicatriz!—

— Llamaré a seguridad... —

Klaus le arrebató el teléfono y se acercó el aparato a la oreja.—¡Hubo una agresión!—le dijo con voz triste, como si hubiera estado llorando.—En la oficina de señor Bigs, necesitamos a seguridad. ¡Schnell!—Dejó el teléfono de golpe en el escritorio, apoyando los antebrazos en él mientras suspiraba profundamente.—Esto es lo que va a pasar, Grant.—

—Me llamo... Lance.—

—En sesenta segundos, dos guardias entrarán por la puerta, y verán sangre por todas partes, y se preguntarán '¿qué diablos pasó?' Y vamos a decirles que nos diste una horrenda paliza—.Klaus se levantó con un sollozo dramático, antes de enviar una sonrisa falsa en dirección al médico.—La cárcel te va a encantar. Créeme, estuve ahí—.

—Pero—,intervino Freya,—no tendrás que ir a la cárcel si nos das el nombre. Saldremos de aquí como si nada hubiera pasado. De hecho, estoy bastante segura de que esto es porque mi gato me arañó—.Entre cerró la mirada.—¿Está claro?—

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top