03
CAPÍTULO TRES
✧・LA VIDA DE NYRA・✧
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𝟸𝟼 𝚍𝚎 𝚗𝚘𝚟𝚒𝚎𝚖𝚋𝚛𝚎 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟽𝟽
— ¡Ábreme la maldita puerta Nyra! — gritó Vanessa golpeando la puerta de seguido.
La susodicha se aguantó un jadeo del dolor al levantarse de golpe y caminó hacia la puerta abriendo después de tanta insistencia de su parte.
— Ya cálmate loca, no estoy haciendo nada malo.
— No me mientas, pude olerlo.
Se acercó rápido a ella para intentar bajar su pantalón y las dos comenzaron a forcejear entre gritos, pero finalmente ganó Vanessa dejando al descubierto sus piernas viendo claramente nuevas marcas causadas por la quemadura del cigarrillo.
— Nyra...
— Ya lo sé, no digas nada.
Suspiró agachando la cabeza en parte avergonzada de recaer una y otra vez y que su mejor amiga presencie todo el tiempo lo desastrosa que es, siente que no la merece y que estaría mucho mejor sin ella a su lado, de hecho intentó alejarse tantas veces pero Vanessa seguía ahí de terca a su lado reclamándole a más no poder y diciéndole que jamás logrará que la deje, que estará a su lado por el resto de su vida.
— Deja te curo al menos para que no se infecte.
Le levantó su pantalón y luego agarró su mano llevándola y Nyra se dejó en todo momento, incluso cuando le quitó de nuevo su pantalón, la hizo sentar y se agachó para comenzar a curarle, solo por estar ya lo suficientemente avergonzada de la situación, pero toda culpabilidad se hizo presente cuando escuchó su nariz siendo sorbido y al verla pudo notar que se encuentra llorando silenciosamente.
— No llores por favor — suplicó triste.
— ¿Por qué lo sigues haciendo? No ves que te lastimas, es que mira como ya tienes las piernas.
— Me ayuda a olvidar todo por un momento y centrarme solo en el dolor físico que estoy sintiendo, incluso luego de terminar de hacerlo puedo continuar centrándome solo en eso al seguir doliendo y no en lo demás — habló en voz baja sin mirarla, aún así su amiga la escuchó bien.
— Ya es momento de que aceptes ayuda de un psicólogo Nyra — habló angustiada de que la situación pase más allá — Desde hace dos años que estás así, esto no puede continuar.
La rubia solo negó sin querer hablar de ello y la pelinegra lo entendió y soltó un suspiro siguiendo en silencio viendo todas las cicatrices que tiene en sus piernas. Toda la situación le da tanta impotencia y se siente inútil porque no puede ayudarla, por más que ha intentado nada funciona, no logra hacerla entrar en razón.
— ¿Crees que a tu papá le gustaría verte así?
— Ni se te ocurra Vanessa Young — la miró al instante con frialdad — No lo metas en esto.
— Lo tengo que meter porque desde su muerte que estás mal y solo va empeorando con el tiempo. Me preocupo mucho por ti.
— Sabes que esa no es la única causa.
— Lo sé, pero no debes dejar que te afecten los comentarios.
Eso es difícil cuando hace años que viene soportando comentarios despreciativos de los estudiantes hacia ella, todo empezó con algunos Slytherin que la criticaron por ser como ellos lo dicen sangre sucia, pero con el tiempo solo fue empeorando y cuando se inventó un rumor muy feo de ella ya no solo fueron los de la casa verde quienes tiraban comentarios hacia ella. Al principio ignoraba todo pero poco a poco cada cosa que le decían iba calando en su mente y fue peor cuando su padre murió y las consecuencias que trajo consigo, esa fue la gota para llevarla a la completa miseria y tener que vivir día a día fingiendo que está bien aunque por dentro solo desea morir para dejar de sufrir.
— Claro, al decirme eso ya solucionas todos mis problemas — rodó los ojos apartándola y levantando su pantalón.
— Solo intento ayudar Nyra — suspiró agotada — Ya no sé qué decirte, hace tanto tiempo que vengo intentándolo.
— Ya sabes la solución a todo para que no tengas que continuar soportando mi mierda.
— Olvídalo, no voy a alejarme de ti ni por más veces que lo intentes.
— Cualquier persona haría eso.
— Pero yo no, hemos estado juntas desde los seis años y no pienso dejar todo eso atrás como si nada, no dejaré abandonada a mi mejor amiga cuando más lo necesita.
— Ay cariño.
Olvidando su molestia de hace rato la sujetó de los hombros y la acercó para luego envolverla en un fuerte abrazo que fue correspondido de inmediato.
Sin importar qué pase está más que claro que ellas seguirán juntas por siempre como lo habían prometido unas mini versión suyas.
— Gracias por apoyarme en todo. Te amo Nessa — susurró.
— Y yo te amo a ti Nyra — susurró sonriendo.
Ambas se quedaron abrazándose por un tiempo que se sintió muy largo pero que lo disfrutaron; sin embargo, Nyra se alejó primero al necesitar escaparse de esas cuatro paredes que la asfixian ahora mismo al tener muchos pensamientos negativos rondando en su cabeza.
— Iré a donde siempre, lo necesito.
— Está bien, cuídate y regresa antes que oscurezca, no vaya a ser que luego te quedes dormida y al día siguiente debas irte a la enfermería por una gripe.
— Andamos muy específicas eh — sonrió recordando aquella vez que le pasó eso — No lo olvidarás nunca ¿verdad?
— Jamás — sonrió dándole un leve empujón — Ya vete que William vendrá dentro de un rato.
— Claro, ahora me echas, que falta de respeto, le prefieres a ese que a tu amiga — dramatizó en broma.
— Ay no mi vida, no te pongas así que tú siempre serás la primera en mi corazón y mente — le guiñó el ojo siguiéndole el juego.
Las dos se miraron fijamente con seriedad, pero segundos después estallaron en risas. Y ahí está la única que es capaz de hacerla reír en todo momento, incluso en sus malos ratos.
— Ya me voy, hasta luego bella — le tiró un beso y caminó hacia la puerta.
— Nos vemos luego.
Apenas salió de la habitación toda sonrisa se borró de su rostro al ya no ser necesario demostrar otra cosa. De eso se trata su día a día, dar unas sonrisas para que la gente no haga preguntas demás y lo ha hecho tan bien que al parecer nunca nadie se dio cuenta, aunque hay veces que si son reales sus sonrisas, pero son muy pocas las personas que le han quitado uno así.
Después de un tiempo llegó a una parte oculta cercana al lago y con una hermosa vista de la naturaleza que rodea, hace unos años descubrió y desde ese entonces ha sido su lugar secreto en donde va a despejar su mente o simplemente a relajarse.
Se sentó juntando sus piernas hacia su pecho y recargó sus brazos y cabeza en el mirando a lo lejos las montañas y el cielo despejado; solo ahí se permitió pensar en toda la situación por un breve momento y como siempre hizo un gran esfuerzo en intentar que no la consuman sus malos pensamientos.
Hace un tiempo atrás se prometió así misma que estando en ese lugar no se permitiría dañarse en todos los sentidos, que sería como un lugar sagrado en el que no se permite nada negativo, al principio costó un montón pero poco a poco fue funcionando hasta que se convirtió en el único lugar que se siente en paz consigo misma.
De a poco fue calmándose y sintió su mente despejada de todo problema, incluso ignoró el ardor y dolor causado por las quemaduras, después de todo aunque sea triste ya está acostumbrada a ello; sin embargo, eso no significa que dejara de doler en algún momento, pero esa es la causa principal por la cual lo hace, que el dolor físico sea mayor que lo emocional.
Cerró los ojos disfrutando del fuerte viento chocar con su cuerpo y se puso a cantar bajito una canción que su padre inventó y que le cantaba desde muy pequeña, de esa forma se sintió reconfortada y por un momento se puso a imaginar que está sentado a su lado cantando con ella y una verdadera sonrisa adornó su rostro. No importa que pasen años, siempre él le hará falta en su vida porque fue su mayor soporte y su unión fue una de las más fuertes y puras.
— Gracias papá, ya me siento mejor — susurró como si estuviera ahí.
Y por el resto del día siguió en ese lugar sin querer abandonar la paz momentánea que tiene, sabiendo que cuando regrese todo eso va a desaparecer.
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