𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐔𝐓𝐋𝐄𝐑
for ʙʀɪᴅɢᴇʀᴛᴏɴ

SULLIVAN WATSON

❝ i got the beauty, got the brains
got the power, hold the reins
i should be motherfuckin' crazy ❞

♞ 30 años ♞ heterosexual ♞ he/him ♞

Las responsabilidades solo parecen pesar a aquellos con un título nobiliario, pero bajo el suelo y en cuartos en penumbra el servicio hace brillar cuberterías, hace funcionar bailes y hace relucir cada espejo en el que se miran con vanidad sus superiores.

La servidumbre es un reflejo de la nobleza, dos caras de una misma moneda, que se entremezclan y se convierten en muchas ocasiones en algo más que simples empleados.

Las líneas se borran y, quienes parecían no tener absolutamente nada en común, ven que hay algo más grande que los une: la lealtad.

La historia de los Watson con la familia Tyrell es una de esas historias de lealtad, donde los lazos se unen por generaciones y ni las desgracias son capaces de separarlos.

Gerald Watson fue el primero en unir su destino a los Tyrell. Lo hizo con tenacidad y con la diligencia de una mano derecha en situaciones donde los nobles no alcanzaban, como era las que concernían al servicio.

Los susurros sobre la familia siempre existirían entre los envidiosos, pero el tosco hombre aprendió a torearlos y esquivarlos, juzgando con sus propios ojos si aquel título nobiliario era lo único salvable o si había algo más allá.

Lo que el padre de Sullivan encontró más allá de los Tyrell fue una familia sin miedo a tomar lo que es suyo. Para un hombre con tan poca educación como Gerald por su estatus, aquello era más que respetable.

El hombre pasó mucho tiempo haciendo las veces de manitas y de jardinero para la familia, hasta que se casó con la ama de llaves de la casa y tuvo un precioso niño de cabello azabache y ojos azules.

Sullivan creció trabajando con su padre. Podían pasar horas y horas sin hablar mientras recortaban los bonitos setos de la finca de los Tyrell, plantaban flores y arreglaban muebles con desperfectos.

Cuando hablaban, solo era para discutir sobre algo mal hecho o para que Gerald le diera lecciones sobre jamás morder la mano que te daba de comer.

Cuando sus padres fallecieron siendo él un adolescente, Sullivan recordó absolutamente todas sus enseñanzas y dio la vuelta para observar el gran palacio de los Tyrell, con manos a su espalda y respeto en su mirada.

Lealtad. Esa era la clave de todo.

Durante los siguientes años, Sullivan se mantuvo escalando en la jerarquía de la servidumbre, percatándose de que para poder llegar a vivir cómodamente tenía que ser despiadado.

Había crecido contemplando las jugarretas que los mayordomos se dedicaban, intentando superar todo el tiempo al que vestía al Tyrell que estaba a la cabeza en ese momento, exclusivamente para que le echaran y subir ellos a ese cargo.

Más paga, más respeto y, sobre todo, la habilidad de mandar y ordenar, que parecía marcar quién era el rey sobre ese nido de ratas y serpientes.

Incluso con dieciocho años y siendo mozo de cuadras y jardinero, Sullivan ya sabía dónde quería estar... Arriba de esa cadena alimentaria.

No era un deseo noble, era solo una oportunidad de medrar que, años más tarde, se convertiría en algo muy distinto al acabar bajo el servicio del actual rey, Mitchum Tyrell.

Incluso con las pocas oportunidades que se le daba a la servidumbre, Sullivan había sido agraciado con una mente maquiavélica para trazar planes. Una mente maestra para el arte antiguo de los rumores y los secretos.

Siendo un muchacho discreto logró ganarse la confianza de muchos para luego lanzarlos al vacío con acusaciones de robo de la plata de la familia Tyrell, de prendas o simplemente con malos comportamientos que en ocasiones no tenía ni que planear.

Pasó de ser un mozo de cuadras a estar sirviendo las cenas a la familia Tyrell y, con años en medio, terminó encontrándose todas las mañanas abriendo las cortinas del cuarto de los reyes, despertando a la reina en el proceso, despojando al monarca de su ropa de dormir y vistiéndole para millones de ocasiones a lo largo de los años.

Al principio Sullivan era un hombre discreto y correcto, pero los años de servicio le tornaron más que un mayordomo para el rey. Un confidente, alguien que podía decirle la verdad cuando esta era pedida y que susurraba en su oído cada información grave que ocurría entre sus compañeros.

Una mañana, mientras deslizaba la chaqueta del traje por los brazos del monarca, se miró al espejo de la sala y se percató de lo que decía su padre hacia años.

"Un día no lo verás como trabajar para un noble, lo verás como trabajar para una familia con nombres, apellido y ambiciones. Ellos te conocerán y tú los conocerás a ellos. Ambos os valoraréis, como una simbiosis que se convierte incluso en cariño y respeto mutuo."

Y era cierto. Conocía a sus hijos, los gustos de cada uno en los platos de comida, las flores que adoraban, los colores que despreciaban y sus hábitos y horarios. Conocía al rey y conocía a la reina. Cuidaba de ellos, estaba allí siempre que le necesitaban para absolutamente todo lo que era posible.

Se encontraba a sí mismo velando por la seguridad de todos como mejor sabía... Apartando a todo aquel que le pareciera sospechoso entre el trajín del servicio de la Casa Real.

Por supuesto, eso significaba ganarse enemigos entre su propia gente, en especial con la táctica que Sullivan había perfeccionado con el paso de los años.

Cada mayordomo que entraba era entrenado por él y tras unos meses de servicio, los reunía en su pequeño despacho. Les ponía sobre la mesa dos complicadas opciones: ser despedidos con una carta de recomendación donde figurara su desagrado hacia su trabajo o ir a una casa noble vecina con una buena recomendación del propio mayordomo del rey.

Sullivan era consciente del chantaje y su peso. Una recomendación de alguien en su puesto aseguraba no encontrar trabajo nunca más, así que no tenían más remedio que aceptar y susurrarle los secretos de otras casas como pajaritos que velaban por la Corona y su bienestar.

Estas prácticas que lleva a cabo el azabache como jefe de servicio y mayordomo no son lo único que hace que se le mire por encima del hombro. Sus manías son otra de las razones, aunque aseguran que siempre el palacio se encuentre impecable y los eventos jamás se descuadren. Si lo hicieran, sería su mayor vergüenza.

Y Sullivan no pasará vergüenza por culpa de cualquier inútil incapaz de hacer su trabajo.

La competitividad entre la servidumbre azota, pero él continúa subido en lo más alto. El depredador más fiero en un bioma letal, al servicio de la familia Tyrell hasta que el destino dicte su último aliento... o el de sus nobles.

Su personalidad es la de un hombre bastante peculiar, aunque no es de extrañar con la cantidad de gente a la que tiene que manejar en un día y la atención que debe poner a cada detalle.

Es una persona de manías peculiares. No permite que nadie del servicio pase desde el exterior al palacio con zapatos sucios, así como no permite conversaciones por los pasillos después de la hora de acostarse de la familia real, incluso aunque estén en alas totalmente distintas. Es un lobo que mantiene un rebaño controlado y ordenado, a expensas de parecer un poco... excéntrico con estas cosas.

A pesar de su actitud avariciosa y a veces pedante con los que están bajo su mando, en realidad es una persona que se preocupa, en especial de los Tyrell. Adora a los príncipes y la princesa, al igual que a la reina y al rey. Es fiel a ellos y lo será hasta el final.

Astuto como un zorro y carroñero como un buitre, tiene una personalidad muy ambiciosa. No dejará que nadie le quite por lo que ha trabajado años y años.

➥ A pesar de no ser un familiar, la enfermedad del rey fue una noticia muy dolorosa. Incluso sabiendo de primera mano las secuelas del problema sobre el cuerpo del rey, Sullivan no ha dejado ver ni un ápice de aprensión. Sigue cumpliendo sus deberes, con más gentileza incluso de la necesaria.

➥ Ha pensado esporádicamente en dejar el servicio una vez que la familia real no le necesite, para encontrarse una esposa y tal vez formar una familia. Ahora carece de tiempo para ello con tantas responsabilidades.

A pesar de esos pensamientos, nunca se atreve a abandonar el servicio, porque al final siempre es necesario por un asunto o por otro. Mientras lo sea no se irá, aunque ahorra como una hormiguita por si en algún momento el momento de despedirse llega.

➥ Le encantan los juegos de cartas, aunque es un tramposo de primera. Nada nuevo, ¿verdad?

PLAYLIST
i did something bad - taylor swift
venus fly trap - marina
money, money, money - abba
house of memories - panic! at the disco
everybody wants to rule the world - tears for fears

( s-scema )