-39.
XXXIX:
EL PLAN DE DOBBY.
LOS OJOS DE MÉROPE NO PODÍAN CREER LO QUE VEÍA, su elfo doméstico estaba parado frente a ella en un armario. ¡En Hogwarts! ¿Cómo es que ha llegado aquí?
—¿Dobby?
—Ama Mérope, que gusto verla.
—Lo mismo digo, pero—Mérope ayudó al pequeño elfo a salir del armario—, ¿Qué haces aquí?
—Dobby debe proteger a la escuela de un gran peligro, ama Mérope—respondió viéndola a los ojos.
—¿Qué peligro puede haber aquí que tú tengas que salvarnos...?
El elfo empezó a caminar y Mérope sin pensar en la dirección en la que se dirigía lo siguió.
—Dobby lo hace por usted, por el amo Draco y por Ha...—el elfo se calló antes de terminar su frase—. Por su protección.
Mérope lo miró con las cejas juntas.
—¿Y por quién?
—Dobby no puede mentir, Dobby le pide que no le haga más preguntas porque si lo dice debe castigarse—el elfo ya hablaba con voz asustadiza, a Mérope le recordó la posición que tomaba cuando su padre lo maltrataba así que no quiso hacer lo mismo, pero el elfo se iba a dar contra la pared.
—¡Dobby no!—Mérope lo frenó de los brazos—. No te preguntaré más nada, pero te ordeno que no te castigues.
—Como usted diga, mi ama.
—¿A dónde vamos Dobby?—Mérope notó que su marcha jamás se detuvo—. ¿Ya vas a casa? Debo ir a dormir.
—No, Dobby necesita que le dé ánimos a alguien.
—¿A quién? ¡Me castigarán si alguien me ve fuera de mi sala común!
Dobby chasqueó sus dedos y la diadema de Mérope apareció en su mano.
—Dobby te ordeno que me entregues eso.
—Todo hace parte del plan—el elfo empezó a aparecer y desaparecer cada vez más lejos de la platinada.
En vez de ignorarlo y más tarde pedirle a su padre que le quitara la diadema al elfo, Mérope tuvo la que tal vez no era la mejor idea de la noche: seguirlo.
—No puedo creer que haré esto—se dijo y empezó a trotar en dirección a donde el elfo aparecía.
Hasta que llegando al pasillo de la enfermería simplemente no apareció más.
¿Debo entrar?
Harry seguía postrado en su cama, el brazo no estaba del todo arreglado y la verdad estaba cansado del partido, del golpe y de las múltiples visitas que recibió durante el día.
Hermione hablándole de que fue muy irresponsable, Fred y George hablando de las caras de los Slytherin cuando él apareció con la snitch en la mano y Ron le puso varias quejas de cosas que dijeron Malfoy y Lestrange, solo que esta vez particularmente habló mucho de Olivia Avery.
El ojiverde había pensado mucho en el partido de hoy, a pesar de salir herido disfrutó mucho de ciertas jugadas durante el partido...Como las de Mero...
¿Qué?
De nuevo el horrible elfo que había causado destrozos en casa de sus tíos estaba frente a él.
–¡Dobby! ¿Qué haces aquí?
—Harry Potter volvió al colegio–dijo mirándolo y al parecer decepcionado–. ¿Por qué Harry Potter no le hizo caso a Dobby y volvió a casa cuando lo dejó el tren?
–¿Qué? ¿Cómo sabes que me dejó el tren? –Harry sacudió su cabeza cayendo en cuenta de algo–. ¡Fuiste tú! Tapaste la barrera para que Ron y yo no pasaramos.
–Así es señor. ¡Dobby debe proteger a Harry Potter! –el elfo se veía seriamente desesperado–. Dobby creyó que con su bludger era suficiente para que James Potter viniera y se llevara a su hijo a casa.
–¿También intentaste matarme?–Harry empezó a sentirse muy furioso–, si yo fuese tú me iría antes de que los huesos me crezcan de nuevo o podría estrangularte.
–A Dobby no le afectan las amenazas, recibe al menos cinco al día en su casa señor–el elfo repetía lo mismo–. Disculpe señor Harry Potter, pero Dobby debe sacarlo de aquí y salvarle la vida, jamás intentaría matarlo señor. Harry Potter se encuentra en grave peligro.
–¿Al menos me dirás tus razones para hasta casi hacerme pedazos para que vuelva a casa?
–Los tiempos de quien no debe ser nombrado fueron muy oscuros–el elfo tembló–. Harry Potter brilló como un faro de esperanza para los que creíamos que nunca terminarían los días oscuros, señor... Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas terribles y Dobby no puede consentir que Harry Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse...
Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y luego cogió la jarra de agua de la mesilla de Harry y se dio con ella en la cabeza, cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama, bizqueando y murmurando:
—Dobby malo, Dobby muy malo...
—¿Así que es cierto que hay una Cámara de los Secretos? —murmuró Harry—. Y... ¿dice que se había abierto en anteriores ocasiones? ¡HablA, Dobby! —Sujetó la huesuda muñeca del elfo a tiempo de impedir que volviera a coger la jarra del agua—. Además, yo no soy de familia muggle. ¿Por qué va a suponer la cámara un peligro para mí?
—Ah, señor, no me haga más preguntas, no pregunte más al pobre Dobby —tartamudeó el elfo. Los ojos le brillaban en la oscuridad—. Se están planeando acontecimientos terribles en este lugar, pero Harry Potter no debe encontrarse aquí cuando se lleven a cabo. Váyase a casa, Harry Potter. Váyase, porque no debe verse involucrado, es demasiado peligroso...
Harry estaba frustrado, quería saber más pero el elfo se negaba.
–Esto es injusto...
–Injusto es que Harry Potter se exponga a tanto peligro, debe volver a casa a salvo con su padre–Dobby suspiró y miró a la puerta expectante–. Ahora Dobby dejará esto aquí y se irá, señor, debe descansar y volver a casa.
El elfo dejo una diadema de color negro sobre la piecera de la camilla de Harry.
–¡Espera Dobby! ¿De quién...–para cuando quiso terminar de hablar ya el elfo se había ido.
Las puertas de la enfermería se abrieron dejando ver a una niña platinada entrar al lugar.
–¡Dobby! –gritó Mérope, el pelinegro intentó ocultar su asombro ante que la Malfoy estuviera llamando al elfo–. ¿Dónde está mi diadema? ¡Devuelvemela!
Harry tomó la diadema con su brazo sano y sonrió. Tal vez podría hablar un rato con la Malfoy y si ella conocía a Dobby seguramente sabía sobre la cámara.
—¿Buscas esto, chica Malfoy? —Harry le sonrió de medio lado mientras con la diadema entre los dedos de su mano sana.
—¿Por qué la tienes tú?—Mérope no entendía cómo había podido llegar a su manos.
—Digamos que alguien la dejó por aquí y ahora veo que la estás buscando.
—Mi elfo doméstico me la quitó y empezó a correr por el castillo—Mérope se acercó a la camilla de Potter—, es mi diadema favorita.
—Todos los días usas la misma diadema negra—Harry procesó lo que acababa de decir. ¿Cómo sé eso? se preguntó—. Digo...Pareces siempre usar la misma.
Mérope sonrió cortamente, de alguna manera le agradó que Potter notara algo como eso.
—Es cierto que siempre uso diadema negra, pero eso no significa que sea la misma—le respondió—, esa es la más cómoda de todas.
—Entiendo.
—¿Me la devolverás, Potter?—Mérope estiró su mano hacía el chico, esperando su diadema.
—No lo sé—Mérope unió sus cejas con un poco de molestia—. Solo lo haré si me dices cuál es esa jugada que hiciste con Lestrange en el partido.
—La viste con tus propios ojos, ¿por qué debería decirte "cuál es"?
—Podrías enseñármela también.
—Ni en tus mejores sueños, Pottah.
—¿Pottah? Al parecer las tonterías de Draco las comparten entre familia—Harry lanzaba y atrapaba la diadema a una distancia bastante corta, tampoco quería dañarla o algo así, acto seguido Mérope frunció su boca—. Parece que alguien no quiere su diadema de vuelta.
–Solo dame mi diadema y me iré, no querrás que algún león se aparezca y te vea hablando con una Malfoy–Mérope la pidió de nuevo y Potter negó con la cabeza.
–Creo que la debería preocuparse eres tú y no yo–el pelinegro alzó una ceja–. Mis amigos lo olvidarán en una semana. ¿Los tuyos? Te lo recordarán toda la vida, en especial tu hermano y tu primo.
Maldito Potter, tiene razón, pensó. Ella debía irse de ahí pronto, si alguien la veía con Potter sería su perdición.
–¡Esto es inaudito!–la Malfoy se cruzó de brazos y miró hacia otro lado demostrando su descontento.
Harry se estremeció cuando la vio hacer ese gesto, como si no quisiera que dejara de mirarlo.
–Hagamos un trato–dijo y la rubia volvió a mirarlo, cosa que se le hizo imposible contener una sonrisa ladeada. ¡Agh! ¿Qué me pasa?–. Tu me dices lo que sabes sobre la cámara de los secretos y yo te doy la diadema.
–¿La cámara de los secretos?
–Ajam, eso dije.
Él y sus amigos sospechaban que el heredero era Malfoy o Lestrange, que mejor que la hermana y prima para obtener algo de información.
–No es que yo sepa mucho de eso, Potter.
–Por favor, una Slytherin, hija de un Slytherin que tiene el hermano y el primo más Slytherins del colegio.
–¿Insinuas que soy la heredera?
En ese momento Harry cayó en cuenta, Mérope era la melliza de Draco, por ende si él era heredero, ella igual.
–¿Qué? Claro que no, para nada–Harry intentaba ignorar todos los pensamientos que llegaban a su mente en ese momento–. Solo que en tu casa se debe hablar del tema, al menos deben saber más que nosotros los Gryffindors.
–Buen punto–Mérope se acercó y se sentó en el borde de la cama de Harry, sintiéndose extrañamente cómoda–, te diré lo que sé, igual tampoco es mucho.
Claramente Mérope sabía bastante, pero no podía decir todo.
–No importa.
–Bueno, mi abuelo me comento que cuando él estaba en la escuela a los de primer y segundo año los asustaban con un supuesto monstruo que se comía a los niños que se portaban mal–contó, Potter asentía–, pero luego un chico de años arriba empezó a cambiar el dicho y señalaba que el monstruo específicamente iría por los sangre-sucia.
–¿Quién fue ese? Que cruel.
–No lo sé, mi abuelo apenas estaba en segundo año cuando eso pasó.
–¿Eso es todo?
Mérope no sabía si seguir hablando era lo correcto.
–Bueno, el abuelo dijo que por mucho tiempo los impuros estuvieron asustados, ya que la cámara se abrió gracias al "heredero" y el supuesto monstruo hizo un acto terrible, ahí ya pasó de ser una leyenda a una realidad, aún así nadie más vio al monstruo nunca, pero no me dijo más–Mérope mintió–. Solo dijo que el colegio se vio envuelto en un lío gigante.
–¿Tu crees en lo que contó Binns? ¿Crees en un monstruo que se coma a los hijos de muggles?
–No lo sé, a veces me gustaría pensar que es algún Slytherin de último año haciendo una broma antes de irse–suspiró–. Si eso llega a ser real puede hacer más daño que solo a los hijos de muggles.
–Supongo que tienes razón–Harry hizo una mueca y vio su mano, aún tenía la diadema de Mérope en sus manos, la miro y la rubia estaba mirando a la ventana de la enfermería. Se veía tan linda, su piel pálida parecía brillar a la luz de la luna, Potter sacudió su cabeza, ya estaba pensando de más–. Creo que esto es tuyo.
Mérope volteó su mirada de nuevo al azabache. No permitió que Potter estirar su brazo, ella se acercó para tomar su diadema.
–Gracias, Potter–la recibió.
–De nada, igual es tuya–Harry habló mirando a la rubia, era tal vez lo más cerca que habían estado desde que entró al colegio–. Ah, y felicitaciones por el partido.
–Tu también lo hiciste muy bien hoy, aunque te haya costado el brazo.
–No mejor que tú, de buscadora seguramente me vencías–Harry aún miraba los ojos grises con miel de Mérope–, incluso me hubieras distraído con tus jugadas y así jamás atraparía la snitch.
–Tal vez algún día te enseñe la jugada–y un impulso controló su cuerpo.
Besó la frente de Potter.
–Eh...Mejorate pronto.
–A-adiós, Malfoy–Harry apenas procesaba lo que acababa de pasar, vio como la platinada salió disparada de la enfermería.
¿Qué? ¡Había besado la frente de Potter!
Harry quería alegrarse por lo que acaba de pasar, a un parte de el le gusto el gesto de la Malfoy, pero la otra parte de sí mismo solo podía pensar en que si ella era la heredera de Slytherin, si Draco lo era, ella igual y si Lestrange lo era pues estaria de todos modos estrechamente relacionada.
¿Hasta dónde llegaba el buen corazón de Mérope? ¿Y si en el fondo era una purista igual que su familia?
¡Ojala lo de heredero de Slytherin solo se pase entre los hombres de la familia!
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–¿Qué dice la carta? –preguntó Draco a su hermana.
Los mellizos Malfoy se encontraban en un sillón de su sala común, sus amigos se había adelantado al comedor debido a que a ellos les había llegado una carta inesperada de parte de sus padres, pensaron en algo sobre algún partido de Quidditch o algún banquete importante esas fiestas navideñas.
–Dice que este año no habrá cena con los sangre-pura y deben hacer un viaje, por lo que pasaremos navidad aquí–respondió Mérope desanimada, nunca había pasado navidad lejos de su familia.
–¿Qué? ¿Y ni podremos ir donde los abuelos? –Draco se quejó–. No me quiero quedar aquí como los sangre-sucias y los que no tienen dinero para irse a casa.
–No lo creo, nuestra madre hubiera mencionado la posibilidad en la carta–Mérope volvía a revisar la carta buscando alguna esperanza de poder irse en navidad–. Específicamente piden que nos quedemos aquí durante las fiestas.
–Es injusto.
Los mellizos escucharon pasos provenientes de uno de los pasillos de su sala común y voltearon al mismo tiempo. Eran sus primos Lestrange, Venus y Polúx venían caminando también con una carta en la mano.
–Por sus caras veo que les dieron la misma noticia que a nosotros–dijo Venus al ver el desánimo de sus primos.
–No quiero quedarme aquí para navidad–dijo Pólux–, quiero irme a casa a comer postre de la abuela.
–Si a ustedes les dijeron que no, nuestra posibilidad de irnos a donde los abuelos acaba de desvanecerse–añadió Mérope.
–No entiendo que tendrán que hacer que sea más importante que nosotros–dijo Draco.
–En la carta los abuelos piden muy específicamente que nos quedemos aquí, por algo será–Venus tomó a su hermanos y se acercó a sus primos para abrazarlos–. Miren el lado bueno, al menos estaremos juntos ¿si? Les prometo que no será una mala navidad.
–Tal vez Drella tenga razón, al menos estaremos juntos–añadió Merope.
–Pues sí.
–Bueno, vamos al comedor–habló Pólux–, me muero de hambre y ya quiero desayunar.
–Zabini y Theo ya tienen que estar devorando todo.
Los primos Black se levantaron y caminaron juntos al Gran Comedor, algo desanimados pero con la esperanza de que su compañía sería más que suficiente para pasar una buena navidad.
Harry por su lado había salido de la enfermería, y al no encontrar a sus amigos sabía que estaría en el baño de Myrtle, tal vez planeando algo de lo que harían para descubrir lo de la cámara. Tema que luego del encuentro con Mérope, lo estremecía.
—Soy yo —dijo, entrando en los lavabos y cerrando la puerta. Oyó un golpe metálico, luego otro como de salpicadura y un grito ahogado, y vio a Hermione mirando por el agujero de la cerradura.
—¡Harry!—dijo ella—. Vaya susto que nos has dado. Entra.
–¿Cómo está tu brazo? –le preguntó Violet–. Pensamos que saldrías mañana antes de clases.
—Bien—dijo Harry, metiéndose en el retrete. Habían puesto un caldero sobre la taza del inodoro, y un crepitar que provenía de dentro le indicó que habían prendido un fuego bajo el caldero.
—Pensamos ir a verte, pero decidimos comenzar a preparar la poción multijugos —le explicó Ron, después de que Harry cerrara de nuevo la puerta del retrete–, ya sabes, para que esté a tiempo.
–Dura mucho tiempo en estar lista, así que hemos pensado que éste es el lugar más seguro para guardarla–añadió Violet.
Harry empezó a contarles lo de Colin, pero Hermione lo interrumpió.
—Ya lo sabemos, oímos a la profesora McGonagall hablar con el profesor Flitwick esta mañana. Por eso pensamos que era mejor darnos prisa.
—Cuanto antes le saquemos a Malfoy una declaración, mejor —gruñó Ron—. ¿No piensas igual? Se ve que después del partido de quidditch estaba tan sulfurado que la tomó con Colin.
—Hay algo más—dijo Harry, contemplando a Hermione, que partía manojos de centinodia y los echaba a la poción—. Dobby vino en mitad de la noche a hacerme una visita.
Ron, Hermione y Violet levantaron la mirada, sorprendidos. Harry les contó todo lo que Mérope le había dicho...Claro, poniendo todo en boca del elfo, no quería envolver a Mérope en eso sabiendo que sus amigos ignoraban su consanguinidad con Draco. Sus tres amigos lo escucharon con la boca abierta.
—¿La Cámara de los Secretos ya fue abierta antes?—le preguntó Hermione.
—Es evidente —dijo Ron con voz de triunfo—. Lucius Malfoy abriría la cámara en sus tiempos de estudiante y ahora le ha explicado a su querido Draco cómo hacerlo. Está claro.
–Sin embargo, me gustaría que Dobby te hubiera dicho qué monstruo hay en ella. Me gustaría saber cómo es posible que nadie lo haya encontrado merodeando por el colegio–dijo Violet.
—Quizá pueda volverse invisible —dijo Hermione, empujando unas sanguijuelas hacia el fondo del caldero—. O quizá pueda disfrazarse, hacerse pasar por una armadura o algo así. He leído algo sobre fantasmas camaleónicos...
—Lees demasiado, Hermione—le dijo Ron, echando crisopos encima de las sanguijuelas. Arrugó la bolsa vacía de los crisopos y miró a Harry—. Así que fue Dobby el que no dejó que subieramos al tren, la próxima vez que lo veas dile que se replantee porque como siga intentando seguir salvando la vida así va a terminar matándote.
El cuarteto de oro se dirigió como de costumbre al gran comedor para alcanzar a comer algo antes de sus cuatro largas horas de clase con Snape. Solo por ese día Harry deseaba con todas sus fuerzas ser un Hufflepuff como Violet y tener otra clase los viernes. Al llegar, los tres Gryffindor se dirigieron a su mesa y Violet a la suya.
Para Harry fue imposible no mirar a la mesa de las serpientes buscando un cabello platinado. La vio, ahí estaba Mérope Malfoy sentada junto a su mellizo y Olivia Avery, Harry la notó un poco desanimada y parecía estar firmando un papel que luego pasó a su mellizo.
Al rato McGonagall como cada segunda semana de Diciembre, pasó por la mesa de Gryffindor la lista para que los estudiantes que se quedaban durante las fiestas se anotaran.
–¿Los Malfoy?–exclamó Ron al tener la lista en sus manos.
–No inventes–Harry le quitó el papel de las manos–. Que raro, Draco siempre alardea de sus fantásticas navidades en familia.
–Violet me dijo que había escuchado algo al respecto, pero no pensé que fuera cierto–añadió Hermione, luego pareció caer en cuenta de algo–. ¡Es fantástico!
Harry y Ron se miraron y luego a su amiga, sin entender su reacción.
–Hay suficientes Slytherins de nuestro año como para llevar a cabo nuestro plan de vacaciones–les explicó–. Con la escuela medio vacía será mucho más fácil.
–Tiene un punto.
Mérope llegó a la clase de pociones, era una materia que disfrutaba mucho por los conocimientos que aprendía de su padrino pero ese día seguía baja de nota por lo de sus navidades. Se sentó junto a Theo y Zabini, ya que Greegrass le había quitado su lugar junto a Olivia y Pólux, además de que Draco decidió sentarse con los pesados de Crabble y Goyle.
Hizo la pócima infladora rápidamente, era bastante sencilla y sus amigos también la habían terminado y simplemente estaban esperando que su profesor las revisara. Aunque quisiera, no podía dejar de pensar en Potter, desde su lugar podía ver a la cabeza de abundante cabello azabache, por lo que no estaba prestando atención a la clase.
¿Por qué Potter tiene tanto interés en la cámara? ¿Acaso cree saber quién era el heredero? ¿Querrá intentar abrir la cámara? y...¡¿Por qué ahora está debajo de la mesa?!
En cuestión de segundos una bengala empezó a volar por toda la mazmorra, alertando a todos y cayendo el caldero de Goyle, salpicado a varios en el salón, entre esos Draco.
–¿Estás bien, Draco? –Mérope entró en shock cuando vio la nariz de su hermano inflarse como si fuera un globo–. ¡Ve con Snape!
Mérope estaba tan distraída que no pudo ver quien lanzó la bengala, pero sospechaba que Potter sabía que sería lanzada pues se cubrió. La clase tuvo que acabarse para que Snape pudiera curar a los afectados.
–Yo esperaré a Draco–dijo la platinada a sus amigos.
–¿Viste quien fue? –preguntó a su melliza mientras se cubría la gigante nariz con un trapo.
–No vi nada–respondió–, solo escuché el estruendo.
–Estuviste un poco distraída la clase de hoy.
–Tengo sueño.
–Ayer llegaste tarde a la sala común. ¿Qué hacías?
–Esto es un interrogatorio o que–Mérope estaba perdiendo la paciencia con las preguntas de su hermano–. Dobby vino al castillo, seguramente a darnos una vuelta bajo orden de nuestros padres.
–¿Te dijo algo?
–No en realidad, sólo quería asegurarse de que estuviéramos bien.
–Seguro madre y padre ya saben lo de la cámara–Draco esbozó una media sonrisa–, pero no deben preocuparse, nosotros somos puros y no sangre-sucias.
Cuando fue curado, Mérope salió junto con su mellizo de las mazmorras. Mientras caminaban fue inevitable ver a todos los estudiantes atumulados frente a uno de los muchos tableros de anuncios de la escuela, todos parecían emocionados con la noticia que leían.
–¿Qué estará pasando? –Mérope se paró en puntillas intentando ver, pero definitivamente era muy bajita para eso–. Todos se ven eufóricos.
–¿Crees que hayan alargado las vacaciones de navidad?
–No creo, igual no nos conviene–Mérope recordó que esta navidad no iría a casa–. Estaremos aquí todas las fiestas.
–Tienes razón–respondió–. Mira ahí vienen los demás.
–¿Ya se enteraron? –la voz de su amigo más moreno se hizo escuchar.
–Zabini, si es de saber que pasa en esta escuela tu eres el más indicado del grupo–dijo Draco en un tono de ironía.
El moreno rodó los ojos.
–Ya déjalo, Draco–Mérope lo reprendió, si su amigo era algo chismoso pero no había que recordárselo–. Díganos, qué pasa.
–Abrirán un club de duelo–habló Pólux con emoción en su voz–. ¡Todos podremos participar!
–Eso suena divertido–respondió Mérope–, pero qué idea tan peculiar y de repente.
–Según el anuncio fue idea de Lockhart, pero será supervisada por Snape–dijo Theodore.
–Hay que aceptar que esos son puntos a nuestro favor–añadió la platinada.
–Claro que sí–celebró Pólux–. Ya quiero patear traseros de Gryffindor.
Draco chocó puños con su primo en acuerdo con lo que dijo.
–Yo pienso que es por lo del monstruo–añadió Olivia–. Quieren que aprendamos a pelear por si lo encontramos por ahí.
–Corrección, quieren que los sangre-sucia puedan cuidarse solos–añadió Draco–. A nosotros de qué nos sirve pelear con el monstruo si no nos va a buscar.
–El teñido tiene un punto, es lógico que quieran protegerlos porque también son alumnos.
–Aunque no lo merezcan. El colegio está plagado de ellos.
–No sé si está plagado, ya que no sabemos si el monstruo caza mestizos–Theo como siempre añadió un dato inteligente–, pero al menos hay más de los que todos los profesores juntos podría vigilar. Según la historia de Hogwarts tendrían que poner seguridad en todos las casas menos en Slytherin, ya que cuando el sombrero fue hechizado por los fundadores, Slazar lo conjuró para que los sangre-sucia no pudieran quedar clasificados en nuestra casa.
–¿Y si un sangre-sucia tiene las cualidades de un Slytherin a dónde irá a parar? –preguntó Olivia.
–Una vez le escuché a mi madre que todos tenemos cualidades de otra casa–respondió Mérope–, algo así como nuestra "segunda casa", y puede ser cierto cuando me iban a enviar a Slytherin el sombrero me dijo que...
La platinada se auto interrumpió su discurso cuando recordó que el sombrero quería enviarla a nada más y nada menos que Gryffindor.
–¿Te dijo algo? –preguntó Zabini–. Conmigo ni lo pensó bien cuando ya había gritado Slytherin.
–Todas nuestras selecciones fueron bastante rápidas en comparación a la tuya–dijo Pólux–. Ah, y la de Theo, pero es obvio que estaba pensando en enviarlo a ravenclaw.
–Lo confirmo, tengo que aceptar que pensé tantas veces en la palabra Slytherin que tal vez por eso me envió a aquí.
–No me habías contado que hablaste con el sombrero, Cissa–añadió Draco–. ¿Qué te dijo?
–Si amiga, cuéntanos a qué casa quería enviarte el sombrero–dijo Olivia.
–Eh...Obviamente que a...mmm–Mérope estaba aterrada por dentro, pero recordó que el sombrero mencionó una tercera casa–...Ravenclaw, me dijo que encajaría ahí.
–Creo que mis padres lo hubieran soportado.
—Bueno y, ¿Cuando es el club de duelo? –la platinada cambió el tema lo más rápido que pudo.
–Mañana en la noche.
[...]
Un comeback lento pero seguro.
He estado trabajando en la novela, ahora que salí de vacaciones hago mi mejor esfuerzo, la universidad me hacía todo más difícil.
Espero les siga gustando, muchas me han escrito a preguntarme si estoy y si continuaré, aquí estoy para darles una respuesta: SÍ.
Gracias por quedarse, por esperar y por seguir soñando con Mérope y Harry. Mis demás novelas también seguirán siendo actualizadas.
Xoxo, Ela.
[...]
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