-34.
XXXIV:
DISCORDIA
MÉROPE VEÍA LAS DISTINTAS TIENDAS DEL CALLEJÓN. Ya se habían encontrado con su madre la cual tenía tantas bolsas que claramente su elfo era quien las cargaba.
—Dobby—Mérope se acercó al elfo.
—Dígame ama Mérope—respondió la criatura.
—Puedes dejar algunas bolsas en casa y volver, aún faltan la mayoría de nuestros útiles—le ordenó—. Yo le diré a mi madre que te he enviado.
—Lo que ordene ama Mérope—el elfo desapareció con los paquetes y en treinta segundos estaba de vuelta.
—Perfecto, bien hecho—Mérope sonrió a la criatura y luego aceleró el paso para volver a estar al lado de Draco—. ¿Iremos primero por las cosas de Quidditch o por los libros?
Le preguntó a su hermano.
—Definitivamente por las cosas de Quidditch, los libros pueden esperar—respondió Draco—. A ver si entrando a la tienda te animas a entrar al equipo.
—Ya te dije que por ahora no, tal vez en tercer o cuarto año lo haga—respondió como por milésima vez lo mismo a Draco, su mellizo insistía en que entrara al equipo—. Quiero mejorar mi promedio, no permitiré que Granger vuelva a estar tan cerca de mi primer lugar.
—Si, solo le ganaste por un par de décimas—añadió Draco—, pero esa sangre-sucia no es nada comparado a ti. ¡Hasta eres genial en el Quidditch!
—Gracias Draco, aún así quiero mejorar —Mérope suspiró—. Sigo pensando que no le debiste hablar a nuestro padre sobre Granger.
—Le contamos casi todo a nuestros padres—dijo Draco y Mérope asintió, era cierto, a pesar de los estrictos que eran sus padres los mellizos confiaban en ellos y solían contarles muchas cosas—. Además está en el consejo, podría hacer algo en su contra.
—Eso es cruel—Mérope le reprochó—. Mejor, concéntrate en mejorar tus movimientos si quieres ser el mejor buscador.
—¡Soy un mago sangre-pura que toda su vida ha jugado Quidditch!—exclamó Draco y su mellizo lo miró con una ceja alzada—. ¿Crees que un novato que acaba de descubrir la magia podrá conmigo?
—Yo se que puedes ser el mejor, pero no te confíes, práctica—Mérope besó la mejilla de Draco y detuvo su paso porque ya estaban en la tienda—. Creo que llegamos.
—Entren niños—se oyó la voz de Lucius. Ambos mellizos obedecieron.
—Wow—dijeron los mellizos al mismo tiempo. Aunque ya conocían la tienda, cada año esta cambiaba con nuevas escobas, nuevos uniformes y artículos según la temporada.
—Vamos a ver equipamiento para Draco—le dijo la rubia menor a sus padres.
—Y aunque no quiera, también para ella—añadió su mellizo.
—Cissa, ¿Segura que no quieres entrar al equipo?—su padre se agachó para quedar a la altura de su hija menor.
—Segura, padre.
—Déjala, Lucius—habló Narcissa—. Si no juega Quidditch puede emplear su tiempo en leer, estudiar y aprender a comportarse más como una señorita. Eres una mujer Black, Cissa, llevas la elegancia en la sangre pero tienes que pulirla.
—Si, madre—respondió Mérope y luego sintió que fue atrapada por su otro brazo, era Draco.
—Nos vemos en el mostrador en veinte minutos—avisó el mellizo mayor a sus padres—. Ven Cissa, tú me dirás cuál te gusta más.
Los platinados se acercaron a un pasillo que decía:
«Equipamiento de Alta Gama»
Claramente eran los artículos de mejor calidad y mayor precio de la tienda, los que los mismos jugadores usaban. Mérope veía varias cosas y tomó unos guantes para Draco.
—Mira, dicen ser los mejores de la tienda—Mérope le mostró los guantes—. Te quedarán bien.
—Gracias, Cissa—respondió Draco con una sonrisa—. Yo encontré estas rodilleras.
—Están muy bonitas—vio las rodilleras que su mellizo le mostraba—. Faltan unos zapatos, iré por ellos.
La rubia se movió por la tienda buscando los zapatos para Draco. Encontró unos negros que seguro le gustarían a su hermano.
—Estos le gustarán—dijo asegurándose de que eran de la talla correcta—, y le quedarán perfectos.
Sin que se diera cuenta, mientras la rubia buscaba los zapatos, Draco agarraba otro par de cada implemento. Convencería a Mérope de jugar.
—¡Mira Draco!—llegó a donde su hermano con loa lindos zapatos—. Los vi y me parecieron perfectos.
—Son perfectos—respondió Draco con sinceridad.
—Bueno, vamos con nuestros padres para pagar—dijo Mérope, pero luego notó más paquetes en la amamos de su hermano—. ¿Y todo eso a qué viene?
—Eh...Es que le compré cosas a Act, sabes que también quiere entrar al equipo—mintió Draco algo nervioso, fue lo primero que se le ocurrió.
—Que lindo detalle—Mérope le sonrió, amaba darse detalles entre sus primos—. También le compraré algo a Drella en la librería.
—Suena bien—Draco espero que su hermana avanzara y tomó otro par de cosas para Pólux, tendría que llevarle algo o Mérope descubriría la mentira—, te sigo.
Ambos mellizos llegaron junto a sus padres, los cuales se encontraban en la caja del lugar. Mérope luego de darle los zapatos de su hermano a su madre se distrajo con algunas cosas y Draco aprovechó para poner todo lo que tomó sobre el mostrador.
—¿Y todo esto a qué viene?—preguntó Lucius, no se lo iba a negar pero por lo menos quería saber porque compró tantas cosas.
—Las mías, algo que le llevó a Pólux, pero eso...—señaló el equipamiento con bordado plateado—, son para Mérope, la convenceré de jugar en el equipo, estoy seguro que pasará la prueba, aunque ella no lo sabe.
—No tendrán que hacer prueba, se me ocurrió algo mejor.
—¿Draco no hará prueba?—preguntó Mérope cuando volvió su atención a su padre y hermano.
—Ni Pólux—Draco miró a su padre y Lucius le guiñó el ojo accediendo a su plan para que Mérope jugara—, si mi familia va a estar en el equipo, tengo que asegurarme de que todo el equipo esté a la altura.
—No entiendo—dijo Draco.
—No necesitarán hacer la prueba porque su capitán no le negará el puesto a los que mejoraron el equipo—Lucius se rodó un poco y dejó ver unas diez escobas Nimbus 2000–, incluso a los suplentes.
—¡Nimbus 2000!—exclamó Draco acercándose a ver las escobas.
—Son geniales padre—añadió Mérope.
—A ti también te compré una aunque no quieras entrar al equipo, ya estás en segundo y puedes llevar tu escoba a Hogwarts así que me gustaría que la recibieras—le dijo Lucius a su hija.
—Claro que sí padre, gracias—Mérope le dio un medio abrazo y luego se acercó a su hermano—. Nuestro padre ha comprado muchas cosas, debe ser bastante dinero.
—Cissa, tenemos dinero de sobra—dijo Draco convencido—. Ahora vamos por los libros.
Narcissa fue la primera en salir de la tienda de Quidditch, estaba muy emocionada porque sabía que en la librería estaría Lockhart así que ella misma se encargaría de que loa libros de sus hijos estuvieran firmados.
Al llegar la tienda aún no estaba del todo llena, por lo que internamente los Malfoy agradecieron.
—Ahí está ese patético—dijo Lucius entre dientes.
—Yo iré por sus libros—dijo Narcissa—, ustedes pueden ir a ver algún libro o cosa que quieran llevar a parte.
—Yo iré a buscar sus ingredientes de pociones—habló su padre—. No me quedaré a ver señora babeando por un farsante.
—Ay cariño, no te enojes—Narcissa se acercó a su esposo—. Lockhart es solo una cara bonita, tu eres todo para mi.
Mérope miraba encantada, amaba la relación de sus padres. Sentía que la frialdad de Lucius y la calidez de Narcissa se juntaban en una pareja perfecta.
Ella soñaba con algo así.
—Volveré en un rato—dijo Lucius despidiéndose de Narcissa con un beso—, Draco vigila a tu madre y hermana, cuando vuelva quiero que aún sigan siendo nuestras mujeres.
—Entiendo padre—dijo Draco con el mentón en alto, era celoso hasta con su mamá y no le gustaba la atención que recibía Lockhart de su parte, se acercó a Mérope—. ¿A ti también te gusta ese?
—Me parece muy guapo, pero no es que sea su fanática, la verdad no he leído sus libros a diferencia de mamá—Mérope respondió con sinceridad, no podía negar que aquel autor era muy lindo a la vista.
—¿Guapo?—exclamó Draco con indignación—. ¡Pero si su pelo parece un escarbato con brillo!
—Deja de ser así—Mérope se estaba riendo de la reacción de su hermano—. Más bien, acompáñame arriba a buscar algo para Drella.
—Niños—su madre los llamó y les entregó una bolsita—. Ahí hay algunos galeones, compren lo que apetezcan, no pienso hacer fila para unos libros que ya tengo, así que iré a comprarles unas túnicas mientras ustedes elijan. Su padre vendrá a buscarlos aquí.
Los mellizos asintieron y subieron a la sección de arte, pues ahí Mérope sabía que encontraría un regalo perfecto para su prima. Draco fue el único que notó la manda de pelirrojos, dos cabelleras azabaches, dos castaños y una rubia ceniza.
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Harry caminó buscando a su padre, pero fue James quien reconoció a su hijo en medio de la multitud.
—¡Harry!—lo llamó y el Potter menor aliviado camino hasta donde su progenitor—. ¿Dónde estabas?
—Bueno, tú sabes que me equivoqué en la red flu—empezó a hablar y James asintió—. Terminé en otro lado , pero encontré a Hagrid y me guió hasta aquí.
—Sano y salvo, señor Potter—dijo el semigigante.
—Gracias Hagrid, y sabes que puedes decirme James—el mayor río—. Creo que tenemos la suficiente confianza.
—Está bien James—repitió el semigigante—. Bueno, he traído a Harry, así que ya debo irme.
—Adiós Hagrid, y gracias de nuevo.
—Ahora sí renacuajo, exactamente dime dónde apareciste—habló James y Harry no sabía cómo decirle todo lo que vio—. Tuve miedo que aterrizaras en el callejón Knockturn.
Harry no pudo disimular el gesto que terminó delatándolo, James lo conocía muy bien. Prácticamente era una versión pequeña de sí mismo.
—¿Terminaste en el callejón Knockturn?—preguntó con preocupación, aunque ya sabía la respuesta—. ¿No te hicieron nada? Mira nada más tus gafas.
—Estas eran mis favoritas—dijo Harry quitándoselas y viendo lo mucho que el codirijo se había roto—. Me hacían ver guapo.
—Tranquilo, un Potter no depende de sus gafas para ser guapo, es algo de naturaleza—James le guiñó el ojo a su hijo y sacó su varita, apuntando hacia las gafas—. Oculus Reparo.
Las gafas en cuestión de segundos estaban como nuevas.
—Wow gracias, pá.
—No me cambies el tema, niño—le ordenó James—. ¿Te pasó algo estando en el callejón?
—No exactamente—respondió. y James le alzó una ceja como siempre cuando sabe que Harry está contando las cosas a medias—. Bueno...terminé en una extraña tienda, entonces llegaron los Malfoy y vendieron un montón de cosas extrañas, luego salí y un montón de magos me ofrecían cosas que parecían esos polvos que vemos en los programas donde detienen gente y encuentran cosas ilegales en sus vehículos y luego encontré a Hagrid que me trajo hasta aquí.
—¿Recibiste algo de lo que te dieron?—preguntó James y Harry negó con la cabeza—. Perfecto, entonces estarás bien. ¿Qué vendían los Malfoy?
—No tengo idea, solo saco una especie de cofre y habló sobre unos allanamientos—dijo Harry tomando la mano de su padre para empezar a caminar—. También se quejó del señor Weasley.
—Son las revisiones que está haciendo el ministerio a las casas de las familias sangre-pura, Arthur me habló sobre eso en la madriguera—respondió James caminando junto a su hijo—. Lo hacen principalmente en familias que alguna vez se tuvo sospecha de que estuvieron involucrados con el que no debe ser nombrado.
—Ron me dijo que tú eras sangre-pura, ¿También van a allanar nuestra casa?—preguntó Harry.
—Claro que no, yo peleé contra el que no debe ser nombrado—le contó James—, así que créeme que no tengo intenciones de involucrarme con nada que tenga que ver con magia oscura. Además, los Potter dejamos de ser puros cuando me casé con tu madre, ella era hija de muggles.
—Es decir que yo soy mestizo—dijo Harry y su padre asintió con la cabeza—. Entiendo. ¿A dónde vamos ahora?
—Vamos a Flourish y Botts, los Weasley y los Lupin han estado buscándote y les dije que iría por ti personalmente así que quedamos de encontrarnos ahí—respondió James—. Compraremos sus libros y luego iremos por el resto de cosas.
—¿Podemos ir a Pop's hoy?—preguntó.
—¡Claro que sí!—James accedió enseguida—. Será una tarde padre e hijo.
Los dos azabaches caminaron hasta la librería, en la puerta se encontraban los Weasley y los Lupin. Además de que habían llegado los Granger.
—¡Harry!—gritaron sus tres amigos, corriendo hacia él para abrazarlo.
—Hola chicos—Harry los saludó, le hacía bien estar cerca de ellos. Eran uno de sus lugares más seguros.
—Sabía que estabas bien—le dijo Hermione analizando su cara—. Algo sucio, pero bien.
—Ron no te tenía fe, yo sabía que aparecerías—habló Violet, Harry alzo una ceja hacia su mejor amigo—. Además por alguna razón el tío James siempre te encuentra.
—¡Hey! Jamás dije que no aparecerías—se defendió Ron—, solo dije que podías tardar uno o dos días en hacerlo.
Harry rio de las ocurrencias del pelirrojo.
—Tranquilos, lo importante es que estoy bien—le dijo a sus amigos—. Vamos a comprar los libros.
—Casi no apareces, enano—dijo Romeo alborotando su cabello—. Los gemelos y yo iremos a la sección de hechizos divertidos, los vemos luego.
Los tres estudiantes mayores fueron los primeros en entrar, luego siguieron el resto de los Weasley, los Potter y por último los Lupin.
Harry miró todo con atención. La gente parecía muy agrupada, cuando se fijó el motivo de tal aglomeración lo proclamaba una gran pancarta colgada de las ventanas del primer piso:
"GILDEROY LOCKHART
firmará hoy ejemplares de su autobiografía
EL ENCANTADOR
de 12.30 a 16.30 horas"
—¡Podremos conocerle en persona! —chilló Hermione—. ¡Es el que ha escrito casi todos los libros de la lista!
—¡Oh por Dios Hermione, no es tan lindo!—le dijo Violet a su amiga, que la tomó de un brazo hasta llevarla al frente.
La multitud estaba formada principalmente por brujas de la edad de la señora Weasley. En la puerta había un mago con aspecto abrumado, que decía:
—Por favor, señoras, tengan calma..., no empujen..., cuidado con los libros...
Todo iba normal hasta que el hombre que se encontraba firmando libros lo reconoció. Justo en ese momento James se había distraído y Remus estaba vigilando que su hijo mayor con los gemelos no destruyeran la tienda dejando a Harry a la deriva puesto que la señora Weasley estaba más que feliz de que Harry estuviera con su amor platónico.
—Y ahora sonríe, Harry —le pidió Lockhart con su sonrisa deslumbrante—. Tú y yo juntos nos merecemos la primera página.
Cuando le soltó la mano, Harry tenía los dedos entumecidos. Quiso volver con los Weasley, pero Lockhart le pasó el brazo por los hombros y lo retuvo a su lado.
—¿Harry?—dijo James cuando vio a su hijo en aquella escena. El Potter menor le hacía caras a su padre para que lo sacara de esa situación.
—Señoras y señores —dijo Lockhart en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano—. ¡Éste es el momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto! Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía—continuó Lockhart, zarandeando a Harry de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz—. Él no sabía que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador. Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia. ¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts!
James se puso la mano en la frente y negó, así que se acercó al lugar.
—Señor Lockhart, disculpe—tomó a Harry—. Mi hijo es menor de edad y necesita mi consentimiento para lo que lo necesite, además no es objeto de publicidad.
—¡Señor Potter!—exclamó el hombre—. El otro gran héroe del mundo mágico. ¡Que gusto!
—Eh...señor.
—No se preocupe—dijo Lockhart y de repente un mago más bajito le trajo una pila de libros—. Para evitarnos cualquier malentendido le regalare a Harry todos mis libros, además de autografiados por mi.
Harry los recibió de mala gana solo porque quería irse de ahí.
—Si no los quieres, puedes regalarlos y yo te compraré otros—le propuso James a su hijo.
—Eso haré—Harry se volteó hacia Ginny y le entregó la pila—Tenlos tú —farfulló Harry, metiendo los libros en el caldero—. Yo compraré los míos...
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Mérope estaba decidiendo que cuaderno de bocetos comprarle a su prima cuando escuchó todo el alboroto. Ella junto a Draco se asomaron en un pequeño balcón del segundo piso desde donde vieron todo.
—Potter solo vive para llamar la atención—se quejó Draco.
—Tal vez—respondió Mérope—. Aún así no es raro que un héroe lo quiera cerca, al fin logró lo que nadie creyó posible.
—Que nuestro padre no se entere de que andas diciendo esas cosas, Cissa—dijo Draco, Mérope le rodó los ojos y se decidió por un cuaderno pasta dura de color morado oscuro.
—¡Es que míralo!—Draco se quejó y empezó a caminar. Mérope enseguida supo que eso solo significaba problemas puesto que su hermano no se quedaría callado ante las atenciones que recibía Potter.
—Salazar, ¿Por que tengo yo que lidiar con este muchacho?—Merope pidió a los magos legendarios antes de bajar detrás de su hermano.
Su mirada gris se topó con la verde de Harry quien le regaló una media sonrisa, no sabe la razón pero sintió un leve calor en sus mejillas. Mérope iba a devolverle la sonrisa cuando Draco exclamó:
—¿A que te gusta, eh, Potter? —dijo su mellizo lleno de celos.
Vio cómo Potter se puso derecho y se encontró cara a cara con Draco, que exhibía su habitual aire despectivo. Los ojos de Harry bailaban hacia Mérope, su cabello había crecido unos centímetros en las vacaciones pero no lo suficiente para ser largo y seguramente solo el lo había notado.
—El famoso Harry Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista—volvió a esperar y Mérope se acercó a él.
—Draco, ya, si quieres solo nos vamos...—intentó convencerlo de dejar eso así, Draco pareció acceder pues iba a darse la vuelta, pero...
—¡Déjalo en paz, él no lo ha buscado! —replicó Ginny Era la primera vez que hablaba delante de Harry. Estaba fulminando a Malfoy con la mirada.
Mérope miró mal a la susodicha, ¿Quién se creía para empeorar las cosas?
—Vaya vaya, Potter, tienes novia...—dijo Mérope arrastrando las palabras y alzando una ceja hacia la menor. Se sentía molesta y no sabía por qué, tal vez era porque Ginebra no le agradaba—. Quién lo diría...
—Aw, ¡La mini comadreja es la novia de San Potter!—dijo Draco con sarcasmo. Mérope se mantenía seria y en un momento miró a Harry que negó repetidas veces con la cabeza.
Algo dentro de él no quería que Mérope pensara que estaba enamorado de Ginny. ¡Él no estaba enamorado de nadie!
Ginny se puso roja mientras Ron, Hermione y Violet se acercaban, con sendos montones de los libros de Lockhart.
—¡Ah, eres tú! —dijo Ron, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le ha pegado a uno en la suela del zapato—. ¿A que te sorprende ver aquí a Harry, eh?
—No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda, Weasley —replicó Malfoy—. Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.
—Deja de ser tan patético Malfoy, por lo menos aquí nos enseñaron más de respeto que de dinero—espetó Violet.
—Patética es esta pelea, que nada tiene que ver con nuestra crianza—añadió Mérope.
—No te desgastes con gente que vale menos que el cordón de tus zapatos, Cissa—le dijo Draco.
Ron se puso tan rojo como Ginny. Dejó los libros en el caldero y se fue hacia Malfoy, pero Harry, Hermione y Violet lo agarraron de la chaqueta.
—¡Ron!—dijo el señor Weasley, abriéndose camino a duras penas con James y Remus—. ¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.
—No jueguen sucios, niños—Lucius Malfoy había entrado a la escena, tomó a Mérope y Draco por los hombros acercándolos a él—.Vaya, vaya..., ¡Si es el mismísimo Arthur Weasley!
—Lucius—dijo el señor Weasley, saludándolo fríamente.
—Mucho trabajo en el Ministerio, me han dicho—comentó el señor Malfoy—. Todas esas redadas... Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿no?—se acercó al caldero de Ginny y sacó de entre los libros nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes—. Es evidente que no —rectificó, Mérope se fijó en el libro que su padre había sacado, de repente parecía más grueso pero lo ignoró—. Querido amigo, ¿de qué sirve deshonrar el nombre de mago si ni siquiera te pagan bien por ello?
El señor Weasley se puso aún más rojo que Ron y Ginny. Mérope se mantenía seria, de nuevo sus ojos chocaron con los de Harry que le señalaron un estante cercano, el quería que ella fuera ahí y la rubia no se aguantó.
Ella caminó primero y el la siguió, aprovechando que todos estaban tan interesados en la pelea que no notaron su ausencia.
—¿Que quieres Potter?—preguntó Mérope, que ahora se decía a sí misma: "¿Por qué vine?"
—Solo no quiero que te enojes—respondió el chico, y luego lo Potter se le salió sin pensar:—Te ves más linda cuando estás feliz.
El corazón de Mérope empezó a latir a mil por hora, mientras que Harry se convertía en un tomate preguntándose: "¿Por qué dije eso?"
—Eh...Gracias—Mérope respondió nerviosa, sentía el calor en sus mejillas y no sabía que más responder—, tú te ves mucho mejor sin hollín.
"Aveces dices tonterías Narcissa", se quería palmear la cara a sí misma.
—Gran cumplido, incluso concuerdo contigo—respondió Harry.
—No se qué haces diciéndome linda, Potter—dijo Mérope con un tono fastidiado—. Al fin tú tienes tú novia.
—¿Novia? ¡No tengo novia!
—La niña Weasley precia muy interesada en defenderte—Mérope se alzó de hombros.
—Ginny lo hizo porque soy el mejor amigo de su hermano, nada más—Harry se acercó un poco a la rubia—. No te enojes.
—Ya me desenoje, lastimosamente algo en mi corazón no me deja estar enfadada contigo mucho tiempo—se sinceró, Mérope no sentía la capacidad de estar enojada con el chico Potter, menos si el intentaba darle explicaciones.
—No eres quien para hablar de eso, Malfoy—se escuchó la voz de James Potter y Harry enseguida supo que debía volver.
—Creo va que deberíamos volver—dijo el azabache cortando la conversación, pero agregó—. Me agrada que no te puedas enojar conmigo.
—No te acostumbres—dijo y caminó hasta donde su hermano, mientras que Harry fue junto con Violet que lo miraba de una manera que no podía descifrar.
—¿Donde estabas?—susurró Draco en el odio de su melliza.
—Viendo libros, a ver si algún día nos vamos de aquí—mintió, después le contaría la verdad. Volvió su padre
—Tenemos una idea diferente de qué es lo que deshonra el nombre de mago, Malfoy—contestó el señor Weasley. Mérope y Draco se miraron confundidos.
—Es evidente—dijo su padre, mirando de reojo a los padres de Hermione—, por las compañías que frecuentas, Weasley... Creía que ya no podías caer más bajo. ¡Y James Potter! ¿No tendrás tú también una cicatriz como la de tu hijo?
A James le molestó el comentario y cuando iba a responder el caldero de Ginny saltó por los aires; el señor Weasley se había lanzado sobre el señor Malfoy, y éste fue a dar de espaldas contra un estante. Docenas de libros les cayeron sobre la cabeza. Fred y George gritaban: «¡Dale, papá!», y la señora Weasley exclamaba: «¡No, Arthur, no!».
—¡Padre!—Merópe quedó atónita con la reacción del señor Weasley—. ¿Tu padre es un cavernícola o que?
—¡Arthur, por favor suéltalo! —exclamó el Potter mayor intentando tomar al Weasley.
—Arthur hay distintas formas—Remus intentaba ser un mediador, pero no estaba funcionando.
—¡Basta ya, caballeros, basta ya!—la voz de Hagrid se escuchó más alta que el resto.
En un instante, separó a ambos hombres. El señor Weasley tenía un labio partido, y el padre de Mérope, una Enciclopedia de setas no comestibles le había dado en un ojo. Malfoy todavía sujetaba en la mano el viejo libro sobre transformación. Se lo entregó a Ginny, con la maldad brillándole en los ojos.
—Toma, niña, ten tu libro, que tu padre no tiene nada mejor que darte—Lucius lanzó las cosas al caldero de la Weasley menor y se fue.
—Que comportamiento tan indignante—dijo Mérope indignada.
—Esto no se queda así, nos vemos en Hogwarts—espetó Draco contra Harry y Ron.
Harry miró por última vez a Mérope, en vez de parecer molesta enserio se veía preocupada por su padre. La miro e intento sonreírle, pero ella se fue apenas pudo detrás de su progenitor y su mellizo.
Mérope está muy pequeña para entender que esos fueron celos, y Harry está muy pequeño para pensar que Mérope estaba celosa.
—Padre. ¿Estas bien?—Mérope no podía evitar estar preocupada—. Tú ojo...
—¿El señor Weasley te pegó muy fuerte?—preguntó Draco.
—El no me golpeó, fue uno de los libros que cayó sobre mí—respondió con la frialdad de siempre—. Yo le rompí el labio a ver si deja de hablar de lo que no debe.
—¡Es un animal!—exclamó Mérope—. ¿Cómo va a empujarte de esa manera?
—¿Ves por qué padre quiere que estemos alejados de esa gente?—dijo Draco a su melliza—. No tienen educación.
—¿Lucius?—la melodiosa voz de su madre se escuchó en el lugar donde estaban—. ¡Por Merlín! ¿Qué te pasó? ¿Están todos bien?
—Si madre, estamos bien—respondió Draco.
—¡El señor Weasley es un animal y empujó a nuestro padre!—le dijo a su madre.
—¿El te hizo eso?—preguntó Narcissa y Lucius asintió—. ¡Está loco! Vamos a casa para curarte.
—Gracias querida, tú me haces bien—respondió con voz cariñosa, algo raro en él.
—Vamos niños, debemos curar a su padre y prepararlos para el regreso a clases.
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El día de volver a Hogwarts había llegado. Los Malfoy ya se encontraban en la estación a punto de abordar el tren, mientras que Harry y Ron iban contra el tiempo.
—Adiós renacuajo, no puedo entrar porque tengo una reunión de junta docente y no puedo faltar—abrazo a su hijo—. Te amo y te voy a extrañar, solo promete que no te meterás en más problemas.
—No te prometo nada—dijo Harry con picardía—. Pero tienes razón, ya me tengo que ir. ¡Vamos Ron!
—Vamos.
Ambos iban corriendo detrás de la familia Weasley. Harry se despidió por última vez de su padre quien desapareció en un espiral.
—Estamos justo a tiempo, entremos ya—dijo Ron cuando quedar frente a la entrad a mágica.
—¡1...2...3!—Harry se empujó contra el muro seguido de ron, pero este sorprendentemente los recibió fue con un gran golpe.
—¿Que?—Ron se extrañó y miró el reloj mientras se sobaba la cabeza—. ¡Oh no! Harry son las once.
—¿Perdimos el tren?—exclamó el azabache y Ron asintió—. ¿Que haremos ahora?
—Podemos llamar a tu padre, o a Remus, mis padres están allá adentro y supongo que no podrán salir hasta que se abra de nuevo—respondió Ron.
—No podemos llamar a mi padre, tiene una reunión que no puede perderse—hablo Harry recogiendo sus cosas y buscando una solución—. Si tuviéramos otro vehículo a parte del tren sería más fácil.
—¡Eso es! ¡Otro vehículo!—Ron se había iluminado.
—Eso dije, de ahí a que tengamos uno es distinto—dijo Harry.
—Si tenemos uno...el auto.
Acto seguido Harry y Ron se encontraban volando por los aires de Londres, con el fin de alcanzar el tren para poder llegar a la escuela.
Mérope y Draco estaban en su compartimento de siempre contándole a sus amigos lo que había pasado en el callejón Diagon.
—¿Y el señor Malfoy le pegó?—preguntó Blaise con emoción.
—Sí, mi padre le rompió el labio—contestó Draco con orgullo.
—¿Y tu padre no recibió ningún golpe?—preguntó ahora Theo.
—¡Ni siquiera vino del señor Weasley!—exclamó Draco—. Fue porque unos libros cayeron, ese tipo que tanta ama a los muggles no pudo vencer a mi padre como ellos pelean.
—¡Es un loco!—exclamó Mérope—. Todo se hubiera evitado si no empujaba a mi padre de esa manera.
—Concuerdo contigo, definitivamente esa manada de pelirrojos no tiene clase—añadió Olivia—. ¿Qué se creen?
—¡Yo tampoco entiendo! Tenías que ver a ese par de fotocopias alentando a su padre para que le pegara al mío—contó Mérope con indignación, luego miró al pelinegro que dormía con la ceniza sobre sus piernas—. Wow, Pólux en verdad tenía sueño.
—Es que son unos cavernícolas—añadió Olivia—. Espero este año no tengamos tantas clases con ellos, estoy harta de los Gryffindor.
—Dijo que Venus no lo dejó dormir nada anoche, quizás—habló Theo.
—¿Es cierto que Lockhart será nuestro profesor de defensa este año?—preguntó Blaise.
—Así parece, eso dijo en la librería el día de la pelea—respondió Draco.
—¡Me encanta!—chilló Olivia y los hombres despiertos rodaron los ojos—. ¿Qué? Gilderoy es hermoso, quieran o no. Envidiosos.
—Concuerdo con lo de la envidia—habló Mérope.
Los amigos hablaron de temas banales un buen rato, incluso Pólux se despertó e hizo parte de la conversación.
Mérope se quedó viendo la ventana porque quería saber apreciar el paisaje. Todo era verde y tranquilo, le agradaba la vista.
Hasta que un carro color celeste voló al lado de su ventana.
[...]
¡Nuevo cap! Un poco largo, pero es en recompensa a lo que tarde en volverrrrr.
Me sentía obligada a hacer un cap de la pelea del señor Weasley y Lucius jajajajaj así que obviamente lo volví Harope, cada vez que crecen todo avanza.
Ya desde el siguiente capítulo iremos un poco más rápido porque este acto será (tal vez) más corto.
Espero les guste. Voten, comenten y síganme.
Xoxo, Ela.
[...]
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