𝟎𝟓.
❝*⁰⁵. ˢᵗᵃˡᵏᵉʳ
𝟏𝟗 𝒅𝒆 𝑺𝒆𝒑𝒕𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
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𝐇𝐀𝐁𝐈́𝐀𝐍 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐃𝐎 𝐇𝐎𝐑𝐀𝐒, nada más que horas desde que Darío y Gavi se habían ido de su casa y la joven Corberó ya se encontraba stalkeando a su novio falso. Durante toda la noche no había podido olvidar aquellos ojos color miel con la luna reflejada en las pupilas y esa sonrisa totalmente encantadora que le robó el aliento en el propio jardín de su casa. De repente, el futbolista le había empezado a resultar sumamente atractivo e irresistible. Y ahora no podía sacarlo de su cabeza.
No pudo dormir durante toda la noche, y ahora unas bolsas que se abrían bajo sus ojos eran prueba de ello. Se había pasado dando vueltas en la cama, maldiciéndose a sí misma por empezar a pensar de manera indebida en el que se supone que es su nuevo compañero de trabajo. De manera pasmosa, había dejado de caerle mal, y ahora solo quería saber más de él. Su persona le intrigaba. Y odiaba aquello, odiaba aquella parte suya donde era una tonta romanticona y hacía que esas cosas pasaran. Porque en esos momentos no estaba siendo profesional y ella detestaba no serlo en cosas donde un contrato mediaba de por medio.
Pero Gio tenía su parte orgullosa y lo único que llegaba a hacer era echarle la culpa a su signo del zodiaco. Era cáncer, una romántica nata, y estas cosas se le iban a hacer recurrentes a lo largo de su vida, si es que no conseguía que alguien la enamorara por completo de modo que no pudiera llegar alguien más para acaparar su atención. Porque así era ella: si se enamoraba, ya no tenía ojos para otro. Tal vez si hubiera nacido unos cuantos días antes y hubiera resultado ser una Géminis más, no habría sido tan fácil que sucediera aquello. Habría sido más pasota, menos romántica, menos sentimental y menos intensa. Pero, eh, en el fondo ella sabe que no cambiaria jamás su sol en aquel signo de agua.
De todos modos, la actriz estaba segura de que sería otro crush temporal, como le pasó con Timothée Chalamet. Pero claro, esta vez tendría que convivir con ese crush y no simplemente observarlo desde una mísera pantalla. De igual manera, confiaba en que algún momento se le pasaría.
Mientras tanto, se mantendría a flote por internet, stalkeando al castaño por su flechazo «temporal».
Nada más «despertarse» —despertarse entre comillas porque simplemente ni había dormido por la intensidad de las emociones que abarcaban su pecho—, se sentó en su escritorio junto a un zumo de naranja y una baggel con queso crema para encender su portátil y empezar a buscar información sobre aquel chico. Primero, se metió a Google y leyó su biografía.
Jugador español del FC Barcelona.
«Vale, eso lo sabía», pensó sin dejar de leer.
Nacido en Los Palacios y Villafranca, Sevilla.
«¿No serán los andaluces lo mejor del mundo?»
Fecha de nacimiento: 5 de Agosto del 2004.
La rubia atrapó su labio inferior entre sus dientes ante tal información.
«Es Leo, como mi ascendente. Caliente, orgulloso, dominante... Rawr.»
Sus padres se llaman Pablo y Aurora Belén.
«Se parece demasiado al padre, wow.»
Tiene una hermana llamada Aurora.
—Qué guapa... —pensó en voz alta mientras observaba una foto del mismo Gavi con su familiar.
Definitivamente, aquella era una familia de guapos.
Así se pasó toda la mañana sin darse cuenta. Logró encontrar desde que jugó en la cantera del Betis antes de entrar con alrededor de doce años en la del Barça, hasta que, por lo visto, desarrolló de pequeño una gran adicción a las chuches y gominolas. Se miró cada uno de los títulos que el joven había ganado y logros y récords batidos. Kopa Trophée, Golden Boy 2022, la Supercopa de España 2023 y La Liga 2022/23. O sea, era uno de los mejores jugadores jóvenes del momento. Siguió indagando, hasta se encontró con las noticias de la prensa que habían hecho sobre él y Naiara Denis. Pero Justo cuando se encontraba viendo una entrevista que le hicieron a inicios de ese año —después de haber revisado todo el Instagram del deportista—, la puerta de su cuarto se abrió de golpe.
Su rostro adoptó una mueca llena de desesperación y vergüenza, y con apuro, cerró su portátil de un golpe de la manera menos disimulada. Con una sonrisa forzada, rotó en su silla de escritorio con ruedas para darle la cara a la persona que había irrumpido en su espacio. En el marco blanco de su puerta encontró los ojos acusadores de su pequeño hermano, mirándola de manera interrogativa.
—¿Qué estabas haciendo?
Rodó los ojos por la cotilla pregunta de su hermano. Podría ser «discreto», pero era un chismoso. Volvió a dirigir su mirada hacia él y suspiró, levantándose de la silla.
—Debes de tocar lo puerta antes de entrar, pedir permiso. ¿Recuerdas? —se cruzó de brazos.
—Vale, ¿pero qué estabas haciendo?
—Nada, no estaba haciendo nada.
El rubio enarcó una de sus tenues cejas y esbozó una sonrisa llena de picardía. Sabía qué camino iba a tomar su pequeño hermano.
—¿Estabas viendo algo indebido? —inquirió, y a Giorgia se le subieron los colores a sus mejillas.
«Si te refieres a algo indebido como stalkear a mi novio falso de manera enferma, sí»
—¿¡Qué!? ¡Claro que no! —negó en seguida—. No seas tan pillo y tan mal pensado, que solo tienes diez años.
Sus palabras no parecieron afectarlo en absoluto, así que mantuvo la sonrisa sin titubear.
—Bueno, si no me vas a contar lo que hacías, por lo menos háblame de Gavi —el cuerpo de la actriz se tensó y los ojos del pequeño brillaron al mencionar el nombre del chico—. ¿Cómo que estás saliendo con él y no me has dicho nada, hermanita?
De esa pregunta no podía escapar. Suspiró y le revolvió el cabello de manera cariñosa.
—Eres un cotilla, eh.
El niño rió de manera risueña, mirando a su hermana mayor con ojos llenos de admiración.
—Es que he recordado que discutisteis en Montjuic y como que os odiabais y eso. Entonces quiero saber cómo es que ahora estáis saliendo. —habló el menor.
Gio lo miró enternecida. Su hermanito parecía muy confundido y a ella le entraban ganas de dejar de mentirle y contarle la verdad por la culpabilidad que habitaba cada rincón de su cuerpo. Pero había prometido algo, había dado su palabra. Así que suspiró resignada, sentándose en el borde de su cama todavía deshecha para darle palmaditas al colchón para que el niño se sentara a su lado.
—¿Me lo vas a contar? —inquirió, obedeciendo aquellas señas sentándose.
—Sí...
—¡Bien! Venga, cuenta, cuenta... —presionó muy emocionado.
—A ver... —intentó comenzar, haciendo una mueca—. Tras la discusión que tuve con Gavi, hablamos en privado los dos para solucionar las cosas y... nos dimos cuenta de que nos llevábamos muy bien, en realidad. Empezamos a hablar y después a quedar... y fueron surgiendo cosas. Y ahora somos novios.
«Mentirosa»
El pequeño se llevó los dedos a la cara para agarrar su barbilla y mirarla de manera inquietante. Parecía que estaba analizando sus palabras, o simplemente la analizaba a ella porque algo le parecía sospechoso. Giorgia tragó saliva. Tal vez su hermano no se había tragado nada de lo que le había contado.
—¿Tan rápido?
Aquella pregunta ya se le estaba empezando a hacer hasta repetitiva. Muchas personas le preguntaron que qué estaba pasando entre ella y Gavi, y a toda a las que le había contado aquella versión —aquella que Darío les pidió a ambos que contaran— habían preguntado lo mismo. Era normal, ella también lo hubiera hecho. Eran pocos los casos en los que uno se enamora en tan solo un mes.
—Pues... todavía lo estamos intentando, ¿sabes? —balbuceó, acariciando su pelo—. Estamos viendo si funciona una relación entre nosotros, ¿entiendes?
Mattia asintió y siguió con su interrogatorio:
—¿Y cómo es que quedabas con él? Nunca antes ha venido aquí, y siempre que sales vas con Clara de Huevo o con otra de tus amigas actrices.
—Algunas veces, cuando decía que iba a salir con mis amigas, pues salía con él. No quería deciros nada a los papis y a ti hasta que yo viera que los dos empezábamos a tomar un camino serio —apretó los labios al finalizar su explicación y lo miró con reproche—. Y te he dicho muchas veces que no llames así a Clara, solo yo puedo hacerlo.
Su hermano refunfuñó, volvió a asentir y sonrió drásticamente.
—¿Entonces Gavi es mi cuñado?
La modelo rió levemente, y algo avergonzada, dio un asentimiento con su cabeza esbozando una sonrisa algo tímida.
—¡Qué guay! Le tengo que contar las novedades a Alex ya. —y sin más, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y empezó a grabarle un audio a su amigo, contándole todo lo que su hermana le acababa de decir.
Vale, tal vez no era tan discreto.
Mattia salió de su habitación sin ni siquiera despedirse por la emoción de que su cuñado fuera un futbolista de élite. Gio suspiró aliviada mientras cerraba la puerta y apoyaba su espalda en esta. Llegó a pensar que su hermano pillaría su mentira.
Tras escuchar a través de la puerta cómo los pasos y la voz de su hermano se volvían cada vez más lejanas, volvió a dirigir su mirada a su ahora cerrado portátil. La punta de sus dedos empezaron cosquillear de deseo por abrirlo de nuevo y seguir viendo aquella entrevista que minutos atrás observaba con gusto. Pero se negó a hacerlo. Debía de dejar de stalkear a aquel chico como si fuera una enferma. No podía confundir sus ideas.
Debía de parar lo que ella misma acababa de comenzar.
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El camino a Montjuic fue tedioso.
Primero: el outfit que la rubia había planeado en su mente desde esa misma mañana había resultado fallido; los pantalones clave para su vestimenta se encontraban en la lavadora, así que no podía ponérselos. Por lo tanto, tuvo que planear uno nuevo. Segundo: el peinado que se hizo no le salió como quería, así que después de repetirlo unas mil veces, se rindió y optó por dejárselo suelto con unas simples ondas por la falta de tiempo. Pero lo más tedioso de todo, fue su hermano.
El más pequeño de los Corberó no tardó en interponerse en el camino de su hermana cuando se enteró que esta iba a ver un partido de su equipo favorito sin él. Se puso como una fiera, exigiendo ir. El pobre de Darío Blas presenció todo, quien se había ofrecido a recogerla para llevarla al campo. Mattia le había rogado, tanto a ella como al representante de su «novio», que lo llevaran con ellos, pero no hubo cambio de planes. Y menos mal que apareció Bruna Ricci para calmar las aguas.
—Mattia, ya no pueden conseguir entradas, ¿verdad, Gigi? —su madre le echó una mirada para que dijera que lo que decía era cierto, aunque no fuera así.
—¡Claro! Ya no podemos conseguir entradas, Matty. —respondió en seguida.
El niño se cruzó de brazos, totalmente enfadado. La actriz suspiró y se agachó un poco para quedar a su altura. Le revolvió el pelo de manera cariñosa, como siempre solía hacer, y le sonrió.
—Te prometo que la próxima vez te llevaré conmigo, ¿vale?
El rostro mosqueado del rubio tambaleó al mirarla y escuchar aquello.
—Sí, y además —intervino Darío, con la mejor sonrisa que le salía en esos momentos sabiendo que llegaban tarde. Él era una persona de tenerlo todo calculado—, si quieres, me encargo de que puedas conocer a los jugadores personalmente.
El rostro de Mattia cambió drásticamente. Sus ojos resplandecieron de ilusión y una sonrisa de oreja a oreja apareció en sus facciones.
—¡Sí! ¡Vale! —aceptó, deprisa—. ¡Quiero conocer a Ferran! ¡Esta temporada sé que lo va a petar!
Corberó y Blas suspiraron aliviados. Finalmente, se despidieron de Bruna y Mattia y salieron de la casa casi a trotes. Darío quería llegar antes de que los chicos comenzaran a calentar, y si no se daban prisa, llegarían tarde.
—Te pido una disculpa —suspiró la rubia al sentarse en el asiento del copiloto—, mi hermano es muy intenso.
Darío cerró la puerta del coche tomando una bocanada de aire, y sin esperar más, arrancó el vehículo.
—No te preocupes.
Gio asintió y encendió su teléfono para navegar en él en lo que se desarrollaba el camino a Montjuic. Realmente, desde que ella y Gavi colocaron esos comentarios a penas había mirado el revuelo que aquello había causado. Más bien se enteró del escándalo que formaron por las preguntas al privado que sus conocidos le habían enviado, verificando que, efectivamente, el plan de Darío había resultado justo cómo se quería. Sí, se había metido en las redes sociales, pero no para fijarse en el tema del momento exactamente, sino para investigar a la persona con la que compartía protagonismo en aquel plan de locura.
Pero eso no iba a volver a ocurrir. Se prometió a sí misma que no lo volvería a stalkear.
—Al final sí que ha causado revuelo esos pequeños comentarios que pusimos en nuestras publicaciones, tal y como tú dijiste. —rompió el silencio la actriz, bloqueando su aparato móvil.
—Siempre tengo razón en estos temas. —aseguró Darío, muy confiado.
—¿Cómo está Gavi? —se atrevió a preguntar.
—Pues igual que ayer —se encogió de hombros y Giorgia hizo una mueca. Que tonta era; solo había pasado un día—. Ya lo verás. De todos modos, a Gavi se la suele pelar todo bastante. Hay veces que le tienes que decir las cosas masticadas o no se da cuenta porque él va a lo suyo. No le importa la opinión de nadie, y eso en parte es bueno, pero en ciertos casos nos llevan a hacer cosas como esta.
El silencio volvió a instalarse en el coche ya que la actriz rompió la conversación no contestando más. Se quedó pensando mientras observaba las calles de la capital catalana pasar. Sabía de ante mano que el futbolista tenía que ser una persona pasota, ya que le importó un bledo haber discutido con ella delante de todos. Pero, ¿tan pasota? Temía que su compañero de aquella aventura fuera una persona que solo mirara en sí misma y en lo que a él le beneficiaba, olvidándose completamente de que en aquello no estaba solo. Pero quería confiar y creer en las palabras que el chico le dijo a ayer. Le quedó claro que él iba a empezar a poner de su parte, y ella con la esperanza que invierte en cada persona que conoce, obviamente cree totalmente que eso va a ser cierto.
Tras unos minutos, llegaron a un Montjuic lleno de gente por sus alrededores. Pasaron desapercibidos gracias a la entrada trasera con salida al parking privado del recinto. Tras una maniobra llena de agilidez por parte de Darío al volante, el coche fue aparcado y ambos salieron de él para caminar a la entrada que daba paso a las instalaciones interiores del campo.
—¿Gavi no tiene licencia todavía? —curioseó la rubia. En algún momento de su investigación de aquella mañana vio que siempre le llevaban compañeros o amigos a todos lados.
—Sí, se lo acaba de sacar de hecho, pero los jugadores tienen que estar aquí antes —respondió Blas, guardándose las llaves en el bolsillo de su vaquero—. Si no te habría traído él.
—Y nos habrías hecho entrar por la entrada delantera para que todo el mundo nos viera y cuchicheara más cosas, ¿verdad? —bufó, divertida.
—Efectivamente. Aunque creo que, después de lo que ambos vais a hacer esta noche, no se va a poder cuchichear más. —habló muy sonriente.
El estómago se le revolvió a Giorgia al escuchar aquellas palabras. Con la emoción de ver otro partido del Barça y, sorprendentemente, de ver de nuevo a Gavi y poder conversar con él se le olvidó lo que dentro de breve tendría que hacer delante de todos. El verdadero motivo de su presencia allí. Suspiró. Tenía que centrarse y ser profesional, no podía dejarse llevar por una tonta atracción por aquel futbolista. Solo debía de pensar en ella y en salvar su reputación y su vida antes de todo aquello.
¿Pero tu vida puede volver a ser la de antes después de realizar todo ese rebuscado plan?
El aire se le hizo pesado, a pesar de que se encontraba al aire libre, al adentrarse junto a Darío a las gradas del campo. Otra vez tenía la vista de la superficie verde del terreno. Parecía que había vuelto a aquel día; los fans equipados con prendas del club, sonrientes, animados... Parecía que nada había cambiado, pero claramente no era así. A diferencia de hace un mes, cada una de las miradas posadas en ella detonaban una emoción no muy agradable. Unas estaban llenas de asco, otras de desprecio, de diversión y algunas de curiosidad porque, ¿qué haría allí la joven Corberó junto al reconocido representante de Gavi después de lo que sucedió?
Aquella situación era demasiado incómoda.
Darío la guió hasta su asiento, que se encontraba en primera fila, como él dijo previamente. Sonrió al ver a Pedri sentado en el asiento de al lado, y antes de que pudiera dirigirse hacia él, Blas la tomó del brazo con delicadeza y le dirigió una mirada de súplica.
—Por favor, recuerda bien lo que tienes que hacer y no os desviéis del plan —murmuró sin despegar sus ojos de ella—. No nos podemos permitir cagarla otra vez. Tiene que salir perfecto.
La rubia asintió, y con esto, Darío la soltó y se marchó a su respectivo lugar. Sabía que estaría unas filas más arriba junto al presidente, observando todo. Se dirigió hacia el canario, que se había levantado para darle un abrazo, y lo envolvió entre sus brazos.
—Me alegra verte. —le susurró el chico en el odio, acariciando su espalda de manera reconfortante.
Su sonrisa se ensanchó. Pedri sabía de ante mano tanto cómo ella y Gavi habían vivido aquella situación. Era el apoyo que ambos tenían en común. Y es que el joven era muy fácil de querer.
—Igualmente —respondió, sentándose en la butaca a la par que él—. ¿Cómo estás con lo de la lesión?
El isleño chasqueó con su lengua y por inercia se acarició el muslo. Parecía relajado, pero en el fondo Gio sabía que se encontraba bastante impotente con la situación. Pedri era un diamante nato, había nacido para brillar y destacar en aquel deporte, pero las lesiones parecían no dejarlo avanzar. Él ya brillaba, pero sus constantes recaídas no lo dejaban hacerlo aún más. La actriz lo miró con empatía y le acarició levemente el hombro.
—Es jodido —se limitó a decir—. Se supone que para el clásico de octubre estaré disponible, pero no se sabe aún.
Corberó decidió no hablar más sobre el tema, no quería desanimarlo o algo por el estilo. El único deporte que había hecho ella en toda su vida había sido gimnasia rítmica hacía varios años, y no es que se lo hubiera tomado tan en serio, solo fue un hobbie cual emoción que obtenía de él se apagó a los meses. Le entristecía saber que para Pedri el fútbol era como para ella la actuación. Era algo que formaba parte de su ser, no solo era su trabajo. No se imaginaba estar apartada de la actuación, de hecho, por eso mismo se encontraba haciendo un estúpido plan. Tal vez no era deportista ni las lesiones podrían complicar su carrera, pero su infinita empatía hacía que comprendiera cómo se sentía el canario en aquellos momentos como la que más.
A los dos minutos, Ronald Araujo apareció allí. El hombre también se encontraba lesionado, y como Pedri, se había animado a ver y a apoyar a sus compañeros desde las gradas. Giorgia nunca había tenido el placer de coincidir personalmente con él, a pesar de saber quién era hacía ya tiempo, así que le gustó la idea de poder conocerlo en persona.
—Buenas. —balbuceó el varón, sentándose al lado de su amigo.
Ambos lo saludaron con una sonrisa y este se fijó en la rubia que el pelinegro tenía acoplada a su lado: —Giorgia, ¿verdad?
—Sí. —respondió con cierta emoción expresada en su rostro.
Este sonrió y asintió, acomodándose en su sitio. Su mirada revelaba curiosidad y la actriz tenía la sensación de que este quería preguntarle algo, mas no lo hizo.
El partido comenzó poco después. Los jugadores de ambos equipos salieron al campo y se colocaron en sus respectivas posiciones después de escuchar el himno de la Champions por todo lo alto. Gio no pudo evitar fijar su mirada en el del dorsal número seis. De manera extraña, parecía resaltar entre los demás. Suspiró. La equipación del Barça la quedaba genial y su prominente ceño fruncido —que parecía parte de su personalidad— lo hacía ver curiosamente atractivo y atrayente. Quien no lo conociera y viera aquella cara de molestia no se imaginaría lo armoniosa y agradable que se ve en realidad cuando sonríe.
«Cosas de Gavi», supuso.
El árbitro pitó el comienzo y todo comenzó a hacerse más tenso. Los hinchas del Barcelona no dejaban de hacer cantos y hacer ruido en muestra de apoyo a su equipo en aquella primera jornada de Champions. Los culérs deseaban aquella copa como nadie.
El partido se fue desarrollando muy favorable para el equipo azulgrana, que en la mitad del primer tiempo ya había anotado tres goles a su favor. El primero fue de João Félix, que era nuevo en el equipo y, aunque Gio ya sabía de su existencia por Instagram y más, nunca lo había visto jugar en persona. Fue una cesión que sorprendió a todo el mundo. El segundo fue de Lewa y el tercero vino de parte de un jugador del Antwerp, que había metido en propia. El ambiente era agradable, ahora que todo el mundo estaba más atento al partido que nunca y menos ojos se percataban de lo que andaba haciendo la actriz allí, disfrutando animadamente del partido con Pedri.
La primera parte del partido fue finalizada minutos después de que Gavi recibiera una amarilla por falta. Por lo que le estuvo contando Pedri a su lado, el sevillano solía recibir bastantes amarillas. Decía que el chico era una persona muy apasionada y metida al fútbol y a veces no controlaba aquella emoción al jugar como debía. Además, aseguró que su amigo tenía la mecha muy corta y no aguantaba ningún pique en el campo. Si se tenía que encarar con un hombre que le sacaba tres cabezas, lo haría. Pero eso ella ya lo pudo notar viéndolo jugar solo dos veces. Gavi parecía darlo todo en cada segundo y parecía no perder ritmo hasta que el árbitro pitara el final. Rápidamente se dio cuenta de lo competitivo y orgulloso que era.
«Es normal, es Leo»
En el descanso, Pedri se marchó a la cafetería VIP a por unas palomitas, o como él les dice, cotufas. Se quedó sola con Ronald, así que se dispuso a coger su móvil y entrar a TikTok a matar el tiempo mientras su amigo volvía.
—Oye, Giorgia —le llamó el futbolista, llamando su atención. Esta despegó la mirada de la pantalla y lo miró. Él tenía la mirada fija en el campo mientras seguía comiendo pipas sin sal—. ¿Estás saliendo con el enano?
Su cuerpo se tensó cuando este la miró con curiosidad, esperando una respuesta. Era la primera vez que alguien que no entraba en su círculo de confianza le preguntaba sobre ello. Supuso que se tendría que ir acostumbrando, todo el mundo había empezado a sospechar pero realmente no sabían que compartían ambos jóvenes. Así que se acercó un tanto a él para responderle de manera disimulada. No quería contarle a mucha gente sobre su «noviazgo» hasta que Darío le diera a ella y a Gavi la tarea de que cualquier persona que los conociera supiera el vínculo que los unía.
—Sí, bueno —divagó—. Estamos intentando algo serio, así que se podría decir que hemos comenzado a salir.
—¿Tan rápido? —parecía confundido—. Estabais como peleados por lo que pasó, entonces...
—¡Sí! Pero lo solucionamos en privado en seguida. —comentó, rápidamente con una sonrisa.
—¿Pero él no se había enrollado con Naiara Denis? —preguntó un preocupado Araujo.
Vale, a eso no le había planeado respuesta. Rió de manera nerviosa mientras se acomodaba en su sitio. Debía de buscar algo rápido.
—Eso pasó antes de mi discusión con él. Por lo que me ha contado Gavi, solo se liaron —habló, intentando sonar lo más segura posible. Y pareció creérselo porque su rostro se relajó—. Claramente, él no sabía qué clase de cosas había hecho Naiara.
—Ah, pensaba que fue después de vuestra discusión... —dijo, acariciándose la barbilla mientras la miraba fijamente.
—No, lo que pasa es que se piensa que fue después porque las imágenes se filtraron después.
El uruguayo entre cerró los ojos levemente sin dejar de acariciarse la barba, parecía analizarla con aquellos ojos negros.
—Qué raro. Gavi no me ha dicho nada... Ni siquie-
—¡Ya estoy aquí!
La interrupción de Pedri fue un alivio para la rubia. Suspiró disimuladamente mientras su amigo se sentaba en su asiento, ahora con una cajetilla de palomitas en la mano. La miró de una forma diferente y le giñó el ojo. Justo en ese momento, se dio cuenta de que el canario había interrumpido queriendo, se había dado cuenta de que Araujo la interrogaba con ese tema. Le sonrió agradecida. Las preguntas del latinoamericano la habían estado atosigando.
Pasaron minutos desde que empezó la segunda parte cuando el Barça se volvió a acercar a la portería del contrario a hacer peligro. Cancelo se la pasó a Robert, el cual chutó un golpe que atajó uno de los defensas. La pelota ahora en los pies de Gundogan volvió a ser chutada, pero esta rebotó en el delantero polaco. Y es ahí cuando Gavi entró en acción, manejando la pelota con sus pies de manera aparentemente fácil. En un movimiento rápido tiró a puerta y la pelota, esquivando a todos los defensas del equipo contrario, en un abrir y cerrar de ojos se coló en la portería haciendo estallar nuevamente al estadio con lo palabra gol en la boca de cada uno de los presentes.
—¡Goooooool!
Los tres se levantaron de un sopetón y celebraron el cuarto gol de la noche. Aplaudieron mientras veían a Gavi correr hacia el córner más cercano —de igual forma, el que más cerca tenía Giorgia— mientras besaba el escudo con ganas y celebraba con pasión y rabia mirando a la afición. João Félix corrió hacia él y de forma graciosa lo jaloneó para después darle un abrazo. Todos sus compañeros fueron a su busca para felicitarle y abrazarle, y el sevillano tras eso elevó sus puños en señal de victoria mientras dirigía sus orbes hacia los tres sentados en la primera fila de las gradas. La actriz le regaló una sonrisa y alzó su mano con el pulgar arriba cuando su mirada se encontró con la de él, dándole a entender que lo había hecho muy bien. El chico le devolvió una sonrisa agradecida, mucho más radiante, y la fémina con ello sintió sus piernas temblar.
¿Ya había dicho que su sonrisa era preciosa?
Tras media hora más de partido, el encuentro fue finalizado. El equipo catalán se vio realmente beneficiado con el resultado de cinco a cero en el marcador. Era un buen inicio en la Champions para el Barça y eso alegraba a todos los culérs. Y fue ahí, levantándose del asiento para hacer el ademán de retirarse que, al girarse para agarrar su bolso, su mirada se topó con la de Darío, que con sus mismos ojos negros y profundos le señalaba algo. Dirigió sus orbes hacia donde sus ojos señalaban y al ver a Gavi mirarla, como si la estuviera esperando, entendió todo.
La maldita fase dos.
«Vale, ahí vamos»
Suspiró temblorosamente, sintiendo su cuerpo revolverse de los nervios, y se acercó a la baranda con su mejor sonrisa, mirando a su novio falso. Se apoyó en la barra de metal mientras este empezó a trotar hacia ella. Y justo ahí todo su alrededor pareció ralentizarse, o congelarse. El castaño corría hacia ella, parecía que lo hacía a cámara lenta, esbozando la sonrisa más atractiva que había visto en su vida, dándole ganas de enmarcarla. Sus cabellos mojados se le pegaban a la frente a causa del sudor al igual que su camiseta, haciendo notar a través de esta sus trabajados abdominales. De repente hacía calor y sus mejillas se sentían igual de calientes como estufa en invierno. Finalmente, el futbolista llegó a la baranda, reencontrándose con ella y esta vez no para discutir. Inmutó un «hola», ¿pero quién se fijaría en aquel saludo cuando este empezó a quitarse la camiseta de la manera más sensual delante suya?
«Madre mía, madre mía. Que Taylor Swift no me deje caer en el pecado», su subconsciente apareció y ella solo quería que se callara.
Sus abdominales y pectorales quedaron al aire, dejándose ver por todos allí. Pero sin duda la que tenía mejor vista de aquellos era Giorgia, que hizo un esfuerzo enorme para mantener sus ojos clavados en los de él. Aún así, eso pareció ponerla hasta más nerviosa.
—Para ti, bonita. —habló, tendiéndole la camiseta con una enorme sonrisa.
Gio entre abrió los labios y soltó una risa nerviosa. Una risa nerviosa de verdad. La había llamado bonita. Bonita. Aquella palabra se escuchaba aún mejor salida de sus labios. Pero tenía que centrarse y recordar que aquello solo lo había dicho como parte de la fase dos.
«Estáis actuando, ¿o te olvidaste, Gigi?»
Solo se tenía que acostumbrar, estaba segura.
Tomó la camiseta entre sus manos tras unos segundos y su sonrisa se ensanchó. El olor a sudor que desprendía el chico era opacado por aquel perfume tan suyo que olía tan sumamente bien. Era una fragancia fresca, varonil e intensa. Lo miró a los ojos y sintió derretirse justo ahí. ¿Por qué siempre se le veían tan bonitos aquellos iris miel?
—Gracias, señorito —respondió, sintiendo todas las miradas sobre ellos. Hasta podía ver por el rabillo del ojo que varias personas ya habían sacado sus teléfonos para inmortalizar aquella primicia—. Es usted todo un caballero.
—De nada, señorita.
—¿Sabes? —balbuceó, para acto seguido acercarse un poco más a él y taparse la boca con la mano, así no podían leerle los labios los que la grababan: —La verdad es que mi novio falso no está nada mal.
No supo dónde sacó el atrevimiento para decir aquello, y por un segundo sintió arrepentimiento, pero pareció que el andaluz se lo tomó bien, ya que esbozó una sonrisa vacilona y repitió la misma acción que ella al taparse la boca con la mano para responderle.
—Mi novia falsa tampoco está para nada mal. —respondió después de darle un repaso con la mirada de manera divertida.
Los colores se le subieron a las mejillas y su corazón empezó a latir de manera desbocada en su pecho. Otra vez las mariposas volvían a revolverle el estómago junto a los nervios que la bonita sonrisa del muchacho le provocaba. Se resistió a llevarse una mano al pecho para intentar que el sonido de sus fuertes latidos fueran amortiguados y no llegaran a los oídos del futbolista. Ya no sabía lo que hacer. Nunca antes había estado tan nerviosa con alguien. Sentía que empezaba a sudar, y claro, ella odiaba hacerlo cuando no había ninguna actividad física de por medio que lo llevara a hacerlo.
Un delicado beso en la mejilla por parte del castaño se sumó a la escena y la chica a esas alturas tuvo que sostenerse a la baranda para no caerse. Olía demasiado bien, era demasiado guapo, tenía un cuerpo demasiado trabajo y estaba empezando a tomar una actitud demasiado encantadora. Una actitud demasiado encantadora para la romántica de Giorgia. Tenía que mantenerse firme. Intentarlo al menos.
Tragó saliva.
—Nos vemos luego, bonita.
Y sin más, se marchó. Corrió hacia el túnel, donde Xavi lo esperaba con una sonrisa y una cara de aprobación absoluta. Ahí fue cuando la burbuja de romanticismo y encanto explotó, llevándola a la realidad de nuevo. Dirigió su mirada hacia Darío, que al ver que ella se había girado para mirarle le enseñó una sonrisa y gesticuló: «lo habéis hecho muy bien». Claro, estaban actuando. Gavi había actuado todo lo que acababa de ocurrir y la tonta de ella se lo había comido con patatas.
¿Cómo podía ser tan ridícula? Aquella era la primera vez que le pasaba.
De igual forma, aquella vuelta al mundo real no deshizo los fuertes latidos de su corazón ni hizo desaparecer aquella sonrisa boba de sus labios. Ahora en su mente se reproducía Everything Has Changed de Taylor Swift y Ed Sheeran y el momento que acababa de vivir junto al deportista.
Una y otra vez.
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All I knew
This morning when I woke
Is I know something now
Know something now I didn't before
And all I've seen
Since eighteen hours ago
Is green eyes and freckles and your smile
In the back of my mind making me feel like
I just wanna know you better, know you better, know you better now
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¡Hola! ¿Cómo están, preciosas? Aquí les traigo el capítulo más largo que Ari la anónima ha escrito hasta ahora😌 Me siento orgullosa de mí misma. Más de cinco mil quinientas palabras.
Cuéntenme qué les pareció el capítulo. ¿Les gustó? ¿Qué piensan de Gio?🥹
Por otro lado, les voy a dejar el título de la historia de Marc Guiu que les comenté anteriormente: Rivals!
Creo que eso les puede dejar una pista del cliché que tomará esa historia. Como se puede notar, me encantan todas las tramas que al inicio aguarden algo de odio🫠
Nos vemos pronto y recuerden que los amo con todo mi ser🫶🏼
ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺ᕕ( ᐛ )ᕗ
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