-28.

XXVIII:
EL DÍA SIGUIENTE.
(capituló dedicado a belenap03 , gracias gracias y gracias, amo esperar las notificaciones con tu nombre porque literalmente cada uno de tus comentarios me sacan una sonrisa y me animan a escribir, no cambies, tqm)

MÉROPE CAMINABA RUMBO A UNO DE LOS JARDINES. Ella y Olivia se habían levantado más tarde que todo el grupo, pero Venus había hecho el favor a los chicos de avisarles que estarían en el parque esperándolas.

—Mira, ahí están—dijo Olivia—. Espero que nos hayan guardado desayuno, me muero de hambre.

—Yo igual—contestó con simpleza y luego su vista se dirigió hasta el campo de Quidditch donde varias túnicas rojas se ondeaban, pero ninguna era Potter, ¿por qué no iría a una práctica de Quidditch?—. No me gusta el calor, prefiero el invierno.

—Yo prefiero el sol, ya sabes playa y arena—habló Olivia ondeando su cabello.

—¿Harás eso estas vacaciones?—le preguntó Mérope a su amiga.

—Creo que sí, quiero ir a Grecia con mis tías este verano—respondió la castaña—. Sabes que no soporto mucho a papá, al menos con ellas puedo arreglarme el cabello, conocer lugares exclusivos para magos. ¿y tú qué harás?

—Suena divertido tu plan—dijo Mérope—. No lo sé, tal vez vayamos a Irlanda a conocer a los primos de mi padre o me quede con mis abuelos mientras mis padres viajan, todo depende.

—¿Y no pasarás días con tu padrino este año?

—No creo, en la última carta madre me dijo que estaría ocupado—contestó con inconformidad—. Pero prometió ir a la mansión a darnos unas lecciones a Draco y a mí, a Pólux no le gusta eso.

—Entiendo—dijo Olivia—. Mira, son Weasley, Granger y la chica Lupin, sin Potter...Ah no, hay práctica de Gryffindor.

—Igual es raro que con tiempo libre no estén ahí acompañándolo—dijo analizando a los tres integrantes del cuarteto de oro.

—Igual, ¿qué nos importa?—habló Olivia jalando a su amiga por un brazo—. Avancemos.

Las dos amigas llegaron y tomaron asiento con sus cuatro amigos que esperaban por ellas, Draco jugaba con una piedra, Pólux y Theo habían sacado un ajedrez y Zabini parecía ansioso.

—¡Casi no llegan!—exclamó el moreno en voz alta, haciendo que los demás miraran a las chicas—. Desde que salimos del desayuno las estamos esperando.

—Les guardamos desayuno—avisó Draco sacando algunas servilletas con comida—. Toma Cissa, una manzana roja para ti.

—Gracias Draco—respondió dándole un beso en la sien a su hermano—. ¿Y cuál es la prisa porque llegáramos?

—Zabini no desayunó con nosotros hoy—habló Pólux.

—Eso solo puede significar una cosa...—siguió Theo.

—¡Estuviste buscando chismes Zabini!—chilló Olivia con emoción sentándose entre el moreno y Nott—. Habla yo, hubieras comenzado por ahí.

—Solo espero no uses a los sangre-sucias para enterarte de lo qué pasa en esta escuela—dijo Draco con desdén.

—No es necesario, los Ravenclaw son mestizos en su mayoría y por si solos son un chismografo—contestó Blaise—. Y no se hagan, aman el chisme tanto como yo.

—Claramente Zabini—dijo Pólux—, solo que Draco se hace el difícil.

—Habla ya Blaise, debe ser interesante para que estés tan ansioso—añadió Mérope.

—Pues no es tan interesante, es un chisme de Potter y sus amigos, pero...—empezó a contar Blaise, y a pesar de que todos rodaron los ojos, una parte de Mérope empezó a poner más atención—, lo interesante es que parece está conectado con lo que les pasó a ti y Nott.

—¿Hablas del perro gigante que casi me come?—cuestionó el castaño.

—¿Por qué? Ese pasillo estaba solo, igual que el perro—añadió la platinada.

—Tal vez si hubieran llegado un poco más temprano se hubieran encontrado a Potter y sus amigos bajando por una...¡trampilla!—contó aunque pareció pensar lo último, ahí si había una trampilla—. Ah y el perro tiene nombre, se llama Fluffy.

—¿Qué ser tan idiota le pone a una bestia de tres cabezas: Fluffy?—cuestionó Draco.

—Yo pensé que se llamaba Satanás o Hades, algo cómo del inframundo yo que sé—dijo Theo aún impresionado con el nombre.

—¿Dices que Potter y sus amigos pasaron por encima de ese perro para bajar por una trampilla que parecía un hoyo negro—ahora fue Mérope la que cuestionó, asombrada, pero con más curiosidad que nunca.

—Wow, y yo decía que ustedes eran revoltosos—dijo Olivia—. Esos cuatro son otro nivel.

—Sí, pero que se hayan lanzado por esa trampilla es lo de menos—siguió contando Zabini—. La cosa fue lo que pasó allá abajo...

Zabini les contó toda la historia, tenían que aceptar que estaban impresionados. Prácticamente se había encarado con el mago más temido del mundo y había salido casi ileso, no lo reconocerían en voz alta pero eso ya hacía a Potter una leyenda.

▲•▼•▲『♡』▲•▼•▲

Apenas volvieron a su sala común, Mérope aprovechó que todos sus amigos había avisado que se dedicarían a hacer algo para matar el tiempo, así que ella decidió ir a un lugar el que casualmente solía encontrase mucho con cierto pelinegro.

La enfermería.

Entró al lugar y sobre la mesa de la enfermera había un letrero que decía «Salí por algo de comer, vuelvo en diez minutos». Mérope esperaba que no hubiera salido hace mucho tiempo y sería suficiente para hacer lo que quería hacer.

Se acercó a la tercera camilla a la derecha, ahí inconsciente estaba Harry, parecía dormir plácidamente y Mérope supuso que no lo despertaría nada por ahora. Tomó una banca y se sentó a una distancia prudente de la camilla.

—Ah, hola Potter, sé que no me escuchas o tal vez sí—suspiró, cuando Zabini le contó ella sintió una mezcla de orgullo y preocupación, era extraño pero se sentía en el deber de venir y hablarle—. La cosa es que ya sé lo que hiciste, y también sé que nadie de mi casa te dará crédito por ello.

»Es extraño ¿sabes? La sensación que tuve cuando me lo contaron—hablaba Mérope, se sentía más segura con la idea de que ela no la escuchaba—, y esa sensación me trajo aquí, no sé la razón, pero debía venir a felicitarte y darte crédito por lo que hiciste. Fuiste muy valiente, te sacrificaste por tus amigos y eso es de valientes, aquí entre no yo también daría la vida por los míos.

Mérope hablaba, tan distraída que no notó cuando un hombre de unos treinta años muy parecido al niño inconsciente al que le hablaba había entrado a la habitación.

James notó que había alguien en el cubículo de su hijo y se escindió en la camilla de al lado para escuchar mejor. Gracias a un agujero en la tela podía observar un poco de la persona ahí, era una niña de cabellos platinados y piel muy blanca, le recordaba a alguien sí, pero no recordaba en ese momento, solo maldijo en voz baja cuando se dio cuenta que la niña no traía ni corbata ni túnica, solo su uniforme perfectamente abotonado.

—Sé que no puedo estar aquí, pero Madame Pomfrey ha ido a almorzar y pude escabullirme sin que mi hermano me viera, recuerdo cuando me dijiste que tal vez no le gustaría nuestra amistad, pero a mi si me gusta, es rara, pero supongo que necesitamos tiempo—dijo Mérope se sentía cómoda hablándole, no sabía si era porque estaba inconsciente o porque era Potter—. Bueno, espero que despiertes pronto, todos los demás ya saben lo que hiciste y créeme que hasta yo estoy impresionada.

»Ah, y ese día yo también me encontré con el dichoso perro, no es nada amigable y tuve que calmarlo con música, ¿Tu sabias que se dormía así? ¿Sabes tocar el arpa?—preguntó pero luego se dio un manotazo en la frente—. Oh, olvidé que no me escuchas, pero bueno, era eso Potter, espero verte en el banquete o en algún pasillo ya que eres experto en llamarme para hablar como si estuviéramos cometiendo un crimen, nos vemos.

Mérope salió lo más rápido que pudo de esa enfermería, agradeció no haber encontrado a nadie. En esos momentos solo quería hablar con una persona, Venus Lestrange.

James sonrió, ¿Esa era acaso la niña llamada Merope de la que su hijo le hablaba? Si era así, le parecía tierno como le hablaba a su hijo, aunque había partes que no entendió. Cómo ¿Por qué al hermano de la chica no le agrada Harry o por qué Harry le hablaba a escondidas?

—Tienes muy buena gente a tu alrededor renacuajo—dijo sentándose junto a su hijo, como lo había hecho desde ayer que lo recogió de aquel horrible sótano en el que vio cómo casi lo matan. James sintió que su alma quedaba en ese instante—. Necesito que te despiertes y hacerte algunas preguntas.

▲•▼•▲『♡』▲•▼•▲

Harry de nuevo estaba soñando con esa voz, una voz angelical que le decía que se merecía el crédito por lo que hizo, que era valiente y que estaba impresionado. La voz hasta le preguntaba si sabía tocar el arpa, Harry siempre intentaba responderle pero la voz no salía.

Luego la voz se apagó y esta vez algo dorado brillaba justo encima de él. ¡La snitch! Trató de atraparla, pero sus brazos eran muy pesados.

Pestañeó. No era la snitch. Eran un par de gafas. Qué raro. Pestañeó otra vez. El rostro sonriente de Albus Dumbledore se agitaba, y atrás pudo notar el desordenado cabello de su papá.

—¡Harry James Potter Evans!—exclamó el mayor de los Potter antes de lanzarse sobre su hijo—. ¡Pensé que no despertarías! Vuelves a darme un susto como este y te ju...

—Tranquilo James, creo que no es momento—dijo Dumbledore muy sereno—. Buenas tardes, Harry.

Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.

—¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Señor, rápido...

—Cálmate, qúerido muchacho, estás un poco atrasado—dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra.

—¿Entonces quién la tiene? Señor, yo...

—Harry, por favor, cálmate, o Poppy nos echará de aquí—habló James tomando a su hijo por los hombros—. Te perdiste de media historia mientras dormías, renacuajo.

Harry tragó y miró alrededor. Se dio cuenta de que debía de estar en la enfermería. Estaba acostado en una cama, con sábanas blancas de hilo, y cerca había una mesa, con una enorme cantidad de paquetes, que parecían la mitad de la tienda de golosinas.

—Regalos de tus amigos y admiradores —dijo Dumbledore, radiante—. Lo que sucedió en las mazmorras entre tú y el profesor Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo sabe.

—¡Tus amigos son geniales Harry! Mira todo esto—añadió James ya más calmado, su Harry estaba bien—. Y esos gemelos, los hijos de Molly: Fred y George Weasley, junto con Romeo ¡Intentaron enviarte un inodoro! Me recuerdan a ciertas personas en mis tiempos—dijo James con algo de nostalgia—. Me alegra que te rodees de tanta gente buena, Remus ha estado al pendiente también, era raro que ambos pidiéramos permiso en la escuela así que solo vine yo.

—Así es—contestó Harry, la verdad le había tomado mucho cariño a sus amigos—. ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?

—Tres días. El señor Ronald Weasley y las señoritas Granger y Lupin estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento. Han estado sumamente preocupados—le contó Dumbledore—. Y la piedra. El profesor Quirrell no te la pudo quitar. Yo llegué a tiempo para evitarlo, aunque debo decir que lo estabas haciendo muy bien, creo que saliste a cierta persona—siguió haciendo un guiño hacia Harry, pero inclinando la cabeza en dirección a James.

—Con la diferencia de que yo lo hice cuando tenía veinte años, no once—reprochó James.

—Diez años más, diez años menos, es solo una cifra, ¿no papá?—ironizó el pequeño con una leve risa y luego se fue hacia Dumbledore de nuevo con seriedad—. ¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió Hermione?

—Nos debimos cruzar en el aire. En cuanto llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que había dejado. Llegué justo a tiempo para quitarte a Quirrell de encima y enviarle una lechuza a tu padre.

—Fueron ustedes.

—Así es hijo, yo ya me había enfrentado a él, por lo que no dudé en ir con Dumbledore—contó James apretando levemente el hombro de Harry—. Tuvimos miedo de haber llegado demasiado tarde.

—Casi fue así, no habría podido aguantar mucho más sin que me quitara la Piedra...

—Créeme que lo último que me importaba era esa piedra, renacuajo—le dijo su padre.

—Exacto, no fue por la Piedra, fue por ti... El esfuerzo casi te mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así. En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida—añadió el director.

—¿Señor? —dijo Harry—. Estuve pensando... Señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol... quiero decir Quién-usted-sabe...

—Llámalo Voldemort, Harry. Utiliza siempre el nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.

Harry mantuvo una conversación con el profesor, le hizo algunas preguntas, pero al notar la llegada de una tristeza a los ojos de su padre prefirió dejar de preguntar.

Apenas el profesor se fue, Harry compartió sus dulces con su padre mientras le contaba todo lo que había pasado, desde el día que empezó a sospechar de Snape hasta el día que había decidido meterse por la trampilla, ah y de vez en cuando hablando de su "amistad" con Mérope, sólo Mérope.

—Oye me has hablado de Mérope, pero dime ¿cómo se ve ella?—le preguntó James a su hijo, quería confirmar que era la niña que había visto.

—¿Para qué quieres saber?—dijo mirando a su padre con una ceja levantada, James lo miró, si que se parecía a él.

—Curiosidad renacuajo, qué tal la he visto por ahí y no la reconocí porque no sé cómo se ve...

—No creo que la hayas visto, pero bueno—respondió con algo de resignación, debía buscar la forma de pasar por encima el apellido y la casa de la platinada—. Ella es rubia, pero no rubia como Violet sino como si su cabello buscara igualar el color de la nieve, es bajita, tal ves más que yo y tiene la piel tan blanca que no puede esconder su sonrojo.

—Que forma tan...¿amigable? de describir a una chica—respondió James, asombrado, tal vez esa niña significa más para Harry de lo que él mismo se da cuenta—. Y dime, ¿de qué casa es?

—¿Podemos hablar de eso en casa? Quiero preguntarte algunas cosas—dijo Harry en un afán por cambiar de tema, James decidió no entrometerse, quería que su hijo le tuviera la confianza y obligándolo a hablar solo lograría lo contrario, así que asintió con la cabeza a lo que dijo Harry—. ¿Estuvo muy mal que sospechara de Snape?

—Yo también hubiera sospechado de él en un primer momento—opinó James mientras mordía una tira de regaliz que había tomado de uno de los regalos de Harry—. Es normal creer que está del lado oscuro y es normal que nos deteste.

—Pero él me salvó, varias veces—aclaró Harry—. Incluso me protegió de Quirrell.

—Bueno...digamos que él tiene una deuda conmigo, renacuajo.

—Ah sí, ¿cuál?

—Estás muy pequeño para la historia completa—contestó James mientras lanzaba una gagrea hacia Harry y este la atrapaba con la boca—. Bien hecho, ya casi me superas. Pues sí, fue hace mucho tiempo, aunque en parte fue su culpa, yo le salvé la vida.

—¿Aunque lo odiabas?

—Aunque lo odiaba—repitió en afirmación—. Mira Harry, aunque el panorama sea el peor, aunque la rabia corra por tus venas y la ira intente cegarte, siempre habrá otro camino distinto a tener que convertirte en un asesino.

—Tienes razón papá, nunca me convertiré en un asesino—dijo Harry con simpleza y su padre lo abrazó—. Oye pá...¿Darías la vida por mí?

—La vida es poco para lo que yo daría por ti, renacuajo.

▲•▼•▲『♡』▲•▼•▲

La señora Pomfrey era una mujer buena, pero muy estricta.

—Sólo cinco minutos —suplicó Harry.

—Ni hablar.

—Usted dejó entrar al profesor Dumbledore y a mi padre...por favor—decía Harry suplicante.

—Bueno, por supuesto, es el director, es muy diferente y tú padre es tu padre, Potter. Necesitas descansar.

—Estoy descansando, mire, acostado y todo lo demás—dijo Harry mientras hacía mímicas de estar descansando y luego susurró a su padre con sarcasmo—. Papá si me ayudaras sería magnífico.

—Oh, vamos Poppy—esta vez fue James quien pidió—. Deja que el renacuajo vea a su amigos, debe estar muriendo del aburrimiento.

—Oh, está bien —dijo dejando entrar a los amigos de Harry—. Pero sólo cinco minutos.

—¡Harry!

Fue una de esas raras ocasiones en que la verdadera historia era aún más extraña y apasionante que los más extraños rumores. Harry les contó todo.

[~]
Maratón 2/3.
¡Segundo capítulo del día!

Por eso demoré en actualizar, tenía que preparar dos largos para ustedes,
que terminaron siendo uno largo y dos normales. Es decir, tres.

Amé escribir estos últimos tres, feliz de casi terminar este acto.
Espero les estén gustando.

Voten, comenten y síganme. Amo leerlas.

Xoxo, Ela.
[~]

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