-13.
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POTTER SABE
VOLAR
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Otras semanas pasaron con normalidad, Mérope y Granger siendo las mejores de la clase, Olivia y Blase con sus comentarios, Theo intentando que hicieran la tarea el primer día y Draco junto con Pólux molestando a Gryffindors cómo diera lugar.
Todo normal.
Harry y Ron en serio odiaban a Draco Malfoy y Pólux Lestrange, el resto les temían pero ellos simplemente no los soportaban. Harry nunca pensó que alguien podía caerle peor que Dudley.
A la mayoría de Gryffindor les aliviaba que las únicas clases que compartían con los Slytherin eran Transformaciones y Pociones aunque en esta última las serpientes no desaprovechaban la oportunidad para molestarlos en transformaciones ni siquiera podían hablar, era como si no estuvieran.
El alivio duró hasta que apareció una noticia en la sala común de Gryffindor; que los hizo protestar a todos.
Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.
—Perfecto —dijo en tono sarcástico Harry—Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy y Lestrange.
Deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa, pero su padre no había podido enseñarle y sabiendo que James fue jugador de Quidditch se sentiría peor de hacer el ridículo.
—No sabes aún si vas a hacer un papelón—dijo razonablemente Ron—De todos modos, sé que ambos siempre hablan de lo buenos que son en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.
La verdad es que Malfoy y Lestrange hablaban mucho sobre volar en escoba. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaban jactanciosas historias, que siempre acababan con ambos escapando de helicópteros pilotados por muggles. Mérope solo reía y asentía con la cabeza para complacer al par.
También mencionaba que Mérope (que para Harry era su prima) era muy buena volando, y el hecho de que Harry nunca la escuchaba alardeando de eso le causaba cierta curiosidad de ver a la chica en acción.
Pero no eran los únicos: todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch, menos Neville que no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Harry pensó que ella había actuado correctamente, dado que Neville tenía un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.
Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo, todos los demás se alegraron mucho cuando su lectura de fue interrumpida por la llegada del correo.
Algo que había notado Harry, es que a los dos Malfoy y los dos Lestrange les estregaba el mismo búho negro paquetes con golosinas, que los dos chicos abrían con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin.
Esa semana Harry no había recibido una sola carta, debía haber recibido una ayer pero nada, pensó que su padre lo había olvidado, pero definitivamente habló muy rápido.
Hedwig entró con una cajita y sobre blanco sellado con la estampa de su padre, una JP en cera roja.
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¡Hola, Renacuajo Campeón!
Enserio siento mucho no haberte escrito ayer como siempre acordamos, tuve unas cosas del trabajo y retuve a Hedwig acá porque como cada Miércoles vino por tu carta.
Me alegra que te hayas visto con Hagrid, es un buen hombre, y ¿cómo así que Severus Snape es profesor de pociones? Yo lo conocí, tal vez algún día te cuente esa historia pero mientras tanto si te hace o dice cualquier cosa, avísame.
Hablé con Hagrid, me dijo que comenzarías tus clases de vuelo, ¡mucha suerte! Lo harás genial Harry, lo llevas en la sangre y si dudas de mi palabra deberías darte una vuelta por la sala de trofeos.
Ignora al chico Malfoy, seguramente te tiene envidia por ser un Potter, lo que automáticamente te hace mejor que él en todo.
Te envié Hershey's de Chocolate Blanco, sé que es tu favorito y en Hogwarts jamás lo conseguirás.
Te ama, ( C̶o̶r̶n̶a̶m̶e̶n̶ ) tu grandioso padre, James Potter.
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Harry sonrió, su padre no estaba molesto ni se había olvidado de él y la suerte que le había enviado definitivamente subía sus ánimos para la clase de vuelo.
Pero su concentración en la carta fue interrumpida cuando Seamus Finnigan intentando convertir el agua en ron repetía un hechizo que sonaba como el de Ron intentando convertir su rata en amarilla.
—Ojo de liebre, arpa y trombón, no quiero agua quiero ron, agh vamos—decía pero no pasaba nada—Ojo de liebre, arpa y trombón no quiero agua quiero ron.
—Intenta convertirla en ron, hicimos un poco de té ayer pero...—habló Ron.
Hasta que...¡BOM!
El contenido de la copa había explotado frente al chico dejándole la cara llena de hollín.
A los segundos un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió y les enseñó una bola de cristal, que parecía llena de humo blanco.
—¡Es una Recordadora!—explicó—La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—...es que has olvidado algo...
Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor, junto a él su primo Pólux; pero fue el rubio quien le quitó la Recordadora de las manos.
Mérope que iba detrás de ellos solo rodó los ojos y arrastró a Olivia hasta la mesa de Slytherin, donde ya estaban Blaise y Theo.
—No soporto cuando Draco y Pólux se colocan modo «insoportables», me sacan de quicio—se quejó Mérope.
—A mi me divierten—dijo Blaise—Unírteles hace parte de la diversión.
—Yo los ignoro, no estoy de acuerdo con que sea divertido—añadió Theo—Pero no es como si van a dejar de hacerlo, entonces los ignoro y ya.
—Theo tiene razón, Mer—dijo Olivia—Te vas a arrugar antes de tiempo, y tu cara es muy linda para eso. Además, son Weasley y Potter ¿qué importa?
—Sí, supongo que el fue descortés con ellos y ahora quieren desquitarse, ¿cierto?—dijo la rubia y todos asintieron—No me agrada que sean así, pero tampoco debo preocuparme por Potter.
Cuando los Slytherin empezaron a detallar la recordadora, Harry y Ron saltaron de sus asientos. En realidad, deseaban tener un motivo para pelearse con los primos Black, pero la profesora McGonagall, que detectaba problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí.
—¿Qué sucede?—dijo McGonagall.
—Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora—contestó Neville. Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.
—Sólo la miraba —dijo, y se alejó, seguido por su primo y ahora Crabbe y Goyle.
[...]
Aquella tarde, a las tres, Mérope y sus acompañantes se dirigían a la clase de vuelo.
—¡Por fin!—exclamó Draco—He estado esperando esta clase desde que llegamos, será genial.
—Totalmente de acuerdo—habló Zabini—Ya estaba harto de toda la teoría de Mcgonagall, era hora de algo divertido.
—Bien por ustedes, yo aún me pregunto cómo haré para mantenerme sobre esa cosa—dijo Theodore.
—Ni lo digas Theo, yo le tengo terror a las alturas—habló Olivia—Menos mal escuché decir que no nos dejan volar a mucha altura.
—¡Que tontería!—añadió Pólux—Algunos si sabemos volar, deberían permitirnos alcanzar grandes alturas y al menos entrenar Quidditch.
—Déjense de alardes, ni siquiera nos dejan traer nuestras escobar—dijo Mérope—Y si, algunos sabemos volar, pero no todos y tiene derecho a aprender.
—Ay hermanita, eres tan buena—añadió Draco abrazándola con un brazo—Lo peor es que tú sí tendrías con que alardear, eres buenísima volando.
—Sé que soy buena volando, pero igualmente debe ser tierno aprender de cero, así que caminen—habló empujando a sus acompañantes a donde estaba la profesora.
Al rato, Harry, Ron y los otros Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo.
Los Slytherins ya estaban allí (los leonés seguían preguntándose cómo llegaban tan rápido a clases) y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.
Harry había oído a los gemelos Weasley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda. Eso le preocupaba.
Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.
—Bueno ¿qué estáis esperando? —bramó—Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.
Se alinearon y Mérope detalló su escoba. No le gustó, era vieja y algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños, le preocupaba que una de esas astillas arruinara su uniforme.
—Extended la mano derecha sobre la escoba —les indicó la señora Hooch— y decid «arriba».
—¡ARRIBA! —gritaron todos.
La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, fue uno de los pocos que lo consiguió, junto con los mellizos Malfoy, Pólux Lestrange y Blaise Zabini.
La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto.
A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo, pensó Harry.
Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Harry y Ron se alegraron muchísimo cuando la profesora dijo a Malfoy y Lestrange que lo habían estado haciendo mal durante todos esos años, aún así felicitó a Mérope porque al parecer ella sí lo hacía bien. Eso despertaba aún más la curiosidad de Harry en verla volar.
—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada—dijo la señora Hooch—Mantengan las escobas firmes, elévense un metro o dos y luego bajan inclinándose suavemente. Preparados... tres... dos...
Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.
—¡Vuelve, muchacho!—gritó, pero Neville subía en línea recta—Cuatro metros...seis metros...
Todos veían su cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y...¡BUM!
Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba. Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista.
Los Slytherin hacían un esfuerzo por aguantarse la risa solo porque ahí seguía la profesora, estaban todos con las manos en la boca, hasta Mérope que a pesar de sentirse mal por Neville no podía negar que la caída había sido graciosa.
La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico.
—La muñeca fracturada —murmuró Hooch—Vamos, muchacho...Está bien... A levantarse.
Se volvió hacia el resto de la clase.
—No se muevan mientras llevo a este chico a la enfermería. ¿Entendido? Si veo una escoba en el aire, el audaz será expulsado de Hogwarts antes de que diga quidditch—sentenció la profesora—Vamos, hijo.
Neville, con la cara surcada de lágrimas y agarrándose la muñeca, cojeaba al lado de la señora Hooch, que lo sostenía.
Casi antes de que pudieran marcharse, los Slytherin se quitaron las manos de la boca y estallaron a carcajadas sin ningún tipo de consideración. Claro que Mérope intentaba mantener la compostura y no reír de más.
—¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete?—canturreó Malfoy.
—Gritaba como el cobarde que es, no puedo creer que sea un Gryffindor—canturreó Lestrange—Aunque bueno, ya sabemos que ahí clasifica lo peor de lo peor.
Los otros Slytherins le hicieron coro a ambos chicos. Claro que para Harry no pasó desapercibido que Mérope en vez de reírse unió las cejas por los comentarios.
—¿Qué diremos de Slytherin? Sucias serpientes—atacó Ron.
—De nosotros puedes decir lo obvio; ricos, lindos y geniales—contraatacó Pólux guiñándole un ojo a un par de chicas Gryffindors que a pesar de la pelea no pudieron evitar suspirar.
Malfoy iba a hablar pero una morena vió sus intenciones.
—¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Parvati Patil en tono cortante.
—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy Parkinson, una de las chicas de Slytherin—Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.
Mérope soltó un bufido y rodó los ojos, ella no soportaba a Pansy. Ese gesto le sacó una pequeña risita a Harry.
—¡Miren!—dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom. ¡Piensa rápido, Act!
Le lanzó la recordadora a su primo, como si de una pelota se tratara, Pólux la atrapó y se la devolvió de la misma forma con un «¡Atrápala, Draco!». Se la pasaron unas tres veces hasta que la cosa volvió al poder de Malfoy.
—Trae eso aquí, Malfoy—dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos, pero Malfoy sonrió con malignidad.
—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué te parece...en la copa de un árbol?
—¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba.
—¡Draco no seas tonto!—exclamó Mérope—Te puedes hacer daño.
—Estaré bien, Cissa—dijo mientras se elevaba en el aire—Sabes que siempre tengo todo controlado.
—Pero Drac...—iba a hablar cuando Draco le guiñó un ojo y siguió subiendo, pero su primo la interrumpió.
—Déjalo Cissa, él sabe volar. Tú solo relájate y disfruta del show—le dijo Pólux que apoyaba al 100% las maldades de Draco.
Theodore miraba con el mismo gesto que Mérope a Draco, Olivia solo podía pensar cómo estaba tan tranquilo mientras se elevaba cada vez más y Zabini, estaba en la misma sintonía que Pólux, acolitando.
Mérope soltó otro bufido cuando vio que Párkinson aplaudía y suspiraba viendo a Draco sobre la escoba.
Harry que miraba todo, se dió cuenta de dos cosas: La primera es que Mérope era la «Cissa» de la que hablaba Malfoy el día que se conocieron. Aún no sabe porque le dice así pero eso le hace pensar que son primos cercanos.
Y segundo, que Malfoy no había mentido, sí sabía volar. Y cuando había llegado a la rama más alta de un roble lo llamó:
—¡Ven a buscarla, Potter!
Harry cogió su escoba. La verdad no sabía que hacía, pero si su padre dijo que llevaba esto en la sangre debía ser cierto. Esperaba que la herencia Potter no le fallara ahora.
—¡Ni lo sueñes!—gritó Hermione Granger—La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en un lío.
Harry no le hizo caso. Le ardían las orejas. Se montó en su escoba y subió. En un relámpago de feroz alegría, se dio cuenta de que había descubierto algo que podía hacer sin que se lo enseñaran. Su padre tenía razón.
—¿Por qué los niños son tan tercos?—preguntó Mérope al aire viendo cómo ahora también Potter estaba casi a la altura de su hermano.
Aunque ella tiene que aceptar que vuela bien, en realidad para ser criado como un muggle vuela de maravilla, no lo demostraba pero se había impresionado.
Para Harry era fácil, y maravilloso. Empujó su escoba un poquito más, para volar más alto, y oyó los gritos y viroteos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación admirada de Ron.
Mérope no soltó ni un sonido, pero no podía dejar de mirar al chico, estaba impresionada, agradecía que su hermano estuviera en la misma dirección y así todos creyeran que miraba a Draco.
Harry dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire. Éste lo miró asombrado, no pensó que Potter volaría tan bien.
—¡Dámela Malfoy!—gritó Harry—¡O te voy a tirar de esa escoba!
—Ah, ¿sí?—dijo Malfoy, tratando de burlarse, pero vacilando en su tono.
Harry sabía, de alguna manera, lo que tenía que hacer. Se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina.
Malfoy pudo apartarse justo a tiempo con una pirueta para hacerlo vacilar. Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Abajo, algunos aplaudían.
Mérope veía la escena y el corazón le dejó de latir. Ella no conocía bien al chico, tenía que Draco saliera lastimado.
¿Sería Potter capaz de tirar a Draco de su escoba por rabia? Espero que no, pensó la rubia.
—Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, ni Lestrange para acompañarte, Malfoy—exclamó Harry.
Parecía que Malfoy también lo había pensado.
—¡Atrápala si puedes, entonces! —gritó el rubio. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba.
Mérope respiró cuando su hermano tocó el suelo de nuevo y enseguida le tomó el rostro para examinarlo.
—¡Me tenías muy asustada!—exclamó la rubia—¿Sabes que si te pasaba algo yo moriría y luego madre me mataría? ¿No? Ahora lo sabes.
—Estoy bien, estoy bien—dijo intentando calmar a su hermana—Ahora veamos cómo Potter hace el ridiculo.
Harry vio, como si fuera a cámara lenta, que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban.
Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.
Todos los Gryffindor vitorearon y los de Slytherin aunque no emitieron sonido algunos se encontraban impresionados.
—¡HARRY POTTER!—gritó firmemente una voz.
Su corazón latió más rápido que nunca. La profesora McGonagall corría hacia ellos. Harry se puso de pie, temblando.
—Nunca...en todo mis años en Hogwarts...—dijo la profesora McGonagall, estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia.—¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...
—No fue culpa de él, profesora...—dijo Patil.
—Silencio, Parvati.
—Pero Malfoy..—intentó intervenir Ron.
—Ya es suficiente, Weasley. Harry Potter, ven conmigo.
En aquel momento, Harry pudo ver el aire triunfal de Malfoy, Lestrange y su séquito, mientras andaba inseguro tras la profesora McGonagall, de vuelta al castillo.
Lo iban a expulsar; lo sabía. Quería decir algo para defenderse, pero no podía, su padre estaría decepcionado, lo enviará a ese internado para niños traviesos del que hablaba Romeo, probablemente lo desheredaría por no haber durado ni un semestre en la escuela.
Pero las cosas no había sido así, la profesora lo llevó con un chico castaño de acento escocés llamado Oliver Wood, el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor.
Al parecer tenía lo necesario para ser el nuevo buscador.
—Hablaré con el profesor Dumbledore para ver si podemos suspender la regla del primer año. Los cielos saben que necesitamos un equipo mejor que el del año pasado. Fuimos aplastados por Slytherin en ese último partido—dijo la profesora decepcionada—No pude mirar a la cara a Severus Snape en varias semanas...
La profesora McGonagall observó con severidad a Harry, por encima de sus gafas.
—Quiero oír que te entrenas mucho, Potter, o cambiaré de idea sobre tu castigo—le sonrió—Le avisaré a tu padre, estará muy orgulloso. Era un excelente jugador.
Para la hora de la cena Harry corrió a la mesa a buscar a Ron para contarle todo lo había ocurrido, de verdad estaba emocionado.
—Es una broma—dijo Ron boquiabierto, tenía un trozo de comida en el tenedor; pero se olvidó de llevárselo a la boca—¿Buscador? Pero los de primer año nunca...Serías el jugador más joven en...
—Un siglo —terminó Harry y siguió comiendo—Wood me lo dijo.
Ron casi no podía responder de la impresión.
—Tengo que empezar a entrenar la semana que viene—dijo Harry—Pero no se lo digas a nadie, Wood quiere mantenerlo en secreto.
Fred, George y Romeo aparecieron en el comedor; vieron a Harry y se acercaron rápidamente.
—¡Hey enano!—dijo su primo haciendo un baile de victoria—Me contaron lo que hiciste, déjame decirte que: mis respetos. Hay tontos que merecen ser puestos en su lugar.
—Bien hecho—dijo George en voz baja—Wood nos lo contó todo, hemos esperado este momento hace dos años.
—Te lo aseguro, vamos a ganar la copa de quidditch este curso—dijo Fred—No la ganamos desde que Charlie se fue, pero el equipo de este año será muy bueno. Tienes que hacerlo bien, Harry. Wood casi saltaba cuando nos lo contó.
—Fred y George están en el equipo, son golpeadores—añadió Ron.
—Nuestro trabajo es asegurarnos de qué no te lastimen demasiado—habló George—Pero no te prometemos nada. Es un juego muy rudo.
—Salvaje pero nadie ha muerto en años, se esfuman de vez en cuando—dijo Fred.
—Pero aparecen en uno o dos meses—dijeron al tiempo.
—Es cierto, Wood ya me citó para que lo ayude a planear el plan del próximo partido, así que te veo en algún entreno—añadió Romeo dándole unos golpecitos en el hombro—El tío James estará orgulloso, no dejará de hablar de eso como por años.
—Bueno, tenemos que irnos. Lee Jordan cree que ha descubierto un nuevo pasadizo secreto, fuera del colegio—dijo George.
—Seguro que es el que hay detrás de la estatua de Gregory Smarmy, que encontramos en nuestra primera semana—finalizó Fred, yéndose y siendo seguido por el par que había llegado con él.
—¡Harry!—escuchó la voz de Violet Lupin—Romeo ya me contó todo, no le digas a nadie que lo sé o Zack querrá que se lo diga, es el capitán del equipo de Hufflepuff—dijo en voz baja abrazándolo—Pero ¡felicidades! me enorgulleces mucho.
—Gracias, Vi, yo también te quiero—le respondió—Oye, ¿Romeo está en el equipo?
—¿Romeo? Ja! Los gemelos han intentado que entre hace años pero él dice que prefiere manejar el juego desde abajo—respondió y tanto Harry como Ron la miraron confundidos—Romeo es el consejero del capitán, es experto en el juego, en organizar planes de equipo, jugadas y esas cosas, siempre está ahí pero no juega, él fue quien convenció a Fred y George de que eran golpeadores y no cazadores.
—Genial—dijo Ron y Harry asintió.
—Bueno me tengo que ir, mis amigos me están esperando. Luego se los presentaré—dijo poniéndose de pie y dándole un beso en la mejilla a cada uno de sus dos amigos.
Aunque estaba acostumbrados a su muestras de cariño, para Ron era inevitable sonrojarse.
Siguieron cenando, y a mitad de cena llegaron unos invitados, para ellos no muy agradables.
§
¡Segundo capítulo del día!
He decidido hacer La Pierda Filosofal y La Cámara Secreta para que no sean tan largos, ya que son niños y es distinto el Harope, aún así para mi son necesarios.
Espero les guste, ya me muero por terminar este acto.
Voten, comenten y síganme. Siempre gracias por eso.
Xoxo, Ela.
§
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