❝O2. - 𝘾𝙚𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙙𝙧𝙚 ❞

𝑯𝒐𝒚 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔
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Celos de padre
╰───⌲Cap. 𝐎𝟐. ༣. . ·

—Creo que es hora de recoger todo esto, ¿no crees, preciosa? -dejó un pequeño y dulce beso en los labios de la joven, quién encantada, correspondió el mismo con una gran sonrisa.

—Claro que sí, cariño -contestó con alegría inmensa.

Se dieron un beso más apasionado, rodeando su cuello con tus brazos, y él rodeando su cintura. Solamente eran ustedes dos en ese momento. Bueno, hasta que un grito llamó su atención.

—¡Consíganse una habitación! ¡Pinches puercos! -exclamó una voz a la lejanía.

Ambos voltearon sorprendidos a donde provenía el grito, notando como Leonardo y tu madre estaban detrás de un árbol, viéndolos con una gran sonrisa.

—¡Felicidades a ambos! -exclamaron ambos felices.

Izuku y tú voltearon a verse con pequeñas sonrisas y rieron. Sacaste un pañuelo de tu bolso y limpiaste los labios de Izuku, quien tenía un poco de labial esparcido por todo el rostro. Izuku en ningún momento quitó la mirada de enamorado que tenía. Hiciste lo mismo contigo, tratando de quitar el labial que quedó alrededor de tus labios.


• • •


Ahora mismo se encontraban de camino a casa, tu madre iba manejando, Leo iba de copiloto, e Izuku y tú iban en la parte de atrás tomados de las manos. Ambos estaban felices, ya que después de dos meses, por fin, habían podido decir sus sentimientos.

Izuku seguía pensando en su madre, en qué él quería que ella estuviera en ese gran momento, apoyándolo, pero no era posible debido a que ella no estaba con él.

—¿Todo bien? -preguntaste en un susurro. Te preocupaba el hecho de que su mirada parecía triste.

—Sí -sonríe, tratando de no preocuparte. Sabía que nada estaba bien, pero contigo, a su lado, podía olvidarse de todas sus preocupaciones.

—¿Seguro? -no sonabas muy convencida, y eso lo puso nervioso.

—Seguro

Asentiste no muy convencida, pero lo dejaste pasar mientras recargabas tu cabeza en su hombro, y él recargaba su cabeza encima de la tuya.

Ambos eran vistos por Leo y Camila por el retrovisor, ambos estaban con una sonrisa en el rostro, ya que después de mucho tiempo y de dudas, por fin estaban juntos.


• • •


Al llegar a casa pudiste notar, el auto de tus padres, junto con el auto de los padres de Leo y la mamá de Abi.

—Vaya, llegaron más rápido -dijo tu madre.

—¿A qué te refieres? ¿Por qué ellos están aquí? -preguntaste demasiado desconcertada, tanto que volteaste a ver a Izuku con la misma mirada de desconcierto.

—Les dijimos que teníamos algo importante que decirles, por lo que tendrían que estar en casa en menos de una hora -Leo habló, riendo al instante.

Los cuatro bajaron del auto, y al entrar, Abi corrió hacia tus brazos, dándote un fuerte abrazo de oso.

—Se ve que me extrañaste, y no ha pasado ni un mes -sonríes acariciando su coronilla y dejando un pequeño beso en su frente.

Esto causó un pequeño sonrojo en la menor, quien apartó la mirada avergonzada con una sutil sonrisa.

—Bien a lo que vinimos -Leo dijo llamando la atención de los presentes.

—Tenemos una noticia bastante importante -habló Camila con emoción. Jurabas que salían brillos de su alrededor.

—¿Cuál es? -preguntó la madre de Leonardo.

Ambos guardaron silencio durante unos segundos, hasta que por fin lo dijeron.

—¡Izuku y ___ están saliendo oficialmente! -exclamaron con emoción.

Los gritos de emoción no se hicieron esperar. Abi estaba con una gran sonrisa.

—¡Ya se estaban tardando! -ríe.

—Creo que sí -dijo Izuku. Estaba apenado por recibir tanta atención.

Todos estaban felices... Bueno, casi todos. Raúl era el único que estaba con una vena marcada en la frente, por lo que sin decir nada, tomo a tu madre de la mano y se dirigieron a la cocina. Tu madre desconcertada se dejó llevar por él a la cocina.

—¿Por qué no me lo dijiste? -puchero.

—Amor, sabes que ___ ya no es una bebé, en algún momento debía de pasar -sonríe, tomándolo de las mejillas- Así que no te preocupes, Midoriya es un buen chico, él la defendió cuando sucedió lo de Alejandro, además de que siempre ha estado con ella, a pesar de lo que ha pasado. Es más cuidadoso, más protector, y mucho más. Te juro que él es el indicado para nuestra niña, él sería incapaz de lastimar a nuestra hija -le da un beso en la mejilla.

—Creo que tienes razón -tristemente suspiró- Simplemente, no puedo creer que ella ya no es la bebé a la que solía cargar en mis brazos, a la que cargaba en mis hombros, cuando la cargaba cada vez que se quedaba dormida en el carro -suspiró- Simplemente extraño esos momentos... Jamás pensé que este momento llegaría tan rápido, quisiera volver al pasado y volver a vivir esos momentos

—Yo también lo hago cariño, pero hay que dejarla ir en algún momento -sonríe- Si todo va bien en la relación, puede que ellos en un futuro se casen, o que tengan hijos -ríe.

—Ya te habías imaginado la vida completa de ellos dos -Raúl ríe.

—Claro que sí, sabes que ella lo ama demasiado -sonríe-

Raúl suspiró, antes de volver a hablar.

—Es momento de dejarla ir -sonríe.

—Esa es la actitud -toma la mano de su esposo y regresan a la sala, notando como ambos estaban abrazados con una gran sonrisa en el rostro de cada uno.

—Felicidades -Raúl abrazó a ambos.

—Gracias papá -lo abrazas.

—Espero que la cuides Midoriya -dijo.

—Lo haré, señor, daré mi vida si es necesario -sonríe.

—Ay chico -le pone una mano en su cabeza- Hazla feliz -sonríe.

—Lo haré, se lo prometo -asegura.


• • •


Horas después ya habían comido algo. Los adultos y Leonardo estaban en el comedor platicando cosas de adultos. Ya que sí, Leonardo ya era considerado un adulto.

Izuku y tú estaban en tu habitación viendo películas, abrazados el uno del otro.

—¿Todo bien? -preguntaste al notarlo distraído.

—No, es solo que... Me pregunto cómo estará mi madre, no he sabido nada de ella desde hace dos meses -dijo.

—Sé que ella está bien -sonríes- Los héroes harán un gran trabajo en cuidarla a ella, a los civiles y a la clase -dices.

—Eso espero -sonríe.

Ambos siguieron viendo la película, hasta que Izuku se tuvo que ir con Leonardo y sus padres.

Tú te encontrabas escribiendo un nuevo capítulo en tu cuenta para adultos. Hasta que tu padre entró a la habitación.

—¿Puedo hablar contigo un momento? -preguntó.

—Claro -dejas el celular de lado y te sientas en la cama, dándole un espacio a tu padre para que se siente.

—¿Sabes que te quiero con toda mi alma, no es así?

—Claro que lo sé -sonríes.

—Y a pesar de todo lo que ha pasado, siempre serás mi niña hermosa y mi bebé -acaricia tu mejilla- Sin embargo, no estoy listo para verte partir -triste.

—¿A qué te refieres? -desconcertada.

—No estoy listo para cuándo te vayas de la casa, y nos dejes a tu madre y a mí solos aquí -suelta una lágrima- Todavía no estaba preparado para cuándo tuvieras pareja, y mírate ahorita, ya tienes pareja y todo, es posible que hasta en un futuro se casen -limpia sus lágrimas.

—Papá, no llores, sabes que me harás llorar a mí -dices, evitando dejar salir un sollozo de tu boca.

—Lo siento mi niña, pero es la verdad, todavía recuerdo cuando te cargaba en mis brazos, y decía que eras la niña más hermosa del planeta, cuando te cargaba en forma de caballito, cuando jugábamos a las luchas, cuando le hacíamos bromas a tu madre -toma tu mano- No quiero dejarte ir y verte formar tu vida con alguien más, simplemente no quiero, todavía no estoy preparado

Ambos sollozaron, sabiendo que era verdad.

—Todavía no estoy listo para verte ir con tu pareja, todavía no, no estoy preparado para verte casada y con hijos -solloza cada vez más fuerte- Así que prométeme algo -dijo.

—¿Qué es? -preguntaste, limpiando tus lágrimas.

—Prométeme que a pesar de que te vayas de la casa, consigas pareja, te cases y formes tu propia vida y a tu propia familia, jamás dejarás de amarnos, jamás nos olvidarás

—Te lo prometo papá -lo abrazas fuerte- Te prometo que jamás los olvidaré, te prometo que siempre los amaré sin importar que, y siempre serán mis héroes y las personas más importantes en mi vida -sonríes, sollozando cada vez más fuerte.

Ambos ni siquiera se percataron de Camila, la cual estaba en el marco de la puerta, viendo todo, evitando sollozar. Ella se acercó de manera cuidadosa hacia ustedes, para sentarse en la cama y abrazarlos.

Sabías que en algún momento tus padres ya no estarían en el mundo, que en algún momento tú te tenías que ir y que ellos tenían que dejarte hacer tu propia vida. Eso era lo que temías, el dejarlos solos en esta casa, el que ellos en algún momento dejaran de formar parte de tu vida, el que tuvieras que dejarlos ir y dejarlos de ver. Pero tú misma sabías algo, y eso era que sin importar que, siempre estarías ahí para apoyarlos.

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