-27.
XXVII:
DOS ENCUENTROS CON LA TRAMPILLA.
(capítulo dedicado a: mrspxttinson , gracias por el apoyo en TODOS mis fics, eres una de eses lectoras que cuándo actualizo para ve su nombre ahí, siempre, no cambies)
HARRY REGRESÓ A LA SALA COMÚN. Sus tres amigos voltearon a verlo, y se pusieron de pie listos para lo que se venía. El pelinegro intentaba explicarles cómo se meterían cuatro personas debajo de una capa, hasta que un ruido se escuchó.
—¿Qué piensan hacer? —dijo una voz desde un rincón. Neville apareció detrás de un sillón, aferrado a Trevor, que parecía haber intentado otro viaje a la libertad.
—Nada, Neville, nada —dijo Harry, escondiendo la capa detrás de la espalda. Neville observó sus caras de culpabilidad.
—Van a salir de nuevo —dijo el chico—. O ¿Por qué más Violet seguiría aquí? Debería estar en su sala común.
—No te metas—masculló Violet.
—No, no, no —aseguró Hermione—. No, no haremos nada. ¿Por qué no te vas a la cama, Neville?
Harry miró al reloj de pie que había al lado de la puerta. No podían perder más tiempo, Snape ya debía de estar haciendo dormir a Fluffy.
—No pueden ir—insistió Neville—. Los atraparán y Gryffindor perderá más puntos.
—Tú no lo entiendes—dijo Harry—. Esto es importante.
—No dejaré que lo hagan—dijo, corriendo a ponerse frente al agujero del retrato—. ¡Voy... voy a pelear con ustedes!
—¡Neville! —estalló Ron—. ¡Apártate de ese agujero y no seas idiota!
—¡No me llames idiota! —dijo Neville—. ¡No me parece bien que sigáis faltando a las reglas! ¡Y tú fuiste el que me dijo que hiciera frente a la gente!
—Sí, pero no a nosotros —dijo irritado Ron—. Neville, no sabes lo que estás haciendo.
Ron dio un paso hacia Neville y el chico dejó caer al sapo Trevor, que desapareció de la vista. El pelinegro alzó los puños como si estuviera a punto iniciar una pelea muggle, Violet soltó una risa por lo ridículo que lucía.
—¡Ven entonces, intenta pegarme! —dijo Neville—. ¡Estoy listo!
—Hagan algo—dijo Harry en un susurro desesperado a sus amigas.
—Puedes intentar el hechizo que estábamos practicando—susurró Violet a su amiga—, el de las hormigas.
—Neville—habló Hermione luego de haber asentido en respuesta a lo que su amiga le propuso—, de verdad, siento mucho, mucho, esto. Levantó la varita—. ¡Petrificus totalus!
Neville tenía la mandíbula rígida y no podía hablar. Lo había convertido en un tronco humano. Sólo sus ojos se movían, mirándolos horrorizado.
—¿Qué le has hecho? —susurró Harry—. ¿Qué clase de hechizos practican ustedes dos?
—Es la Inmovilización Total—respondió Violet con simpleza—. Lo hemos intentado con hormigas y otros insectos, no sabía que saldría tan bien en humanos.
—Oh, Neville, lo siento tanto...—dijo Hermione angustiada.
—No te disculpes, él se lo buscó—añadió Violet, por lo que su amiga le dio un zape—. ¡Auch, Mione!
—Lo comprenderás después, Neville —dijo Ron, mientras se alejaban para cubrirse con la capa invisible.
Caminaban en puntillas, con miedo de ser atrapados en cualquier momento. Al pie de la primera escalera, divisaron a la Señora Norris.
—Oh, vamos a darle una patada, sólo una vez—murmuró Ron en el oído de Harry, que negó con la cabeza.
—No pensé decir esto hoy, pero apoyo a Ron—añadió Violet, por lo que su amigo pelirrojo le sonrió ágata decido con el apoyo, pero los otros la miraron con reproche—. Está bien, está bien...sigamos.
No se encontraron con nadie más, hasta que llegaron a la escalera que iba al tercer piso. Peeves estaba flotando a mitad de camino, aflojando la alfombra para que la gente tropezara.
Harry tuvo una idea.
—Peeves —dijo en un ronco susurró—, el Barón Sanguinario tiene sus propias razones para ser invisible.
Peeves casi se cayó del aire de la impresión. Se sostuvo a tiempo y quedó a unos centímetros de la escalera.
—Lo siento mucho, sanguinaria señoría —dijo en tono meloso—. Fue por mi culpa, ha sido una equivocación... no lo vi... por supuesto que no, usted es invisible, perdone al viejo Peeves por su broma, señor.
—Tengo asuntos aquí, Peeves —gruñó Harry—. Manténte lejos de este lugar esta noche.
Y desapareció.
—¡Genial, Harry! —susurró Ron.
—Si lo de mago no funciona, puedes ser actor—ironizó Violet sacándole una risa a todos, pero tuvieron que contenerse.
—Y tú deberías ser cazadora de talentos—respondió Harry con el mismo sarcasmo.
Unos pocos segundos más tarde estaban allí, en el pasillo del tercer piso. La puerta ya estaba entreabierta.
—Bueno, ya lo ven—dijo Harry con calma—. Snape ya ha pasado ante Fluffy.
Ver la puerta abierta les hizo tomar plena conciencia de aquello a lo que tenían que enfrentarse. Por debajo de la capa, Harry se volvió hacia los otros dos.
—Si quieren regresar, no los reprocharé —volvió a hablar Harry, Ron frunció los labios y Hermione y Violet rodaron los ojos—. Pueden llevarse la capa, no la voy a necesitar.
—No seas estúpido —dijo Ron.
—¿Qué no has entendido que no te dejaremos solo?—cuestionó Violet.
—Vamos contigo —dijo Hermione.
Harry empujó la puerta. Cuando la puerta crujió, oyeron unos gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección a ellos, aunque no podía verlos.
—¿Qué tiene en los pies? —susurró Hermione.
—Parece un arpa —dijo Ron—. Snape debe de haberla dejado ahí.
—Debe despertarse en el momento en que se deja de tocar —dijo Harry—. Bueno, empecemos...
Se llevó a los labios la flauta de Hagrid y sopló. No era exactamente una melodía, pero desde la primera nota los ojos de la bestia comenzaron a cerrarse. Harry casi ni respiraba. Poco a poco, los gruñidos se fueron apagando, se balanceó, cayó de rodillas y luego se derrumbó en el suelo, profundamente dormido.
—Sigue tocando —advirtió Ron a Harry, mientras salía de la capa y se arrastraba hasta la trampilla. Podía sentir la respiración caliente y olorosa del perro, mientras se aproximaba a las gigantescas cabezas.
—Creo que podemos abrir la trampilla —dijo Ron, espiando por encima del lomo del perro—. ¿Quieres ir delante, Hermione? ¿Violet?
—¡No, no quiero!
—Alguien tiene que avisar si el primero muere, ¿no?
—Muy bien. —Ron apretó los dientes y anduvo con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y tiró de la argolla de la trampilla, que se levantó y abrió.
—¿Qué puedes ver? —preguntó Hermione con ansiedad.
—Nada... sólo oscuridad... no hay forma de bajar, hay que dejarse caer.
Harry, que seguía tocando la flauta, hizo un gesto para llamar la atención de Ron y se señaló a sí mismo.
—¿Quieres ir primero? ¿Estás seguro? —dijo Ron—. No sé cómo es de profundo ese lugar. Dale la flauta a Hermione, para que pueda seguir haciéndolo dormir.
Harry le entregó la flauta y, en esos segundos de silencio, el perro gruñó y se estiró, pero en cuanto Hermione comenzó a tocar volvió a su sueño profundo. Se acercó y miró hacia abajo. No se veía el fondo. Se descolgó por la abertura y quedó suspendido de los dedos.
—Si algo me sucede, no sigan. Vayan directamente a la lechucería y envíen a Hedwig a Dumbledore. ¿De acuerdo?—dijo con algo de miedo en su voz—. Díganle a papá que gracias por todo.
—De acuerdo —respondió Ron.
—Nos veremos en un minuto, espero...—Harry se dejó caer. Frío, aire húmedo mientras caía, caía, caía y aterrizó en algo mullido, con un ruido suave y extraño. Parecía que estaba sentado sobre una especie de planta.
—¡Todo bien! —gritó Harry al cuadradito de luz del tamaño de un sello, que era la abertura de la trampilla—. ¡Fue un aterrizaje suave, puedes saltar!
—¿Qué es esta cosa? —Ron fue el siguiente, cayendo al lado de Harry.
—No sé, alguna clase de planta. Supongo que está aquí para detener la caída. ¡Vamos, Hermione, Violet!
Violet se lanzó de tercera, atrás de ella, Hermione. La música lejana se detuvo. Se oyó un fuerte ladrido.
—Debemos de estar a kilómetros debajo del colegio—dijo Hermione mirando a su alrededor.
—Me alegro de que esta planta esté aquí —dijo Ron.
—¿Te alegras? —habló Violet en voz alta viendo la planta que las rodeaba—. No creo que sea motivo de alegría.
Harry y Ron, ya tenían las piernas totalmente cubiertas, sin que se hubieran dado cuenta.
Hermione pudo liberarse antes de que la planta la atrapara, Violet que reconoció la planta no alcanzó a saltar. En aquel momento miraba horrorizada, mientras los chicos luchaban para quitarse la planta de encima, pero mientras más luchaban, la planta los envolvía con más rapidez.
—¡Mione! ¡Es lazo del diablo!—gritó Violet—. Recuerda que te conté de mi charla con Sprout, me habló de esta planta.
—¡Dejen de moverse! —ordenó Hermione recordando que alguna vez su amiga le habló de la planta—. Es como arena movediza, si se mueven los tragará.
—Oh, me alegro mucho de saber cómo va a tragarme esta planta, es de gran ayuda—gruñó Ron con ironía, tratando de evitar que la planta trepara por su cuello.
—¡Cállate, estoy tratando de recordar cómo matarla!—dijo Violet.
—¡Bueno, date prisa, no puedo respirar!—jadeó Harry, mientras la planta le oprimía el pecho.
—Lazo del Diablo, Lazo del Diablo... ¿Qué dijo el profesor Sprout?... Le gusta la oscuridad y la humedad...—intentaba recordar la rubia ceniza.
—¡Fuego! Sí, eso será suficiente—exclamó Hermione—. Una pequeña luz servirá.
—¡Entonces enciende un fuego! —dijo Harry.
—Sí... por supuesto... ¡pero no tengo madera! —gimió Hermione, retorciéndose las manos.
—¿Cómo que madera?—cuestionaron Violet y Harry al unísono.
—¿TE HAS VUELTO LOCA? —preguntó Ron en un último grito—. ¿ERES UNA BRUJA O NO?
—¡Oh, de acuerdo! —dijo Hermione. Agitó su varita, murmuró algo y envió a la planta unas llamas azules como las que había utilizado con Snape. En segundos, los tres sintieron que se aflojaban las ligaduras y caían a un piso.
Lo raro era que ya no se escuchaban los latidos de Fluffy, es como si alguien lo hubiera acunado.
—¿Soy yo o ha dejado de ladrar?—preguntó Ron al sentir el silencio.
—¿Y si alguien viene detrás de nosotros?—ahora fue Hermione quien cuestionó.
—Ojalá y sea Dumbledore—murmuró Violet con cierta esperanza, pero en el fondo un poco de miedo.
—No puede ser Snape porque él debe ir delante nuestro—analizó Harry—. ¿Y si es algún cómplice? ¡Hay que darnos prisa!
Los cuatro niños empezaron a moverse de dónde habían caído. Aún les quedaba mucho camino por delante.
▲•▼•▲『♡』▲•▼•▲
Por los pasillos de Hogwarts una rubia platinada corría por todo el castillo con un castaño. Mérope y Theodore estaban jugando a las traes con el resto de sus amigos, estaban por equipos, Draco y Pólux, Olivia y Blaise, eran los demás equipos.
—¿A dónde vas?—preguntó Theo jadeando al ver el camino que tomaba su amiga—...Se...se supone que...no debemos salir de las mazmorras.
—La llevan Draco y Act, ¡son demasiado astutos!—respondió Mérope a su amigo—. Es obvio que saldrán a buscarnos usando los atajos, hay que tomar ventaja.
—Está bien, pero si terminamos en la sala de profesores tú das la cara.
—Si, si, deja de ser tan perfecto y sígueme—dijo la rubia llevando a su amigo hasta una de las puertas que llevaban a otros lugares del castillo—. Ven por aquí.
Mérope guió a su amigo, pensando en que puerta aparecería, tenían que ser cuidadosos porque Filch o si horrible gata podían andar por ahí.
—¡Cissa es muy inteligente!—se escuchó una voz a lo lejos, alguien estaba dentro de los atajos y ese era Draco. Mérope se puso un dedo en medio de los labios e hizo un sonido de «shh»—. Debió traer a Nott por acá porque sabíamos que en las mazmorras nos quedaría demasiado fácil.
—Solo espero que no salgan por la sala de profesores o el despacho de McGonagall—habló otra voz, que obviamente pertenecía a Pólux Arcturus—. No sé cómo hicieron ustedes, pero no pienso pasar una noche en ese bosque.
—Hay que darnos prisa—susurró Theo a su amiga—. Salgamos por cualquier puerta para que se distraigan y podamos volver a las mazmorras antes que ellos.
—Tienes razón—respondió Mérope en el mismo tono—. Mm. Vamos por aquí.
—Salazar, si me estás escuchando—empezó a susurrar Theo mirando hacia el cielo, cómo si rezara—. Que esta puerta de a cualquier parte, menos al despacho de McGonagall, te juro que seré bu...
—¡Theodore! Es una puerta a un pasillo, ni que fuéramos a entrar a la cámara secreta o algo así—dijo Mérope rondando los ojos hacia su amigo.
—¿Cámara Secreta?—preguntó mientras abría la puerta—. ¿Qué es eso?
—Un mito, no lo sé muy bien, solo se lo escuché a mi padre una vez—contestó con simpleza saliendo por el pasillo, estaba oscuro y silencioso, no parecía un pasillo común—. Tal vez le pregunte después.
—Eh...Mérope, creo q-que tal vez no estamos en un lugar muy seguro—tartamudeó Theo viendo el espeluznante lugar.
—Yo tampoco creo que sea un lugar normal—añadió mirando a su alrededor—. Aunque no es tan distinto al sótano de mi casa.
Lo último lo dijo para sí misma, en un susurro que ni Theo pudo oír. Empezaron a caminar, miraban a todas partes buscando cómo darle la vuelta lo más rápido posible para darle tiempo a Draco y Pólux para que se fueran y poder volver a las mazmorras.
—¿Dices que oliste serpientes, señora Norris?—se escuchó esa irritante voz—. ¿Por aquí?
—Ay no, Salazar no me escuchó—susurró Theo casi temblando—. ¿Qué haremos ahora?
—¡Correr!—exclamó en un susurro, tomó a su amigo de un brazo y enganchó a toda velocidad por el pasillo—. ¡Vamos Theo! ¡Vamos!
—¿Crees que Salazar se enojaría si le pido a Godric por nosotros?—cuestionó mientras corría.
—Yo creo que sí—contestó jadeando—. ¿Por qué a Godric? ¿No te parece más justo con él que le pidas a Rowena?
—¡Es que Godric era el valiente!—chilló viendo cómo su amiga reducía la velocidad—. En este momento necesitamos más valentía que cerebro.
—Como sea...
—¿Lo hueles señora Norris?—de nuevo la voz del conserje sonó por el pasillo—. ¿Qué cara crees que pondrá Snape cuando atrapemos a unos atrevidos de su casa?
—¡Entra aquí Theo!—habló Mérope abriendo la primera puerta que se atravesó por el frente—. Creo que aquí no nos encontrará.
Mérope apoyó su frente en la puerta, dándole la espalda a la habitación para recuperarse. Habían corrido demasiado y necesitaban energía si querían volver al atajo que los llevara de vuelta a las mazmorras.
De repente sintió que Theodore tocaba frenéticamente su hombro, al principio lo ignoró pero los toques se volvieron manotazos. Mérope se preocupó cuando sintió una muy fuerte respiración por parte de su amigo, ¿y si se estaba ahogando?
—Theo, ¿Acaso te estás ahog...—dijo mientras se daba la vuelta, pero la imagen frente a ella le quitaron todo el aire—. Th-Theo...¿Qué es eso?
—¿Crees que yo sé?—contestó con un hilo de voz—. ¿Quieres que vaya donde Dumbledore y le diga...Oh director, ¿por qué será que tiene un perro de tres cabezas en un cuarto??
—Ja. ja. ja. Hay que hacer algo, parece que tiene hambre—habló Mérope manteniendo contacto con dos de los seis ojos del perro—. Theo...¿Alguna idea?
—¿Enserio me preguntas a mi?—ironizó—. Lo único que veo es una puerta abierta debajo de el.
—¿Crees qué hay alguien ahí?—dijo la rubia platinada mirando alrededor de la habitación, dándose cuenta que había una carpa.
—No sé, tampoco quiero averiguarlo.
—Mira...Un arpa, si está ahí es por algo ¿no?—le contó Mérope a Theo señalando al instrumento con la cabeza—. Tal vez la música tiene un efecto en él.
—¿Y cómo piensas llegar ahí?—dijo el chico viendo que el arpa estaba a un lado del animal.
—Distráelo, muévete o lo que sea y yo llegaré hasta el arpa para calmarlo.
—¿Estás loca? ¿Quieres colocarme como carnada?—chilló el castaño—. ¿Acaso sabes tocar un arpa?
—Claro que sé, ¿tú?—habló y su amigo negó con la cabeza—. Viste, tú lo distraes y yo voy hasta allá.
—¿Hay algo que los Black no puedan hacer?
Theodore resignado asintió con la cabeza y a un cuenta de tres empezó a hacer diversas señas y sonidos para que el perro lo mirara. Fluffy no lo pensó dos veces y empezó a ladrar hacia el chico que se arrinconó en posición fetal esperando por su posible muerte.
Mérope corrió hasta el instrumento y empezó a tocar, recordando todas esas clases de música que ella y sus primos había tomado desde muy pequeños. Fue un alivio para los oídos de Theo escuchar la hermosa melodía, el perro fue echándose hacia atrás y acomodándose para un buen sueño.
—¡Theodore!—susurró Mérope en un intento de grito—. ¿Sabes algún hechizo que mantenga esto sonando? Los dedos me dolerán en algún momento.
—S-si, sé uno—respondió aún con la voz temblorosa y Mérope le regaló una sonrisa tranquilizadora, cómo las que le daba su madre cuando ella y Draco tenían miedo. Mérope conocía la inteligencia de su amigo, por lo que confiaba en el hechizo que dijera—. ¡Continue Sonata!
—Bien hecho Theo—dijo Mérope soltando el instrumento y admirando como el instrumento continuaba aquella melodía—. Vámonos de aquí rápido.
—Estoy de acuerdo con eso—respondió abriendo la puerta con cuidado—. Eres demasiado impulsiva y no parecías tan asustada como yo, ¿segura que no eres gryffindor?
—¡No vuelvas a repetir eso Theodore!—dijo encarando a su amigo ya en el pasillo, después de lo que le dijo el sombrero, no le gustaba escuchar ni la posibilidad de que ella hubiera sido Gryffindor—. Salazar me libró, probablemente me hubieran echado de mi casa.
—Yo también tenía miedo de no quedar en Slytherin—comentó el castaño—. Mi padre me escoge demasiado.
—¡Mira! Tenemos algo más en común.
Los dos amigos caminaron en puntillas por el pasillo, agradeciendo a Merlín y Salazar que Filch no estaba por ahí. ¿Sus amigos los habrán buscado? ¿Estarían preocupados?
Siguieron hasta el atajo por el que habían salido, tomando las escaleras hacia su sala común. Aliviados cuando el olor a humedad y limoncillo entró a sus narices, indicándoles lo cerca que estaban de su sala común.
Cuando entraron tres chicos de su edad y una más grande se pusieron de pie, parecían aliviados. Pólux y Venus corrieron hacia su prima, y Blaise y Olivia hacía Theo para luego intercambiar.
—¿Dónde estabas niña?—le regañó Venus a su prima—. Los buscamos un buen rato, cuando Olivia fue a mi habitación a decirme que no aparecías pensé que me daría algo.
—¡Draco!—llamó Pólux a su primo, y ese se asomó por una puerta—. Ya no debes llamar a Snape, aparecieron.
—¡Cissa!—el platinado corrió a abrazar a su melliza y luego se fue hacia su amigo—. ¡Theodore! Tal vez sea la única vez en mi vida que te abrace amigo, pero nos dieron un buen susto.
—¿Dónde estaban?—preguntó Olivia—. Zabini y yo no vimos ni rastro de ustedes.
—Bueno, tal vez nos perdimos en los atajos y terminamos...en el pasillo del tercer piso—dijo Theo rascándose la nuca.
—¿Qué?—respondieron todos.
—Si, es una larga historia...—dijo Mérope.
—Ya es la última semana de clases, tenemos tiempo—contestó Venus.
Ambos contaron la historia, sus amigos tenían la boca abierta de la sorpresa. Vaya forma de acabar el curso.
—Eso es...—habló Draco.
—¡Increíble!—añadió Pólux y todos lo miraron con reproche—. Oh vamos, ¿no les gustaría saber al menos un poco de todo lo que este lugar debe esconder?
—¿Por que lo dices?—preguntó Zabini.
—Por la trampilla—contestó con simpleza.
—Pólux no está tan mal, estaba abierta y había un arpa ahí—completó Mérope—. Alguien debió entrar a buscar algo.
—Seguramente—habló Venus a los menores—, pero definitivamente no es nuestro deber averiguarlo así que a dormir, deben estar cansados.
—Esto de romper reglas es agotador—dijo Zabini antes de soltar un bostezo—. ¿Mañana otra ronda?
—Ya veremos Zabini—respondió Draco con un leve risa dándole una palmada a su amigo.
—Yo paso—habló Theo.
—Yo solo quiero vacaciones—dijo Mérope—, así que vamos a dormir a ver si esta semana se pasa más rápido.
Los siete Slytherins subieron a sus habitaciones. Apenas Mérope entró a su cuarto, su gata se fue hacía ella para que su dueña la cargara, haciéndole ojos suplicantes para dormir con ella.
—Estuvo maullando desde que dijimos que estabas perdida—le contó Olivia—. Es una gata muy inteligente.
—Lo sé, y gracias por preocuparse por nosotros—dijo Mérope agradecida antes de darse un abrazo con su amiga y luego irse a su cama.
Estaban tan cansados que no demoraron nada en caer en un profundo sueño.
▲•▼•▲『♡』▲•▼•▲
Debajo de la trampilla, el cuarteto de oro sorprendentemente había cruzado todas la pruebas para llegar hasta su destino, claro quedándose en el camino a medida que avanzaban.
Violet había resuelto cómo escapar del lazo del diablo, luego se habían encontrado en una habitación llenas de llaves voladoras, donde Harry pudo atrapar la correcta cuál snitch, después Ron había vencido en un ajedrez gigante, donde al final tuvo que sacrificarse por sus amigos y quedó desmayado por lo que Violet se ofreció a quedarse con el.
—Sí... —murmuró Ron—. Es la única forma... tengo que dejar que me atrapen.
—¡NO! —gritaron Harry, Hermione y Violet.
—¡Esto es ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me cogerá... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.
—¿Listo? —preguntó Ron, con el rostro pálido pero decidido—. Allá voy, y no se queden aquí una vez que haya ganado.
Más adelante se vieron al frente de un acertijo, se notaba que había sido creado por Snape pues consistía en elegir la poción correcta. ¿No era que él intentaba buscar la piedra? ¿Por qué pondría una prueba? Al final fue resuelta por Hermione que acabó su camino ahí, volviendo a buscar a sus otros dos amigos e ir en busca de su director.
—Tú bebe de ésa —dijo Harry—. No: vuelve, busca a Ron y Violet, coge las escobas del cuarto de las llaves voladoras. Con ellas podréis salir por la trampilla sin que os vea Fluffy. Vayan directamente a la lechucería y enviad a Hedwig a Dumbledore, lo necesitamos. Puede ser que yo detenga un poco a Snape, pero la verdad es que no puedo igualarlo.
—Pero Harry... ¿y si Quien-tú-sabes está con él?
—Bueno, ya tuve suerte una vez, ¿no? —dijo Harry, señalando su cicatriz—. Puede ser que la tenga de nuevo.
Los labios de Hermione temblaron, y de pronto se lanzó sobre Harry y lo abrazó.
—¡Hermione!
—Harry.. Eres un gran mago, ya lo sabes—le recordó a su amigo.
—¡VETE!—Harry respiró profundamente y cogió la más pequeña de las botellas. Se enfrentó a las llamas negras—Allá voy —dijo, y se bebió el contenido de un trago.
Durante un momento no pudo ver más que fuego oscuro. Luego se encontró al otro lado, en la última habitación. Ya había alguien allí. Pero no era Snape. Y tampoco era Voldemort.
Era Quirrell.
—¡Usted! —exclamó Harry. Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra del tic.
—Yo —dijo con calma— me preguntaba si me iba a encontrar contigo aquí, Potter.
—Pero yo pensé... Snape...
—¿Severus? —Quirrell rió, y no fue con su habitual sonido tembloroso y entrecortado, sino con una risa fría y aguda—. Sí, Severus parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme. Al lado de él ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tamudo p-profesor Quirrell?
Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía ser verdad, no podía ser. Snape no había tratado de matarlo, el se ofreció como árbitro del partido para protegerlo, había creado una prueba para llegar a la piedra y ahora, se daba cuenta que Quirrell fue quien soltó el troll aquella noche.
Harry ahora estaba atado por unas cuerdas y notó que detrás del profesor estaba eso, el espejo de Oesed. Quirrell se quejaba por no entender, se veía en el espejo con la piedra pero en sus manos no había nada.
—¿Qué hace este espejo? ¿Cómo funciona? ¡Ayúdame, Maestro!—gritaba el profesor.
Y para el horror de Harry, una voz le respondió, una voz que parecía salir del mismo Quirrell.
—Utiliza al muchacho... Utiliza al muchacho...—dijo la voz y Quirrell obedeció obligando a Harry a decirle lo que veía.
Harry esperaba ver a sus padres, a su familia, pero estaba el ahí parado con la misma ropa que llevaba en ese momento. Miró a los lados y llegó ella, estaba ahí de nuevo viéndolo, parado a su lado, una vez más Mérope Malfoy estaba en el espejo de Oesed.
Harry tragó en seco, de nuevo no entendía porque ella estaba ahí. Hablando de ella, ¿estaría bien? ¿estará desvelándose como el o ni siquiera debe saber lo que está pasando? Harry sacudió su cabeza, no era momento para eso. De repente la Mérope del espejo le sonrió y señaló su bolsillo, el la miró con confusión y ella volvió a señalar haciendo que el pelinegro se palpara, estaba ahí, la pierda estaba en su bolsillo.
—Me veo con Dumbledore, estrechándonos las manos —inventó mirándolo y cuando volvió su vista al espejo la rubia ya no estaba—. Yo... he ganado la copa de la casa para Gryffindor. Quirrell maldijo otra vez.
—Quítate de ahí —dijo. Cuando Harry se hizo a un lado, sintió la Piedra Filosofal contra su pierna. ¿Sería capaz de escapar? Solo quería estar en su casa viendo su serie favorita con James, nada más.
Pero no había dado cinco pasos cuando una voz aguda habló, aunque Quirrell no movía los labios.
—Él miente... él miente...—luego la voz le pidió a Quirrell hablar con Harry, mostrando su otra cara.
Harry hubiera querido gritar, pero no podía dejar salir ningún sonido. Donde tendría que haber estado la nuca de Quirrell, había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes.
—Harry Potter... —susurró. Luego de intentar matarlo con sus mano el profesor lo soltó para verse a sí mismo. Sus manos. Harry vio que estaban quemadas, en carne viva, con ampollas rojas y brillantes.
—¡Entonces mátalo, idiota, y termina de una vez! —exclamó Voldemort.
Quirrell levantó la mano para lanzar un maleficio mortal, pero Harry, instintivamente, se incorporó y se aferró a la cara de Quirrell, quemándolo.
Sintió que el brazo de Quirrell se iba soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía...caía y caía.
[~]
Maratón 1/3.
En celebración y agradecimiento por los 10K!!!!!!
No puedo creerlo a veces, cuando comencé literalmente creí que nadie lo leería y miren, ahora disfruto cada uno de sus comentarios, agradezco cada vez que alguien la añade a su lista de lectura y cada voto me llega al corazon.
Como siempre, espero les guste.
La conexión de Harry y Mérope? Superior.
Gracias por seguir votando, comentando y siguiéndome para llegar a mas personas geniales como ustedes :)
Xoxo, Ela.
[~]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top