𝟎𝟗.
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❝*⁰⁹. ᶜᵒᶠᶠᵉᵉ ᵃⁿᵈ ᵗᵒᵃˢᵗ
𝟑𝟎 𝒅𝒆 𝑺𝒆𝒑𝒕𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
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𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐔𝐆𝐀𝐃𝐀 𝐀𝐂𝐎𝐆𝐈𝐎́ a la oscura noche de Barcelona. La fiesta en casa de Fermín estaba en el punto donde la gente que había decidido beber empezaba a perder sus cinco sentidos, y es que ni el mismo anfitrión sabía cómo es que había más gente de la que él había invitado.
Giorgia cumplió su cometido: olvidarse de todo durante un tiempo. No volvió a intercambiar palabra con Gavi y tampoco tenía intenciones de hacerlo. Mientras bebía y bailaba con Mara entre el cúmulo de personas logró perder la loción del tiempo, olvidándose por completo de que alguien la tendría que llevar a casa en algún momento.
Pero es que en esos momentos a la actriz le estaba dando todo igual. Hacía semanas que no se sentía tan despreocupada y solo quería alargar algunos minutos más el vacío en sus hombros. Sabía que a la hora de enfrentar la resaca todas sus preocupaciones volverían: el contrato que debía de cumplir, los mensajes diarios de Darío, la prensa y su plan de conquista con aspecto imposible.
Pero eso era algo que ya se encargaría de volver a enfrentar mañana.
Tras un largo rato donde no paró su marcha con la hija de Xavi, que vivía más feliz que una perdiz fuera del ojo público, decidió ir a la cocina para recargar su vaso vacío con otro cubata. Llegó a la blanca estancia y al sentirse algo mareada decidió sentarse en uno de los taburetes de la isla antes de beber algo más. Dejó el vaso de plástico en la encimera y apoyó su mentón sobre su mano. Sentía sus ojos cerrarse tras unos segundos hasta que notó cómo alguien cogía el vaso de la isla. Abrió los ojos rápidamente, captando así con sus iris a un chico moreno bastante atractivo con su vaso en la mano.
Sus facciones le sonaban, pero simplemente no podía descifrar quién era por el alcohol que jugaba dentro de su organismo.
—¿Por qué me has quitado mi vaso? —preguntó, mirándolo con los ojos entre cerrados mientras lo señalaba con el índice.
El chico simplemente se quedó callado para sonreír con ternura al ver cómo arrastraba sus palabras. Sería un mentiroso si negara el hecho de que llevaba tiempo queriendo conocer a la actriz, incluso antes de que empezara a salir con uno de sus compañeros de equipo. El varón creía que la mujer era alguien fascinante, llena de tanto talento que era inevitable no sentir admiración. Ahora era cuando, realmente sin querer, la tenía delante. Mirándole y con un aspecto realmente gracioso.
—Mis disculpas, señorita —se disculpó con diversión pero con sinceridad, dejando el vaso sobre la mesa—. Quería servirme mi primer cubata de la noche y como vi ese vacío y a ti medio dormida pues pensé que no habría problema.
—¡No estaba medio dormida! —sonrió con diversión—. Solo estaba cerrando un poco los ojos para descansarlos un rato antes de echarme mi próximo cubata.
—Exacto: a eso se le llama dormir —rió, y al ver que la fémina iba a objetar, decidió interrumpirla—. Eres Giorgia. La novia de Gavi, ¿no? —inquirió a pesar de saber la respuesta.
Corberó analizó sus palabras con lentitud al escuchar al castaño nombrado en ellas, no quería soltar algo como «ojalá» por lo boca y cagarlo todo. Se limitó a asentir tras unos segundos para después mirarlo con curiosidad.
—Tú cara me suena —balbuceó, inspeccionándola—. ¿Cómo te llamas? Es que juro haberte visto en ocasiones.
—Soy João Félix, reciente compañero de equipo de tu novio. —respondió con una radiante sonrisa.
Gio abrió los ojos ampliamente y asintió, recordándolo. Ese era el jugador del Atlético de Madrid que había llegado al Barcelona cedido por un año. Lograba recordar que él la seguía en Instagram, pero lo que tenía claro es que nunca había hablado con él.
—Claaaro, ya sé quién eres. —asintió repetidamente, bajándose del taburete con torpeza y casi cayendo al suelo.
—Ten cuidado —dijo el portugués, agarrándola de la cintura de manera respetuosa para mantenerla estable—. Estás bastante bebida. Creo que no deberías de beber más.
—Solo estoy un poco —carcajeó, haciendo el gesto con sus dedos de «poco»—. Bueno, en realidad sí voy bastante mal.
—Creo que debería de llevarte con tu novio. —habló, teniendo las intenciones de empezar a caminar junto a Giorgia, pero esta lo detuvo.
—No, no. Estoy bien aquí. —negó, plantando sus pies en el suelo, indispuestos a moverse.
—¿Por? Hoy no os he visto juntos en ningún momento. ¿Os sucede algo? —cuestionó, volviendo a sentarla sobre el taburete.
—Digamos que no estamos en nuestro mejor momento como pareja —y con el poco razonamiento que tenía en esos instantes a causa del alcohol, intentó remediar lo que le acababa de decir a una persona que realmente no conocía—. Digo, la prensa nos está incomodando demasiado.
El joven asintió con comprensión, entendiendo a lo que se refería. Claramente, todo el mundo estaba al tanto de lo que se estaba considerando la pareja del año y él no era la excepción, más aún cuando la seguía desde hacía tiempo.
—Sí, he leído todo lo que ponen de ti. Y de él también, claro. —respondió, apoyando su mano en la encimera de la isla sin dejar de mirarla.
—Sí, pueden llegar a ser muy crueles...
—Te aseguro que lo sé muy bien. —suspiró, desviando durante unos segundos su mirada a otra parte.
La rubia lo miró con curiosidad.
—¿De ti también han puesto cosas crueles? —inquirió, mirándolo con intensidad.
João volvió a posar sus iris en ella, quedándose durante unos segundos atrapados en sus facciones. Sus mejillas estaban sonrojadas a causa del alcohol, dándole un toque tierno y de en sueño. Sacudió su cabeza, desviando sus pensamientos más inconscientes.
—Sí, bastante de hecho. Por ello estoy ahora aquí, y no en el atlético. Ya no me quieren. —explicó.
Lo dijo sin tapujos y con tanta tranquilidad que le hizo ver a Gio que lo tenía más que asimilado. Y parecía que desde hace bastante. Frunció el ceño dolida por sus palabras. Su empatía salió a juego y ahora le daba pena el pensar cómo se podría sentir. Era como si trataran de echarlo.
—Lo siento mucho...
—No tienes porqué. Aquí estoy mejor —la tranquilizó con una sonrisa—. Pero mejor no hablemos más de lo mío, dejémoslo para otro día.
—Sí, que le jodan a la prensa. —espetó con agresividad. Pero una agresividad que dio más bien risa y ternura.
Félix río para después asentir.
—Que le jodan a la prensa.
Justo entonces, Corberó trató de bajarse del taburete nuevamente. Joâo trató de llevar sus manos a su cintura para ayudarla, pero ella negó eso.
—Puedo sola. Ya estoy bien —comunicó, pero justo cuando sus pies tocaron el suelo, uno de sus tobillos se torció con insensibilidad, haciendo que tambaleara y casi cayera. Menos mal que nuevamente el futbolista se dispuso a ayudarla a no caer—. Vale, está claro que no.
Gio miró los ojos marrones del muchacho, y sin más, ambos empezaron a reír por la situación con complicidad. Carcajadas limpias salían de la garganta de la actriz, haciendo que el portugués no pudiera evitar reírse de igual manera. Tenía una risa bastante contagiosa. Muy alegre.
Justo en ese momento, Gavi y Fer entraron a la cocina. Ambos fruncieron el ceño al ver aquella escena: Joâo sujetando la cintura de Giorgia, riendo animadamente junto a esta. Al paleciego se le heló la sangre, repasando el contrato mentalmente. Le devolvió la mirada al canario, que lo miraba sin saber qué estaba sucediendo, y recordó que él no sabía nada de aquella farsa. Sentía el plan deshacerse tan rápido como se levantó.
No podía permitir aquello.
El sevillano carraspeó, haciendo que las risas cesasen y que Giorgia lo mirara anonadada al verlo aparecer. Eso no pasó desapercibido por Félix, que se dio cuenta de los ojos de enamorada que tenía la chica al ver a su novio. Entonces soltó su cintura rápidamente, al ver la incomodidad de la situación. Era totalmente malpensable.
—¿Qué hacéis? —preguntó en un tono rudo, papel totalmente creíble de novio enfadado para Fer y Félix.
—No te preocupes, hermano —intervino João, preocupado por poder buscarse un problema con su nuevo compañero—. Giorgia está mareada porque se ha pasado de copas y casi se cae porque no puede mantenerse bien de pie. Solo la sujetaba.
Algo enfoscado, Gavi simplemente asintió sin más titubeos y agarró el brazo de su novia para llevarla consigo.
—Es hora de irse, cariño. —le dijo con un leve tono autoritario. Y Gio viendo la seriedad de sus facciones se limitó a asentir.
—Adiós, João. —se despidió, recibiendo una sonrisa cálida por parte del moreno.
Sintió cómo el sevillano la cogía de la mano y con su otra palma la rodeaba de la cintura para ayudarla a caminar. Atravesaron la casa, Corberó con el pesar de no poder despedirse de su amiga. Le enviaría un mensaje más tarde.
Salieron sin comentar ninguna palabra de la casa, dejando a Fer atrás. Un frío despampanante acogió a la rubia, que tembló y no pudo hacer más que acurrucarse en el futbolista. El chico le acarició los brazos en busca de su calor, pero no pasó mucho cuando la chica se despegó de él de golpe y en uno de los árboles que rodeaban la casa empezó a echar todo lo que había consumido. Gavi con un rostro de preocupación le agarró los cabellos para que no le impidieran vomitar y suspiró.
—Joder... —chasqueó, viendo la situación—. Parece que es la primera vez que bebes.
—No —musitó la actriz, limpiándose la boca con el dorso de su mano e incorporándose—, más bien es la primera vez que bebo tanto.
—¿Por qué?
Giorgia se limitó a suspirar mientras dirigía una mirada cargada de intensidad a sus ojos. Él era uno de aquellos motivos, con toda aquella situación altamente alocada. No soportaba más aquel día, simplemente quería echarse en su cama y dormir horas y horas.
—Estoy bastante agobiada con todo lo que está pasando —se limitó a decir—. Simplemente quería olvidarme de todo por un momento.
—Y lo conseguiste —asintió, frunciendo el ceño—. ¿Qué hacías así con João? Si llega a entrar otra persona y os ve así podrían correr rumores extraños. Entiendo que te agobies, pero tenemos un contrato, y guste o no guste, tenemos que asentar cabeza hasta que esto termine y quede en una anécdota.
La rubia suspiró con tristeza. Ella no quería que aquello quedara en una simple anécdota como él. Quería cambiar las tornas de aquello y que pasara a ser real. Pero claro, no era algo que se pudiera compartir con él y menos en ese instante.
—¿A rumores extraños te refieres a serte infiel? —inquirió mientras él la tomaba del brazo al verla tambalearse.
—Sí, por ejemplo.
—Yo más jamás te sería infiel si saliera contigo en serio —farfulló, y él la miró con una intensidad que la hizo atragantarse—. No te sería infiel a ti ni a nadie.
—Una cosa es lo que hagas y otra cosa es lo que la gente que no te conoce piense que puedas hacer. —puntualizó, haciendo que la modelo bajase la cabeza avergonzada.
—Lo siento, la próxima vez procuraré ser más cuidadosa con la bebida.
—No pidas perdón, ha sido culpa mía —suspiró, empezando a caminar hacia el coche—. Te he dejado sola y eso no ha estado bien. Te debería de haber cuidado. Eres mi novia, falsa o no. Es lo que debemos de aparentar.
—No te preocupes.
Sin más palabras se montaron en el coche. Gio apoyó su cabeza en la ventana mientras sentía su cuerpo pesar y su respiración se volvía monótona. Las calles empezaron a pasar y entonces ella se dio cuenta de algo inusual.
—¿A dónde vamos? —preguntó.
—A mi casa.
—Pero le dijimos a mi padre que...
—No te preocupes —la interrumpió—. Ya hablaré yo con él ahora. Pero me niego a dejarte en este estado.
—No te preocupes, mi padre sabe que bebo. —lo miró, pero este negó con la cabeza.
—Da igual. Yo dije que te iba a traer bien y no arrastrándote por lo suelos —habló con suspiros—. Hoy pasas la noche en mi casa.
—Está bien.
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La alarma de Taylor Swift resonó por las cuatro blancas paredes. Soñolienta, Giorgia alargó su mano para apagarla. Siempre tenía esa alarma para no llegar a despertarse tan tarde.
Entre abrió los ojos con dificultad cuando la opaca luz le dio de lleno en la cara a través de las traslúcidas cortinas, y tras restregarse los ojos, se incorporó de la cama. Analizó el lugar y se dio cuenta de que aquella no era su habitación. Todas las paredes eran blancas al igual que los muebles, había vistas a un lindo jardín desde la amplia ventana y había varias camisetas de fútbol enmarcadas y trofeos decorando las estanterías. Ahí logró recapitular todo lo de ayer y dónde se encontraba: en casa del mismo Gavi.
El sueño restante se le esfumó con rapidez, y con curiosidad observó los libros y fotos que tenía. La mayor parte de las fotografías eran de él y su familia y de amigos que seguramente serían de su pueblo. También se percató de varios libros de autoayuda —a los cuales les sacó foto para investigarlos después— y de lo limpio que se encontraba cada rincón. Incluso aquel cuarto estaba más ordenado que el de ella.
Sus tripas rugieron, así que decidió terminar su expedición por la alcoba y salir de allí. Caminó por el extenso pasillo con varias puertas y bajó las escaleras sintiendo un olor a café. Persiguió aquel olor con un hambre voraz y así llegó a la cocina, encontrándose a un Pablo de espaldas sin camiseta.
Era cierto que no era la primera vez que lo veía sin camiseta, pero eso no impidió que sus mejillas se sonrojasen ante la imagen de aquellos tonificados músculos.
Desviando su atención de aquello, notó que estaba preparando un desayuno, haciendo que volvieran a rugirle las tripas. Carraspeó para llamar la atención de este y así logró que se girara y la mirara. Seguramente estaría echa un desastre, muy diferente al plan que adoptó ayer. Pero no podía hacer demasiado allí y con una resaca encima.
—Buenos días —sonrió el chico, dirigiéndole una mirada al reloj—. Podrías haber dormido un poquito más, no son ni las diez todavía.
—La luz de la ventana me despertó, y cuando me despierto no logro dormir de vuelta. —explicó, sentándose en un taburete de la isla de la cocina.
—Hostia, se me olvidó echar las persianas. Perdón —chasqueó, vertiendo café en una taza—. Mira, he hecho café y tostadas de pavo. Toma, a ver cómo está.
Giorgia sonrió y tomó la taza gustosa mientras dejaba el plato frente a ella. Tomó un sorbo de este, totalmente confiada, y fue entonces cuando sus facciones se encogieron de disgusto. Al ver que el futbolista la estaba observando para ver cómo reaccionaba a su desayuno, intentó disimular con una sonrisa. Pero es que ni siquiera siendo la mejor actriz podía reprimir el asco que sus papilas gustativas estaban sintiendo.
—¿Qué le pasa? —preguntó el castaño, notando que algo iba mal.
—Nada, está muy bueno. —mintió, dejando la taza sobre la encimera.
Gavi frunció el ceño, tomando la taza y dando un sorbo. Al igual que ella, hizo el mismo gesto repulsivo y directamente tiró el café al fregadero.
—Joder... —balbuceó, limpiándose la boca con el dorsal de la mano—. He confundido el azúcar con la sal.
Gio río levemente, mirándolo enternecida.
—No te preocupes, la próxima vez te saldrá mejor. —le tranquilizó, ya que visiblemente el chico estaba enfadado consigo mismo. A Giorgia aquello no le extrañó, ya que realmente él era muy autoexigente en todo lo que hacía y se notaba en cada cosa que se proponía.
Lo gracioso es que hasta lo era haciendo cafés.
—¿Por qué no me has dicho que estaba asqueroso? —preguntó.
La verdad es que lo vio tan ilusionado que no quiso fastidiarle los ánimos diciéndole la verdad. Si hubiera tenido que beberse el café entero y poner buena cara solo para ver esa increíble sonrisa suya lo habría hecho una y mil veces más. Pero quedaría en evidencia si le respondiera aquello.
—Me daba pena decírtelo. —se sinceró, un tanto apenada.
—Bueno, pero prométeme que a la próxima serás sincera —la señaló—. Quiero aprender a cocinar por mí mismo y no a base de lo que haga mi hermana, mi madre o de cosas ya hechas.
Asintió y tomó la tostada de pavo que había hecho. Esta realmente tenía buena pinta.
—Bueno, voy a probar la tostada que esta seguro que está riquísima. —expuso, y sin más, le dio un bocado.
Masticó con tranquilidad y sonrió con satisfacción cuando sus tripas le agradecieron por meter algo de comida. Levantó su mano e hizo una señal de pulgar arriba, dando a entender que estaba bueno y haciendo que Gavi sonriera con alegría. Lo que él no sabía era que ella tenía esa misma alegría multiplicada por cien con solo eso.
—Está muy buena —asintió—. Si le pones mantequilla o aceite para la próxima estaría incluso más buena.
—Bueno, me alegro que la disfrutes —bufó, con una leve sonrisa—. Pero es una simple tostada de pavo, no le puede salir mal a nadie.
—No, no digas eso —dijo tras darle otro mordisco—. Podrías haberla quemado, por ejemplo.
Ese comentario hizo reír al futbolista, que admiró el positivismo constante que la rubia siempre llevaba consigo. La risa del castaño se le pegó rápidamente a la actriz, que amó aquel momento donde ambos reían.
—De milagro no ha pasado.
—Quedémonos con que no ha pasado y ya está. —sonrió.
Pablo le devolvió la sonrisa haciendo que ambos se miraran con complicidad. Pero, por desgracia, justo ahí el momento fue interrumpido por el sonido chirriante del móvil del varón que alertaba de una nueva llamada posado justo sobre la isla. El sevillano lo agarró rápidamente y suspiró.
—Es Darío. —comentó, y sin más, contestó a la llamada.
Gio no dijo nada, simplemente apoyó su barbilla en una de sus manos mientras seguía comiéndose su tostada y prestaba suma atención a aquella llamada.
—Hola, ¿qué pasa? —un silencio breve—. De hecho estoy aquí con ella, que ayer salimos a la fiesta que te dije y como era muy tarde se ha quedado en mi casa —se calló y dejó escuchar bajos murmullos de Darío—. ¿Te pongo en altavoz? Vale.
Dejó el teléfono sobre la mesa y puso el altavoz mientras se sentaba al lado de la modelo.
—Hola, Giorgia. ¿Qué tal? —fue lo primero que dijo el hombre al saber que ella le estaba escuchando.
—Bien, bien. ¿Qué pasa? —contestó, intrigada por la repentina llamada a esas horas de la mañana.
—Nada, era para informaros que he programado una cena para los próximos días en un restaurante —respondió—. He contratado anónimamente a unos paparazzi para que vayan y os saquen fotos desde afuera, así que sed cuidadosos y mantener el papel, por favor.
—Pero... —Gavi iba a intervenir con su ceño fruncido, pero su representante, conociéndolo, fue más rápido y le interrumpió.
—Gavi, si me vas a decir que si con la confirmación bastaba, está claro que no —bufó y Gio se removió en su asiento. Aunque sabía que no era el mejor plan para el chico tener que enfrentar aquella escena, para ella sí que era su mejor plan. Le emocionaba compartir más tiempo con él, y en esos momentos agradecía rehacía a aquella relación falsa que ella había repudiado en un inicio por ayudar a aquella cercanía—. Está claro que ya todo el mundo sabe que sois novios, pero no basta con eso. Tenemos que seguir manteniendo la fachada de relación hasta el final y sé que si os lo dejo a ustedes por vuestra cuenta vais a hacer una cagada tremenda.
—Oye... —la actriz iba a hablar, pero Darío volvió a tomar la voz.
—Os mantendré informados. No me deis las gracias.
Y colgó sin darles tiempo a hablar. Un suspiro del andaluz se coló por el silencio que se había formado, y sabiendo que no había más remedio, guardó su teléfono en el bolsillo de sus pantalones de chándal.
—Este hombre no tiene remedio. —bufó, casi con diversión.
—Totalmente. —asintió Giorgia.
Y es que la chica mentiría si dijera que no estaba maquinando ya el outfit que se iba a poner.
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Holaaaa.
¿Les gusta la intervención de João a la historia?
¿Qué creen que sucederá con él?
Sé que el capítulo no es tan extenso y lleno de cosas, pero os prometo que se vienen cosas interesantes. La trama acaba de empezar y lo gordo todavía ni lo veis venir. Besis de fresis.
Pd: ir a ver los edits que hago de estos en mi TikTok (arithegloss). Me ayudarías mucho dándole amor, que así mi historia llega a más gente. Thank u.🫶🏼
RECUERDEN LLEGAR A LA META
PARA ACTUALIZACIÓN.
¡Hasta pronto!
ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺ᕕ( ᐛ )ᕗ
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