𝟎𝟏.

❝*⁰¹. ʳᵉᵖᵘᵗᵃᵗⁱᵒⁿ'ˢ ᵉʳᵃ

𝟐𝟎 𝒅𝒆 𝑨𝒈𝒐𝒔𝒕𝒐, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂

𝐆𝐈𝐎𝐑𝐆𝐈𝐀 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 𝐇𝐀𝐁𝐈́𝐀 sido una persona que afrontaba las cosas con la cabeza en alto. Nunca había temido a afrontar las consecuencias de sus actos. Siempre daba la cara, y si había hecho algo mal, no tenía problemas en pedir perdón. Pero aquella vez, se sentía realmente avergonzada y decepcionada consigo misma.

Odiaba aquella parte intensa, como toda ella, que no pensaba con la cabeza fría. La rubia intentaba pensar con la cabeza lo más que podía, pero se volvía algo automático que, en momentos donde los sentimientos de gran intensidad la dominaban, su corazón cogiera el mando. Y todos sabemos que el corazón no usa la razón en la mayor parte de ocasiones.

Aun así, se sentía decepcionada por haberse dejado llevar por el orgullo, y a causa de eso, haber hecho un tremendo espectáculo de celebridades en un estadio, en una colaboración, en una invitación. Por esto mismo, aquella vez no había podido soportar todas aquellas miradas juzgadoras sobre ella teniendo de mientras que mantener la cabeza alta. La chica no había aguantado más, y nada más acabar el partido, salió pitando de aquel lugar sin ni siquiera esperar a Fer.

Anduvo rápidamente sin saber a dónde iba exactamente. Sabía que, de manera «disimulada», su amigo pelinegro la perseguía, llamándola con preocupación. Pero era inevitable que las lágrimas empezaran a nublar su vista.

Odiaba ser tan sensible y odiaba que la vieran llorar.

Entró con prisa al primer baño que vio y se encerró en uno de los cubículos del lugar. Agarrando su cabeza con las dos manos y sentándose en la taza del váter, agachó su cabeza mientras se echaba a llorar. Se sentía tan humillada que no tenía ganas de salir en lo que quedaba de año. Aquella imagen de «peleona» con la que seguramente la estarían pintando en esos mismos momentos no era la imagen que quería dar. Ella no era así. Ella no era una peleona, y por ello no quería que los demás la vieran como aquello que no era.

Gio también era una persona que se comía mucho la cabeza, y solo pensaba en que ojalá con aquello no hubiera decepcionado ni a su familia, ni a sus amigos, ni a sus fans.

Justo entonces, ya empezando a sentir sus ojos pesados, escuchó la puerta del baño abrirse. Era el baño de mujeres, la posibilidad de que fuera Fer buscándola no entraba en sus ideas. Y segundos después pudo verificar que no era el canario el que entró cuando una voz femenina se escuchó al otro lado de la puerta.

—Hola. ¿Estás ahí? —la dulce voz de, seguramente, una chica que tendría su edad, resonó por los azulejos del baño. Acompañó sus palabras con dos toques a la puerta.

—Depende de a quién busques...

—Oh, claro —rió—. Giorgia, ¿verdad?

La curiosidad no pudo con la actriz, alcanzó el pestillo de la puerta sin levantarse de la taza del váter y lo abrió, haciendo que la puerta se abriera lentamente, dejando ver a una castaña de estatura baja apoyada en el marco de esta. La rubia la miró con ojos de corderito indefenso y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

—¿Quién eres? —la pregunta de la famosa fue casi inconsciente.

La chica formó una línea fina con sus labios y se acercó un poco más a ella mientras le daba una respuesta:

—Mara Hernández, soy hija de Xavi.

El ceño fruncido de Corberó mostraba su confusión. Sabía que Xavi tenía dos hijas, pero no una tan grande. Esta tendría su edad, seguramente.

—No me conoces, ¿verdad? —volvió a hablar la castaña al no ver respuesta.

—No, no; sí que te conozco, pero no pensaba que fueras tan grande. La únicas fotos que he visto de la hija mayor de Xavi eran de una niña pequeña. —explicó agarrando papel higiénico del rollo de su lado.

—Es que me retiré del foco público desde hace mucho tiempo. Los focos, la fama, la atención de millones de personas... No me interesa. —contó, cruzándose de brazos.

Gio se limpió los mocos con dramatismo, y después de desechar el papel en la basura, se levantó de donde se encontraba sentada.

—Yo no he tenido muchos problemas con eso... Bueno, ahora seguramente sí que estoy teniendo problemas con eso —rió, irónicamente, mientras salía del cubículo y se posaba frente a Mara—. ¿Lo has visto, verdad?

—Lo hemos visto todos. —fue sincera, mientras le regalaba una sonrisa llena de compasión.

Giorgia suspiró temblorosamente, y tan rápido como se parpadea, empezó a llorar nuevamente. Sé tapó la cara con ambas manos y se acercó al lavabo. Probablemente otra persona ni se habría reparado en llorar si le hubiera sucedido lo mismo. Lo hecho, hecho está. Pero la rubia no sabía tomarse las cosas de otro modo. Era demasiado sensible y su vida se basaba en llorar con la mínima cosa.

—Me siento tan humillada... Me arrepiento mucho de haber formado aquel espectáculo. Yo no soy así, y ahora la gente me estará viendo de manera equivocada. —sollozó mientras abría el grifo y se lavaba la cara con agua fría.

«Adiós maquillaje.»

—¿No crees que te importa mucho lo que piensen los demás?

La pregunta de Mara hizo que frunciera el ceño nuevamente.

—Me importa mucho la opinión de la gente que quiero y que me apoya. —corrigió tras cerrar el grifo y secarse las manos.

—Pues hay mucha gente que te apoya. —balbuceó la otra.

Giorgia miró a la castaña a través del espejo. La chica se encontraba viendo su teléfono.

—¿Por qué lo dices?

—Solo hay que leer lo que están poniendo en Twitter. Hay gente que te apoya y gente que no. Ya sabes, lo que pasa en cualquier polémica de famosos. —informó sin apartar la mirada de su dispositivo.

—¿Ese Gavi es muy famoso?

—Y tanto que lo es... —bufó con una sonrisa irónica—. Es uno de los hombres más deseados de este país. Te aseguro que el ochenta por ciento de la gente que te va a echar mierda por esto serán niñas de doce años coladitas por él.

—Qué cagada... Seguro que he quedado mal con los culérs...

—A ver, no con todos, supongo. Has demostrado apoyar al club, y eso es muy importante para nosotros —aseguró con una dulce sonrisa—. Aunque una cosa de la que debes de estar segura es que tienes el apoyo del madridismo.

La actriz esbozó una cara de desagrado.

—¿Y eso por qué?

—Odian a Gavi —se encogió de hombros mientras guardaba su teléfono—. No todo el odio va a recaer sobre ti. Una discusión es cosa de dos.

De alguna manera, aquella conversación que había entablado con Mara la había dejado más tranquila. Parecía una chica dulce y muy sincera.

—Por cierto, ¿has venido aquí para hablar conmigo? —aprovechó a preguntar.

—Sí.

—¿Por qué?

—Fer se veía muy preocupado. Además, quería mostrarte mi apoyo. Me cae muy bien Gavi, es buen chico en realidad, lo que pasa es que en los partidos se vuelve algo prepotente, pero no me parecía bien que te quedaras tú sola con la culpabilidad —explicó—. Sé que a Gavi se la estará pelando, como hace con la mayor parte de cosas.

—Pues muchas gracias. Ojalá tener esa indiferencia que muestra él ante el mundo... —rió mientras colocaba su bolso en su hombro.

—Podemos decir que es una virtud.

—Sí, en ciertas cosas. Pero la verdad es que ahora no tengo muy buena imagen de él: fue un grosero. —comentó, haciendo una mueca de enojo al recordar tal momento.

—Tampoco me extraña. Ahora vamos con Fer, que conociéndolo se estará subiendo por las paredes.

Y sin más, la hija de Xavi se enganchó al brazo de la rubia y juntas salieron de allí.










𝟏𝟕 𝒅𝒆 𝑺𝒆𝒑𝒕𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂

Giorgia tenía claro que tenía una obsesión por los helados. Le encantaban, y como era una de esas típicas personas que por más que comía no engordaba, aprovechaba esa «virtud» para atiborrarse de este manjar cuando le apetecía. Pero cualquier ser cercano que conocía bien a la actriz sabía que no solo acudía al helado cuando le entraban ganas de él, sino que, cada vez que tenía una crisis existencial, cogía una de las tarrinas de su congelador y devoraba su sabor favorito: el de nube. De algún modo, el helado le ayudaba pensar... o a atascarse más en aquella crisis.

De igual forma, el helado debía de estar allí.

Durante las ultimas cuatro semanas, la vida de Gio había dado un gran cambio. Era la primera vez que se metía en una polémica desde que comenzó su carrera, y realmente se sentía mal estar en una. No había podido evitar leer todos los comentarios que ponían sobre ella y los artículos de la prensa que salían cada día desde lo sucedido. La gente la había empezado a ver como una agresiva, dramática, egocéntrica y mentalmente inestable. Lo único que había podido hacer Giorgia había sido mantenerse lo más alejada de las redes en cuanto le era posible.

Lo peor no era eso: a diferencia de hace cuatro semanas, ya no le llegaban ofertas de trabajo. Había acabado de rodar «a través de tu mirada» y se había encontrado con ninguna oferta de trabajo más después del rodaje. En ella, eso era algo raro, y le había quedado más que claro que una mala reputación te estropeaba todo.

Nunca se imaginó que aquel Gavi tuviera tantas fans que pudieran desprender tanto odio. Comentarios hirientes le llegaban todos los días, haciendo que ella misma se replanteara cosas de sí. Sabía que ella no era como todos ellos pensaban, pero llegaba un punto que tantas opiniones en su contra la estaban hundiendo. Desearía ser más fuerte y menos sensible, así de alguna forma la opinión de los demás le influiría menos. Pero había nacido así, con un sentimiento que la acompañaba a todos lados y que la hacía llorar como un bebé cada vez que veía El Diario De Noa.

De todos modos, sabía que no podía justificarse. Tenía muy claro que era un personaje público y que cualquiera de sus movimientos serían juzgados por todos. Tuvo que pensar mejor las cosas antes de abalanzarse a discutir con aquel chico. Y de verdad que se arrepentía muchísimo de haberlo hecho; nunca pensó que aquello le acarrearía tantos problemas en un futuro.

Por esto mismo, ahora la rubia se encontraba tirada en su cama mientras comía de su rico helado de nube con la cuchara más grande que había encontrado en su casa. Escuchando el álbum Reputation de Taylor Swift, miraba a la blanca pared de su cuarto como si fuera su trabajo y de vez en cuando le echaba una mirada a la tarrina de helado para ver cuánto quedaba de él.

Cinco toques con un ritmo singular llamaron a su puerta. Sabía quién era antes de que aquella persona que llamaba entrara a su cuarto. Su madre tenía una forma característica para tocar su puerta para saber que era ella la que se encontraba detrás. Había sido un código de madre e hija desde que tenía uso de razón.

La cabellera rubia de su progenitora se asomó por el marco, y en silencio, cerró tras ella mientras se adentraba a la hermosa habitación de su hija. Seguramente estaría preocupada por el hecho de que fueran las seis de la tarde de un Domingo y su hija no hubiera salido en todo el día de su alcoba.

—Ascolti Reputation? Davvero? (¿Escuchando Reputation? ¿En serio?) —le preguntó, rodando los ojos.

—Chiaramente. Sono nella mia Reputation era. (Claramente, estoy en mi Reputation's era.)

—Stai mangiando gelato alla nuvola... (Estás comiendo helado de nube...) —suspiró Bruna Ricci, cambiando de tema y sentándose a su lado en la cama mientras le daba la cara—. Ancora con questa storia? (¿Sigues con eso?)

Giorgia soltó un suspiro tembloroso mientras sentía cómo su madre le arrebataba la tarrina de helado. Aunque con su hermano hablara español, con sus padres seguía manteniendo la tradición de hacerlo en italiano.

—È inevitabile non notare tutto quello che dicono di me (Es que es inevitable no fijarme en todo lo que están diciendo de mí) —habló con penuria, formando un puchero en sus labios—. Dicono che sono aggressiva e egocentrica... E io non sono niente di quelle cose! E mi fa arrabbiare che la gente pensi cose di me che non sono. Sai quanto ci ho messo per guadagnarmi un posto in questo mondo. (Dicen que soy una agresiva y una egocéntrica... ¡Y yo no soy nada de esas cosas! Y me da rabia que la gente piense cosas de mí que no son. Sabes lo mucho que me ha costado ganarme un lugar en este mundo por mí misma.)

—Ne abbiamo già parlato: non puoi dipendere così tanto da quello che gli altri dicono di te. Sei una figura pubblica e gli altri saranno sempre d'accordo. (Ya lo hemos hablado: no puedes depender tanto de lo que demás digan de ti. Eres figura pública y los demás siempre van a estar opinando.) —dijo Bruna, dándole un pequeño apretón en el muslo de manera reconfortante.

—Sì, ma è molto difficile... Inoltre, con quella discussione non solo ho guadagnato odio, ma ho anche potuto deludere te, papà e tutti i miei fans. (Ya, pero es muy difícil... Además, con esa discusión no solo he ganado odio, también os he podido decepcionar a ti, a papá y a todos mis fans.)

—¡Eh! —le llamó la atención—. Tu non hai deluso nessuno, capito? Papà e io siamo molto orgogliosi della persona che sei e i tuoi fans ti amano alla follia (Tú no has decepcionado a nadie, ¿entiendes? Papá y yo estamos muy orgullosos de la persona que eres y tus fans te quieren con locura) —aseguró con una sonrisa donde se notaba todo su orgullo—. hai sentito? (¿Lo has escuchado?)

Giorgia asintió con los ojos húmedos, y justo en aquel instante, un número desconocido se plasmó en la pantalla de su teléfono con una llamada entrante, interrumpiendo a Taylor Swift. Era un número de empresa, y por ello, con sobresalto, la actriz miró a su madre con los ojos bien abiertos, la cual ya le miraba de igual forma al ver la posibilidad.

—¡Un'offerta di lavoro! (¡Una oferta de trabajo!) —exclamó la joven, saltando de su cama con teléfono en mano.

—¡Rispondi! (¡Cógelo!)

No esperó más, la catalana descolgó la llamada y se llevó el aparato a la oreja con una sonrisa de ilusión.

—Buenas, ¿Giorgia Corberó? —una voz masculina produjo la pregunta que la hizo sonreír más.

—¡Sí! Soy yo —respondió en seguida—. ¿Llama por una oferta de trabajo? ¿Algún proyecto?

—Sí, bueno. Algo así.

—¿Puedo saber quién llama?

—Joan Laporta.


















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¡Hola! Aquí os traigo otro capítulo.

¿Qué os está pareciendo el comienzo de esta historia?

¿Para qué creéis que Laporta a llamado a Giorgia? Creo que es obvio, ¿no? Jejeje.

ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺( )

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