XXXIII. SUNFLOWERS
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Un campo de girasoles rodeaba a Lexie y los rayos del sol golpeaban el rostro de la rubia. Lexie abría poco a poco sus ojos, se los frotó para poder tener una buena visión.
–¿Dónde estoy? –miró a su alrededor y lo único que veía eran sus flores favoritas, girasoles.
No lo dudo ni un segundo y se levantó, sacudió su hermoso vestido amarillo. ¿Por qué estaba vestida? Su cabello estaba recogido con dos trenzas. Estaba descalza, podía sentir la humedad tierra con sus pies.
Lexie entrecerró sus ojos y logró ver una pequeña cabaña a lo lejos. Comenzó a caminar a esa pequeña construcción pasando sus manos por cada flor. Se detuvo al ver un pequeño arroyo que separaba el campo de girasoles de la cabaña. Se metió sin pensarlo, no le importaba que se le mojara el vestido solo quería llegar al otro lado.
Sabía que estaba mal, sabía lo que había hecho pero era la única forma, según ella, que sus seres queridos no estén en peligro. Su solución era desaparecer para siempre. Fue egoísta de su parte no pensó en cómo sufriría su madre, su padre, su hermana, sus amigos, no pensó en Stefan ni mucho menos en James, ella creía que hacía lo correcto.
La cabaña estaba adornada con pequeños girasoles en el techo y en la puerta había un cartel.
–"Freya" –leyó en voz alta.
La puerta se abrió, dejando ver a una mujer muy hermosa, rubia de ojos azules, su cabello estaba adornado de pequeñas flores blancas y poseíauna corona, su vestido era blanco con pequeños detalles dorados. En su espalda tenía una espada y un escudo.
–Lexie Baker. –habló dulcemente.
–¿Cómo...cómo sabe mi nombre? –tartamudeo, retrocediendo unos pasos.
La mujer se acercó, esto hizo que Lexie se alertara y buscará entre su vestido su varita.
–Tranquila, no te haré daño. –sonrió. –¿Acaso no me reconoces? –la rubia negó. –Soy Freya, diosa del amor y la fertilidad.
Lexie trago en seco. –¿Qué hago aquí? Se supone que estoy muerta.
–Y lo estás, linda. –murmuró. –Estás muerta. ¿Por qué lo hiciste?
–Porqué era la única forma que mi familia no esté en peligro. Voldemort, a estas instancias, ya debe saber sobre mí. ¿Sabes quién es Voldemort?
–Sé quien es, te he observado y sé que ivestigaste sobre él. –Freya se sacó su espada y escudo para dejarlo a un costado.–¿Y no pensaste en cómo se sentirían ellos al perderte? –preguntó Freya tomando asiento en una piedra.
Lexie abrió la boca, iba a contestar pero simplemente las palabras no le salían, era obvio que no lo había pensado.
–Con tu expresión puedo deducir que no lo habías pensado. –Lexie asintió. –¿Te gustaría volver?
Lexie abrió los ojos. ¿Eso se puede hacer? –Por supuesto que no. No arriesgare a mi familia.
–Ellos te estrañaran. –le hizo una seña para que se sentará. –Hay dos personas que están tratando de revivirte.
–¿Quiénes están tratando de revivirme? –ladeo su cabeza.
–¿Quieres ver? –Lexie asintió.
–Ven, acompáñame. –ambas rubias se levantaron y se acercaron al pequeño arroyo. Freya con un movimiento de manos logró mostrar el baño de prefectos.
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Peter se estaba arreglando su ropa acercándose a Stefan y James.
–Aquí esta el pijama de Lexie. –le extendió una pequeña mochila.
–Gracias, Pettigrew. –Stefan tomó la mochila. –Puedes irte si quieres. –sonrió.
–Creo que no me necesitan los chicos, así que prefiero quedarme a esperar a Lux.
–¿Lux? –preguntó confundido.
–Así llamamos a Lexie. –contestó Peter. –Signi...
–Significa Luz. –Stefan lo interrumpió. –Está en latín.
James rodó los ojos y le arrbato la mochila al Ravenclaw.
–¡Oye! ¿Pero qué te sucede? –soltó Stefan.
–Lexie debe estar muriéndose de frío y tú te pones conversar. –dijo en un bufido.
James tocó la puerta para que Lexie le otorgará el paso pero nadie contestó. Tocó una y otra vez y no había respuesta. Los tres se miraron aterrados.
–¿Por qué no responde? –pregunto asustado Peter.
–No lo sé, Wormtail. –respondió James. –Intentaré una vez más y si no responde entraremos.
–Pero estará desnuda. –dijo nervioso Peter.
–Me importa una mierda si esta desnuda o no, quiero saber si esta bien. –soltó James tocando nuevamente la puerta. No obtuvo respuesta. –Me canse. –James susurró la contraseña y entró rápidamente.
No lograba ver a Lexie por ningún lado. Stefan ingreso luego al igual que Peter. Ninguno de los tres veía a Lexie. James se acercó a la gran tina y vió a la rubia allí, no se movía, el aire no salía de su nariz, tenía los ojos cerrados. No lo dudo ni por un segundo, aún con la ropa puesta se tiro a la tina tomó a Lexie y la sacó de la tina.
Stefan ayudó a James a sacar a Lexie. Tomaron uno de las toallas y la cubrieron rápidamente.
–No respira. –dijo James al acercarse a su nariz.
–Mierda, Lexie. –dijo Stefan acercándose al cuerpo inerte de la rubia.
–¿Cómo hacemos para que despierte? –Peter estaba asustado.
–James, necesitaré tu ayuda. –Stefan sabía perfectamente lo que debía hacer. –Tú le darás respiración boca a boca mientras yo le haré compresiones en su pecho. Peter, tú ve a buscar a Madame Pomfrey y a la profesora McGonagall.
–Bien... bien. Iré lo más rápido que pueda. –dijo Peter, tratando de salir de ese baño.
–No sé cómo hacer esto. –James estaba nervioso y asustado, no podía perder a Lexie.
–Escúchame, James, debes tapar su nariz y luego unir tu boca con la de ella para pasarle aire, no lo hagas bruscamente sino debe ser lentamente. Sé que tienes miedo, lo veo en tus ojos, pero deberás dejarlo a un lado si queremos recuperar a Lexie. –Stefan ya había comenzado con las compresiones.
–Entendido. –James trato de alejar su miedo y estaba listo para reanimar a Lexie.
–A mi señal harás lo que te explique, ¿Entendido? –el azabache asintió. –Bien. –pasaron unos segundos. –Ahora.
James tapó la nariz de Lexie y unió sus labios con los de ella y pasó aire. El pecho de Lexie se elevó. Lo repitió una vez más.
–Está funcionando. –dijo James.
–Aún no, James. –dijo Stefan volviendo a hacer las compresiones.
–Por favor, Lexie. Despierta. –James podía sentir como sus ojos se cristalizaban. –Eres fuerte. Vuelve a mí. –las lágrimas rodaban. –Prometiste no dejarme solo. Cumple esa promesa. No me dejes. –un nudo se formó en la garganta del azabache. –No seríamos James & Lexie, sin una Lexie. Por favor, vuelve a mí. –James volvió a unir sus labios con lo de la rubia para poder pasarle aire.
–Vamos, Lex. –murmuró Stefan. –Aún no he podido hacer lo que tanto anhelo. –dijo mientras hacía las compresiones. –Lexie, despierta. Aún no he conocido a tus padres, aún no te he pagado la apuesta. Aún me queda más cosas por descubrir sobre ti. Lexie, te dije que seré una piedra en tus zapatos. Despierta, por favor. –Stefan lloraba.
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–Son James y Stefan. –Lexie miraba el lago.
–Así es, mi descendiente. –Freya relamio sus labios. –¿Estás segura de abandonarlos?
Lexie no respondía.
–¿Estás segura de perderte esto? –con un movimiento de mano cambio la imagen que proyectaba en el lago.
Se lograba ver a Lexie y Remus, la rubia curaba cada herida del castaño mientras el comía una barra de chocolate. Ambos reían. A Remus se lo veía tranquilo porque nunca había encontrado a alguien por quien se preocupe por él. Lexie lo hacía sentir seguro de él mismo.
–Remus. –murmuró. –Mi lobito.
Freya sonrió. Y cambio nuevamente la imagen.
Esta vez se veía a Lexie con el resto de los chicos, ordenando la biblioteca. Un castigo que terminó de nuevo en una broma para los Slytherin.
–Mis chicos. –los ojos de Lexie comenzaron a cristalizarse.
La imagen cambio de nuevo. Lexie estaba con Regulus en el campo de Quidditch, compitiendo en quien encuentra la Snitch primero.
–Reggie. –las lágrimas rodaban.
–Entonces, Lexie. ¿También quieres perderte esto? –una vez más cambio la imagen del lago.
Navidad. Violet acomodaba la sala para la cena. Euphemia se encontraba en la cocina junto a Evelyn. En el patio estaban Fleamont, Logan, Sarah, James y Lexie, los menores estaban sobre sus escobas, estaban teniendo un pequeño partido de Quidditch contra los mayores.
–Mi familia. –murmuró.
–¿Y tus amigas? ¿Qué sucederá con Sirius y Peter?
La imagen cambió nuevamente.
Leah, Camille, Marlene y Lily, luego del cumpleaños número dieciséis de Lexie tuvieron una pequeña pijamada, en casa de la rubia. Rieron, hablaron de muchas cosas. Compartieron muchas anécdotas.
Sirius y Lexie jugaban con una pelota. El pelinegro estaba en su forma animaga y la rubia le lanzaba una pequeña pelota.
Lexie rió al ver ese recuerdo.
Peter comia grageas al igual que Lexie. Ambos estaban adivinando el sabor de cada uno.
–¿Y qué pasará con Stefan y James?
Los recuerdos de Lexie con están se reflejaban en el lago. Su primer baile, su primera cita. Stefan estaba en la biblioteca junto a Lexie, ambos estaban leyendo un solo libro. Stefan viendo a Lexie entrenar. Lexie viendo a Stefan ayudando a los de primer año, ahí fue el momento exacto en donde Lexie, sin darse cuenta, se enamoró del castaño.
Los recuerdos cambiaron una última vez. Era el turno de James. Proyecto la primera vez que la rubia habló con el azabache, en los columpios. El primer beso de Lexie con James. Su promesa, Lexie se sentía mal, estaba por romper esa promesa. James dándole su collar de ciervo. Cuando le regalo ese suéter que usa siempre. Su pequeño momento en la Torre de Astronomía. El primer partido que James y Lexie comparten.
–James. –murmuró. –Mi deer.
–Lexie. –la Baker miró a Freya. –Te lo preguntaré una vez más. ¿Quieres volver?
Lexie se secó las lágrimas. –Quiero volver. –dijo decidida. –Pero no quiero tus poderes.
–Lexie, eso no puedo hacer. –Freya tocó el hombro de la rubia. –No puedo quitártelos.
–Entonces no volveré. Me quedaré aquí o a donde sea que deba ir.
–Lexie, tú debes volver. Debes ayudar a tus amigos en esta guerra. –tomó las manos de la ojiverde. –Eres su líder.
–Estarán en peligro por mi culpa.
–Pero tú los protegeras. Te vuelves intimidante cuando tratan de herir a tu familia.
–Freya, ni siquiera se como funciona cada uno de tus poderes solo salen cuando alguien está en peligro.
–Hiciste un buen trabajo uniendo a esos chicos.
–¿Remus y Sirius?
–Ellos están juntos gracias a ti. Recuerdas, diosa del amor y la fertilidad.
–Yo solo les aconsejé que se arriesgaran y eso hicieron.
–Tú también deberías arriesgarte, con el castaño.
–¿Stefan?
–Ese mismo. Ustedes están destinados a estar juntos. –Freya sabía que había otro gran amor en Lexie, James Potter. –Pero para que eso se cumpla debes volver.
–¿Y James? Él es mi mejor amigo. Hubo un tiempo, bastante diria yo, en el cual me había enamorado de él y creo que ese sentimiento ya no está. –murmuró Lexie.
–Ustedes son dos almas en una. No puedo decirte si aún sientes algo por él, pero por lo que veo, por el momento, estás destinada a estar con Stefan. –sonrió– Y si necesitas ayuda, estaré aquí para ti. Entonces, ¿Volverás?
Lexie lo pensó nuevamente. –Sí volveré y haré que estés orgullosa de mí. Seré una gran líder. Protegeré a todos.
–Esa es mi descendiente. –rió Freya. –Acompáñame.
Ambas cruzaron el arroyo y hasta estar del lado de los girasoles.
–Toma uno.
Lexie arrancó uno de esas hermosas flores.
–Ahora quiero que desees volver y luego sopla sobre la flor.
–¿Así volveré? –Freya asintió.
–Aún te queda aventuras y travesuras por vivir.
Lexie rió. –¿Te volveré a ver?
–Estaré en tus sueños y cuando necesites háblale a los girasoles.
–Gracias, Freya. –la rubia abrazó a la diosa. –Gracias, por darme una segunda oportunidad.
–Lexie, sé que harás bien las cosas de ahora en adelante, aunque tendrás unos contratiempos. Ahora vuelve con esas personas que tanto quieres.
Lexie asintió. La ojiverde deseó volver, tener esa segunda oportunidad y luego sopló el hermoso girasol. Freya hizo unos movimientos con sus manos y el cuerpo de Lexie se iluminó y poco a poco iba desapareciendo.
–Adiós, Lexie Baker. –sonrió Freya.
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De un lado de la camilla estaba James agarrando la mano de Lexie, del otro lado estaba Stefan tomando la mano de Lex. Al frente de ella se encontraban todos sus amigos y su hermana.
–Rubia, despierta. –Sirius caminaba de un lado a otro.
–Sirius, puede quedarte quieto. –Leah lo regañó. –Me pones nerviosa.
–No puedo quedarme quieto sabiendo que Lexie puede morir. –se mordió las uñas.
–Lexie, no va a morir. –James levantó su cabeza. –Ella nunca me dejaría solo. –James sufría más que los demás. Fue su primer amiga y se quedó con él en todo momento.
–Lo siento, James. –se disculpó Sirius percatandose que Remus se encontraba en un rincón llorando. –Hey, cariño. –Sirius se acercó a la altura del castaño. –Ella va a despertar.
–Ella fue mi primera amiga luego de mucho tiempo. –tenía un nudo en su garganta. –No me dió la espalda cuando supo de mi condición. –se mordió el labio. –Y ahora es posible que ya no esté con nosotros.
–Moony, ella despertará. Es Lexie. –abrazó al castaño. –Todo estará bien.
Sarah estaba destrozada. Su única hermana estaba postrada en una camilla. Aún no habían tenido mucho tiempo juntas.
Leah por otro lado quería verse fuerte pero por dentro estaba demasiado asustada. Lexie era como su hermana. Le dió un techo para vivir, una madre amorosa. Le dió confianza en ella.
Lexie apretó la mano de James y él automáticamente se levantó y miró a su rubia.
–Lexie. Ella apretó mi mano. –los demás se acercaron. –Ella va a despertar.
Lexie trato de abrir sus ojos y al hacerlo lo primero que vio fue a James.
–Deer. –dijo con dificultad.
–Bear, soy yo. Aquí estoy. –James rompió en llanto.
–Hey, no llores. –quería reír. –No me iré a ningún lado.
–Lexie. –Stefan tomó el rostro de la rubia.
–Hola, Stef. –sonrió levemente. –He vuelto para cobrar mi premio. –Stefan y Lexie rieron.
–Nunca pierdes tu sentido de humor, Baker.
–¡Rubia! –Sirius apartó a Stefan. –Creí que te perdía. –dijo exageradamente. –Iba a tener que soportar a James. –elevó sus brazos con exageración.
–Pads, si me iba te atormentaria mientras duermes. –rió con algo de dificultad.
–Te prefiero viva que muerta.
–¡Sirius! –James lo golpeó.
Lexie vio a Sarah. –Sarah, hermanita estoy bien. Perdón por asustarte. –la castaña se acercó y abrazó a la ojiverde.
–Lexie, creí que me quedaría sola.
–Tranquila, sabes que siempre te cuidaré. –beso su mejilla. Sarah se separó y las siguientes en abrazarla fueron las chicas.
–Lexie Baker, no vuelvas a asustarnos. –habló Marlene y las chicas le dieron la razón.
Al separarse la única que quedó fue Leah.
–Leah, lo siento.
–Eres como mi hermana, nunca lo hagas de nuevo. –murmuró.
–Y tú eres la mía. Prometo no hacerlo. Estaremos juntas.
Leah se separó y Reggie se acercó.
–¿Creíste que te ibas a desacer de mi fácilmente? Soy la única que puede ganarte en Quidditch. –Lexie rió.
–En tus sueños, Baker. –Regulus rió y se acercó para abrazarla. –No vuelvas a hacerlo.
–No lo haré.
–Eso espero, Lexie.
El siguiente en acercarse fue Peter.
–Hey, Pet. No llores aún nos falta grageas y regaliz por comer.
Peter se limpió sus lágrimas con su manga y se acercó a la rubia.
–Tranquilo, aun nos falta sabores por descubrir.
Peter sonrió y se alejó para juntarse con el resto.
Faltaba una persona, Remus. Se tambaleaba mientras se acercaba a Lexie.
–Remus, lo siento. –murmuró Lexie. –Te iba a dejar solo.
El castaño no dijo ni una palabra y solo la abrazó.
–Me alegra que ya estés con nosotros. Creí que te perdía para siempre.
–Tranquilo, estoy aquí. No me iré a ningún lado por mucho tiempo.
–Lo sé.
–Ya no llores. –Remus sonrió y fue a reunirse con Sirius, quien lo recibió con un abrazo.
Madame Pomfrey llegaba junto con la profesora McGonagall.
–Por Merlín, Lexie. Mi niña despertaste.
Popi se acercó a Lexie para examinarla. Revisar si algo estaba mal en ella pero no encontró nada.
–Hola, Minnie. –sonrió inocente.
–Hola, Lexie. ¿Por qué lo hiciste?
–Green y su advertencia. No quería poner a nadie en peligro. No lo pensé muy bien y solo lo hice.
–Tranquila, lo importante es que ya estas aquí. Tus padres vendrán por la mañana.
–Mi madre estará furiosa. –suspiró.
–Debe descansar, señorita Baker. –habló Madame Pomfrey.
–Creo que he descansado lo suficiente. He vuelto de los muertos. –ese comentario hizo reír a la mayoría de los presentes a excepción de dos personas, James y Stefan.
–Te quedaras aquí y descansarás, Lexie. –ordenó Stefan.
–Pero... –la rubia fue interrumpida.
–Lex, haz caso por primera vez en tu vida. –dijo James.
–Bien. –rodó sus ojos.
–Niños, deben ir a su Sala Común. –McGonagall los despachaba.
–Minnie. –Sirius protestó. –queremos quedarnos.
–No será posible, señor Black.
Todos bufaron y se despidieron de Lexie. Acompañaron a Sarah y Heather a su respectiva sala común. Regulus se quedó con Sirius en la Torre Gryffindor.
–Ustedes también deben ir a descansar. –Minnie señaló a ambos chicos.
–Me quedaré por si Lexie necesita algo, profesora McGonagall. –dijo Stefan.
–Minnie, no me separare de Lexie ni por un segundo. –James miró a Lex.
McGonagall negó con una sonrisa y salió de la enfermería acompañada de Madame Pomfrey.
–Gracias. –murmuró Lex ganándose la mirada de ambos chicos. –Ustedes me revivieron.
–Lexie, no lo vuelvas a hacer. –Stefan acarició la mejilla de la chica. –Estaba muy asustado, me iba a quedar sin mi Lexie. –Lexie se sonrojó. James se quedó callado, su rostro no tenía ninguna expresión.
–Deer, de verdad lo siento. Iba a romper una promesa. –tragó saliva.
–Bear, si tú morías yo moría. Porque sin ti la vida no tiene sentido. No seríamos James & Lexie, sin una Lexie. –sonrió levemente tomando la mano de Lexie.
–Lo sé.
James y Stefan se quedaron dormidos, apoyando sus cabezas en la camilla de Lexie. La Baker veía como dormía ambos chicos y sonrió involuntariamente. Iba a seguir el consejo de Freya.
°•°•☆°•°•
Al día siguiente, unos ruidos despertaron a los tres. Era Violet junto a Logan y Evelyn.
Las puertas de la enfermería se abrió bruscamente.
–¿Dónde está mi hija? –Violet estaba desesperada por encontrar a Lexie.
–Aquí estoy, mamá. –Lexie levantó su mano.
–Lexie Emma Baker, como se te ocurre hacer algo así. –Violet se acercó rápidamente y abrazó a su hija. –No lo vuelvas a hacer. –murmuró.
–Prometo no hacerlo de nuevo. –ambas rubias lloraban.
–Mi linda Lexie. –Logan trataba de sonar tranquilo. –Mi niña. –se acercó para abrazarla. Los tres se unieron en un abrazo, Lexie estaba con sus padres y nunca más los dejaría solos.
–De verdad lo siento. –sollozó. –No lo pensé muy bien, yo solo quería protegerlos.
–¿Pero haciendo esto?
–Vol... el sin nariz haría lo que fuera con tal de que me una a su estúpido ejército. –se limpió las lágrimas. –Y eso implicaría hacerle daño a los que más amo. Green me dijo que el innombrable sabría de mí.
–¿Quién es Green? –Evelyn se unió a la conversación.
–Él... él... –Lexie comenzó a tartamudear.
–Lexie, ¿Él te hizo algo? –su padre se cruzó de brazos.
–No. –dijo dudosa ganándose una mala mirada de James y Stefan.
–Lexie. –James la reprimió.
–Debes decirles. –Stefan murmuró.
–¿Decirnos qué? –Violet miró a su hija.
–Cállense. –dijo entre dientes Lexie.
–Ese hijo de perra trato de abusar de Lexie. –James soltó sin más.
–¡James!
–¡¿Él qué?! –dijeron al unísono los tres mayores.
–Trato de abusar de Lexie. –dijo Stefan.
–¡Stefan!
–Lexie, debían saber lo que te sucedió. –Stefan trato de tomar la mano de Lexie pero ella la apartó.
–Era mi deber decirles, no la de ustedes. –estaba enojada. –Ahora quiero que se vayan y me dejen a solas con ellos.
–Pero Lex...
–Nada de peros, James. Váyanse, ahora. –Lexie se cruzó de brazos.
Ambos chicos salieron de la enfermería con la cabeza agachada.
–Lexie, nos puedes explicar lo que dijeron esos dos chicos. –Evelyn habló primero. Logan y Violet quedaron en shock luego de escuchar a James y Stefan.
–Aiden Green trató de abusar de mí. –murmuró. –Quería tomar venganza por haberlo humillado frente a todos. Él había esparcido rumores sobre mí que no eran ciertos. –los ojos de Lexie estaban cristalizandose. –Anoche, mientras estaba haciendo mis rondas de prefecta, él me durmió y me llevó a un salón desconocido. Estuve atada, desprendió mi camisa y paso sus manos debajo de mi falda. –a Lexie se le erizó la piel al recordarlo y largo un llanto. –He... he... –se le rompió la voz.
–Tranquila, mi sunshine. –Violet se acercó a la rubia para abrazarla. –Ya estoy aquí. Nadie te hará daño mientras esté yo aquí. –beso la mejilla de la ojiverde. –Te sacaré de este colegio e iras a uno que este cerca de casa.
–¡No, no lo hagas! Este colegio es como mi segunda casa. No quiero abandonarlo.
–Pero Lexie.
–No, mamá. Ese ya no está más en el colegio, fue llevado a Azkaban.
–Haré que le den pena de muerte por haber tratado de hacer esa asquerosidad con mi hija. –Logan estaba furioso. –O yo mismo lo haré.
–Papá, quiero un abrazo de mi padre. –Logan no lo pensó y se acercó para abrazarla. –Yo te ayudaré a matarlo. –por un momento los ojos de Lexie oscurecieron. Logan estaba sorprendido por las palabras que salieron de la boca de su pequeña. Lexie a no escuchar alguna palabra de Logan, forzó una risa. –Es broma. –¿o no lo era?
–Hablaré con el Director. Me decepciona que no nos hayamos avisado sobre este tema de inmediato.
–Yo les pedí que no lo hicieran. –murmuró.
–¿Por qué, Lexie? –preguntó Evelyn.
–Quería ser yo quien se los diga.
–No nos ibas a decir lo que te sucedió. –Violet ma conocía.
–No lo iba a hacer. –agachó su cabeza.
–¿Por qué? –Logan miró a Lexie.
–Porqué no quería que lo sepan, no me iban a creer.
–Por supuesto que te íbamos a creer. Eres nuestra hija. –Logan le regalo una sonrisa.
–Nosotros siempre estaremos para ti. –sonrió Violet. –Somos tus padres. –señaló a los tres. –Estaremos para ti, siempre.
–Ustedes tres son los mejores padres que me pudieron tocar. –Lexie lloraba de la emoción. Y abrazó a los tres.
Toda la mañana Lexie estuvo acompañada de Logan, Sarah, Evelyn y Violet. Era un pequeño momento familiar pero llegó la hora de que ellos abandonen el establecimiento.
En el almuerzo, Remus, Leah, Camille, Marlene y Lily le llevaron la comida a Lexie. Ella con muy pocas ganas comía. Solo jugaba con la comida.
Por la tarde Peter fue el único en visitarla, llevaba a escondidas grageas para adivinar el sabor de cada uno.
Regulus y Sirius fueron los siguientes en visitarla. El Black menor le hablaba sobre Quidditch y el mayor le hablaba de su nuevo producto para el cabello.
Stefan y James se encontraron en el pasillo, ambos se dirigían a la enfermería y ambos tenían una bandeja de comida. Al entrar, los hermanos Black se despedían de la rubia.
–Hola, Lexie. –dijeron al unísono.
–¿Qué hacen aquí? –Lexie se cruzó de brazos.
–Te he traído la cena. –Stefan levantó la bandeja.
–Yo también te he traído la cena. –James levantó la bandeja.
–No tengo apetito. Gracias. Popi me dijo que puedo irme en unos minutos a mi habitación.
–Lexie, debes comer algo. Remus me dijo que no haz almorzado.
–James, no tengo hambre. Pueden irse quiero estar sola.
–No, Lexie. –Stefan dejo la bandeja a un lado y se acercó a la rubia. –No nos iremos. Escucha, discúlpanos por haberle contado a tus padres pero tú no lo ibas a hacer.
James se acercó y se puso del otro lado. –Miller tiene razón. Lo hicimos por tu bien.
–Pero no era su decisión, era la mía.
–Lo hicimos porque queríamos lo mejor para ti. –Stefan tomó la mano de Lexie, pero esta vez no la apartó. –Eres importante para mí, y quería que ellos te apoyen. –miró fijamente a la ojiverde.
James en ese momento sabía que la había perdido, Stefan se ganó a Lexie. Se golpeó mentalmente, se culpaba por no haberse dado cuenta antes de que Lexie era la indicada.
–Debo irme. –dijo con un nudo en su garganta, quería dejarlos solos, iba a rendirse fácilmente.
–James, no es necesario que te vayas. Quédate hasta que pueda irme. –Lexie golpeó suavemente la camilla para que se acercara.
–Recorde que debo hacer algo. –mintió. –Miller podrá acompañarte. –trató de sonreír.
–¿Podrás? –Lexie miró al castaño.
–Por supuesto que sí. –sonrió.
–Lo ves. Nos vemos en la sala común. –sonrió levemente. –Adiós. –tomó la bandeja y salió de la enfermería, sus ojos se cristalizaron. Había perdido a Lexie.
Stefan y Lexie se quedaron en la enfermería. El Ravenclaw sacó de su bolsillo dibujo de un pequeño girasol. Lexie se sonrojó. Ambos se quedaron en la enfermería hasta que sea la hora de que Lexie pueda irse.
°•°•☆°•°•
Hola, hola!!!
Hay Lexie para rato jeje.
Sustos que dan gustos jajajaja
Pobre James 🤧
Dudas y teorías...
With love, Sofy.
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