-7.

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HAPPY BIRTHDAY HARRY

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James se encontraba ya listo para ir por Harry, él quería llegar ahí antes de la medianoche y así su hijo no podría decirle que lo abandonó en su cumpleaños.

Pero eran las diez de la noche y Hagrid no aparecía. James comenzó a desesperarse.

Volvió a revisar el equipaje y quitó algunos hechizos ocultadores que tenía en la casa para cosas que hacía o funcionaban con magia, después de hoy no serían necesarios.

Volvió a ver el reloj, eran las diez y cuarenta y cinco, fue en ese momento cuando sintió que abrían la puerta de su casa.

Empuñó su varita, dispuesto a lanzarle un confundus a cualquier ladrón muggle que intentara asaltarlo.

—¡Hagrid! Por Merlín, pensé que eras un ladrón estaba a punto de hechizarte—exclamó el pelinegro.

—Pero ya ves que no, soy yo y estamos listos para ir por Harry—respondió el semigigante—No puedo creer que ya tenga 11 años.

—Yo tampoco, el tiempo pasó muy rápido y en parte me hubiera gustado que fuera un bebé por siempre pero hay que crecer y soltar—dijo James sentimental.

—Si, parece que fue ayer cuando lo llevé en brazos a casa de Lupin—suspiró el semigigante.

—Parece que fue ayer...—repitió un nostálgico James—Pero ya es un hombrecito y vamos a sacarlo de donde sea que esté, rápido.

—Andando Potter, el viaje es largo—dijo Hagrid.

—¿No nos apareceremos?—dijo y el semigigante negó con la cabeza—¿Entonces en qué iremos?

—¡Iremos en esto!—dijo Hagrid cuando salieron por la puerta mostrando una motocicleta de 3 puestos.

—¿Es la moto de Sirius? Wow, la has conservado muy bien—dijo impresionado, él pensó que la moto de su amigo estaría en la basura tal vez.

—Me la dio ya sabes que día, para que fuera a buscarte pero yo fui directamente con Dumbledore, me volteé y ya se había ido, el profesor me ha ayudado a mantenerla así y a hacerle unas mejoras—dijo y terminó la oración con un guiño.

—¿No es más rápida la aparición o la red flu?—preguntó el de pelo indomable.

—Pues no, Potter. Creo que estar tanto tiempo en el mundo muggle te ha hecho olvidar cosas—respondió y James juntó las cejas—La red flu debe conectarse y no creo que al ministerio le parezca conectar la chimenea de una posada muggle, y no puedes aparecerte en un lugar que no conoces, la única excepción es que tengas una muy buena foto y la verdad no hay fotos de donde tienen a Harry, creo.

—¿Dónde lo tienen? ¿En un hotel, una cabaña, un motel?—preguntó desesperado—No conozco los alcances de Vernon.

—¿Un hotel? ¿un motel? ¿Acaso no es lo mismo? Bueno, como sea, si estuvo en una posada de esas que llamas hotel pero luego se lo llevaron de ahí, al parecer al que Dumbledore envió para avisarle a las lechuzas que ya no debían mandar más cartas a Harry, no les dio el mensaje por lo que también se lo llevaron de ahí.

—No puede ser, ¿por qué tanto miedo en que Harry sea un mago? Estoy seguro que será de los mejores—dijo el pelinegro rendido.

—No lo sé, pero según este mapa que me dio el director ¿lo ves? Harry es el punto rojo—dijo mostrando el pequeño mapa mágico.

James sonrió unos segundos por lo mucho que le recordó al Mapa del Merodeador. ¿Dónde estará ese mapa ahora? ¿Aún lo tendrá Filch?

Como sea, su sonrisa se borró a los pocos cuando se acercó para ver mejor y se dio cuenta que el punto rojo estaba en medio del mar.

—¿Se lo llevaron a un barco o qué? El clima está horrible, Harry tiene que estar muerto de frío—exclamó preocupado.

—Seguramente, pero creo que es una isla y no un barco, pero bueno debemos darnos prisa, tenemos que llegar a tiempo para su cumpleaños—dijo Hagrid—Sube Potter.

—Gracias Hagrid, por todo esto—añadió James muy agradecido—Te encomiendo a Harry en Hogwarts.

—Con todo el gusto, Potter, y claro que cuidaré a Harry cuando vaya a Hogwarts, prometí protegerlo desde que era un bebé—le respondió con alegría—Además le he hecho un pastel, bueno lo hicieron los elfos y yo lo decoré.

—Eso es genial, la abriremos allá—dijo el pelinegro tomado la caja que en esos momentos estaba con un hechizo de disminución—Bueno, andando.

James se acomodó en el "asiento del copiloto" que tenía la motocicleta y recordó cuando lo expandían para que él, Remus y Peter pudieran subir mientras Sirius conducía.

La moto empezó a alzar vuelo y Hagrid activó el efecto de invisibilidad, James pensó que era un buen momento para arrepentirse de haberle dado su capa a Dumbledore cuando se graduó.

Ya en el aire podía ver todo Surrey. Cerró los ojos y le pidió a Merlín que todo saliera como lo planearon y principalmente que Harry estuviera bien.

(...)

Mientras un pequeño Harry se encontraba en medio del mar, muerto de frío y muy triste.

Papá hubiera sido valiente y lo suficientemente ágil para escapar de ahí, seguro cuando me vea estará decepcionado por no haberme defendido; pensó el pequeño Harry

Cuando los Dursley se lo llevaron de Privet Drive llegaron a un hotel muy a las afuera de la ciudad, Harry incluso dudaba de que eso debiera llamarse hotel, era horrible. La humedad y el mugre de aquel lugar le hacían pensar que tal vez la alacena no estaba tan mal después de todo.

Pero más de las extrañas cartas siguieron llegando al hotel. Luego de una noche ahí sus tíos no pudieron soportar que ese que tanto lo solicitaba siguiera insistiendo tanto.

Por eso el tío Vernon se encontró con quién sabe quién y le alquilo una horrible choza. Harry, Dudley y Petunia quedaron del color de un papel cuando vieron que el dichoso lugar quedaba en medio del mar y para llegar usarían un barco que se veía menos estable que una pluma.

Aún así pudieron llegar a una especie de casa, la madera húmeda y hedionda por la humedad rechinaba con cada paso.

Como solo tenía una habitación, Vernon y Petunia se instalaron ahí, mientras que a Dudley le asignaron el único sofá que había en el lugar.

Al pobre Harry le tocó dormir en el piso, sobre unos pedazos de cartón que encontró para separarse de la madera y la sábana más delgada de todas las que su tía había podido empacar, además de que le tocaría usar la ropa vieja de su primo todo el tiempo que estuvieran ahí porque su tío no lo dejó empacar y entonces su tía Petunia tomó lo primero que encontró en el cajón viejo de Dudley para que él lo use.

Harry no entendía qué pasaba, le gustaría saber quién estaba tan urgido en hablar con un chico tan ordinario como él.

También pensaba en su padre, escuchó a su tía Petunia decir que estaría ahí hasta Septiembre y eso lo desanimaba más. Todo el tiempo que pasa con sus tíos lo extraña, ahora no lo vería un mes más pues no creía que pudiera encontrarlo.

Él nunca le hablaba a su padre del maltrato que recibía donde los Dursley, sabía que este hacía un gran esfuerzo por cuidarlo solo, además de trabajar para pagar las cuentas. No quería darle otra preocupación.

Era solo un mes al año, Harry podía soportarlo.

Podía soportar dormir en la alacena porque un mes después regresaría a su cama, podía soportar cocinarle a los Dursley porque un mes después su padre lo recibirá con pizza, podía soportar no poder usar juguetes porque un mes después jugaría con sus carritos, podia soportar que Dudley sea la única persona de su edad cerca porque un mes después jugaría con Violet y Romeo todo el día, podía soportar no tener derecho a la televisión porque un mes después vería el capítulo especial de CHiPs junto a su padre.

Podía soportar no recibir cariño de nadie en esa casa porque un mes después su padre lo recibiría con un abrazo.

Pero ahora sentía como todo eso se venía abajo durante un mes más. Ni siquiera pudo ver el capítulo especial de CHiPs y se perderá los de todos los martes, perdería el hilo de la serie y su padre estaría molesto pues tendría que aguantarse para no hacerle spoiler.

Y lo peor de todo es que no tendría su abrazo de cumpleaños, aunque su padre siempre intentaba demostrarle cariño, este abrazo era especial.

Todos sus cumpleaños a la medianoche James entraba a su cuarto y lo despertaba para darle su abrazo de cumpleaños. En realidad Harry nunca estaba dormido pero se hacía para que su padre crea que lo despertó para la felicitación, luego del abrazo dormía con normalidad.

Tampoco tendría un pastel, ni recibirá chocolates de su tío Remus, ni jugaría con Violet, tampoco hablaría de bromas con Romeo, ni nadie le enviaría cartas porque nadie sabe dónde está.

Suspiró y vio la hora del brillante reloj en la regordeta mano de su primo, eran las once y cincuenta. Suspiró y con el polvo del piso de la pocilga a donde lo habían llevado empezó a dibujar un pastel de cumpleaños en el suelo.

Al menos podría "soplar las velas". Al mismo tiempo que dibujaba iba mirando el reloj, su padre siempre le ha dicho que los 11 años son el cumpleaños más importante de la vida de un Potter, aunque la pasaría fatal una parte de él no podía evitar emocionarse.

Once años no se cumplen todos los días.

Ahora faltaban cinco minutos. Harry creyó oír que algo que crujía afuera. Esperó que no fuera a caerse el techo, aunque no sería raro, la verdad le sorprendía como la choza seguía en pie con la tormenta que había afuera, nunca había llovido así en su cumpleaños.

Pensó en que el autor de las cartas debe creer que sigue en Privet Drive, por lo que estaría llena de cartas cuando volvieran, y tal vez en Septiembre podría robar una.

Tres minutos para la hora, dos minutos. ¿Por qué el mar chocaría con tanta fuerza contra las rocas? y ¿qué era aquel ruido tan raro? ¿Las rocas se estaban desplomando en el mar?; se preguntaba en su mente al caer en cuenta que el ruido no había sido producto de su imaginación.

Un minuto y tendría once años. Treinta segundos...veinte...diez...nueve...tal vez, solo tal vez podría despertar a Dudley, sólo para molestarlo...tres...dos...uno...

Su único deseo era poder pasar su cumpleaños con su familia, con su padre.
¡BUM!

Le habían dado un solo golpe en seco a la puerta, como si estuvieran tocando para que abrieran pero con mucha fuerza, toda la cabaña se estremeció y Harry se puso de pie enseguida, tragó en seco y se quedó mirando fijamente a la puerta.

Se aferró a la delgada manta, esperando que probablemente un monstruo marino o algún espíritu se lo llevara de ahí por las patas como en las películas que veía los viernes en la noche con James, teniendo en cuenta dónde estaba no sonaba tan mala idea.

—¿Qué podría ser peor? Ya donde estoy parece sacado de película de terror—susurró para sí mismo.

Pero alguien estaba fuera, llamando. Creyó oír la voz de su padre y otra muy gruesa pero que no conocía. Definitivamente se estaba volviendo loco, debía dejar de pensar en todo lo que estaría haciendo con James y concentrarse en enfrentar al monstruo marino.

¡bum! ¡bam! !bum! ¡bum! ¡bum!

Harry abrió los ojos como platos, esta vez habían tocado la puerta de manera normal pero ese era el patrón de golpes que él y James usaban para tocar las puertas en casa.

Pero no podía ser, era imposible que su padre estuviera ahí tocando a la puerta. Ya había descartado lo del monstruo marino y se quedó con la opción de que era algún espíritu o demonio que tenía bien estudiados sus movimientos.

Harry pensaba en que su día había llegado, moriría cumpliendo 11 años y en que debió abrazar más fuerte a su padre, tío y primos la última vez que los vió, volvieron a tocar en golpe seco, Dudley se despertó bruscamente.

—¿Dónde está el cañón? —preguntó de la nada y Harry lo miró antipático.

¿Cuál cañón? ¿Acaso no diferencia entre un golpe y un estallido? Aunque pensándolo bien se lo podría dar de ofrenda al demonio; dijo mentalmente.

Se oyó el abrir de otra puerta y al voltear vieron al tío Vernon en la habitación. Tenía un rifle en las manos, al parecer eso era lo que contenía el paquete alargado.

—¿Quién está ahí? —gritó el tío intentando mantener una voz firme—. ¡Le advierto...tengo un rifle y no tengo miedo de utilizarlo!

Hubo uno nos treinta segundos de silencio que se sintieron como una hora y de la nada...

¡PLAM!

Un golpe seco aún más estruendoso que todos los anteriores. La puerta cayó al suelo, había sido empujada con tanta fuerza que se despegó del marco y se fue derecha contra el piso.

—Creo que pudimos haber usado un alohomora pero los golpes y la tirada de puerta dieron un mejor efecto dramático—dijo una voz que Harry ahora sí estaba seguro de que era su padre pero en vez de verlo a él veía era a un hombre de tal vez unos dos metros y una barba enorme.

Harry no podía despegar la vista de la puerta pero se rió un poco cuando pudo voltear la vista y vio como su primo corría como un cobarde a esconderse tras su tía.

—Sabes que sí Potter, el factor sorpresa hace todo más interesante—respondió el de voz más gruesa.

—Hagrid, no veo nada, si tan solo te qui...—iba a pedir James pero el semigigante lo interrumpió.

—¡Ah! ¡Aquí estás Harry!—dijo el gigante y el pequeño lo miró al principio con desconfianza pero se relajó—La última vez que te vi eras toda una criatura, es idéntico a ti, no James?

—Pero con los ojos de su madre, así es—dijo el Potter mayor saliendo de detrás del gigante—Parecía un cerdito en ese entonces, hasta lo disfrazamos de uno.

—¿Potter? ¿Qué haces aquí? Te dije que no nos buscaras y te has atrevido a venir —chilló Petunia.

—Carajos Harry, tú tía Petunia si que necesita mejorar sus gustos en decoración—dijo viendo el lugar y luego miró a su hijo—¡Renacuajo!

—¡Papá! No puedo creer que estés aquí—dijo Harry corriendo hacía su padre que lo recibió en un cálido abrazo.

—Feliz Cumpleaños Harry—dijo James abrazando a su hijo fuertemente—No iba a abandonarte, mucho menos en tu cumpleaños número once.

—¡Gracias! ¿Pero cómo me encontraste? y ¿Quién es...—empezó a preguntar el Potter menor pero fue interrumpido por un gruñido.

—¡Fuera de aquí! ¿Cómo te has atrevido Potter a entrar así y de paso traer a este fenómeno?—empezó a gritar Vernon—¡Esto es allanamiento de morada!

—Oh cállate Vernon, te recuerdo eres un imbécil y esta pocilga no es tu casa, me he aguantado todos estos años para no tírate un maleficio—le respondió James con desprecio y poniendo una mano sobre el hombro de Harry.

—¡Ja! Debería darte risa James que un insignificante muggle se atreva a decirnos que hacer—dijo Hagrid quitándole el rifle a Vernon y doblándolo como si fuera de goma, después lo lanzó al otro lado del cuarto.

—Buen uso de la fuerza Hagrid, pero creo que le debemos a Harry algunas explicaciones—dijo James tomando asiento en el feo sofá—Sabes qué hay que hacerlo antes de irnos.

—Eso es cierto, de todos modos Harry ¡Feliz Cumpleaños!—dijo Hagrid ahora mirando al pequeño—Mira he traído algo para ti, tal vez tu padre y yo lo aplastamos en el camino pero tiene buen sabor.

Harry miró a su padre que le hizo una seña de asentimiento y recibió la caja aún un poco nervioso.

La abrió y había un pastel de chocolate con un glaseado rosa que seguramente estaba pegajoso. Pero sonrió cuando vió que decía "Feliz Cumpleaños Harry" en crema de color verde.

—Gra-garcias, pero ¿quién es usted?—preguntó el menor al semigigante.

—Es cierto, no nos hemos presentado—le respondió—Soy Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.

—Un gusto—fue lo único que respondió, en su cabeza solo resonaba la palabra Hogwarts, le era conocida pero a la vez no, ya ni sabía qué pensar.

—Por lo que veo no hay nada que ofrecerle a Hagrid aquí, no Harry?—dijo James viendo que lo único que parecía comestible era un paquete de papas fritas y unos atunes enlatados—¡Que frío! Menos mal hemos traído provisiones.

James se frotaba las manos y Harry lo imitaba pues él también tenía frío. De la nada, Hagrid extendió su sombrilla y apuntó a la chimenea frente a ellos haciendo que se encendiera.

Hagrid se sentó en el sofá en el lado contrario a James y empezó a sacar de sus bolsillos todo tipo de cosas, desde una botella de un licor, utensilios de cocina y salchichas.

Harry se sorprendió y abrió los ojos como platos pero finalmente fue distraído por el calor que lo invadió, se sentía muy relajado pero sintió su estómago gruñir.

—Veo que eres de buen apetito Harry, debes estar hambriento—dijo y Harry asintió tan frenéticamente que su padre lo miró confuso—Mira que bellas han quedado estas salchichas.

—Papá, lo siento pero sigo saber quién es este hombre—dijo recibiendo la salchicha y mirando a su padre.

—Harry no te preocupes, Hagrid te dirá todo y bueno yo también te diré algunas cosas—añadió James el cual en el fondo se preocupó aún más cuando vio a su hijo comer más salchichas como si no hubiera comido en un mes.

Le lanzó una mirada a los Dursley quienes seguían acurrucados en una esquina. Ellos intentaron mirar a todos lados menos al Potter mayor, hasta que Dudley empezó a sentirse interesado por las salchichas.

—No aceptes nada que él te dé, Dudley—dijo Vernon.

—El gordo pastel de tu hijo no necesita engordar más Vernon, tranquilo—espetó James con furia—Aunque no puedo explicar cómo es que tu hijo está tres veces por encima del peso normal y mi hijo siempre llega con kilos abajo luego de un mes con ustedes.

—No es nuestra culpa Potter, es su genética—dijo Petunia con voz temblorosa—Lily me mostraba sus álbumes, Harry es igual a ti a su edad, flacuchento y ciego.

—¡Solo yo puedo decirle a mi hijo flacuchento y ciego, Petunia!—lo defendió para luego poner su atención en él de nuevo.

—Bueno Harry, puedes llamarme Hagrid—empezó a contar—Como te dije soy el guardián de las llaves de Hogwarts, ya debes saber que es por las cartas, sé que no teníamos permitido hablarte de eso ant...

—¿Teníamos? ¿Ustedes saben que es Hogwarts?—dijo mirando a los Dursley y luego miró a su padre—¿Tú sabes que es Hogwarts?

—Si lo sé, Harry—dijo y su hijo frunció el ceño—Y no me mires así, todo tiene una explicación.

—¿Enserio no te suena? ¿No has leído la palabra por ahí?—añadió el semigigante y Harry negó—¿Acaso Dumbledore no envió como mil cartas a tu casa con un escudo que dice esa palabra bien grande?

—Tal vez llegaron cartas...pero nunca pude leerlas—dijo el pequeño—Mis tíos las destruyeron todas.

—¿Me están diciendo que destruyeron más de 100 cartas enviadas por el mejor colegio de magia del mundo?—gritó Hagrid a los Dursley.

—¿Colegio de qué?—preguntó Harry.

—¿No leíste ni la primera línea de ninguna carta?—preguntó ahora James extrañado. Harry era bastante curioso y necio, no se querían ni imaginar todo lo que Vernon hizo para que no pudiera leer ni una carta.

—Entonces definitivamente no sabes nada de nada, esta será una conversación larga—dijo el gigante acomodándose.

—Pues sí sé algunas cosas—dijo y todos lo miraron—Sé hacer cuentas y todo eso. Papá es profesor de matemáticas, además no tengo notas malas.

James se enterneció con la inocencia de su hijo.

—Creo que Hagrid se refería a lo que venía en la carta, hijo—dijo su padre—Habla de nuestro mundo, tú mundo.

—¿El planeta tierra?—preguntó lo primero que se le vino a la mente.

—No, Harry. Un mundo donde tu padre y tú son famosos, incluso tú madre es muy famosa—respondió el semigigante.

—¿Mamá es famosa? ¿Tú eres famoso?—dijo mirando a su padre y este asintió con la cabeza—¿Yo soy famoso?

—Así es Harry, verás, nosotros no somos gente muy normal que digamos—le dijo su padre—Tenemos ciertas cosas que el resto no.

—¡Alto ahí Potter!—gritó Petunia—¡No dejaré que le digas una palabra más!

—¿Qué me has estado ocultando, papá? ¿Acaso también me mientes como los tíos?—exclamó Harry furioso y de pie.

—Harry, tú eres un mago—dijo Hagrid tomando el hombro del muchacho—Ya estás en edad de saberlo.

—¿Un mago?—preguntó y miró a su padre buscando la misma confusión que él tenía en su rostro—Lo siento pero yo soy Harry, solo Harry.

—Tú padres, con ellos como progenitores ¿qué más podías ser?—le respondió—Mira, toma esto.

Harry recibió la carta que el hombre enorme le esté dio y una parte de él quería brincar por toda la casa. Era igual a todas aquellas que llegaban a Privet Drive, moria por leerla.

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COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, JefeSupremo, Confederación Internacional de Magos).

Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora Adjunta.

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—¿Esperan mi lechuza?—preguntó y él semigigante asintió con la cabeza—¿Cómo las que vuelan a veces cerca a casa? Wow.

—Así es. ¡Gorrinas galopantes! James debemos avisar a Dumbledore—dijo Hagrid, Harry vio a su papá sacar papel y lápiz, escribir algo y entregarle la carta—Perfecto.

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Querido director Dumbledore:

Ya encontramos a Harry, le entregamos su carta y le estamos contando lo que usted nos autorizó. Lo llevaremos mañana a comprar sus cosas. El clima es horrible, fue todo un lío llegar hasta aquí. Esperamos que usted esté bien.

James Potter y Rubeus Hagrid.

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Hagrid metió la carta en un sobre y sacó de su otro bolsillo una lechuza de verdad y le entregó la encomienda.

—Eso será suficiente, bueno debes recoger tus cosas—añadió de nuevo el semigigante.

—¡No irá!—exclamó Petunia—¡Pensé que había recapacitado Potter! Que habías tomado la mejor decisión para tu hijo alejándolo de ese mundo, evitando que conozca...eso.

—¿Por qué haría eso Petunia? ¿Se te olvida que también soy un mago?—respondió James—¡Me he aguantado 11 años para mostrarle a MI HIJO la magia! ¿crees que una simple muggle resentida cómo tú evitará que le muestre a dónde pertenece?

—¿Un muggle?—me susurró Harry a Hagrid ya que no quería interrumpir la pelea que estaba presenciando.

—Sí, muggle—respondió en el mismo tono—Es como llamamos a la gente no mágica, pero al parecer los Dursley son la familia más muggle que he visto.

—¡Cuando acepté cuidarlo por lo de la protección o lo que sea pensé que acabarías con esto! ¡Que terminarías ese legado de fenómenos y buscarías lo mejor para él!—volvió a gritar Petunia—¡Le sacarías eso!

—Bienvenida a la realidad, Petunia. ¡Eso no funciona así!—exclamó James—Lo mejor para Harry es saber de dónde viene, lo que en realidad es.

—¿Entonces todos aquí sabían que soy un mago?—intervino Harry en la discusión, todos quedaron en un silencio sepulcral.

—¡Saber! —chilló Petunia—¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese...ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!

Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello.

—Luego ahí mismo en el colegio conoció a ese que tienes de pie a tu lado, a ese anormal que tienes por padre ¡Él se la llevó! Se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un...un anormal. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que acceder a cuidar una mesa al año!

—¿Explosión? ¿No me dijo que mi madre murió en un accidente de auto?—preguntó Harry a su tía.

—¿Le dijiste a Harry que Lily murió en un accidente de auto?—ahora fue James quien se puso de pie molesto.

—¿Querías que le dijera la verdad? ¡Sabes qué ocultárselo fue una orden que te dieron!—respondió ahora Vernon en su defensa.

—¡La magia! ¡No la muerte de su madre!—dijo pasándose la mano por el pelo—Siempre le dije que cuando tuviera edad le contaría todo lo qué pasó ese Halloween, con razón dejó de preguntar: ¡Estabas diciéndole mentiras!

—¿Alguien podría explicarme todo? ¡Con la verdad!—exclamó Harry cuando vio que su padre iba a volver a hablar pero este se arrepintió al ver la decepción en los ojos de su hijo—¿Hagrid?

—Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte...porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...—le respondió.

—Comienza, supongo, con...con una persona llamada...todos en nuestro mundo lo saben...—hablaba con temor.

—¿Quieres escribirlo?—preguntó el pequeño.

—No, no...Está bien...—tomó aire—Voldemort. No me lo hagas repetir...

Hagrid empezó a contar toda la historia a Harry, los ojos de James estaba llenos de lágrimas que amenazaban con salir de recordar esos horribles tiempos que tuvo que vivir, donde perdió al amor de su vida.

Nadie lo sabía, pero en la mente de Harry apareció esa luz verde que siempre veía pero nunca se lo había contado a nadie, ahora ese recuerdo que ya tenía sentido para él venía acompañado de una malévola risa.

—Tonterías—dijo Vernon—Mira chico te salvaremos, aceptamos que haya algo raro en ti, nada que unos buenos golpes no puedan arreglar...

—¡Ni una palabra más Vernon!—exclamó James sacando por primera vez su varita—Ya basta de opinar sobre la vida y crianza de mi hijo. Es mío, no suyo.

—Así está mejor—añadió Hagrid con una leve risa al ver que Vernon bajó la guardia cuando fue amenazado.

—Pero y ¿Qué pasó con Vold...perdón, quiero decir con quién-tu-sabes?—preguntó nervioso.

—Buena pregunta campeón, dejémoslo en que se desvaneció—dijo intentado ocultar todo lo que sabía, después de lo diría a solas—Nadie lo entiende, se estaba volviendo más y más fuerte pero cuando intentó matarte solo desapareció, esperemos que siga así.

—Papá tú eres un mago, eso me emociona y todo—dijo el pequeño y tomó aire—Pero no creo que yo lo sea, tú hiciste tantas cosas, estoy seguro que no soy así de valiente, ni siquiera pude escapar de los Dursley y tú venciste tres veces a un mago malvado.

—¡Hey renacuajo! Tenía 20 años cuando hice eso, te falta mucho para llegar a esa edad—dijo desordenando el cabello de su hijo—¿Y quién dice que no eres un mago? ¿Acaso no ves que corto tu cabello y al día siguiente está como si nada? ¿O cuando tienes pesadillas y tus juguetes aparecen regados por la habitación? ¿O esa vez que me dijiste que mientras peleábamos la puerta se había cerrado sola y yo te dije que estabas loco?

Harry sonrió al unir los cabos en su cabeza y miró a su padre sonriéndole, si era como él e internamente se prometió algún día ser tan buen mago como Hagrid dice que él lo es.

—¿Te das cuenta?—volvió a hablar su padre—¡Eres mi hijo! ¿Un Potter que no sea mago? Pff, imposible. Ya verás que en Hogwarts serás tan popular y genial como lo fui yo.

—Ya no insistas Potter, él no irá allá—exclamó Vernon—¿Por qué no escuchas a Petunia? Solo nos preocupamos por el muchacho.

—Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá—habló esta vez Hagrid—¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts! Está loco. Su nombre está apuntado casi desde que nació. Irá al mejor colegio de magia del mundo. Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes de su misma clase, lo que será un cambio. Y estará con el más grande director que Hogwarts haya tenido: Albus Dumbled...

—¡NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA!—gritó tío Vernon.

Hagrid empuñó su paraguas y James su varita para apuntar a Vernon.

—¡NUNCA—dijeron al unísono, ambos apuntando a la fea cara de Vernon—JAMÁS INSULTES A ALBUS DUMBLEDORE EN MI PRESENCIA!

James se acercó a Vernon más cerca y Hagrid apuntó a Dudley. Dos relámpagos iluminaron la casa, a los segundos Vernon y Dudley corrían por toda la estancia intentando arrancarse las dos colas de cerdo que salían de sus traseros.

—Bueno Potters, como Dumbledore lo dijo, debemos pasar la noche aquí—dijo Hagrid—El suelo se ve cómodo.

—No te preocupes Hagrid—añadió James Potter, agitando su varita hoy haciendo aparecer dos camas matrimoniales—Iba a hacer tres camas individuales pero wow...hace mucho tiempo no necesitaba hacer aparecer una cama.

—Yo quiero aprender a hacer aparecer aunque sea una pluma—dijo fascinado al ver lo que su padre podía hacer con solo un palito de madera—Puedo dormir contigo, papá.

—Ya falta poco para que aprendas a hacer todo eso y más renacuajo, ahora a dormir.

Los tres se acostaron en sus respectivas camas para esperar al día siguiente.

(...)

Harry despertó primero que su padre y que él guardián de las llaves. Por lo que simplemente se puso boca arriba y empezó a pensar en todo lo que acababa de pasar.

No podía estar más feliz.

Cuando su padre despertó una lechuza con el periódico arribó al lugar. Su padre le habló sobre que esa era la forma que tenían los magos para informarse pues la magia muchas veces bloqueaba la tecnología y no podían tener noticieros como los muggles.

James se sorprendió al ver que alguien había sido capaz de intentar robar en Gringotts y le habló a Harry sobre el famoso banco y todo lo que se dice de ahí. Ambos coincidieron en que hay que estar loco para pensar en asaltar ese lugar.

También le contó sobre el Ministerio de Magia y cómo funcionaba.

Hagrid cocinó, luego de comer otra dosis de salchichas y pan, los tres se montaron en la moto mágica y emprendieron vuelo a Londres.

Durante el viaje James le contó a Harry muchas más cosas, le habló de Gryffindor, de las tiendas del callejón diagon, hasta le habló de Quidditch aunque el menor en ese momento se distrajo viendo la ciudad y no puso mucha atención.

Aunque Harry al llegar no recordaría ni la mitad de lo que su padre le dijo porque terminó prestándole más atención al hecho de que estaba volando en una moto mágica, James estaba muy agradecido con la vida por poder estar ahí hablándole a su hijo sobre su mundo.

James no podía estar más feliz.

Empezaron a descender sobre una calle poco transitada del Londres muggle, ahí quitaron el hechizo de desaparición y se pararon frente a un mugre bar.

Harry se sorprendió al ver como el resto de gente parecía no notar el lugar, tal vez ni podrían verlo.

Luego de un rato James tomó a Harry por el hombro y lo empezó a guiar a adentro.

§

¿Que tal? Uff los capítulos de Harry y James siempre quedan un poco más largos, pero bueno. Iba a hacer esto y el cumpleaños en el callejón diagon juntos pero quedaba muy largo.

Tendremos otro capítulo más de la vida de Harry y otro de los Malfoy.

Cada vez falta menos para Hogwarts :)

No subí capítulo ayer, ni el viernes porque me sentía malita pero ya estoy bien, esta misma tarde subiré la segunda parte del cumpleaños de Harry.

Espero les guste. Síganme y voten.

Xoxo, Ela.

§

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