𝟎𝟑.

❝*⁰³. ᵗʰᵉ ᵈᵃᵐⁿ ᵖˡᵃⁿ

𝟏𝟕 𝒅𝒆 𝑺𝒆𝒑𝒕𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂

𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐀𝐌𝐀𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐉𝐎𝐀𝐍 𝐋𝐀𝐏𝐎𝐑𝐓𝐀 había dejado totalmente trastocada a Giorgia. El hombre ni siquiera le comentó cuál era el real motivo de su llamada, solo le dijo que necesitaba que fuera a la Ciudad Deportiva en ese mismo momento.

Hacía mucho tiempo que la rubia no se sentía tan nerviosa. Tenía un mal presagio, y su intuición de Cáncer nunca fallaba. Por eso mismo, no quiso despegarse de su cama ni de su tarrina de helado cuando colgó aquella llamada con la incertidumbre apoderándose de cada rincón de su cuerpo. Pero tenía que ir; sabía que si el mismísimo presidente del FC Barcelona la había llamado pidiéndole su ingreso en la Ciudad Deportiva lo antes posible debía de ser importante. Y no había que ser muy listos para saber que cualquier tema que el hombre quisiera tratar tendría que ver con la discusión que disputó con uno de sus jugadores semanas atrás.

Lo que menos quería Giorgia eran problemas, independientemente de que en esos momentos su reputación se estuviera yendo al garete, desde nunca le habían gustado. Tienen que tener por seguro que, cualquier método legal que se pueda tomar para evitarlos, la actriz lo tomaría. En esos momentos estaba creyendo fuertemente que la vida se estaba riendo de ella en su cara; no bastaba con todo lo que le estaba cayendo ya, ahora lo que le faltaba era tener problemas con el presidente del Barça.

Quería pegarse bofetadas a sí misma, en ese momento más que nunca. Nunca antes la había cagada tanto. Nunca antes se había dejado dominar tan bien por el ego y por el enfado. Tal vez uno de los motivos de su rápida y atroz reacción fue que estaba en sus días de regla. Y créanlo, los sentimientos de Giorgia se encontraban más latentes que nunca en esos días del mes. De igual forma, tampoco era excusa. Todavía no entendía cómo había perdido los papeles delante de tanta gente de manera tan rápida. Ese chico realmente le sacó de quicio en menos de treinta segundos.

Realmente, deberían de darle un premio al chaval por ser la persona en agotar la abundante y espesa paciencia de la joven en cuestión de segundos.

En esos instantes, recién llegada a la Ciudad Deportiva, una dulce y joven chica, supuso que la secretaria de Laporta, le invitó a sentarse en unos asientos que se encontraban frente a la puerta de su despacho. Había llegado justamente treinta minutos después de la llamada del hombre. Se había arreglado a trotes, colocándose las primeras prendas que divisó en su armario. Ahora, mientras esperaba, trataba de peinar su pelo lo mejor posible con sus propios dedos. Llegaba un punto que pensaba que se le caerían los cabellos producto del estrés que lo provocaba aquella situación.

Su pierna derecha daba trotes sobre el suelo de manera nerviosa, mientras evitaba dañarse su bella manicura por las ganas que tenía de morderse las uñas. Justo en ese momento, una puerta cercana a la del despacho del presidente de abrió de golpe, creando un abrupto ruido en todo el pasillo. De ella salió Mara, la hija de Xavi que conoció aquel desgraciado día en Montjuic. La castaña se encontraba enfurecida. Sus dulces mejillas se encontraban decaídas y sus cejas delineaban un ceño fruncido. Los puños apretados a cada costado de su cuerpo delataban su mala leche, y parecía tan inmersa en su enfado que no se percató de la presencia de Giorgia en aquella sala.

Hasta que se giró para escabullirse por el pasillo y cruzó miradas con la rubia.

—¿Mara?

La chica parpadeó varias veces, y tras un carraspeo, se dirigió a la actriz a paso rápido para sentarse de manera enfadada en la silla de su lado. Realmente, Corberó no sabía cómo debía de empezar una conversación con ella. Su tierno rostro parecía tan sumamente enojado que temía intervenir en su burbuja de cólera.

—¿Todo bien? —decidió preguntar tras unos segundos, algo temerosa por lo que podría responder.

—Todo mal.

Aquella abrupta respuesta, tajante y dura, le dio a entender de que tal vez no quería hablar sobre el tema. De igual forma, le debía de brindar su apoyo. Ella conversó con ella y la tranquilizó aquel día, es lo menos que podía hacer.

—Comprendo si no me quieres contar lo que te pasa, pero déjame decirte que estoy aquí si necesitas apoyo de cualquier clase.

La sonrisa que esbozaba Gio era realmente sincera. Le sonreía con dulzura, y sobre todo, con empatía, cosa que sorprendía a Mara porque, ¿cómo alguien puede transmitir gran empatía si no sabe lo que le está ocurriendo? Y es que pasaba una cosa con Giorgia Corberó: transmitía mucha confianza a cualquiera.

Y pareció que, aquella confianza que le transmitía la actriz a través de la presencia, hizo hablar a Mara.

—A ver, te voy a contar —habló la mayor sin aguantarse más; en su lugar, Giorgia sonrió aún más: estaba acostumbrada a que la gente se abriera con ella aun conociéndola de poco—. Digamos que... —rió nerviosamente, relajando su enfado por unos instantes— me gusta uno de los jugadores del equipo. Y mi padre desde un inicio les recalcó a cada uno de ellos que no se acercaran a mí como buen sobre protector que es. Ahora se ha enterado de que, bueno, me gusta este chico, y está a raja tabla conmigo...

—Comprendo... Por eso has salido tan enfadada de...

—Su despacho.

—Vale... entonces supongo que habrás discutido con él. —siguió divagando.

—Síp.

—Pues vaya faena... —bufó finalmente la rubia, esbozando una mueca de circunstancias.

—Sí... —el rostro de la joven parecía decaído—. La cosa es que todavía no sé si le gusto a él o no. Nos echamos miradas y eso, pero nada más. No hemos mantenido ninguna conversación que durara más de cinco segundos porque mi padre está como un halcón conmigo y siempre está interponiéndose.

Giorgia agregó otra de sus características muecas, pero esta vez de desagrado. No la malinterpreten; le tiene un respeto enorme a Xavi, pero su hija ya tenía alrededor de los veinte. Sabía bien lo que hacía y con quién juntarse. La cosa era problema de ella. Pero en parte también podía llegar a entender al entrenador: tal vez no quería que su hija se involucrara en su entorno de trabajo y por ello llegar a tener problemas.

—Es complicado. —se limitó a decir.

—Sí, pero bueno, no quiero hablar más del tema —bufó para después cambiar su cara de manera drástica a una de interés—. Tú estás aquí por lo de Gavi, ¿no?

Una confusión enorme se apoderó de la actriz al escuchar aquel nombre. Sabía que tenía que ver con él seguramente su presencia en ese lugar en aquellos momentos. No creía que Laporta la hubiera llamado para otra cosa que no tuviera que ver con la discusión con aquel jugador, pero si Mara le había dicho eso era porque sabía algo. Y a decir verdad, Giorgia ya había perdido la paciencia que en algún momento de su vida le rebosaba. El rostro de la rubia se iluminó y le dedicó la mirada que siempre hacía cuando quería que alguien soltara algo.

—Tú sabes algo...

La castaña palideció, y tras una sonrisa nerviosa, se levantó rápidamente del asiento al ver las intenciones de la rubia.

—No me mires así —le exigió—. No sé nada.

—¡Claro que sabes! Mientes fatal. —farfulló la actriz con incredulidad, levantándose también de su asiento.

En un acto nervioso, la hija de Xavi dirigió su mirada al reloj de pared que tenían al lado y soltó un chasquido exagerado.

—¡Mira qué horas son! —señaló con los ojos bien abiertos para después sonreír de manera excesiva—. Me tengo ir. ¡Nos vemos!

La chica ni la dejó hablar, salió a correr por el pasillo, y mientras la veía desaparecer, Giorgia se dispuso a sentarse de vuelta en su asiento, soltando un suspiro al ver que su plan había resultado fallido. Pero no llegó a sentarse; la puerta del despacho de Laporta se abrió de un sopetón, haciendo que ella se sobresaltase y detuviera su acción de tomar asiento.

—Giorgia Corberó, el señor Laporta le espera. —la secretaria se acomodó las gafas rojas en el puente de su nariz mientras le daba paso al interior de la habitación.

La joven tragó saliva y sintió sus piernas temblar mientras se acercaba a la puerta. Nunca le habían sudado las manos y aquella fue la primera vez que sí lo hacían. Realmente, le resultaba asqueroso. No obstante, su mente no tuvo tiempo a pararse a pensar en lo desagradable que era tener las manos sudadas cuando vio al individuo involucrado en la polémica que, con rapidez, disolvía su reputación. Pablo Gavi yacía en una silla, cómodamente sentado mientras observaba el paisaje de los grandes ventanales de las estancia. Parecía despreocupado y eso le causaba una envidia tremenda a la rubia que, desde hace unas semanas, había dejado de tener tranquilidad.

—Buenas tardes, Giorgia. Toma asiento, por favor.

Las palabras cargadas de seriedad del presidente, sentado en su imponente silla, la hicieron temer más. El futbolista, dándose cuenta de su presencia, la miró, y en eso en lo que ella se sentaba en la silla de su lado, le devolvió al mirada. Sus ojos conectaron, nuevamente. No lo hacían desde que se pelearon, y en aquel entonces ambos iris resplandecían pura rabia. Ahora, siendo más tranquilos y brillantes, Giorgia podía asegurar que Gavi tenía uno de los ojos más bonitos que había visto en su vida. Resplandecientes, grandes y de un bonito color miel.

La fémina se iba a atrever a saludarlo, pero justo en aquel instante, tras pocos segundos donde permanecieron mirándose a los ojos fijamente, el castaño le dedicó una mirada de desprecio y asco. Cosa que le desagradó bastante a la actriz. Ella venía en son de paz; en cambio, el varón parecía no haber enterrado el hacha de guerra todavía. Pero esta vez Gio sabía que no iba a caer tan bajo como una vez lo hizo: ya había aprendido la lección, así que simplemente se dispuso a mirar al frente con la cabeza bien alta y acomodarse en el cómodo asiento de cuero.

«Qué mal educado», pensó intentando no poner los ojos en blanco de la molestia.

—Buenas tardes. ¿Para qué me llamó? —preguntó sin poder aguantar más, ignorando la desagradable actitud del individuo de su lado.

—Requerimos de sus servicios como actriz.

La voz del recién llegado Xavi Hernández se hizo hueco en la sala. La rubia miró al entrenador de manera confusa mientras este cerraba nuevamente la puerta del despacho tras él. ¿A qué se refería con requerir sus servicios como actriz? En busca de una respuesta, miró a Gavi, suponiendo que esté ya estaría enterado del porqué ella se encontraba allí. Pero estaba equivocada, el chico se encontraba igual de confundido que ella al escuchar las palabras de su mister.

—¿Para qué tendrían que necesitar mis servicios como actriz? —preguntó con desconfianza.

Algo de aquella situación le olía muy mal. La actitud de Xavi y Laporta era sospechosa. Además, había un hombre —desconocido para ella— que permanecía en una de las esquinas de la estancia en silencio, observándola detalladamente, cosa bastante perturbadora. La chica simplemente se dispuso a tragar saliva, intentando mantener la compostura a pesar de la inquietud que le estaba causando aquel ambiente.

—Bueno, queremos hacer un acuerdo contigo. —adelantó Joan.

—¿Y qué tiene que ver él? —señaló al futbolista de la manera más relajada y educada posible, intentando plasmar en sus carnosos labios una sonrisa. Cosa que le salió por la culata, los nervios no la dejaban.

—Tiene que ver mucho —habló por primera vez aquel hombre de ojos negros y penetrantes—, pero todo a su tiempo.

—Te voy a explicar, bueno, más bien os voy a explicar a ambos porqué estáis aquí los dos, compartiendo espacio y momento. ¿Está bien?

Ambos jóvenes asintieron con rapidez ante las palabras del presidente Laporta, echándose unas miradas para verificar que el otro estaba de acuerdo. En esos momentos, los dos no podían estar más confundidos. Por una parte, Gavi no entendía para qué habían llamado a Giorgia para que lo ayudara a rescatar su estatus social. ¿Qué iba a hacer ella con sus dotes artísticos? ¿Fingir una sonrisa ante la cámara mientras dice lo buena persona que en realidad es Pablo Gavi, aunque no lo piense? Nadie se lo creería. Después estaba Giorgia, que la pobre estaba aún más desorientada que el otro. ¿Para qué un entorno futbolístico quiere a una actriz? ¿Para hacer monólogos durante los descansos de los partidos para entretener a la gente? ¿Para qué estaba Gavi entonces?

Todo era un lío en la cabeza de esos dos.

—Bien. Como ustedes dos ya deben de saber: las reputaciones de ambos están en la mierda. Causaron un espectáculo frente a todo el mundo que se encontraba viendo el partido. —empezó Laporta, con las manos entrelazadas sobre la mesa mientras intercalaba su mirada entre los dos.

La actriz frunció el ceño y le dirigió una mirada al sevillano mientras bufaba con ironía.

—Dirás que mi reputación está en la mierda —Giorgia sacó el valor que tan escondido tenía para plasmar su descontento con las palabras del hombre—. La mayor parte de odio me ha caído a mí. No niego que a lo mejor a él le caigan unos cuantos comentarios negativos, pero a mí me están hundiendo un montón de niñas perdidamente enamoradas de él tachándome de todo. Y lo que no son niñas, también.

—Veo que no estás muy pendiente de lo que anda diciendo la prensa sobre mí... —rió con incredulidad Gavi, sin ni siquiera mirarla. En cambio, la rubia posó sus orbes fogosas sobre él para hablar.

—La verdad es que no —la voz le tembló—. Suficiente he tenido con leer todo lo que ponen de mí. Viendo cómo dicen que soy una dramática, una agresiva, una perra y una mentalmente inestable. No tengo ofertas de trabajo porque ahora soy una bruja. En esta historia soy la villana, y ni si quiera saben cómo sucedieron las cosas.

Giorgia atrapó su labio inferior entre sus dientes cuando notó que este empezaba a temblar mientras se disponía a mirar al frente y cruzar los brazos. La chica no podía mantener ninguna conversación profunda porque su sensibilidad no la dejaba terminar sin partirse a llorar. Se repetía por mil vez lo que odiaba que fuera tan sensible en momentos como esos. Sentía todo intensamente, tanto lo bueno como lo malo. Y justo en esos momentos, donde intentaba relajarse y manejar lo que sentía en aquellos instantes, sentía la mirada del futbolista quemarle su perfil izquierdo. Parecía que el chico la observaba con curiosidad, con algo de pena y arrepentimiento también.

—A ver, chicos, no queremos que discutáis de nuevo, por favor. —intervino Xavi.

La fémina posó sus ojos rojos en él.

—Perdón, no era mi intención —murmuró con sinceridad—. Yo tampoco quiero pelear. Vengo en son de paz con Gavi y con todo el mundo. Y aprovecho para dejar en claro que estoy muy arrepentida de lo que ocurrió aquel día. No sé qué me pasó. La vergüenza y el orgullo me jugaron una mala pasada e impulsivamente me salió ponerme a discutir con él. Supongo que era una forma de combatir la humillación. De verdad que yo no soy ni una peleona ni nada por el estilo.

Sus palabras parecieron dejar más tranquilos a los tres mayores, que intercambiaron miradas de alivio al escuchar las palabras de la chica. Si venía en son de paz, había más posibilidades de que aceptara el trato que los tres se tenían entre manos.

—Sabemos que no eres ni una peleona ni una agresiva. También sabemos que el odio que entorna a esta polémica te ha caído a ti en su mayoría. Pero Gavi está teniendo otros problemas mayores, y por eso creemos que ambos os podéis ayudar mutuamente a salir de esta mala racha. —habló Laporta tras unos segundos, mirando con cara de circunstancias a ambos.

En realidad, los había dejado más confundidos que antes porque, ¿cómo se podrían a ayudar mutuamente entre ellos para arreglar aquel lío tremendo en el que estaban metidos?

—¿Sabes quién es Naiara Denis? —le preguntó directamente Xavi, cruzándose de brazos.

—Por desgracia, sí.

—Bien, pues Gavi está metido en problemas con ella —contó con cara de circunstancias—. Digamos que el chico no sabía quién era ella, se lo encontró en una discoteca y...

—Se acostó con ella.

Giorgia terminó la frase como si fuera la cosa más obvia del mundo. Bufó evitando reírse. La rubia más que nadie sabía cómo era Naiara Denis. Aquella chica con la que ya no mantenía ni un mínimo de contacto había sido su mejor amiga durante la adolescencia, hasta que se convirtió en la gran influencer que es ahora y la fama se le subió demasiado a la cabeza. A esas alturas, Gio todavía no era actriz, se encontraba terminando sus estudios, y Naiara ya había comenzado su camino hacia el estrellato. Estrellato que la convirtió en la desastrosa persona que es ahora.

—Exactamente. Gavi estuvo viéndose con ella en la misma discoteca unas pocas de noches. Ya sabes, él chico no iba en serio. Tú también eres joven y lo entenderás —siguió Laporta contando aquella enrevesada historia—. La cosa es que se han filtrado fotos de ellos juntos en la discoteca. Muchas.

—Os aseguro que Naiara lo ha hecho queriendo —aseguró la fémina, cruzando sus piernas sobre la silla con agilidad—. La conozco muy bien. Solo piensa en fama y en dinero. Siempre ha querido codearse con los más célebres, y al ver que Gavi es un futbolista famoso y con dinero, no ha tardado en hacer que la gente los viera juntos. Todo para causar revuelo y que se hable de ella. Lo ha hecho con más gente. Naiara es así.

Los otros presentes se miraron entre ellos y tragaron saliva.

—El punto del asunto es que ahora Gavi está vinculado con esa chica de tan mal gusto. La comparan con ella, gente piensa que por haberse juntado con ella él es igual de mala persona y más. La prensa lo machaca, como a ti, y creo que ambos os podéis ayudar para salir de esto —habló el misterioso hombre, acercándose más a la mesa donde todos estaban reunidos—. Me llamo Darío Blas, por cierto. Soy representante de Gavi.

—Okay, Darío —dijo, lentamente, observando con detenimiento la extraña y nerviosa actitud de los tres mayores. Parecían que estaban ansiosos por algo—. ¿Cómo podemos ayudarnos para salir de esta?

—Eso —apoyó Gavi, que parecía haberse vuelto igual de inquieto que la misma Giorgia—. Haremos lo que sea necesario.

—Lo que sea.

Hubo varios segundos de silencio en aquel despacho. Xavi miró a Laporta y este miró a Darío para verificar si ya la situación estaba lista para poder soltar la bomba a los dos jovenes que, por supuesto, no estaban preparados para lo que los tres tenían pensado. El presidente fue el que se atrevió a dar el paso, dando un suspiro y, por fin, respondiendo a la inquietante pregunta:

—La idea es que finjáis que estáis en una relación.

Esta vez fueron más segundos de silencio los que dominaron el espacio. Ambos chicos quedaron perplejos, mirando a Laporta como si estuviera loco y acabara de decir que planea hacer un tiroteo. Los dos se encontraban con los ojos bien abiertos, caras blancas y manos bien agarradas a cada lado de la silla.

Giorgia no podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Acababa de decir que fingiera una relación con Gavi? ¿Con Pablo Gavi? ¿El mismo con el que casi se tira de los pelos en pleno Montjuic? Era un idea terriblemente descabellada.

—Debe de ser una broma. —rió con poca gracia la rubia, intentando no caerse de su respectivo asiento del mareo que en aquellos momentos empezaba a entrarle.

—Una de muy mal gusto. —apoyó el deportista.

—No es una broma, chicos —intervino Xavi, suspirando al ver las predecibles reacciones de ambos—. La forma más viable de salvaros de los líos en los que estáis metidos es esta. Creernos cuando os decimos que lo hemos premeditado mucho.

—Debe de haber otro modo para solucionar esto. —aseguró Giorgia.

—¿Cuál?

La pregunta de Darío la dejó pensando. Pero tampoco es que pudiera pensar mucho, ya que el representante del futbolista le dejó las cartas sobre la mesa.

—Esta es la única manera de limpiar vuestra imagen. Si fingís durante unos meses que estáis juntos, la gente dejará de insultar a Giorgia por lo sucedido con Gavi, ya que ven que ahora todo está bien con él, y a Gavi dejarán de involucrarlo con Naiara porque ven que está en una relación con Giorgia. Así de fácil. —habló el hombre, apoyando sus manos sobre la mesa y mirando a ambos con ojos del halcón.

—Por favor, no estamos en Wattpad... —bufó irónicamente la rubia, que carraspeó en seguida al ver que los demás presentes la miraban sin tener idea de lo que acababa de decir—. Digo, no quiero meterme en una relación falsa con alguien que ni conozco. Tampoco es que nos llevemos bien. Esto saldrá mal.

—Totalmente de acuerdo. Esto es muy mala idea. —siguió balbuceando el palaciego.

—Por Dios, Giorgia, eres una grandiosa actriz. Por supuesto que podrás fingir que tienes una relación con él. Te saldrá genial. Puedo apostar que alguna vez has tenido que actuar, trabajar con alguien que te cae mal. —intervino nuevamente Xavi, alzando las cejas.

La chica suspiró para después gruñir con exasperación. Tenía abundantes ganas de llorar, e intentaba reprimirse mientras cerraba los ojos con fuerza y colocaba sus dedos en el puente de su nariz para mentalizarse. Tenía que claro que, si no lo que gustaba que la vieran llorar, que ellos la vieran aún menos. Aquella posibilidad de soltar lágrimas ante aquellos hombres no entraba en su lista, así que tenía que relajarse. Tenía que pensar en lo mejor para ella, ser un poco egoísta por primera vez. Sabía que podía fingir perfectamente estar con Gavi, estaba especializada en eso, en actuar. Pero para ella una relación era algo muy personal como la gran romántica que es. No había tenido nunca pareja y no le gustaba la idea de que la primera fuera aquel chico que no le caía bien. Se había reservado aquel puesto para alguien que realmente llegara a su corazón.

—La cosa no es esa. Sé perfectamente que puedo hacer esto, fingir ser su novia. Mi trabajo es actuar, a eso me dedico —farfulló entre dientes, sin dirigirle ninguna mirada al castaño—. Lo digo por él. Él no es actor, y probablemente, no lo haga creíble. Y eso nos llevaría a estar peor que ahora.

—¡Eh! —llamó la atención un ofendido sevillano—. Yo no seré actor, pero se cubrir las cosas bien. Llevo años teniendo que convivir con el mundo mediático, y en las entrevistas y demás se calcula todo lo que se debe de decir o no muy bien. Al fin y al cabo, también soy famoso y muchas veces hay que ocultarle las cosas al ojo público. De todos modos, no me parece bien salir con ella. No la conozco de nada.

La rubia suspiró:—Estoy de acuerdo con lo último que dijo.

Los tres mayores estaban cansados. Estaba claro que ninguno de los dos se veían dispuestos a aceptar el plan que tenían en manos y eso los volvía aún más ansiosos. No les quedó de otra que tener que recurrir al plan B. Sacar otras cartas más valiosas para cada uno para que por fin aceptaran. Laporta le dirigió una mirada a Xavi, y este, después de un asentimiento, volvió a hablar:

—Está bien, añadiremos más cosas —suspiró el de Terrassa—. Giorgia, te daremos dinero.

La chica balbuceó, haciendo el ademán de hablar, pero este la interrumpió.

—Queríamos contratar tus servicios a cambio de limpiar tu imagen, pero también te daremos dinero —específico el hombre—. Solo piénsalo, por el amor a Dios. Sabemos que no estás recibiendo ofertas de trabajo. Si no solucionas esto ahora, a saber cuánto tiempo pasará hasta que vuelvas a conseguir trabajo. La actuación es tu pasión, no lo tires por la borda ahora...

—Pero... —quiso intervenir al joven andaluz, pero Hernández cortó sus palabras mientras le dirigía una mirada de advertencia.

—Ni se te ocurra decir nada, Gavi —le advirtió mientras Giorgia repensaba la tentadora oferta—. Esto lo estamos haciendo por ti, así que más te vale no poner pegas. No te creas que esto solo afecta tu reputación como personaje público, a tu carrera futbolística también. Así que haz el favor de adaptarte.

El varón asintió finalmente y suspiró rendido. No había manera de oponerse. Era eso o jugarse su merecido puesto en el club de su vida. Tenía claro que el Barça, después de la polémica del caso Negreira, no iba a permitir más disputas que mancharan la imagen del club. Porque Gavi jugaba en el FC Barcelona, era parte del equipo, representaba el escudo, y las cosas que hacía no solo le afectaban a él.

—Ya lo he pensado. —habló finalmente la actriz, apretando los labios para crear una línea en ellos.

Las dos estrellas se miraron, como si estuvieran buscando la respuesta de cada uno a tal propuesta en los ojos del otro. Tras uno segundos, fue finalmente el futbolista el que decidió hablar primero:

—Está bien, acepto.

A Laporta ya se le veía la sonrisa pilla crecer en sus labios. Qué irónico.

—¿Y tú, Giorgia? —Darío miraba a la joven de manera suplicante—. ¿Aceptas?

Gio suspiró. Amaba la actuación, no podía tirar a la borda aquello en lo que había puesto tanto empeño desde pequeña. Aquello que había anhelado desde niña. Tras unos segundos donde la fémina cerró los ojos y tomó aire antes de responder, asintió: —Sí, acepto.

Los viroteos y suspiros de alivio de Xavi, Laporta y Darío resonaron por el despacho. Alegría y satisfacción llenaban a aquellos tres tras el éxito de su plan.

La realidad era que ninguno de los dos protagonistas del proyecto estaban felices por lo que acababan de aceptar.


















ㅤㅤ
























ㅤㅤ








¡Holaaaa!

Qué ganas tenía de por fin subir este capítulo. Todos estábamos esperando a que este sucediera, y al final, tuvo que suceder ya JAJAJAJ.

Espero que os guste un montón el capítulo. He tratado de esforzarme lo máximo, así que si es de tu agrado me alegraría que votaras :)

¡Gracias por vuestro apoyo! Nos vemos pronto🥹🫶🏼

ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺( )

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top