❝ CHAPTER FIVE ❞







───── ❝ CHAPTER FIVE ❞ ─────








Agatha no podía dejar de pensar en su hija. Se cuestionaba y dudaba de cada paso o avance que hacía con ella.

Deberías ayudarla a despertar, le había aconsejado Nicholas, o después se enojará y terminará explotando.

Y la bruja sabía que su hijo tenía la razón. Nicole siempre fue tan... caótica. Mientras que ella y Nicholas eran lógicos y planificadores, las emociones de la morena la controlaban, y parecían ser amplificadas. Recuerda que cuando era niña, la mayoría del tiempo todo estaría bien mientras estuviera feliz ya que provocaba brisas frescas, o incluso días de lluvia dependiendo de su nivel de tristeza. Pero, la ira, el odio y la furia eran implacables y destructivos; tornados, terremotos, incendios.

Soltó un suspiro resignado, en cualquier momento la fachada amable de Nikkie se desmoronaría y una Nicole iracunda por caer en aquel control mental resurgiría. Adoraba que sus hijos fueran más fuertes que ella, pero siempre fue complicado educarlos. Los hermanos siempre eran más poderosos juntos. Si quería lograr contener con éxito a la Bruja Escarlata debía tenerlos de su lado. Pero, ¿cómo?

Ambos seguían iguales a cómo los vio la última vez. Nicholas estaba resuelto, le era leal. Pero —siempre había un pero con ella— Nicole podía perfectamente escupirle en la cara e irse de aquel pueblo sin mirar atrás. Especialmente ahora que estaba enamorada de aquella simple mortal.

—Hola, mamá — la voz de la responsable de atormentar sus planes llamó la atención de la bruja. La morena últimamente, después del nacimiento de los gemelos, había pasado mucho tiempo en la casa de los Maximoff.

¿Desde cuándo su antipática hija, la que había sido llamada por siglos Señora del Caos, le agradaba la compañía de un par de niños?

Permanecieron en silencio durante unos segundos. No fue capaz de despegar su mirada de la menor, mientras esta se movía por la cocina.

— ¿Por qué me miras así? — interrogó Nikkie con una sonrisa, pero estaba segura que vio un brillo amenazante en sus ojos por un segundo. Ahí estaba su hija —. ¿Sucede algo malo, mamá?

—En absoluto, cariño — mintió hábilmente, acercándose cautelosamente a ella —. ¿Y tú, te has sentido bien?

—Bueno, me ha dolido la cabeza últimamente — sonrió confundida, mientras que la parte consciente de su ser gritaba y peleaba por ser liberada, de retomar el control de su propia mente, sin tener que sufrir el sufrimiento y pena de Wanda.

—Nicole, escúchame — Agatha habló calmadamente, como si se tratara de alguna bestia —. Debes despertar.

La amplia sonrisa de Nikkie flaqueó ante aquellas palabras y dio un paso hacia atrás, soltando una risita nerviosa.

—Mamá, ¿estás segura que estás bien?

La mayor tomó el brazo de la contraria con fuerza.

—Nicole, despierta — esta vez ordenó. Nikkie luchó contra su agarre cuando sintió que su dolor de cabeza regresaba.

— ¡Cállate! — ella exclamó asustada, comenzando a sentir como voces se filtraban en su mente, que su cerebro parecía a punto de explotar y el lamento de su corazón aumentaba.

— ¡Nicole!

— ¡No! ¡Cállate! ¡Déjame en paz!

Nicole exhaló pesadamente, tirando el libro de hechizos al suelo. —No puedo conseguirlo.

— ¡Cuidado! ¡Estos libros son sagrados, niña!  su madre la regaña y lo recoge, volviéndolo a colocar en el estante . Lo estás haciendo bien, cariño, ten paciencia. Recuerda, tengo varios siglos más de práctica que tú.

—Supongo que sí  la niña de quince años se encoge de hombros, tratando de liberar algo de la frustración . Al menos estoy mejorando con los trucos mentales.

— ¿Ves? Lo estás haciendo incluso mejor de lo que crees  con un inusual tono maternal y un beso en la mejilla logró apaciguar a la menor . La magia de la manipulación mental es increíblemente difícil de dominar, por lo que incluso las cosas más pequeñas son impresionantes. 

La joven asintió y se relajó en el abrazo, disfrutando de aquellos escasos momentos llenos de cariño y paz. 







— ¡No corras, Nicole! — le gritó Nicholas, persiguiéndola por el prado.

— ¡Se supone que tienes que atraparme, tonto!







Siempre había sido competitiva; peleaba para ganar. No importaba cuán sanguinaria fuera, lideró batallas por su sed de victoria y poder. Hubo veces que prefería culpar a su descendencia oscura que admitir que era igual que a su madre.

—He ganado, otra vez  sonrió con suficiencia, viendo como el hechicero quedaba desarmado . Esto debe ser un gran golpe a tu ego, Stephen.

Strange rodó los ojos ante la altanería de la morena.

—Recuérdame cuántos años tienes, querida  replicó el hombre.

—Nunca le preguntas eso a una mujer  canturreó con diversión, acercándose a él hasta que sus rostros estuvieron a centímetros de distancia . ¿Cómo es que conseguías mujeres antes?

Stephen se ríe. —Solo basta que vean mi encanto natural.

Pasó sus brazos por su cuello antes de darle un beso en los labios.

— ¿Té?  preguntó coqueta.   

Él se encoge de hombros. —Seguro. 







¡Dilo mirándome a los ojos, Stephen!

Cerró los puños con fuerza, sintiendo el hormigueo de energía en las puntas de sus dedos. "Acaba con él. Merece sufrir el mismo sufrimiento que estás sintiendo", le susurra la misma voz oscura de siempre en su cabeza.  

—Lo siento, Nicole. Pero no eres ella.

Y luego ella desapareció de allí. 







La morena suspiró tristemente al tener que separarse de la calidez de aquellos brazos, que sujetaban su cintura. Se levantó con cuidado y buscó a tientas su ropa por la habitación. Cuando terminó de ponerse su pantalón, vio como su acompañante se removía por la cama, buscando el otro cuerpo. Al no encontrarlo, abrió los ojos y vio como Nicole terminaba de vestirse.

— ¿Te ibas a ir sin despedirte?  cuestionó la ojiazul, aún adormilada.

—No quería despertarte  dijo en respuesta.

Sin embargo, la voz en su mente seguía gritando lo mismo: "¡Corre, vete!"

—Mentirosa  le recriminó, a lo que la bruja sonrió.

—Tengo que irme.

—Estás escapando, ¿no es así?  interrogó, apoyando su espalda en el espaldar.

Nicole suspiró al saber por donde iba la conversación. Se negó a mirarla a los ojos mientras se ponía los zapatos. Aún no estaba lista para esa conversación y no sabía si alguna vez lo estaría.

—Escucha, Nicole  la pelinegra suspiró . Entiendo que seas el tipo de chica que se aleja cuando está comenzando a sentir una conexión real. Me parece absurdo, pero respeto tus miedos y dudas.

—Darcy, no sabes nada sobre mí.

—Cuéntame, entonces.

La bruja se rió sin gracia. Dios, si solo supiera todo lo que ha hecho en el pasado.

—Esa es historia para otro día  fue lo único que respondió.

—Nicole...

—Te llamaré  le interrumpió, consiguiendo una mirada significativa de la contraria —. Lo prometo. Y, en serio tengo que irme, tengo que pasar buscando a mi hermano por el aeropuerto  se acercó a ella y le dio un beso en los labios antes de salir de la habitación.







—Así que, estás enamorada.

—Claro que no, Nicholas.

— ¿Desde hace cuánto la conoces?

—Casi un año.

— ¿Desde cuándo están... juntas?

—Seis meses.

— ¿Hablas con ella seguido?

—Algunas veces.

— ¿Has salido con otras personas que no sean ella?

—Uhm... No. Sabes que la mayoría de las personas me resultan irritantes.

— ¿Cómo te hace sentir?

—Cómoda. Ella es diferente, no me juzga y logra hacerme sonreír. Tiene esa manía tan tierna de... Ok, ya entendí. Tal vez, sí me gusta un poco.







—Te amo, Nicole... 

Un remolino de memorias fueron liberados en su mente. Doscientos sesenta años de recuerdos la invadieron. Sus ojos cambiaron a morado, su expresión alegre desapareció y fue reemplazada por una sombría, y sus manos brillaron violetas.

Alzó su mirada y observó a la bruja mayor.

—Hola, madre.

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