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HARRY AT THE
DIAGON ALLEY
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Dentro del bar varías personas reconocieron a James, por lo que enseguida daban por hecho que el niño que llevaba era su hijo, aquel que vivió.
—Bueno Harry, ¡Bienvenido al Caldero Chorreante!—exclamó Hagrid con entusiasmo.
—¿Qué es este lugar?—preguntó el niño, la verdad si era un lugar un poco feo.
—Esto Harry es la puerta a un lugar mágico, literalmente—le explicó su padre—Necesitamos comprar tus útiles escolares y pues los que te piden ya viste que no se consigue en cualquier lado.
—Supongo que tienes razón, pero sigue siendo horrible, el cobertizo del jardín está muy mejor—respondió y su padre solo rió y lo siguió guiando entre la gente.
Para la comunidad mágica era una sorpresa ver a los Potter en el Caldero Chorreante, se sabía que ambos llevaban una vida de muggle alejada de los quisquillosos ojos de los magos.
—Es James Potter, ese debe ser su hijo Harry Potter.
—Es el niño que vivió, él derrotó a quien-ustedes-saben.
—Escuché que viven como muggles.
—Yo escuché que el chico no sabía que es mago.
—Dicen que el niño es tan poderoso que tenían que lanzar obliviates diarios en su vecindario.
Varios murmuraban cosas, algunos ni siquiera se tomaban el trabajo de murmurar.
La verdad James ignoraba todos los comentarios, aunque la mayoría eran de admiración por él y su hijo, la verdad no le importaba en lo absoluto la fama, ni la lástima, ni nada que no viniera de las personas que los quieren.
—¿Lo de siempre Hagrid?—preguntó el cantinero.
—Hoy no será, Tom, estoy por aquí por asuntos de Hogwarts—respondió tocando el otro hombro de Harry.
—¡Válgame Merlín!-exclamó en un susurro—James y Harry Potter, todo un honor.
El cantinero y otros más se acercaron para estrechar sus manos, está bien, por un momento a los Potter les gustó ser el centro de atención.
Siguieron a paso firme, mirando al frente para ignorar a las personas de aspecto extraño en el bar, mientras James se quejaba internamente: No recordaba este puto bar tan largo.
La caminata iba bien hasta que chocaron con un hombre flaco, de cara perdida y un gran turbante que parecía oler a ajo.
—¡Oh! ¡Profesor Quirrel!—dijo Hagrid deteniendo la caminata de nuevo—Mira Harry, el profesor Quirrel te dará clases en Hogwarts.
—P-Po-Potters—tartamudeó el profesor apretando las manos de los dos pelinegro—N-no pue-ed-do decirles lo co-contento que-e estoy de co-conocerlos.
—¿Qué clase de magia enseña usted profesor?—preguntó el niño.
—De-Defensa Contra las Ar-Artes Os-Oscurar—alcanzó a decir—Pe-pero no es al-go que ust-usted necesite ¿verdad, se-señor Potter?—rió nervioso—Están reuniendo el eq-equipo, creo.
—Harry está dispuesto a aprender, ¿cierto? me alegra saber quién enseñará a mi hijo—respondió James, aunque en el fondo aquel hombre le parecía algo torpe como para enseñar DCAO.
—¡Fan-fantástico!—murmuró alto—Me desp-despido, tengo que bu-buscar otro li-libro de va-vampiros.
El profesor se dió la vuelta y salió dejando a dos Potter muy confundidos.
—¿Ves Harry? No era mentira que eres muy famoso, tú y tú padre—dijo Hagrid—Hasta el profesor tembló cuando los conoció, aunque siempre tiembla.
—¿Ese es el nuevo profesor de defensa? Creo que le diré a Remus que se postule, él sí sería un gran profesor—añadió el Potter mayor.
—No lo juzgues James, pobre hombre, una mente brillante pero dicen que buscó experiencias directas con vampiros y tuvo problemas con hechiceras en la Selva Negra...creo que tiene miedo de sus alumnos y de su propia asignatura—dijo el semigigante.
—Definitivamente le diré a Remus...—murmuró James.
—¡Deberías decirle! Sería genial tener al tío Remus en la escuela, por cierto, ¿lo veremos hoy? ¿a él, Romeo y Violet?
—Claro que si Harry, pero primero compraremos tus útiles, ya falta solo un mes para el inicio de clases—le respondió.
Hagrid los llevó hasta el final del bar, donde había un pequeño patio con una pared de ladrillos y algunos matorrales.
—Tú solo mira y espera—dijo James a su hijo cuando vio la expresión de "este hombre está loco" en su rostro.
—Tres arriba...dos horizontales—murmuraba Hagrid—Correcto, tres golpecitos...den un paso atras.
Luego de ese patrón de golpes en la pared con su paraguas, el último ladrillo que tocó se estremeció y se abrió un agujero que se hizo cada vez más y más ancho.
La vista ahora era maravillosa, todo tipo de tiendas, personas que iban de un lado a otro. Harry estaba sin palabras.
Empezaron a caminar entre la gente que gracias a Merlín iba tan metida en sus pensamientos que no notaban su presencia.
—Bienvenido al Callejón Diagon.
—Bueno, iremos primero por dinero a nuestra bóveda a buscar dinero mágico—dijo James—¿Recuerdas que te hablé de Gringotts?
—Si, lo recuerdo...¿Y qué haces con el dinero que te pagan por ser maestro? ¿Lo guardas ahí también?—le preguntó su hijo.
—No, en realidad con ese pago los servicios de la casa y el mercado—le explicó—El resto de cosas casi siempre las compro con galeones, sickles o knuts que cambio por dinero muggle.
—¿Es decir que has venido aquí antes y yo no me he dado cuenta?—preguntó pero parecía más un reclamo.
—Digamos que cuando estas donde los Dursley aprovechaba para hacer algunas cosas mágicas—respondió guiñándole un ojo y su hijo lo miró mal—¡No hagas esa cara! De ahora en adelante podemos venir cuando quieras.
—Aquí es, ¡Gringotts!—exclamó Hagrid—Sí, esos son gnomos.
—Soy James Potter, he venido a sacar dinero de mi bóveda—dijo y el gnomo le pidió su llave—Aquí está.
—Parece estar todo en orden—le respondió el gnomo y dirigió su mirada a Hagrid.
—Yo tengo una carta de Dumbledore, sobre lo que-usted-sabe en la cámara 713–dijo Hagrid en un tono de misterio, entregando la carta.
—Bien...¡Griphook! acompáñalos a las dos cámaras—dijo el elfo del mostrado a otro.
Este les abrió la puerta y los llevó a un pasillo empedrado donde debían montarse a un especie de vagón que iba sobre unos rieles.
El carrito se empezó a mover, Harry lo comparó con las montañas rusas de las ferias a las que había ido, se aferró al brazo de su padre y rió todo el camino. A James no le entraba la felicidad en el cuerpo.
—Es aquí, esta es nuestra bóveda, cuando tengas 17 años te podré dar tu propia llave o puedes abrir una propia y yo te pasaré el dinero que te corresponde—le explicó su padre mientras el duende abría la puerta.
—¿Todo esto es nuestro?—dijo Harry asombrado por la cantidad de oro—Debe ser mucho dinero mágico ¿somos millonarios?
—Algo así, digamos que tu abuelo, bisabuelo y tatarabuelo trabajaron mucho para llenar este lugar, se nos ha enseñado a usarlo con responsabilidad y yo haré lo mismo contigo—respondió a su hijo mientras llenaba dos bolsitas con dinero, una para el y otra para que Harry la llevara a Hogwarts.
—Pero hay varios tipos, ¿cómo sé qué son o cuánto valen?—volvió a preguntar y Hagrid hizo una seña de que él quería responderle.
—Las de oro son galeones, diecisiete sickles de plata hacen un galeón y veintinueve knuts equivalen a un sickle—dijo como si estuviera recitando—Es fácil, te acostumbrarás.
Llegaron a la bóveda 713, Harry se sorprendió porque no había nada solo una pequeña bolsita que Hagrid agarró y escondió entre sus ropas.
Salieron de ahí y empezaron a caminar por el callejón.
—Ahora iremos por tu varita Harry, es algo que se hace solo por lo que te dejaré en Ollivanders mientras voy a comprar tus libros—le dijo su padre, James quería ser testigo pero sus padres lo enviaron solo porque era algo muy personal, haría lo mismo con Harry.
—Está bien—respondió mientras se detenían en la del tienda de fabricantes de varitas—¿Es aquí?
—Si, aquí es—respondió—Vendré por ti en 20 minutos, adiós Hagrid.
Harry entró a la tienda y el señor Ollivander enseguida lo reconoció, intercambiaron algunas palabras y empezaron a probar varitas.
La verdad es que Harry pasó por unas cinco varitas hasta que el vendedor se metió a la bodega un buen rato y salí de ahí con una caja polvorienta. Casualmente esa fue su varita.
—Que curiosa varita, señor Potter—dijo mirando al chico que por fin había encontrado su varita—El fénix del núcleo de su varita tenía dos plumas, por lo que esa varita tiene una hermana.
—¿Y qué pasa con eso, señor?—preguntó extrañado.
—La hermana de tu varita fue la que te hizo esa cicatriz—dijo en un tono misterioso—Serían 7 galeones.
Harry pagó, dió las gracias y salió de ahí. Como muchas otras cosas esto no se lo diría a su padre, no aún, su padre debía sentirse bastante estresado con todo lo que pasó estos días.
—¡Harry! ¡Aquí!—sintió que lo llamaban y cuando volteó se encontró a Hagrid—Tú padre me ha dicho que comprará todos los útiles por su cuenta, así que te dejaré en Madame Malkin para que compres tu uniforme, él irá a buscarte ahí.
Harry asintió y entró a la tienda que el semigigante le indicó.
Por el rabillo del ojo pudo distinguir a dos rubias, una mujer y una niña por lo que supuso que eran madre e hija. No les prestó atención y entró a la tienda.
—¿Hogwarts, querido?—dijo una señora detrás del mostrador y él asintió con la cabeza—Sigue a esa tarimilla.
—Hola—le dijo alguien en la tarimilla de al lado, Harry volteó a ver quién era, otro rubio—¿También Hogwarts?
—Sí—se limitó a responder.
—Mi madre está en la tienda de al lado comprando los libros y ya he ido a comprar mi varita—dijo con un tono bastante arrogante—Luego los llevaré a mirar artículos para mi escoba nueva, me la dieron de cumpleaños. No sé porqué a los de primer año no les dejan llevar una propia. Definitivamente convenceré a mi hermana para que me ayude a meter una de contrabando.
—¿Tienes escoba propia?—preguntó el chico al ver que Harry no le respondió lo anterior.
—Mm, no—respondió y se dijo mentalmente: pensándolo bien no sería mala idea comprar una el próximo año.
—¿Juegas al menos al Quidditch?—le volvió a preguntar el rubio.
—No, pero tal vez algún día lo intente—dijo pensando en todo lo que su padre le había dicho del deporte, al parecer James sabe jugarlo.
—Yo sí, siempre juego con mi hermana y primo. Papá dice que sería un crimen que no nos eligieran para jugar en el equipo de nuestra casa y estoy de acuerdo, somos buenos—volvió a decir petulante—¿Ya sabes en qué casa estarás?
—¿No te lo dicen cuando llegues ahí?—dijo Harry con un tono obvio, recordando las palabras de su padre.
—Es cierto, pero estoy seguro que seré Slytherin porque toda mi familia a ido ahí—añadió—¿Te imaginas quedar en Hufflepuff? Yo creo que me iría.
La verdad es que su padre no le había hablado de las otras casas, solo la de los leones, así que cuando el rubio dijo eso Harry se quedó pensando:
¿De qué color será esa casa? ¿Cuál será el animal que lo representa? ¿Seré un Gryffindor como papá? ¿En esa casa están lo malos o qué? ¿Por qué Slytherin es tan genial para este chico?
—Mis padres estuvieron en Gryffindor y la verdad no tengo ningún problema en ir ahí—respondió Harry alzándose de hombros.
—Oh..—dijo el rubio.
—Cariño, tú túnica está lista—llegó la señora con una bolsa quitándole la túnica que tenía puesta—Ya tú madre ha pagado.
A Harry le sorprendió que el chico ni dió las gracias, solo se fue.
Lo siguió con la mirada para darse cuenta que Hagrid lo esperaba afuera de la tienda con una jaula en las manos y su padre llegaba agitado cargando un montón de bolsas.
Mientras esperaba que su hijo saliera de la tienda James puso un hechizo sobre las bolsas para hacerlas más livianas y miró a su alrededor, encontrándose con una cara que conocía muy bien: Narcissa Black.
La recordaba porque era la prima favorita del hermano de Sirius, a pesar de llevarse tres años eran muy unidos y pues ella fue prefecta de Slytherin y premio anual en su tiempo. Era inteligente y hermosa pero James no se la aguantaba, ni a ella ni a su actual esposo Lucius Malfoy.
Al igual que su hijo supuso que la niña era su hija, pues era idénticas y luego vio salir de la tienda a otro niño platinado que le recordaba mucho a Lucius.
—¡Feliz Cumpleaños Harry!—dijo Hagrid mostrándole la jaula con una gran lechuza blanca—Es toda tuya, te servirá mucho en Hogwarts.
—Muchas gracias Hagrid, creo que ya tengo todo—dijo la voz de su hijo por lo que desvió su atención a él—¡Tengo una varita propia papá!
—Justo eso te iba a preguntar—le dijo James—¿Qué tal te fue?
—Bien, madera de acebo, núcleo de pluma de fénix, 28 centímetro y flexible—recitó mirando hacia arriba para no olvidar ningún detalle—Me gusta, ¿ya volveremos a casa?
Claro que hubo uno que no olvidó, pero definitivamente no lo mencionaría. Era mucho por digerir y aún no había ni soplado las velas por su cumpleaños.
Como siempre, Harry no quería ser otra preocupación.
—Es una gran varita Harry, me alegra—dijo su padre —Pasaremos por un último lugar antes...pero tendrás que ir con los ojos vendados—añadió sacando una corbata de la bolsa y poniéndola en sus ojos.
—No entiendo nada ¿me harás desaparecer o algo así?—preguntó.
—¿Qué comes que adivinas?—dicho esto hizo una aparición grupal en el caldero chorreante, pero en la parte que estaba dentro del callejón.
—No abras los ojos hasta que yo te diga—dijo James y Harry asintió con la cabeza mientras sentía que le quitaban la corbata de los ojos—3...2...1.
—¡SORPRESA!—gritaron varias personas al unísono.
Harry abrió los ojos encontrándose con su tío Remus y sus dos primos junto a una mesa decorada con un mantel de fiesta, algunos gorros, serpentinas y un pastel que estaba decorado igual al que le dió Hagrid anoche (pero no era el mismo porque ese Dudley se lo comió).
—¡Feliz Cumpleaños Harry!—su prima Violet fue la primera en lanzarse a abrazarlo y ponerle un puntiagudo gorro de cumpleaños—Ponte esto.
—Te ves ridiculo con ese gorro de fiesta, enano—le dijo ahora su primo Romeo acercándose a abrazarlo—Felices 11, por fin puedo hablarte de la magia.
—Tú tienes 13...¡Tú tienes 13!—exclamó—Eso solo significa que llevas dos años yendo a Hogwarts ¡Llevas 2 años en Hogwarts y nunca me di cuenta!
—Digamos que eres algo despistado, se nota que te comiste todo el cuento del: internado leonasis para niños revoltosos—dijo riendo—Papá no me odia como para mandarme a un lugar así.
—Créeme que si no te empiezas a comportar terminarás en un lugar así—añadió Violet, ella sabía lo necio que era su hermano en la escuela—Tu jefa de casa terminará por echarte.
—Espera...¿Tu también lo sabias? ¿Has sabido todo este tiempo que la magia existe?—preguntó y su prima asintió tímida con la cabeza—¿Y nunca se te ocurrió decirme? Pensé que nos decíamos todo...
—Hey Harry, lo siento ¿si?—le dijo tomándolo de los hombros—Es solo que papá no los prohibió, no podíamos desobedecerlo.
—Menos cuando dijo que era por tu bien, enano—añadió su primo—Relájate, lo importante es que ya lo sabes y serás muy popular, no tanto como yo y los gemelos pero sí, además seguramente estarás en la mejor casa de todas: Gryffindor.
—Claro que seré popular, soy un Potter y papá dice que eso va en la sangre—alzó la barbilla—Tú también cumpliste 11 este año, Vi—dijo mirando a su prima—¿A qué casa quieres ir?
—No lo sé, mientras no sea la de las serpientes todo bien, papá estaba nervioso de que Romeo quedara ahí, no sé porqué—respondió la rubia oscura.
—Es porque nuestro padres estuvieron en Gryffindor, es decir la mejor casa, por ende les gustaría que sus hijos también estuvieran ahí—añadió el castaño—Aunque tranquila Vi, sí eres un águila o un tejón, no creo que le disguste.
—¿Águila? ¿Tejón? ¿A que te..—Harry iba a preguntar pero fue interrumpido por la voz de su tío.
—Feliz Cumpleaños Harry—dijo abrazándolo y dándole un obsequio—Como siempre, hay uno mío, uno de Violet y otro de Romeo.
—Gracias tío Remus—respondió.
—Bueno, es hora de que soples las velas Harry—dijo su padre llevándolo frente al curioso pastel.
—¡Feliz Cumpleaños Número 11 Harry!—volvieron a decir todos al unísono.
—Recuerda pedir un deseo—le dijo su prima.
Así el pelinegro cerró los ojos y pensó su deseos unos segundo antes de soplar las velas, cuando sopló todos aplaudieron y empezaron a cortar el pastel.
Que mis años en Hogwarts sean los mejores años de mi vida, deseó mentalmente.
(...)
El día para Harry fue simplemente perfecto, no pudo haber pedido un mejor cumpleaños número 11.
Aunque su padre y tío lo llenaron de regalos para él definitivamente su favorito fue enterarse de que es un mago.
Comieron pastel, cenaron comida deliciosa y Romeo por fin pudo contarle todo lo que se había guardado desde hace años.
Le dijo que sus mejores amigos eran gemelos y amaban las bromas, le volvió a recordar que Gryffindor era la mejor casa y el mejor equipo de Quidditch, le contó algunas de sus travesuras y cómo sin querer hizo que Violet flotara hasta el techo de la sala y se rompiera un brazo al caer por su culpa.
Violet por su parte le contó todos sus accidentes con magia accidental y sobre que tenía dos amigos que también eran hermanos, una niña y un niño, que los conocería en Hogwarts seguramente y se llevarían muy bien.
Al final pasaron la noche en el caldero chorreante, Harry se despidió de Hagrid que debía volver a Hogwarts y compartió una habitación con su padre.
Al día siguiente volvieron a casa. Fue uno de los mejores meses para Harry, amaba ver a su padre hacer magia y había hecho maratón de CHiPs casi diario con una cinta VHS que alquilaron para que él se pudiera poner al día con la serie.
Además su padre le había hablado del quidditch, claro James olvidó por completo que él fue buscador, estaba tan concentrado en hablarle del quidditch actual que ni se le pasó por la cabeza el de Hogwarts.
Harry se sintió feliz y pleno, cada día esperaba que ya fuera 1ro de Septiembre para empezar esa nueva vida.
§
¡Estoy de vuelta! Me alegra volver a publicar, ya casi falta menos para que nuestros tórtolos se conozcan.
Por otro lado amo a Remus y sus hijos, amo su relación con Harry, amo a James por ser tan buen padre.
Sobre el deseo de Harry, ¿qué piensan? Yo creo que a pesar de que casi muere cada año, sí, Hogwarts fueron los mejores años de su vida.
En 5 minutos hay otro capítulo (esta vez si)
Voten, no sean lectoras fantasmas :(. Síganme y comenten que yo amo leerlas.
Xoxo, Ela.
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