XXXVII. HONEY?

°•°•☆°•°•

En el compartimiento de regreso a Hogwarts solo se encontraban cinco personas, Lexie, James, Sirius, Remus y Peter, el resto se encontraban en otro ya que no cabían todos juntos en uno solo.

-Bear, es un hermoso brazalete. -James señaló el pequeño objeto dorado.

-Gracias, deer. -sonrió pasando las yemas de sus dedos sobre ese objeto.

-¿Qué haremos durante el viaje? -preguntó Sirius rodeando los hombros de Remus.

-Leer. -soltó sin más el castaño.

-Remus, cariño, de verdad me gustas pero sabes que eso no es lo mío. -susurró en el oído de Lupin provocando que se tensara. -¿Hice que te pongas nervioso? -dijo coqueto.

-N-no. -tartamudeo.

-Sabes creo que he visto unos compartimientos vacíos... -relamio sus labios. -Podemos ocupar uno, si quiere. -propusó, mirando picaramente al Licántropo.

-¿Saben que tienen compañía? -James interrumpió el coqueteo de Sirius.

Lexie y Peter rieron.

-Iré a ver a Leah. -Peter se levantó.

-Sientes algo por la castaña. -habló Sirius.

-¿Qué? -Peter estaba nervioso.

-Pet, está bien si te gusta alguien. -Lexie miró al ojiazul. -No tienes de que avergonzarte.

-Sirius, deja de entrometerte. -Remus miró al pelinegro.

-Ve, Wormy. -habló James. -No le prestes atención.

Peter sonrió y se fue de ese compartimiento.

Pasaron minutos, Lexie estaba recostada sobre el regazo de James y Remus y Sirius hablaban en susurros.

-Bear, ¿alguna vez te dije que tienes unos hermosos ojos color esmeralda? -dijo James acariciando el cabellos de la rubia.

-Nunca me lo dijiste. -Lexie abrio los ojos para conectarlos con los del azabache. -El único que me dijo eso fue Sirius. -el nombrado levantó la mirada. -¿Verdad, Siri?

-Sí, lo recuerdo. -sonrió. -Fue cuando nos conocimos en primer año. -James recordó ese momento, y ahora entendía porqué le provoco ese malestar, tenía nombre se llamaba celos. -Debo admitir que me atraias.

Remus y James miraron incrédulos a Sirius.

Lexie por su parte se sentó y miró dulcemente al pelinegro.

-Eso es un halago. -sonrió Lexie.

-Siéntete privilegiada, es decir, es muy difícil que un Black mire a alguien.

-Y el ego lo invadió. -Lexie rodó sus ojos.

-No me miren así. -señaló a James y Remus. -Quién no se sentía atraído por la rubia.

-Tiene un punto. -Remus le dió la razón a su amado.

–Pero ambos sabemos que no fue por mucho tiempo. -dijo Sirius rodeando nuevamente la cintura del castaño provocando que este sonriera nerviosamente.

–De Remus lo sabía. –sonrió Lex. –Él único que no se sintió o siente atraído por mí es James. –miró al azabache con una sonrisa. –Para él soy como su hermana.

James miró a Lexie, ya no tenía los mismos pensamientos que años anteriores.

–James, es tu oportunidad. -susurró Sirius.

-¿Oportunidad, para qué? -preguntó Lex.

Sirius se golpeó mentalmente se había olvidado de que Lex podía oírlos.

James miró de mala forma a Sirius e iba a abrir la boca para hablar pero antes les hizo señas a los chicos para que los dejen solos.

-Creo que deberíamos... -el pelinegro fue interrumpido por Lexie.

-Regreso en un momento. -dijo Lex al ver a cierto castaño pasar frente a su compartimiento, sabía que era su señal de irse.

-¿A dónde vas? -preguntó James. -Aún falta para llegar a Hogsmeade.

Lexie jugaba con un mechon de su cabello. -Debo... debo... -James vio la actitud de Lexie, sabía que estaba nerviosa. -Necesito azúcar en mi sistema, iré a buscar a la señora del carrito.

-Podrías traerme plumas de azúcar y varitas de regaliz. -James entrecerró sus ojos para analizar el comportamiento de la Gryffindor ante su pedido.

-Claro. -sonrió. -No me tardo.

James veía como Lexie salía de ese lugar.

-Creo que no salió bien. -Sirius rascó su nuca.

-¿Tú que crees? -James habló de manera sarcástica.

[...]

-¿Stefan? -Lexie asomó su cabeza.

-Mi hermosa Gryffindor. -Stefan cerró su diario.

-¿Qué escribías? -preguntó acercándose al castaño.

-Bueno, algunas cosas que te aseguro que algún día lo leerás. -sonrió acariciando la mejilla de Lex. La ojiverde cerró sus ojos al sentir el tacto del castaño, le encantaba la sensación que le hacía sentir solo con un pequeño toque.

-Aunque sea me dirías de qué trata.

-Trata sobre una persona muy especial que conocí gracias a un baile.

En ese momento Lexie sabía que se traba de ella, lo miró y sonrió, rodeó el cuello del ojiverde y estampó sus labios con los del Ravenclaw. Stefan la tomó por la cintura para tenerla mucho más cerca. El beso era sutil pero poco a poco se fue intensificando. La Gryffindor por instinto se sentó a horcajadas de Stefan. En ningún momento se separaron. Sólo eran ellos dos.

La rubia volvió a la realidad, sabía hacía dónde estaba yendo esto, recién comenzaban su relación, no estaba lista para lo que se aproximaba ni mucho menos hacerlo dentro de un lugar donde cualquiera puede ingresar.

Lexie se separó, ambos tenían la respiración errática.

-Stef... -trató de articular.

-No haremos nada si tú no quieres. -el Ravenclaw entendía lo que Lexie trataba de decirle. –Además, ¿aquí? No sería muy romántico ni decente.

Lex rió. -Lo sé. -dejo un casto beso sobre los labios del castaño. Aún seguía sentada a horcajadas de él. -Hay algo que debo decirte. -miró fijamente a esos ojos verdes.

–Aún no se lo dices a James. –interrumpió.

–Nadie lo sabe, solo Leah. –murmuró. –Encontraré el momento para decírselo a James y al resto de los chicos.

–Bueno, aún no se lo digo a Paige. –confesó.

–Estamos en una relación secreta. –guiño.

Stefan rió. –Mi hermosa Gryffindor. –acarició el cabello rubio. –No me interesa si nuestra relación es pública o secreta, con estar contigo me basta.

Lexie sonrió acercándose una vez más al Ravenclaw para dejar un pequeño beso en la comisura del labio.

–Hay algo más que debo decirte.

–Dime, no puedo moverme si estas arriba mío. –Lexie rió.

–Puedo bajarme. –miró coqueta.

Stefan la tomó por la cintura dejándola inmóvil.

–Lo tomaré como un no. –soltó una risita. –Esto debí decírtelo antes de pedirme ser tu novia.

–¿Qué sucede, Lex? –Stefan la miró fijamente.

Lexie estaba dispuesta a decirle sobre su mitad Freya y Banshee. No quería perder a Stefan, fue el primer chico que solo la miraba a ella, donde siempre fue su primera opción.

[...]

James bufaba, estaba desesperado. Habían pasado minutos desde que Lex abandonó ese compartimiento, esos simples minutos para el azabache fueron eternos.

–Lexie se está tardando. –dijo James moviendo su pierna con nerviosismo.

–Seguramente se entretuvo. –contestó Remus.

–Ya la conoces, Prongs. Lexie se entretiene con facilidad, de seguro se encontró con alguna de las chicas en el pasillo.

–Además cuando Lexie abre la boca, no la pueden callar. –Remus soltó una risita.

El pelinegro se acercó al castaño y le murmuró algunas palabras, automáticamente las mejillas de Remus se tornaron carmesí.

–Iremos a estirar las piernas. –dijo Sirius mientras se levantaba.

James rodó sus ojos divertido. –Espero que no se pierdan en los pasillos. –dijo con tono burlesco.

–¿Por quién nos tomas? –el animago se llevó una mano al pecho indicando indignación.

–Vayan a hacer sus cosas. Y si ven a Lexie, díganle que la estoy esperando.

–Aprovecha que te dejamos solo en el compartimiento. Dile como te sientes, exprésate. –sonrió Remus.

–Y no la cagues. –Sirius y Remus salieron de allí.

James se preparaba para poder expresar esos sentimientos que poseía por la rubia. Quería decir las palabras adecuadas.

[...]

Lexie estaba nerviosa, tenía miedo a la reacción de Stefan. Dió un leve suspiro.

–¿Es algo malo?

–No lo sé. Tengo miedo a tu reacción.

–Lex, sea lo que sea no me alejare de ti. –sonrió acariciando la mejilla de la rubia.

Lexie dió media sonrisa y beso una vez más al Ravenclaw.

[...]

–Sirius, ¿puedo hacerte una pregunta? –el de cicatrices jugaba con su suéter.

–Ya la hiciste, Moony.

Remus bufó.

–Hazla.

–¿Por qué aún sigues conmigo? –Sirius miró indagante al castaño, la pregunta lo tomó por sorpresa.

–¿Por qué me preguntas eso?

–¿Acaso no me viste? –Sirius seguía sin entender. –Estoy lleno de cicatrices, mi ropa siempre esta desgastada, en una de las tantas lunas llenas puedo hacerte daño. –Remus tenía demasiadas inseguridades. –No tengo mucho para ofrecerte. Soy nadie a comparación tuya.

Sirius detuvo al castaño y lo arrincono poniendo ambos brazos a la altura de la cabeza de Remus para dejarlo sin escapatoria. Los pasillos eran angostos eso era un punto a favor para el animago. Sirius se aseguró que nadie este deambulando.

El castaño se sentía indefenso bajo la mirada intimidante del pelinegro.

–Si-sirius, ¿Qué haces? –tragó saliva.

–Quiero dejarte en claro una cosa, Moony. –mordió su labio inferior.

–Nos pueden ver.

–Me importa una mierda si alguien nos ve.

–Sirius... –tartamudeo.

–Solo lo repetiré una sola vez. –miró fijamente. –Bajo mis ojos tú eres único. Tú eres mi luna y yo soy tu estrella que te acompaña cada noche. –Remus sonrió levemente. –Yo te pertezco. –Sirius era sumiso a sus palabras. –Me enseñaste lo que es amar a alguien, me haces sentir amado algo que por mucho tiempo no sentía. –acomodó el flequillo del castaño para poder ver su rostro. Los ojos de Remus poseían un destello ante las palabras del pelinegro. –Te amo, Remus. –el castaño abrió los ojos al escuchar esas palabras. –Y esta bien si tú aún no lo sientes, pero yo vengo guardando este sentimiento durante mucho tiempo.

El pelinegro fue callado por los labios del castaño. Remus se sentía especial al lado de ese ojigris. Sirius bajo sus brazos para rodearlo por la cintura y atraerlo más a él, en cambio el castaño lo rodeó del cuello para poder intensificar el beso.

Remus se separó y sonrió. –Por mucho tiempo sentí que jamás sería aceptado, por todo lo que he pasado, ni siquiera me aceptaba yo mismo. Hasta que ustedes aparecieron y me hicieron sentir incluido y tú… tú en especial me hiciste sentir seguro. Te amo, Sirius Black.

Volvieron a unir sus labios. Pareciera como si ambos fueron hechos el uno para el otro. Tenían una perfecta sincronía.

Al separarse por la falta de aire, el pelinegro tomó la mano del castaño y lo guió hasta un compartimiento.

[...]

–Stefan, yo... –Lexie agachó su mirada.

–Hey si aún no estás lista para decirme eso que es tan importante esta bien. –sonrió dejando un casto beso.

Lexie estaba concentrada en el castaño, no podía concentrarse en el exterior.

–¡¿Rubia?! –una voz detrás de los adolescentes hizo que la ojiverde se bajara del regazo de Stefan con rapidez.

–¿Stefan? –dijo Remus sorprendido.

Lexie abrió los ojos al ver a Remus y Sirius parados en la entrada del compartimiento.

–¿T-tú y é-él? –el pelinegro los señaló.

Lexie se acercó a ellos y los tomó por la solapa de sus vestimentas para meterlos. Miró por los pasillos para corroborar que no haya alguien conocido por ahí.

–¿É-él y t-tú? –aún seguía en shock por lo que acababa de ver. –¿Y qué pasó con...?

–Cállate. –ordenó Lexie.

–¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?

–Sirius, respira. –Remus se acercó al pelinegro.

–Moony, ¿Viste lo mismo que yo? ¿O solo fue mi imaginación? –miró al de cicatrices.

–Vi lo mismo que tú.

–Rubia, necesito una explicación. Creí que tú...

Lexie se acercó para tapar la boca del animago. Sirius lamió la palma de la rubia.

–¡Sirius, que asco! –limpio su palma con la ropa del pelinegro.

–¿Qué le diste a mi rubia? –Sirius se acercó al ojiverde. –¿Le diste Amortentia?

–Sirius. –Remus lo tomó del brazo.

–Hey tranquilo. –pronunció el Ravenclaw levantando ambas manos de manera inocente. –No sería capaz de darle alguna poción a Lexie.

–Sirius, cariño, deja que nos explique. –replicó amablemente Remus.

–Gracias, Rems. –sonrió Lexie.

Sirius se sentó y cruzó de brazos. –Habla.

–Ni mi padre tuvo ese comportamiento cuando se entero de esto.

–Lexie. –el ojigris miró fijamente a Lexie esperando una explicación sobre la escena que presenciaron.

–Stefan y yo... –tomó la mano del Ravenclaw. –Estamos saliendo. –sonrió nerviosa.

Sirius quedo boquiabierto, Remus les sonrió.

–Espera... Espera... Espera... –Sirius se levantó nuevamente. –¿En serio con él? –señaló a Stefan.

Stefan se sintió ofendido por el tono en que habló Sirius.

–¡Sirius! –Lexie frunció el ceño. –Y sí, nosotros, –se señaló a ella y a Stefan. –estamos saliendo.

Sirius soltó un suspiró molesto. Pensaba en James.

–Los felicito. –sonrió Remus aunque estaba anonadado por la noticia.

–Moony. –susurró Sirius recibiendo un codazo por parte del castaño. Sirius apretó sus labios. –Los felicito. –dijo entre dientes acercándose al Ravenclaw. –Solo lo diré una sola vez, si llego a escuchar llorar a Lexie por ti o si le faltas el respeto, te juro que haré tu pequeña vida miserable. –se acercó amenazante. –Lexie es mi mejor amiga y por ella soy capaz de matar a quien le haga daño.

–Ay, Siri. –Lexie hizo puchero. –Me harás llorar. –miró arriba para no llorar.

–Te aseguro que nunca le haría daño a Lexie. –acarició la mano de la rubia. –Los dejaré solos, creo que necesitan hablar. –sonrió. –Nos vemos luego, mi hermosa Gryffindor. –dejo un casto beso sobre los labios de la Baker, Sirius bufaba al ver esa escena.

–Adiós, libritos. –sonrió, el castaño abandono el compartimiento dejando a los tres Gryffindor dentro.

Sirius se aseguró que ya no esté cerca y cerró la compuerta.

–Lexie, ¿Qué pasó? –preguntó Sirius. –¿Y James?

–¿Qué sucede con James?

–Lexie, hasta donde sé, tú suspirabas por James.

–Bueno, me he dado cuenta que él nunca me mirará de otra forma. –elevó sus hombros. –Y Stefan llegó, me estoy dando una oportunidad con él. Me enamoré de él sin darme cuenta.

–Si él te hace feliz no somos nadie para impedirlo. –Remus miró dulcemente a Lexie.

Sirius suspiró, no tenía otra opción que aceptar la relación de Lexie con el Ravenclaw. –Si tú eres feliz yo soy feliz.

–Solo denle una oportunidad, él es un buen chico.

–Lo haremos.

–Deduzco que James no lo sabe. –comentó Sirius al recordar lo ilusionado que estaba James los últimos días.

–No lo sabe. –Lexie jugaba con su cabello. –Y les pediré que no se lo digan. Prometo decírselo lo antes posible.

–No diremos nada. –contestó Remus.

–Iré a ver a James, debo llevarle sus dulces.

–Nosotros nos quedamos aquí.

–No hagan nada que yo no haría. –sonrió picaramente Lexie. –No se tarden. –guiñó y salió de allí.

–Me da mucha pena James. –Sirius agachó su cabeza. –Está muy ilusionado con que la rubia le dé una oportunidad.

–Lo sé pero no tendrá otra opción que aceptar esa relación.

–Es miope y se dio cuenta tarde lo que sentía por Lexie.

[...]

James estaba nervioso, Lexie aún no regresaba.

–Merlín, iré a buscarla. –se estaba por levantar de su asiento pero se quedó inmóvil al ver a cierta cabellera rubia entrar a ese compartimiento. –Lexie, creí te había sucedido algo.

–Tranquilo. –sonrió. –Ten. –Lexie le lanzó los dulces a James.

–Gracias. –ladeó su cabeza al ver que la rubia no tenía otros dulces en sus manos. –¿Y los tuyos?

–Amm... me los comí en el camino. –sonrió nerviosa.

–Oh bien. –miró fijamente a la ojiverde. –Lexie, necesito decirte algo.

–Dime. –Lexie se acercó para tomar asiento junto al azabache.

–Bueno, hace tiempo he... –un ruido interrumpió al ojimiel.

–Lexie, necesitamos hablar contigo. –era Camille.

–Camille, estamos conversando. –refutó James.

Peter entraba con una sonrisa.

–Cam, ¿puede esperar? –Lexie miró a la rubia.

–Ve, Lexie. –suspiró James, el momento se había arruinado.

–¿Estás seguro?

–Sí, ve. –apretó sus labios.

–Hablaremos luego. –regaló una pequeña sonrisa al azabache.

James no tuvo la oportunidad pero se decidió en hacerlo nuevamente dentro de unos días.

°•°•☆°•°•

Pasaron días desde que regresaron a Hogwarts y James aún no sabía sobre la relación de su bear con el señor perfecto, lo llamaba de esa manera. Lo sabían todos a excepción del azabache y Peter, ya que este último siempre pasaba el tiempo con James.

–James, creo que es momento de que le digas a Lexie lo que sientes. –sonrió Peter.

Remus y Sirius abrieron los ojos y miraron al ojiazul.

–No creo que sea un buen momento. –intervino Sirius.

–Creo que es el momento perfecto. –sonrió James.

–James, en serio no creo que sea un buen momento. –Remus sabía que en esos momentos Lexie estaba con Stefan, se los había cruzado antes de ir al patio y reunirse con el resto de los chicos.

–Saben regreso enseguida. –hizo oidos sordos a las palabras de sus amigos. –Hoy será el día. –sonrió ampliamente y se fue con dirección a la sala común.

–Por fin se confesará. –dijo alegre Peter.

–Pero no tendrá una respuesta positiva por parte de Lexie. –Remus sacudió su cabeza.

–¿Por qué? –preguntó confundido.

–Porqué la rubia está saliendo con Stefan.

Peter se llevó una mano a su boca. Le sorprendió la noticia.

[...]

–No pasará nada.

–Lex, nos meteremos en problemas.

–Stefan, siempre me meto en problemas.

–Cariño, siempre me llevas a hacer cosas que están fuera de mi ambiente.

–Lo sé. –soltó una risita.

Ambos llegaron a la entrada de la Sala Común de Gryffindor. La Dama Gorda saludo a Lexie. La rubia susurró la contraseña y ambos entraron sin ningún problema.

Los dos se dirigieron a la habitación de la Gryffindor.

–Te presento mi habitación. –abrió la puerta dejando ver la hermosa habitación escarlata y dorada.

–Es hermosa, la decoraron. –miró cada rincón, al llegar a la parte de Lexie y vió que su escritorio se encontraba vacío. –¿Y tus cosas? Es decir tu uniforme, tus libros.

–Bueno... –rascó su mano. –La mayoría de mis cosas están en la habitación de los chicos. –rió nerviosa.

–Oh, ya veo.

–No quiero que pienses mal. –se acercó.  –Desde primer año he dormido con los chicos. Ellos me reciben cuando tengo pesadillas o cuando no quiero dormir sola. Pasó la mayor parte de mi tiempo en su habitación, entonces mis cosas siempre quedan ahí.

–Tranquila, no necesito explicación. –puso un mechón detrás de la oreja de la ojiverde. –Sé que ustedes cinco son muy unidos. Yo no me entrometere en su relación, nunca te prohibiría hacer algo. –posó sus manos en la mejilla. –Eres libre de hacer lo que quieras. –unió sus labios con los de la Gryffindor.

–Eres el mejor novio que he tenido. –rió por lo bajo. –En realidad eres mi primer novio.

–Y espero ser el último. –dió una media sonrisa.

–De eso no lo dudes. –rodeó el cuello del ojiverde. –Tú serás el último. –beso la comisura del labio de Stefan. –Ahora a lo que veníamos. –sonrió.

–Bien, bien.

Lexie sacó sus óleos y comenzó a hacer un retrato de Stefan.

[...]

Las chicas se estaban acercando a su habitación pero se detuvieron al escuchar ruidos raros provenientes de allí.

–¿Escuchan eso? –preguntó Camille.

–Sí, Cam. –contestó Marlene.

–Viene de nuestra habitación. –dijo Leah.

–Stefan, cambia de posición.

–Lexie, hazlo rápido.

Las Gryffindor abrieron sus ojos.

–Esa es... –Lily trago saliva.

Todas asintieron.

–Y están... –volvió a hablar Lily.

–Eso parece. –Leah hizo una mueca de asco.

–Un Ravenclaw y una sabelotodo no conocen el encantamiento Muffliato. –dijo Marlene.

–He escuchado suficiente y me he traumado. –Camille se tapó los oídos, retrocedió.

–Deberíamos hacer lo mismo. –Leah siguió a Camille al igual que las demás chicas.

Las Gryffindor se sentaron en los sillones.

–Hola, chicas. –dijo una voz detrás de ellas.

Las Gryffindor se dieron la vuelta. –Hola, James. –dijeron al unísono y volvieron a mirar sus libros, captaron unos segundos tarde que se estaba dirigiendo a las habitaciones de las chicas y volvieron a girar para mirar a James. –¡James!

Todas se levantaron para acercarse rápidamente al azabache.

–¿A dónde vas? –Leah fingió confusión.

–A ver a Lexie, me dijo que estaría en su habitación. –entrecerró sus ojos.

Leah buscaba la miradas del resto de las chicas en señal de ayuda.

–Sabes, James me he preguntado sobre el Quidditch. –Lily rodeó el hombro del azabache.

–Lily, Marlene puede responderte las preguntas que tienes. –apartó el brazo de la pelirroja.

–Pero tú eres el capitán. –intervinó Marlene.

–El capitán debe saber más que los jugadores. –Leah sonrió nerviosa.

–Tienen a Regulus, el posiblemente sea capitán. –esquivó una vez más a las chicas.

Camille miraba a todas las direcciones, no se le ocurría alguna otra excusa.

–Creo que no me siento bien. –las muchachas y el azabache miraron a la rubia.

–¿Camille? –Leah se acercó pero Camille le guiño el ojo.

De un momento a otro Camille cayó al suelo.

–¡Camille! –dijeron todos.

–James, ayúdanos a levantarla. –pidió Leah.

El azabache se acercó rápidamente para tomar a la rubia en sus brazos.

–Debemos llevarla a la enfermería. –dijo James con Camille en brazos.

–¡No! –habló rápidamente Leah.

–Leah, Cam... –la pelirroja miró a la castaña y ella le guiño. –Dejemosla en los sillones. No creo que sea algo grave.

–Exacto, no ha almorzado bien. –Marlene le seguía el engaño a sus amigas.

–Pero alguien debe examinarla. –James quería llevarla a la enfermería.

–Iré a mi habitación por algún dulce, de seguro con eso se levanta. –propusó Marlene.

–Buena idea, Marls. –Leah apoyo a la rubia.

James retrocedió unos pasos para poder recostar a Camille en uno de los sillones.

–Gracias, James. –sonrió Lily.

–No hay de que. –sonrió. –Ahora si me disculpan debo...

–Quédate. –replicó Leah. –Si no despierta la llevamos a la enfermería. Tú tienes más fuerza que nosotras tres.

James solo se limitó a asentir. Perdió una vez más la oportunidad de hablar con Lexie.

°•°•☆°•°•

A la mañana siguiente, todos se encontraban en el Gran Comedor, desayunando para luego ir a las clases del día.

Bear, recuerda tenemos entrenamiento luego. –el azabache miraba con admiración a la rubia.

–Gracias, deer por recordarmelo. –Lexie bebió de su té. –Nunca me cansaré de esto.

–Rubia, deberías probar otra bebida que no sea té.

–Estoy empezando a beber café pero el té es mi debilidad.

–En especial si son de hierbas silvestres. –añadió James.

Lexie soltó una risita. –Él me conoce mejor que nadie. –miró al azabache.

James sonrió inconscientemente.

–¿Pasarás por mí? Recuerda que tenemos diferentes clases al terminar la jornada.

–Por supuesto pasaré por ti. Siempre lo hago y hoy no será la excepción.

–Te estaré esperando. –Lexie agarró una servilleta para limpiarse las migajas en su rostro. –Bien, debo irme. Slughorn, quiere que participe en una clase de quinto año. Nos vemos, mis chicos. –beso la mejilla de ambos animagos.

Las mejillas del azabache se tiñeron de un leve carmesí.

A Sirius le dolía guardarle secretos a su mejor amigo pero no era asunto de él decírselo y romper la ilusión del azabache. Además si contaba ese secreto perdería la confianza de Lexie y para él, Lexie es muy importante.

[...]

Las horas pasaron y las clases avanzaban conforme al horario de cada uno.

Lexie se encontraba en su última clase, Transformaciones con la profesora McGonagall.

La animaga dio unas últimas indicaciones para la próxima semana y dio por terminada su área.

Al salir, Lexie se encontró con James apoyado en uno de los pilares. Siempre llegaba a tiempo.

–Hola, bear. –el azabache dio unos paso para estar frente a la ojiverde. Al acercarse le dejo un casto beso en su mejilla.

–Hola, deer. –sonrió.

–¿Lista para irnos?

–Lista.

James tomó las cosas de la Gryffindor.

En el camino el azabache miraba de reojo y accidentalmente sus manos chocaban, le provocaba una sensación hermosa al ojimiel.

–Me he dado cuenta que pasas tiempo con Lily. –soltó Lexie, James la miro confundido. –Por fin se te hará realidad tu sueño.

James no se había dado cuenta que pasaba demasiado tiempo la pelirroja.

–¿Mi sueño?

–Sí, por fin tendrás una cita con ella. –sonrió mirando al azabache. –Solo falta que se lo pidas.

James ya no poseía esos sentimientos por la pelirroja, fueron reemplazados. El azabache estaba enamorado de Lexie pero ya no de él.

El animago se detuvo. Lexie se giró y miró con confusión a James.

Deer, ¿Qué sucede?

James suspiró, dió unos pasos. –Lexie, hay algo que debo decirte. –dejo los libros en uno de los banquitos que había en el pasillo , Lexie miraba la acción del azabache y enarcó una ceja. Una vez que sus manos estaban libres tomó con delicadeza las de la ojiverde.

–James, ¿qué sucede? –rió nerviosa.

–Me he dado cuenta que Lily nunca fue la indicada. –trago saliva. –Siempre tuve unos sentimientos hacia otra chica pero nunca quise admitirlo, estaba tan obsesionado con esa maldición.

–¿Qué maldición? –indagó.

–¿Nunca te haz preguntado por qué siempre mi cabello está desordenado? ¿O por qué tanto mi padre como a mí usamos gafas?

–¿Los genes?

James negó. –La Maldición Potter ha estado en mi familia por varias generaciones. –Lexie escuchaba atenta cada palabra del azabache. –Cada hombre Potter heredará la miopía, el cabello desordenado y los ojos de su madre. –explicó acariciando con su pulgar las manos de Lexie.

–Wow, no tenía idea.

–Pero hay algo más, cada Potter tendrá a su pelirroja con quién pasará el resto de su vida, ella será el amor de su vida. –sonrió mirando fijamente a Lexie, la ojiverde no tenia idea hasta donde queria llegar. –Pero creo que yo no...

En un abrir y cerrar de ojos, James se quedó callado y la imagen que lograba captar fue a Stefan rodeando a Lexie por la cintura.

–Hola, cariño. –beso la mejilla de la rubia. Lexie abrió los ojos.

–¿Ca-cariño? –tartamudeo James, Lexie miró nerviosamente al azabache.

–Stef. –se giró para mirar al castaño. –Nos puedes dejar solos. –susurró.

–¿Lo estropee?

–No, tranquilo. Te busco luego. –dejó un casto beso sobre los labios del castaño.

James retrocedió, sentía que las lágrimas se asomaban.

–James... –la rubia se acercó. –De verdad lo siento, siento mucho que te hayas enterado de esta manera. Debí contártelo desde un principio.

–¿Desde cuándo están saliendo? –trago saliva, quería que todo fuera un sueño.

–Desde año nuevo. –susurró.

–¿Y hasta ahora me entero?

–Nunca encontraba el momento adecuado y cuando lo hacía nos interrumpian.

–Enronces, cuando dijiste que no estabas en tu casa, eso fue mentira.

–Sí, no sabía cómo explicarte, me daba miedo tu reacción. Sé que no te cae bien Stefan.

Los ánimos de James estaban por el suelo, ya no tenía ganas de nada. Vio como la chica por la que suspiraba, besarse con otro que no era él.

–¿Es-estás... –no podía terminar la pregunta. Pero tomó valor. –¿Estás enamorada de él? –aunque Lexie le confirmó su relación esperaba que la respuesta sea negativa.

–Lo estoy.

En ese momento, en ese simple momento el corazón de James se partió, una presión en su pecho se hizo presente al escuchar esas simples palabras.

El azabache soltó una pequeña risa falsa. Mordió el interior de su mejilla y asintió.

–Tú una vez me dijiste que "el indicado puede estar más cerca de lo que creía" y creo que lo he encontrado.

James lo recordó, se refería a él.

–Me alegro mucho que lo hayas encontrado, Lexie. –trato de sonar relajado.

–Gracias, James. –acarició el brazo del azabache. –Sé que encontrarás a tu pelirroja.

James en silencio tomo nuevamente los materiales y empezó a caminar.

–James, ese no es el camino.

–Lo sé, solo quiero dejar esto. –levantó los libros. –Te encargo el calentamiento.

–¿Estás bien?

–Sí, lo estoy. –trató de sonreír. –No me tardo.

–¿Estamos bien? –gritó Lex. James solo asintió.

[...]

El animago entró a su habitación, cerró la puerta con delicadeza, tiro los libros al suelo y recargo su frente en el marco de la puerta.

–¡Mierda! –dió un puñetazo a la puerta. –Ahora si la perdí para siempre. –frotó donde se habIA formado una mancha roja en su mano.

El ojimiel no se había dado cuenta que habían individuos dentro.

Sirius se acercó.

–James, ¿qué sucedió?

–La perdí, Pads. Perdí a Lexie. –se giró para recargar su cabeza sobre el hombro del pelinegro. Sirius lo abrazo.

–Tranquilo.

James negaba.

–¿Por qué no me di cuenta que ella era la indicada?

–Estabas confundido.

–Estoy viviendo una pesadilla. –sollozó. –Lexie, se enamoró de alguien más.

–James, lograrás superar esto. –acarició los brazos del azabache. –Te ayudaré en eso.

–Gracias, Pads.


°•°•☆°•°•

Hola, hola!!!

Un capítulo bastante largo, me disculpo por eso.

Espero que les haya gustado y no olviden si quieren hacer edits sobre esta historia, háganlo me encantaría verlos, me haría mucha ilusión, pueden etiquetarme, la historia tiene su propio hashtag #enchantedwattpad.

Opiniones y teorías...

With love, Sofy.

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