LXI. GHOST OF YOU
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Esa rubia dormía plácidamente sola por primera vez. Apesar de que, desde que ella mencionó sobre su embarazo, dormía cada noche acompañada de alguien ya que esa pesadilla de ver a Stefan morir frente a sus ojos se retomaba una y otra vez al punto de despertarse gritando y llorando.
Había pasado dos semanas desde que Lex visito a los Miller. Dos semanas desde que ella lleva el apellido Miller.
Ese azabache, desde que se enteró de ese embarazo se ha aferrado aún más a Lexie, no quería dejarla sola ni por un segundo quería cuidarla, protegerla.
James entró sigilosamente a esa habitación con una bandeja, como todos los días. Dejó esa fuente de metal sobre el escritorio y se acercó hasta estar junto a la cama de esa rubia. Le encantaba verla dormir, parecía un ángel caído del cielo.
Sonrió tiernamente sentándose en el pequeño espacio que dejaba Lex, acomodó cuidadosamente un mechón rebelde y la sacudió delicadamente. -Bear. -susurró. Lexie se quejó un poco. -Te he traído el desayuno. -continuó, esa rubia abría lentamente sus ojos acompañado de un pequeño bostezo.
-¿Deer? -susurró tallandose los ojos.
-Soy yo como todas las mañana. -Lex sonrió. Prácticamente James vivía en la casa Baker.
-¿Lo mismo de siempre? -Lex trato de buscar con la mirada la pequeña fuente de metal.
-Lo mismo de siempre. -sonrió James poniéndose de pie y buscar el desayuno para acercarlo a esa chica.
-¿Alguna vez te dije que eres el mejor? -miró lujuriosa al apetitosos aperitivo.
-Siempre. Desde niños. -sonrió sin apartar su mirada de esa rubia tan entusiasmada por comer cada cosa.
-Y lo repetiré cada vez que pueda. -sacó su lengua como si el sabor del té estuviera impregnado en sus labios.
James sonrió al oír cada una de esas palabras.
-Desayuna conmigo. -Lex le extendió una tostada con jalea.
Estuvieron en esa habitación desayunando y conversando sobre cualquier tontería que se les ocurría.
-¿Quieres ver algo? -preguntó Lex alejando la bandeja.
-Depende de qué sea. -contestó.
-Es magia.
-Ambos tenemos magia, Lex.
-Es una diferente. La primera vez que lo hice, fue cuando mi mamá falleció. Ahora lo hago con Stefan. Creo que eso me ayuda a dormir tranquila.
-Quiero ver. -se acomodó mejor en la cama.
Lexie tomó el diario de Stefan, lo apretó fuertemente con sus ojos cerrados. La proyección de Stefan escribiendo el diario en la Sala Común de Ravenclaw se hizo presente frente a ellos. James estaba asombrado por la maravilla que Lexie podía lograr y Lexie miraba atentamente cada movimiento del castaño. Se conocía de memoria cada acción que realizaba.
-Wow. -dijo asombrado James. -No tenía idea que podías hacer eso.
-Es maravilloso. Gracias a esto, jamás podré olvidar los rostros de las personas que amo. Las tendré siempre conmigo.
Con un movimiento de mano esa imagen desapareció.
-Eres maravillosa, Lex. -la miraba de una manera tan especial, que no se puede describir con simples palabras.
-Gracias, deer. -sonrió. -¿Leah?
-No pasó la noche aquí.
-Oh lo olvide. Esta con Marlene.
-Creo que ahora se encuentra en San Mungo por su pasantia.
-Y tú deberías estar en la oficina de aurores.
-Aún tengo tiempo. No quiero dejarte sola.
-Estoy embarazada no inválida. -rodó sus ojos divertida. -Puedo quedarme sola. Además tengo a Euphe y Monty a un par de casas.
-Ellos no se encuentran en casa.
-Merlín, lo he olvidado.
-Estás olvidando muchas cosas.
-No es cierto. Solo es el cansancio.
-Pero acabaste de despertar.
-Aún tengo que recargar las horas de sueño que no he podido completar días atrás.
-Te refrescare la memoria. -habló con un tono divertido. -Sirius y yo debemos ir a la oficina de Aurores, Remus y Lily trabajan en una biblioteca, Leah y Camille tienen su pasantia en San Mungo, Lene tiene sus clases de arte, Peter está en Hogwarts como ayudante en Herbología.
-Gracias, diario. -hablo burlona. -Entonces me quedaré aquí, en casa.
-¿Recuerdas que te he mencionado sobre un pelirrojo que trabaja en la oficina de uso incorrecto de artefactos muggles?
-Arthur Weasley. Lo recuerdo.
-En abril tuvo a su cuarto y quinto hijo.
-Gemelos. Veo que no pierden el tiempo. -rió Lex.
James rió y asintió. -Su esposa también se queda sola en casa, cuidando de sus hijos.
-¿A dónde quieres llegar con esto? -entrecerró sus ojos.
James mordió su labio. -Sería una muy buena idea que ustedes dos sean amigas y se acompañen. Conocer gente nueva, ¿qué dices?
Lexie fingió pensar la respuesta. -¡Por supuesto que quiero ir! Me encanta conocer gente nueva. Además ella podrá darme consejos de maternidad, va por su quinto hijo, eso quiere decir que debe tener demasiados. -rió Lex.
-Me alegra oír eso. Te espero abajo para llevarte.
Lex asintió.
James tomó nuevamente la bandeja y salió para que esa rubia se arregle.
Luego de una ducha y buscar el atuendo adecuado, bajo por las escaleras encontrándose nuevamente con James y un nuevo visitante.
-¡Siri! -Lexie corrió para abrazarlo.
-Rubia. -saludó. Al separarse se agachó un poco hasta estar a la altura del vientre de Lex. -Hola, pequeño o pequeña Lux. -Lexie rió de ternura. -¿Cómo está mi primer sobrino?
-Él o ella está perfectamente bien. -contestó Lex con una sonrisa.
-¿Lista para irnos? -habló James.
-Espera, debo buscar mi cuaderno de trabajo y mis lápices de colores. Quiero hacerles pequeños dibujos a los niños de la señora Weasley.
James sonrió. Le encantaba ver a Lex entusiasmada por algo. Estaba regresando ese brillo que tanto la acaracteriza.
Lexie al salir aseguró muy bien su casa. Y esos Ex-Gryffindor se encaminaron a la Madriguera, lugar de la familia Weasley.
[...]
Los golpecitos en la puerta se hicieron presente y esperaron a que alguien les abra.
Un pequeño pelirrojo de unos siete años abrió esa puerta.
-Hola, pequeño. -sonrió Lex. -¿Se encuentra tu mamá?
El pequeño asintió y corrió a buscar a su mamá.
Una mujer pelirroja regordeta se acercó a la puerta. -James, Sirius. -saludó alegre.
-Hola, Molly. -saludaron esos chicos.
-Hola, soy Lexie Miller. -se presentó la rubia.
-Lo sé, James no para de hablar maravillas sobre ti. -sonrió Molly. James se sonrojó inmediatamente.
-¿En serio? -miró de reojo Lex.
-Por supuesto. James no se cansa de elogiarte cada vez que puede.
-Wow, no tenía idea. -sonrió.
-Que despistada soy, no me he presentado. Molly Weasley. -extendió su mano. Lexie gustosa la estrechó. -Adelante. -se hizo a un costado.
-Hoy no pasaremos. -dijo Sirius. -O llegaremos tarde al Ministerio.
Molly entendió, buscó unas pequeñas cajas que tenía preparada y se las extendió a los chicos.
-El almuerzo de hoy.
-Molly, eres la mejor. -elogió Sirius. -Lux, te veremos más tarde. No me extrañes.
-Voy a morir sin tu presencia. -su tono era burlón. -No lograré sobrevivir sin Sirius Black. -se llevó una mano a su frente como si se quisiera desmayar.
-Que chistosa eres. -rodó sus ojos.
James se acercó a la rubia, tomó sus manos y unió su frente con la de ella.
-Regresaré por ti. -James podía percibir cada aroma que emanaba esa chica. Podía sentir la respiración de ella, y no entiende cómo pero también el latir del corazón de ambos.
-Siempre lo haces.
-Y siempre lo haré.
Lexie mantenía sus ojos cerrados.
-Cuídate. -James besó la frente de Lex.
-Cuídate.
Y con eso ese azabache y pelinegro se despidieron.
Lex ingresó a esa tan acogedora casa.
-Ustedes dos hacen una muy linda pareja. -sonrió dulcemente Molly.
Lex abrió grande sus ojos. -No, no, no. -negó con sus manos. -No somos parejas. -explicó. -James es mi mejor amigo.
-Oh, lo siento no debí decir eso.
-No tiene por qué disculparse.
Lex logró ver a dos niños ocultándose detrás de un sillón. Les recordó a James y a ella la primera vez que recibieron su carta de Hogwarts.
Lex se quitó su bolso y lo dejó sobre un pequeño sofá. Y se acercó lentamente hasta estar delante de esos niños.
-Hola. -los dos pelirrojos agacharon aun más su cabeza. -Soy Lexie, ¿ustedes cómo se llaman?
El pequeño que los atendió levantó su cabeza. -Bill. -dijo tímidamente.
-Es un gusto, Bill. -sonrió Lex.
Molly veía la interacción de sus hijos con Lexie. En ese momento se dio cuenta que esa rubia sería una muy buena madre.
-¿Y tú?
El niño de cinco años se pusó de pie. -Charlie. -tartamudeo.
-Hola, Charlie. -saludó con su mano.
-Estaré en el comedor. -avisó Molly, Lexie la miró y asintió.
-¿Quieren ver algo? -susurró. -Pero será nuestro secreto.
Los pequeños asintieron.
Lex buscó entre su bolso una bombilla. Ella sabía que podía prenderla sin la necesidad de energía.
-Esto se llama bombilla. -explicó. -Ahora deben mirarla atentamente. -continuó.
Lexie movió un poco sus manos y una pequeña luz se encendió en esa bombilla.
Los niños parpadearon varias veces. Estaban tan asombrados.
-Estupendo, ¿cierto? -Lexie los miró.
Los niños asintieron.
-He traído unas hojas y lápices de colores, ¿Quieren dibujar?
-Sí. -dijo Charlie.
Lex sonrió. -¿Y tú Bill?
-Quiero ver otra vez lo que hiciste.
Lexie rió. -Se los mostraré una vez más.
Luego de la pequeña demostración, Lexie les prestó su cuaderno y sus lápices.
Al ver que esos niños estaban tan entretenidos, se pusó de pie y fue en busca de Molly.
Al verla tenía un pequeño en brazos y dos bebés pelirrojos acostados en una cuna.
-Él es Percy. -Molly presentó al pequeño de casi dos años. -Saluda Percy. -ese niño se ocultó entre los cabellos rojizos de su madre.
Lexie soltó una risita. -¿Y ellos dos cómo se llaman?
-Fred y George.
-¿Puedo cargarlos?
-Claro.
El primero fue Fred. Lexie lo tomó tan delicadamente como si fuera a romperse ese pequeño ser.
-Hola, Fred. -sonrió. No podía evitar lagrimear de felicidad. Era la primera vez que tenía entre sus brazos un bebé. Esas lágrimas eran diferentes, eran doradas. Lexie lloraba oro.
Molly se asustó al ver esas lágrimas doradas. -¡Lexie!
La rubia la miró extrañada, no entendía porque poseía esa expresión.
-Tus lágrimas. -tragó saliva con temor.
Lexie dejó nuevamente a Fred en la cuna y tocó su rostro. Al ver su mano se encontró con rastros dorados.
-No tienes por qué asustarte, es algo normal en mí.
-¿Normal?
-Soy descendiente de la diosa nórdica Freya. Una diosa de Amor y fertilidad. Y una de sus cualidades es llorar oro, aunque es la primera vez que me sucede.
Molly estaba absorta por esa explicación.
Lexie tuvo que explicarle todo a esa pelirroja, mientras tenía a George en sus brazos.
Y así pasaron el día, entre conversación sobre los poderes de Lexie, sobre maternidad y algunos consejos de cocina.
La hora de que ese azabache regresara a buscar a su mejor amiga se hizo presente. Regresó por ella.
Lexie se despidió de la gran familia Weasley. En especial de esos pequeños pelirrojos.
[...]
Este día era diferente, era el día de darle un último adiós a ese castaño.
Lexie estaba sentada entre James y Sirius, sus guardaespaldas, a la rubia le gustaba llamarlos así.
La ojiverde logró ver a Lily y Paige. La pelirroja acompañaba a esa pelinegra. Una suposición de Lex era que ellas dos formaban una pareja pero aún no querían presentarse como tal.
Era momento de que Lex recitara alguna palabras para despedir a Stefan Miller.
Se posicionó frente a todos. Cerró sus ojos y tomó una gran bocanada de aire para luego exhalarla pausadamente.
-Conocí a Stefan en un baile del colegio. -mordió su mejilla. -Él me invitó a bailar, al principio creí que era una broma pero él lo negó. Creo que en ese momento tuvimos una conexión. -soltó un suspiró. -La segunda vez que lo vi fue en mi cumpleaños, me regaló una hermosa flor. Y desde ahí comenzamos a pasar tiempo juntos. -mordió su labio. -En Navidad, bajo un muérdago, me pidió ser su novia. -su voz temblaba. -Fue mi primer novio, él me prometió ser el último. Pero el destino fue una mierda con nosotros. Él merecía seguir con vida. Stefan era un chico tan maravilloso que si me propongo a describirlo no terminaría nunca. -parpadeo para evitar llorar. -Un último baile, una noche que debería ser inolvidable, me arrebataron al amor de mi vida.
》Eramos muy tontos en cosas del amor. Pero sabía con certeza de que lo amaba, aún lo amo. Él no logro escuchar un te amo de mi parte, pero yo si logre escuchar esas palabras provenir de mi libritos. Murió en mis brazos. Cada noche trataba de imaginarme cómo sería si en lugar de él, fuera yo. Él quería vivir y yo, en ocasiones, quería desaparecer. Pero ahora vivo por él y por el pequeño regalo que me dejó.
》A veces bailo por donde se suponía que sería nuestra casa con tu fantasma, lo hago cada noche. Pero mis pies no bailan como lo hacían contigo. -miró el ataúd.
-Adiós, mi amor. Prometo encontrarte en otra vida. Seguiré adelante porque sé que eso te hubiera gustado. Te amo, Stefan Miller.
Lexie se acercó al ataúd, dejó un girasol y un muérdago con una pequeña nota.
-Cuidaré de nuestro hijo. Prometo cuidarlo con mi vida. Siempre sabrá lo maravilloso que fue su padre. -susurró. Besó su mano y la colocó sobre la tapa del ataúd.
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Hola, hola!!!
Solté alguna lágrimas con la parte final. No lo voy a negar.
Espero que les haya gustado y no olviden si quieren hacer edits sobre esta historia, háganlo me encantaría verlos, me haría mucha ilusión, pueden etiquetarme @prongs.girl_ o usar el propio hashtag de la historia #enchantedwattpad.
Opiniones y teorías...
With love, Sofy 💕🦋
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