𝐑𝐄𝐓𝐑𝐈𝐁𝐔𝐓𝐈𝐎𝐍
for ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ

NOLAN REDMOND

❝ thinking 'bout mistakes you've made
thinking 'bout regrets
empty hearts and empty pockets
paying off your debts ❞

• veintitrés • hijo de némesis • bisexual • he/him •

Némesis, la diosa de la justicia y la venganza, de la retribución y el equilibrio, del balance. Aquella que quita la fortuna a los mortales para respetar un concepto tan abstracto como el equilibrio universal.

Uno diría que una diosa como ella no cometería los actos irresponsables de dejar niños repartidos por cualquier lugar por el que pasa. Y, efectivamente, Nolan no tiene muchos hermanos, pero sus historias siempre son llamativas.

Nolan nació hace veintitrés años en un pueblo pequeño de Pennsylvania. Compartió sus primeros años con su melliza, Laurie, y su padre. De su madre jamás hubo ni un solo rastro, exceptuando la antigua balanza que su padre tenía expuesta en el salón de su pequeña casa de pueblo.

Un regalo extraño para dejarse cuando huyes como una cobarde, pensaba Nolan por aquel entonces.

A pesar del resentimiento que el niño guardaba contra su madre, su padre siempre le decía que el momento llegaría donde lo entenderían absolutamente todo.

Quitando la extraña predicación del hombre, su vida era bastante normal. Algo solitaria, salvo por la compañía de su hermana y de su padre, pero feliz.

Su primer cambio llegó a los trece, cuando su padre decidió casarse con una mujer del pueblo, Erika. Tras tantos años solo, el hombre deseaba compartir su vida con alguien que aceptara a sus hijos y los quisiera como propios.

En principio nada parecía extraño. La señora era lo suficientemente amable con ellos como para soportarla. Tenía el cabello corto, vestía ropa conservadora y tenía la mala costumbre de esconderse por los rincones de la casa.

Aquello siempre llamó la atención de ambos niños, que parecían estar de acuerdo en que tenía unos hábitos peculiares, espeluznantes incluso.

Parecía observarlos como presas. Como un aperitivo que bien podría causarle a cualquiera que no fuera ella una indigestión.

Aún así, esos detalles pasaron a segundo plano cuando meses después de casarse, John Redmond y sus hijos tuvieron una conversación muy fuera de lo normal.

El hombre les habló de Némesis, insistiendo que era su madre. Señalando la balanza una y otra vez, repetía que el equilibrio debía igualarse y que pronto pasaría algo malo. Si pasaba, debían ir a Long Island, Nueva York, a un lugar llamado Campamento Mestizo. Su padre incluso les brindó armas aquella noche, un bastón extensible a Nolan y un arco y flechas a Laurie.

John Redmond murió al día siguiente tras un fatídico accidente con un animal salvaje.

Creyendo las autoridades que se trataba de una horrible casualidad del destino, los niños quedaron bajo el cuidado de Erika.

Por culpa de su TDAH, el insomnio siempre había sido un gran amigo de Nolan, así que desde la muerte de su padre había tomado la costumbre de rebuscar entre sus cosas. Le brindaba una especie de comfort imposible de igualar.

Aquella noche de domingo, Nolan se asomó al despacho de su padre, donde encontró una visión que jamás olvidaría.

Un monstruo, un monstruo que al girarse tenía las facciones de Erika.

Envuelto en pánico, el niño corrió a despertar a su hermana. Ambos repitieron lo que su padre había dicho.

Debían llegar a Long Island, al Campamento Mestizo.

Las siguientes semanas fueron una persecución constante, mirando tras cada esquina, por encima del hombro en cada cruce, cada avenida, cada parada de autobús.

Los ataques del monstruo en el que se había convertido Erika eran salvajes. Cuando creían haberle dado esquinazo, esta aparecía y las heridas se acumulaban, sin tratar más allá de un par de vendas mal puestas.

Para cuando ambos mellizos llegaron al bosque que precedía al Campamento Mestizo, estaban hechos un desastre. Ropa rota, hambre y sed, heridas infectadas y una paranoia surrealista.

La última batalla a la que se enfrentaron fue el final de un viaje que debía terminar con una balanza equilibrada. Le costó años a Nolan comprenderlo.

Aquella noche su hermana murió a manos de Erika, que luego descubrió que era un monstruo llamado furia.

Laurie había tratado de protegerle cuando el monstruo había arañado su rostro salvajemente, iniciando dos heridas paralelas desde su ceja izquierda hasta el pómulo derecho en diagonal.

Si una vida era salvada, otra tenía que perecer.

El monstruo que una vez fue su madrastra se llevó la vida de su hermana, antes de huir al ver que varios semidioses acudían a socorrer a los hermanos.

Nolan estuvo a punto de no contarlo por las heridas acumuladas en su cuerpo, que ahora lleva como cicatrices, pero los campistas de la cabaña de Apolo lograron sacarle adelante.

Tras su recuperación, año tras año, mes tras mes y día tras día se dice que Nolan sale al bosque con una sola misión: venganza.

Gracias a sus vivencias, Nolan ha desarrollado una visión del mundo muy extraña para algunos. Los principios de su madre son claros, eso ha podido reunirlo por sueños durante muchos años.

Al final, considera que todo el mundo nace con una deuda con su madre. Una que debe pagar hasta llegar al equilibrio.

Sabe que lo único separando el bien del mal es el equilibrio y, por tanto, lo busca como un enfermo buscaría medicina. Nada funciona si no se iguala y él tiene la tendencia de medir los cambios que día a día realiza en ese equilibrio del campamento.

Para él, eliminar monstruos en el bosque, incluso si no es la furia que busca, es una acción buena con la que busca que nuevos semidioses lleguen a salvo a un lugar seguro. Que no corran el destino de su hermana.

Más allá de eso, su resiliencia es envidiable. Tiene un hambre de venganza voraz y unos ideales fuertes, que le hacen una persona determinada.

Es un cazador nato, que no suelta la presa hasta que esta no deja de moverse. Justo por eso, en cuanto a bandos en la guerra y afinidad, se encuentra dando su apoyo a la cabaña de Ares, entre los que se encuentra más cómodo.

Incluso siendo una persona que se puede cruzar como un poco extraña e incoherente, es fácil hacerse su amigo y en realidad es un chico divertido que adora el tiempo que puede pasar entrenando y luchando.

➥ Quirón le tiene instruyendo supervivencia básica a los semidioses. No son clases muy amplias, pero ayudan a aquellos semidioses que llegaron al Campamento sin demasiadas dificultades y nunca adquirieron esas habilidades.

➥ Jamás fue reclamado, aunque tiene la certeza ciega de que es porque su madre es una diosa menor y ya le ha reconocido a su manera. Aún así, muy poca gente conoce de quién es hijo. Es algo reservado para sus amigos cercanos.

➥ Aún lucha con el bastón extensible que su padre le brindó. Es un recuerdo sentimental.

➥ A parte de las cicatrices notables en su rostro por el ataque de la furia, siempre se le suele ver lleno de heridas y golpes por sus aventuras por el bosque. Es el paciente por excelencia de la cabaña de Apolo, por desgracia para ellos.

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