-33.
XXXIII:
ENTRADA TRIUNFAL.
LOS SEIS MENORES DISFRUTABAN DE LA VISTA DE LONDRES, hacían todo lo posible por llegar rápido a su destino y que no los agarrara el amanecer.
En el viaje todos preguntaron a Harry sobre lo sucedido y cómo es que todo eso había pasado. Así que el chico contó la historia de lo pasado con Dobby.
—Muy sospechoso —dijo finalmente Fred.
—Eso está muy raro enano—añadió Romeo—, debes decírselo a mi tío James.
—Me huele mal —corroboró George—. ¿Así que ni siquiera te dijo quién estaba detrás de todo?
—Creo que no podía —dijo Harry—, ya he dicho que cada vez que estaba a punto de decirlo, empezaba a darse golpes contra la pared.
Vio que Fred y George se miraban.
—¿Creen que me estaba mintiendo? —preguntó Harry
—Bueno —repuso Fred—, tengamos en cuenta que los elfos domésticos tienen mucho poder mágico, pero normalmente no lo pueden utilizar sin el permiso de sus amos.
—Harry, eso solo da la impresión de que enviaron al viejo Dobby para impedirte que regresaras a Hogwarts—concluyó Violet.
—Puede ser una especie de broma, una muy pesada por cierto—habló Romeo—. ¿Hay alguien en el colegio que tenga algo contra ti?
—Sí —respondieron Ron y Harry al unísono.
—Draco Malfoy —dijo Harry.
—Y Pólux Lestrange—añadió Ron.
—Los odian—dijo Violet.
—¿Draco Malfoy y Pólux Lestrange? —dijo George mirándolo con una ceja arriba—. ¡Bah! Son los protegidos de la chica Lestrange.
—¿Chica Lestrange?—preguntó Ron.
—Venus Lestrange, o como yo le digo «la tragedia de George»—se burló Fred y su gemelo bufó rodando los ojos—. No hagas esa cara Georgie, pasaste muuuucho tiempo con ella.
—No fue porque yo quisiera—respondió el gemelo menor—. Ella casi me asesina a final de curso, no sabe lo que le espera el otro año.
—Yo pensé que le arrancaría la cabeza ahí mismo en el pasillo—se siguió burlando Romeo y George le pegó—. Bueno ya ya, no cuento la historia entonces.
—Sigo sin entender—dijo Ron.
—Después sabrás esa historia—respondieron los tres mayores.
—Ahora volviendo a los chicos que los odian...Malfoy y Lestrange—habló de nuevo Romeo—. ¿No son el hijo de Lucius Malfoy y el hijo de Rodolphus Lestrange?
—Supongo que sí, porque no son apellidos muy comunes—contestó Harry—. ¿Por qué lo preguntas?
—He oído a mi padre hablar mucho de ambos, más de Lucius ya que son algo así como compañeros de trabajo —dijo George—. Ambos fueron destacados partidarios de Quien-tú-sabes.
—Y cuando desapareció Quien-tú-sabes —dijo Fred, estirando el cuello para hablar con Harry—, Lucius Malfoy regresó negándolo todo. Mentiras... Mi padre piensa que él pertenecía al círculo más próximo a Quien-tú-sabes.
Harry ya había oído estos rumores sobre la familia de Malfoy, y no le habían sorprendido en absoluto. En comparación con Malfoy, Dudley Dursley era un muchacho bondadoso, amable y sensible.
—No sé si los Malfoy poseerán un elfo —dijo Harry.
—Bueno, sea quien sea, tiene que tratarse de una familia de magos de larga tradición, y tienen que ser ricos, así que el elfo puede ser de cualquiera de los dos—observó Fred.
—Sí, mamá siempre está diciendo que querría tener un elfo doméstico que le planche la ropa—dijo George—. Pero lo único que tenemos es un espíritu asqueroso y malvado en el ático, y el jardín lleno de gnomos. Los elfos domésticos están en grandes casas solariegas y en castillos y lugares así, y no en casas como la nuestra.
—Yo le pregunté a papá si podíamos tener un elfo—habló Violet—. Luego me di cuenta lo mal que eran tratados y me retracté.
—Ron—llamó Harry a su amigo—. En caso de qué haya sido Malfoy, ¿Tú crees que su hermana sepa y lo haya apoyado?
—No lo sé, Harry—respondió Ron—. Son mellizos, ¿No? Deben ser algo así como Fred y George, ellos se apoyan en todo siempre.
—Si...es solo que ella no se ve tan mala—añadió Harry—, he pensado qué tal vez es diferente a ellos.
—No lo creo, tampoco puedes asegurarlo—dijo Ron—. No es como si hayas intercambiado más palabras con ella que la noche del castigo.
Harry se quedó callado y solo asintió. Estaba claro que no le había contado a Ron ni a Violet, ni mucho menos a Hermione sobre sus conversaciones intermitentes con la chica Malfoy, era algo que quería guardarse para sí mismo y tal vez más adelante le contaría a su padre, pero mientras era algo solo de él.
A juzgar por el hecho de que Draco Malfoy y Pólux Lestrange tenían normalmente lo mejor de lo mejor, sus familias debían de estar forradas de oro mágico, mejor dicho su familia en una sola porque eran primos.
Podía imaginarlos dándose aires en una gran mansión, parecía encajar con el tipo de cosas que Malfoy podría hacer, el enviar a un criado para que impidiera que Harry volviera a Hogwarts, pero le extrañaba que el Lestrange no le hiciera llegar directamente el criado a Ron porque a la única persona que el chico Lestrange soportaba menos que a Harry era el pelirrojo.
¿Había sido un estúpido al dar todo el crédito a Dobby?
Cuando llegaron a La Madriguera el solo estaba punto de salir y el plan era subir rápidamente y acostarse en sus camas hasta que fueran llamados para el desayuno.
—¡Aterrizamos! —exclamó Fred cuando, con una ligera sacudida, tomaron contacto con el suelo.
Harry vio por primera vez la casa de Ron.
—Bienvenido a la mejor casa del mundo, Harry—dijo Violet.
—No es gran cosa—repuso Ron.
—Es una maravilla —corrigió Harry, impresionado.
—Ahora tenemos que subir las escaleras sin hacer el menor ruido —advirtió Fred—, y esperar a que mamá nos llame para el desayuno.
—Entonces tú, Ron, bajarás las escaleras dando saltos y diciendo: «¡Mamá, mira quién ha llegado esta noche!»—ordenó George—. Con emoción y todo.
—Y luego Violet saldrá del cuarto de Ginny hacía tú habitación y cuando abra la puerta dirá: ¡Papá! ¡Tío James! ¡Por fin está de vuelta, encontró la manera de venir!—añadió Romeo.
—Ella se pondrá muy contenta, y nadie tendrá que saber que hemos cogido el coche—concluyó Fred.
—Tengo que encontrar la manera de entrar al cuarto de Ginny si despertarla—habló Violet—. Aunque bueno, si se despierta la chantajearé con cabello de Harry o algo así.
—¿Ah?
—Bien —dijo Ron—. Vamos, Harry, yo duermo en el...
De repente, Ron se puso de un color verdoso muy feo y clavó los ojos en la casa. Los otros tres se dieron la vuelta. La señora Weasley se paró delante de ellos, con las manos en las caderas, y paseó la mirada de uno a otro.
—Así que... —dijo la señora pelirroja y regordeta.
—Buenos días, mamá —saludó George, poniendo lo que él consideraba que era una voz alegre y encantadora.
—Hola sería Weasley—saludó Romeo con el mismo tono que George—. Mi padre no tiene que saber que...
—¿Tienen idea de lo preocupados que hemos estado?—preguntó la señora Weasley en un tono aterrador.
—Perdona, mamá, pero es que, mira, teníamos que...—intentó hablar Fred.
—¡Las camas vacías! ¡Ni una nota! El coche no estaba..., podrían haber tenido un accidente... Creía que me volvía loca, pero no les importa, ¿verdad?...—la señora Weasley dio un pisotón—. Nunca, en toda mi vida...Ya verán cuando llegue a casa su padre y ustedes dos—señaló a Violet y Romeo—, Remus se encargará de ustedes, está en la sala esperándolos—se agarró el puente de la nariz y los hermanos Lupin se miraron—. Un disgusto como éste nunca me lo dieron Bill, ni Charlie, ni Percy...
Les pareció que la reprimenda duraba horas. La señora Weasley enronqueció de tanto gritar y luego se plantó delante de Harry, que retrocedió asustado.
—Me alegro de verte, Harry, cielo, tu padre ha estado muy preocupado por ti—dijo—. Pasa a desayunar.
Harry entró a la casa y enseguida un hombre azabache se puso de pie para ver quien había llegado. Los ojos de James Potter nunca habían estado tan iluminados como en ese momento.
—¡Papá!—gritó Harry y saltó a los brazos de su padre—. Pensé que no te volvería a ver.
—Yo iba a ir por ti Harry, pero como siempre te adelantaste—dijo James con lágrimas en sus ojos, tenía a Harry de nuevo con él y no se cambiaba por nadie.
—Hola tía Remus—saludó Harry, alejándose un poco de su padre para ver a Lupin a los ojos—. No seas tan duro con Violet y Romeo, ellos literalmente me rescataron.
—¿Ah si?—rio Remus desordenando el cabello de Harry—. Creo que tendré que ir a hablar con ellos, nos alegra que estés aquí enano.
Remus se fue y Harry se volvió a voltear a su padre.
—No me pidas perdón papá—dijo Harry antes que James pudiera hablar—. No es tu culpa, nunca lo es y aunque aún no entiendo porque debo pasar ese mes en casa de los Dursley algún día lo haré y no te culpare por eso tampoco.
—Eres un gran hijo, Harry—James volvió a abrazar a su hijo—. Sabes que todo lo que hago es buscando lo mejor para ti, eso incluye ese horrible mes ahí. Es solo que desde que sabes de la magia tú tíos me han hecho todo más difícil, ellos creen que con maltratarte te quitarán la magia del cuerpo o algo así.
—Yo los ignoro papá, siempre lo he hecho—habló el menor—. ¿Y sabes por qué?
—¿Por qué renacuajo?
—Porque se que al final del mes tú estarás ahí buscándome, ya sea en el medio del océano o planeando cómo sacarme de una habitación que parecía una cárcel—Harry miraba a James a los ojos, hablándole sinceramente y destellando sus verdes ojos—. No me importa la comida porque tú irás por mi y comeremos pizza, no me importa el maltrato porque tú me esperas con un abrazo.
—¿Sabes algo Harry?—dijo James y su hijo hizo un gesto de querer saber—. Un día cuando estabas muy pequeño yo pensé que estabas muerto, ese día no sabía cómo iba a seguir con mi vida sin ti y tú madre, luego te escuché y una parte de mi corazón roto se remedió. Tú le das sentido a todo Harry, eres mi razón.
—Te amo papá—el pequeño azabache volvió a rodear a James con sus brazos.
—Yo a ti renacuajo, tanto que daría mi vida por ti—James apretó a Harry con fuerza, con ganas de meterlo en una caja de cristal y que nada le pasara—. Por cierto, feliz cumpleaños número doce.
Al minuto los Weasley y loa Lupin entraron por la puerta, los más jóvenes con caras de que había sido un largo regalo. Así que Molly los invitó a todos a la mesa para desayunar.
Harry vio hacia una pared y un brillante reloj con los rostros de los integrantes de la casa Weasley, pasó las caras de los gemelos y Ron de «Perdidos» a «En casa».
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Lucius Malfoy podía echar humo por más orejas en ese momento. Estaba furioso porque la noche anterior su enemigo Arthur Weasley había intentado hacer otra requisa en su casa.
¡Incluso había conseguido un permiso para buscar más a fondo!
Arthur estaba convencido que los Malfoy escondían algo y con el ministerio sobre su hombro, Lucius no tenía otra opción que vender algunas cosas para que se les hiciera más fácil esconder con magia el resto.
—¡Ese pobretón se aparece una vez más en mi casa y le lanzaré una maldición!—gritó el Malfoy tan alto que se escuchó en casi toda la mansión gracias al eco del lugar.
Mérope y Draco estaban en la habitación de la chica arreglándose para ir al callejón diagon.
—Padre está furioso—dijo Draco aplicando goma sobre su cabello—. Ese Weasley es igual de insoportable que su hijo y no nos dejan en paz.
—No entiendo cuál es el problema con que papá tenga cosas que a ellos no les gustan—habló Mérope cepillando su cabello—. El solo las tiene ahí como si fueran objetos de un museo, no los usa para nada malo.
—Son unos envidiosos—respondió su mellizo—. Solo están celosos porque nosotros tenemos lujos y una gran casa. ¡Hasta un elfo! Ellos no tienen nada.
—¿Tú crees?—cuestinó Mérope y su hermano asintió—. Ser así debe ser muy desgastante, si yo fuera el señor Weasley simplemente dejara que todos vivieran en paz.
—Es un Weasley, eso es sinónimo de metiche, igual que Potter, en unos años veremos a su padre aquí también—se quejo Draco.
—Potter...—repitió Mérope y mientras se miraba al espejo empezó a recordar sus pequeños momentos con el pelinegro—. A veces no es tan insoportable.
—¿En serio, Cissa? ¡Claro que lo es!—exclamó Draco—. No es que tú seas su amiga o algo, ves lo mismo que yo y yo solo veo en Potter un ser insoportable.
—Cierto, nunca he hablado con él.
Mérope tampoco le había contado a su mellizo o primo, o ay o quiere persona cercana sobre lo que ella pensaba que era una amistad con Potter. Sabía que reaccionarían mal, pero además de eso le gustaba el hecho de que su amistad fuera algo muy personal, algo que solo ella sabía.
¿Tendrían de nuevo esas pequeñas charlas este año? ¿Seguirá siendo Potter tan amable como ella lo recuerda?
Lo averiguaría.
—Niños, ¿Están listos?—la voz de Narcissa Malfoy sacó a la melliza menor de sus pensamientos—. ¡No olviden sus túnicas! Les hemos comprado unas con el escudo de Slytherin.
—Las túnicas están en mi habitación—le dijo Draco a su hermana—. Iré por ellas.
—Está bien, yo iré por la lista de útiles—Mérope se levantó hacia el pequeño escritorio que tenía en su cuarto; ahí abrió la gaveta donde había guardado la carta que el día anterior había llegado de Hogwarts con el boleto para el expreso y la lista de útiles escolares—. A ver, a ver...
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Los estudiantes de segundo curso necesitarán:
- El libro reglamentario de hechizos (clase 2), Miranda Goshawk.
- Recreo con la «banshee», Gilderoy Lockhart.
- Una vuelta con los espíritus malignos, Gilderoy Lockhart.
- Vacaciones con las brujas, Gilderoy Lockhart.
- Recorridos con los trols, Gilderoy Lockhart.
- Viajes con los vampiros, Gilderoy Lockhart.
- Paseos con los hombres lobo, Gilderoy Lockhart.
- Un año con el Yeti, Gilderoy Lockhart.
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Mérope leyó la carta de nuevo. ¿Por qué tantos libros del hombre cuarentón que su mamá coleccionaba libros autografiados?
—Esto es muy extraño—dijo para sí misma y en ese momento Draco entró con las túnicas.
—¿Qué cosa?
—La lista de útiles, mira—se la enseñó—. Todos los libros son de Lockhart.
—¿Lockhart?
—Si, el hombre cuarentón que madre considera guapo y que padre detesta solo porque madre a veces parece enamorada de él—explicó Mérope.
—¡Oh! El debe ser «Tontochkart»—recordó Draco el particular apodo que le puso su padre para referirse al hombre cada vez que Narcissa lo mencionaba—. Madre tiene todos sus libros, ¿No llevaremos los de madre verdad?
—¡Estás loco!—exclamó la platinada—. Nuestra madre antes preferiría morir que dejarnos llevar sus ejemplares autografiados a la escuela.
—¿Que yo qué?—Narcissa entró por la puerta—. Si no hay nada más importante que ustedes dos.
—Es que mira nuestra lista de útiles—Mérope se la mostró.
—Son casi todos libros del hombre que padre odia—añadió Draco—. No estará feliz.
—¡Que emoción!—chilló Narcissa en voz baja—. Tendré una excusa para ver a Gilderoy que su padre no podrá reprocharme, iré con ustedes al callejón.
—Pero él te reproche y tú igual vas a las firmas y esas cosas—dijo Mérope.
—Esa es la idea cariño, que muestre interés pero que nunca te de órdenes, ¿si?—dijo tomando suavemente la barbilla de su hija y dándole una sonrisa— La debilidad de tu padre, somos nosotras.
—¿Y qué hay de mí?—se quejó Draco.
—Tú y tú padre son las mías—dijo Narcissa.
—Y las mías—repitió Mérope y los tres se fundieron en un abrazo.
—Hora de irnos—Lucius entró a la habitación—, debemos llegar temprano a una parada antes de comprar sus útiles.
—Claro que sí, padre—respondieron los niños.
La familia Malfoy se dirigió hacia el callejón diagon, como siempre gracias a su elfo Dobby con el cual Narcissa y Lucius estaban molestos por haberse desaparecido casi una noche entera.
Cuando llegaron Mérope y Draco miraban a su alrededor con asombro, ese no era el callejón al que estaban acostumbrados. Era oscuro, sombrío y tenebroso, había magos extraños que les miraban y otros que claramente no estaban haciendo cosas buenas.
—¿Dónde estamos exactamente, padre?—preguntó Draco.
—En el Callejón Knockturn, un lugar horrible pero muy poderoso—respondió.
—¿Y qué haremos aquí?—ahora fue Mérope quien preguntó.
—Acompañarán a su padre a vender algunos artículos del hogar—respondió Narcissa.
—Ten Draco, lleva eso por mi—Lucius le pasó una caja a su hijo—. No la abras, ni intentes hacerlo.
—Si, padre.
—Yo iré por algunos de sus útiles para adelantar—habló Narcissa—. ¿Quieres venir conmigo, Cissa?
—Yo me quedo con mi padre y Draco, quiero conocer el lugar—respondió Mérope, la verdad es que era una niña muy curiosa y prefería aventurar con su mellizo que irse con su madre.
—Está bien, los veo para comprar sus túnicas—dijo la mujer, se acercó a sus hijos para darles un beso—. Pórtense bien.
—Siempre, madre.
La mujer se fue por la saludo lanzando miradas asesinas a quien se atreviera por lo menos a mirarla. Narcissa conocía muy bien el callejón y ya había sido vista anteriormente por los magos que lo frecuentan, todos sabían que no podían ni acercarse.
Lo que no sabían es que cierta niña rubia era hija del matrimonio Malfoy.
—Hola pequeña—un mago demacrado y de aspecto terrorífico tocó un mechón del cabello de Mérope mientras ella veía unas vitrinas—. ¿Estás sola?
—N-No me to-toque—Mérope dio un paso atrás aterrada por el aspecto del hombre—. Mi padre se...
—No se atreva a tocar a mi hija—el bastón de Lucius había causado una herida abierta sobre la mano del vagabundo—. Un centímetro más y una maldición imperdonable quedará en pañales para lo que le haré.
—Gracias, padre—Mérope se acercó a Lucius y lo abrazó por la cintura.
—Estás bien, Cissa—Draco abrazó a su hermana. La platinada seguía aterrada, pero su padres y su hermano la hacían sentir segura—. Con nosotros nada te pasará.
—Así es como debes proteger a tu hermana, Draco—habló Lucius—. Cuando se trate de ella nada importa.
—Claro que sí, padre.
—Tranquilos—Mérope se alejó para mirarlos a los ojos—, yo también sé cuidarme sola, como dice mi abuela: Soy una mujer Black, y las Black podemos con lo que sea.
—Tú abuela tiene mucha razón—dijo Lucius—. Bueno niños, iremos a un lugar que suelo frecuentar. Sigan por ahí hasta encontrar un letrero que diga "Borgin y Burke's"
Los niños caminaron al frente de su padre camino a la peculiar tienda. Lo que no sabían es que Harry Potter había sin querer terminado en la chimenea de Borgin y Burke's.
—Genial, mis gafas favoritas se rompieron—dijo Harry sacudiendo el hollín, polvo y mugre de su túnica mientras se veía en un empañado espejo—. Estás me hacían ver lindo.
Harry empezó a mirar el lugar, el montón de artefactos extraños le causaban curiosidad pero al mismo tiempo miedo. Pero el era un Potter y su curiosidad le ganó, el azabache terminó con su mano atrapada en otra mano, literalmente.
—Merlín...sal...de...ahí—Harry luchaba con la mano mortífera que lo había aprisionado—. Pareces la mano de mi tía Petunia, suéltame ya.
Mientras luchaba Harry miró a la ventana, y una cabellera platinada revoloteaba entre la poca limpieza de las vitrinas, no fue difícil para el reconocerla ya que él sabía a quién pertenecía ese cabello:
Mérope Malfoy.
—Reacciona Harry—se dijo a sí mismo cuando quedó embobado en la niña que le decía algo a su hermano, y por fin pudo soltarse, pero era tarde, los Malfoy habían entrado a la tienda.
Harry repasó apresuradamente con los ojos lo que había en la tienda y encontró a su izquierda un gran armario negro, se metió en él y cerró las puertas, dejando una pequeña rendija para echar un vistazo.
Unos segundos más tarde sonó un timbre y los tres Malfoy entraron en la tienda.
Harry no había notado a los dos hombres platinados, estaba ocupado viendo la cara de curiosidad de Mérope que veía todo en la tienda como si fuera la primera vez que estuviera ahí, sí lo era pero Harry no lo sabía. Cuando ella fue cubierta por un estante, el azabache pudo ver al hombre detrás de Draco quien por características físicas debía ser su padre.
—Mira esto, Cissa—dijo Draco a su hermana, Mérope se acercó a la bola de cristal pero miró hacia atrás, su padre volteó hacia ellos.
—Draco, no deberías de...—Mérope alcanzó a tocar el hombro de su hermano, pero fue interrumpida por el estruendoso sonido del bastón de su padre.
—No toques nada, Draco—dijo Lucius—. Tú tampoco, Cissa.
—Pensé que nos comprarías algo—dijo Draco.
—Te dije que te compraría una escoba de carreras y Cissa no ha decidido su regalo—le dijo su padre, tamborileando con los dedos en el mostrador.
—¿Y para qué la quiero si no estoy en el equipo de la casa? —preguntó Malfoy, enfurruñado—. Harry Potter tenía el año pasado una Nimbus 2.000. Y obtuvo un permiso especial de Dumbledore para poder jugar en el equipo de Gryffindor. Ni siquiera es muy bueno, sólo porque es famoso...
A Mérope estaba a punto de salirle una úlcera si su mellizo seguía hablando así de Potter, no eran los amigos más cercanos pero ella definitivamente lo apreciaba. El chico nunca le había hecho nada malo y hasta sus conversaciones llegaban a ser interesantes.
—Deja de quejarte, Draco—lo interrumpió Mérope—. Parece que tú también lo admiraras, además no es malo en quidditch.
—Cuando esté en el equipo verás que soy mejor que él—respondió Draco con disgusto, mientras que a Harry lo hizo sonreír.
—Si tú lo dices—dijo Mérope y Draco rodó los ojos.
—¿Desde cuando tanto interés en Potter?—se quejó su mellizo—. ¿Acaso son amigos?
—Si soy amiga de Potter es mi problema—dijo Mérope con disgusto, Harry en su escondite no le importaba lo que Draco hablara de él, solo podía pensar en que la rubia jamás negó su amistad.
¿Entonces si eran amigos?, pensó Harry.
—¡Bah! Nunca en su vida han hablado, sabes de él lo mismo que yo—contestó Draco—. Un patético famoso por tener esa ridícula cicatriz en la frente y una escoba mágica.
—Me lo has dicho ya una docena de veces por lo menos—repuso su padre dirigiéndole una mirada fulminante—. ¡Ah, señor Borgin!
—¡Señor Malfoy, qué placer verle de nuevo!—respondió el señor Borgin con una voz tan pegajosa como su cabello—. ¡Qué honor! Y han venido también los jóvenes Malfoy. ¿En qué puedo servirles? Precisamente hoy puedo enseñarles, y a un precio muy razonable...
—Hoy no vengo a comprar, señor Borgin, sino a vender—dijo Lucius Malfoy.
—¿A vender?—La sonrisa desapareció gradualmente de la cara del señor Borgin.
—Usted habrá oído, por supuesto, que el ministro está preparando más redadas—empezó Lucius, sacando un pergamino del bolsillo y desenrollándolo para que el señor Borgin lo leyera—. Tengo en casa algunos...artículos que podrían ponerme en un aprieto, así que he venido a deshacerme de ellos.
—Pensé que el ministerio no lo había visitado aún—el señor Borgin se caló unas gafas y revisó la lista.
—Desgraciadamente Arthur Weasley se ha encargado de que revisen mi casa...
—Cissa, ven acá—Draco llamó a su hermana para mostrarle algo que había visto—. ¿No es genial?
Cuidado: no tocar. Collar embrujado.
Hasta la fecha se ha cobrado las vidas de diecinueve muggles que lo poseyeron.
—¿Por qué sería genial un collar que mata gente?—preguntó Mérope indignada. Harry se preocupó pues los mellizos cada vez se acercaban más a su escondite. Mérope fue a leer algo que estaba justo debajo del collar.
Brazalete de Sang...
—¿Que habrá en este armario?—dijo Draco estirando la mano y acercándose poco a poco a la perilla, por dentro Harry intentaba hacerse bolita en la esquina del armario con poca fe de no ser descubierto—. Quiero abrirlo.
—¡No!—ordenó Mérope y se puso entre Draco y el armario. A más fosas nasales de Harry llegó el aroma a manzanas rojas, claveles y pergamino nuevo, sentía que podía acostumbrarse—. ¿Crees que padre se pondrá feliz si sigues desobedeciendo? ¡No te va a comprar nada!
El bastón de Lucius se posó en el hombro de Mérope.
—Aléjate de eso Cissa, no sabes que puede haber ahí dentro—ordenó el Malfoy mayor—. Andando, hemos terminado aquí por hoy.
—¡Tío!—una voz femenina llamó la atención de los tres Malfoy y del mismo Harry—. Mi madre dice que hay unas inconsis...Oh perdón, no sabía que habían clientes, yo te mostraré esto después.
—Tranquila Elora, son clientes frecuentes—respondió Borgin atrayendo a su sobrina con una mano—. Señor Malfoy sería un honor para mi que usted y sus hijos conocerán a mi única sobrina.
—¡Tú estás en Slytherin!—dijo Mérope cuando reconoció a la chica castaña de ojos azules que estaba detrás del mostrador—. Estudias en Hogwarts como nosotros.
—Así es, Elora Carrow, ustedes deben ser los primos de Venus Lestrange—respondió la chica y los mellizos asintieron.
—Con que una Carrow, ¿eh?—cuestionó Lucius—. Que grato que también pertenezcas a la mejor casa de esa escuela.
—Es el apellido de su padre, señor Malfoy—habló el vendedor.
—Sí tío, creo que mi madre te necesita urgente—dijo Elora para cortar la conversación—. Bueno, los veo en Hogwarts.
—Adiós, Elora—se despidió Mérope con palabras, mientras que su padre y hermano lo hicieron con gestos para luego salir de la tienda—. Ya quería salir de ahí.
—¿Ahora a dónde iremos?—preguntó Draco.
—Iremos a comprar sus cosas para el quidditch y luego iremos por sus libros—respondió el Malfoy mayor mientras salían.
Por fin saldrían de ese horrible callejón.
Por el lado de Harry nunca se había sentido tan aliviado de que Mérope Malfoy desapareciera de su vista, apenas no hubo rastro de ellos salió de su escondite camino a la puerta.
—¿Ese chico estaba aquí?—se escuchó la voz de la chica Carrow.
Justo antes de llegar el vendedor lo tomó de un hombro y lo detuvo.
—¿Se te ofrece algo?—le preguntó con voz siniestra.
—Para nada señor, solo me equivoqué de tienda—respondió Harry para librarse.
Apenas salió los magos que se acercaron a acostarlo lo tenían nervioso. Gracias a Merlín, Hagrid pudo sacarlo de ahí.
—Este no es un lugar para ti—le dijo el semigigante—. ¿Como es que llegaste aquí?
—Larga historia—Harry sacudió su cabeza, porque no podía dejar de pensar en algo.
No podía dejar de pensar en el aroma de Mérope Malfoy y las ganas que tenia de salir de ese cofre para saludarla, pero no podía, como siempre.
§
¡Actualización súper express para que me esperen mientras salgo de algunas cosas de la escuela!
Que lindo es el Harope de bebés, aunque una parte de mi quiere que ya crezcan para mostrarles lo que tengo planeado.
Se supone que en este capítulo debía abarcar más cosas, pero luego me di cuenta que salían dos capítulos de todo lo que terminé escribiendo así que les mandé este de primero para que lo disfruten.
Por cierto aquí también introducí a un nuevo personaje recurrente igual que en último capítulo de LOVER OF MINE, aquí tendrá varias apariciones y en algún punto se volverá importante será mucho más frecuente en el fic de George así que lxs espero por allá ;)
Con ustedes:
Alexandra Daddario as
ELORA MARY CARROW BURKE
editado: por cuestiones he decidido cambiar el faceclaim de Elora, espero no les moleste el cambio, aún queda mucho por saber de ella.
Espero les haya gustado.
Voten, comenten y síganme.
Xoxo, Ela.
§
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