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CLASES Y CLASES (NO TAN)
AGRADABLES.
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Mérope se levantó antes de las 7. Se giró sobre su cama para encontrarse con una Olivia que aún dormía como si siguiera de vacaciones.
Negó riendo y se dispuso a levantar a su amiga. Mérope como buena hija de Narcissa Malfoy, la noche anterior había organizado todas sus cosas.
Sobre un sillón al lado de su cama estaba perfectamente acomodado su uniforme, y en el escritorio que le correspondía estaba su bolso negro con los libros y su varita adentro, sea cual sean las clases que tuviera hoy solo tendría que tomar su bolso -pues su madre le había puesto un hechizo para que no pese- y estaría lista.
—Olivia, levántate...—decía moviendo levemente a su amiga pero no había respuesta—Olivia, se te hará tarde.
—¡Olivia Avery tienes que levantarte!—gritó la rubia y su amiga pegó un brinco.
—¡Por Merlín, Mer! ¿Estas demente? ¿Así despiertas a Draco todas las mañanas? Tiene que estar feliz de que ya no duerme cerca tuyo...—le respondió la recién levantada.
—Muy graciosa, Olivia. Pero ya es hora de levantarnos, no has organizado nada—dijo Mérope—Mientras yo me ducho, tú organiza tu uniforme.
Su amiga le obedeció y Mérope entró al baño para alistarse. Fue fácil, solo se duchó, cepilló sus dientes y peinó su cabello para luego añadir un lindo cintillo verde a su look final.
Salió del baño satisfecha porque su amiga había organizado sus cosas, así que le dió el espacio para que usara el baño y se puso su uniforme.
Ambas chicas salieron de su habitación rumbo a la sala común, pero Mérope fue interceptada por lo que Olivia siguió sola prometiendo esperarla.
—¡Cissa!—exclamó la dulce voz de su prima—¿Cómo estás? ¿Qué tal tu tarde de ayer?
—Oh, todo muy bien, Drella y tú?—respondió—La verdad fue divertido, nos mostraron varias cosas y comparto cuarto con Olivia.
—Me alegra, yo comparto cuarto con Daphne—dijo la pelinegra—Ella y otro chico llamado Adrian me mostraron todo. ¿Sabes si mi hermano ya despertó?
—Que bueno que hiciste amigos, nosotros conocimos a un chico llamado Blaise y ahora es nuestro amigo también—añadió Mérope—No sé si ya despertó, podemos averiguarlo iba bajando.
—Está bien, vamos.
Ambos chicas bajaron a la sala común encontrándose con dos de los cuatro chicos que esperaban ver ahí.
—Hola a todos, ¿y mi hermano?—preguntó al no ver a Pólux en la sala.
—¿Me buscabas, hermana?—dijo apareciendo por las escaleras de los chicos.
—Solo quería asegurarme de que estaban bien y no llegarías tarde a clase—decía mientras salía por la puerta de piedra—¡Los veo por ahí, mocosos!
—Buenos días, hermosas—dijo Blaise cuando tuvo a Mérope y Olivia al frente—Bah, basta de formalidad y vamos a comer, muero de hambre.
—Yo igual, andando—dijo Draco y todos empezaron a caminar hacia el gran comedor.
Era muy curioso de ver cómo el grupito de Slytherins caminaba por los pasillos.
Delante iban Mérope y Olivia, con sus brazos enganchado, detrás de ellas iban Draco y Pólux, a los lados de cada uno iban Theodore y Blaise, mientras que atrás y como buenos escoltas caminaban Crabbe y Goyle.
Llegaron al gran comedor y recibieron sus horarios, todo normal.
Encantamientos con Hufflepuff, Historia de la Magia y Herbología con Ravenclaw, Astronomía y DCAO extrañamente parecían incluir a las 4 casas, pero lo que definitivamente no le agradó a la mayoría eran las lecciones dobles de Transformaciones y Pociones con Gryffindor.
A Mérope sinceramente le dió igual, ellas se sentaría con Olivia en todo, por lo que poco le importaba el resto.
Mientras que Mérope caminaba tranquilamente a su clase, Harry y Ron luchaban por encontrar él aula de transformaciones.
Tuvieron que desayunar a la velocidad de un rayo porque cuando por fin encontraron el Gran Comedor ya tenían que caminar a la clase, por lo que no era extraño que estuvieran perdidos.
Luego de dar vueltas un buen rato buscando el aula la encontraron y entraron, ganándose las miradas de todos.
Harry notó cómo todos parecían estar escribiendo, pero fue inevitable alzar un poco las cejas cuando vió que la chica Malfoy había levantado su mirada del pergamino y mirado en su dirección, notando su presencia.
Granger y un par de chicos más también habían volteado pero al pelinegro ni se dió cuenta, solo notó la cabellera rubia que se movía al compás de los movimientos de su portadora.
Mérope que estaba sentada al frente en la fila de la derecha solo volteó por pura indignación, por lo que no pudo evitar rodar los ojos en señal de descontento.
Harry Potter, además de maleducado es impuntual; anotó mentalmente la rubia.
Ron suspiró al no sentir la presencia de la profesora.
—Llegamos, ¿te imaginas lo que haría Mcgonagall si nos descubriera?—dijo el pelirrojo aliviado.
—¿Por qué hay un gato en la mesa?—preguntó Harry en voz baja.
—No entiendo qué hacen ahí parados como un par de floreros—preguntó Mérope en un susurro que solo su amiga la castaña pudo escuchar, en respuesta solo se alzó de hombros ignorando al par de chicos—Tontos.
De repente el gato que descansaba sobre la mesa se convirtió en la profesora de la actual asignatura.
Ambos chicos quedaron boquiabiertos. Lo normal es que el resto de la clase también pero ellos ya había pasado por ahí cuando la profesora lo hizo por primera vez.
—¡Eso fue algo brillante!—exclamó Ron y Harry asintió con la cabeza.
—Gracias por el cumplido señor Weasley, tal vez sería más útil si los transformara a los dos en un reloj de bolsillo, así tal vez llegarían a tiempo—dijo McGonagall.
—Regresar es un lío—añadió el azabache.
—Los convertiré en un mapa, eso los ayudaría encontrar su sillas—respondió seria la profesora, Harry y Ron entendieron la indirecta y tomaron asiento
La clase volvió al mismo silencio que la educadora tanto disfrutaba.
La profesora McGonagall era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas. Estricta e inteligente, les habló en el primer momento en que se sentaron.
—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderán en Hogwarts—dijo la profesora—Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya están prevenidos.
Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original.
Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales.
Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, les dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja.
Al final de la clase, sólo Hermione Granger y Mérope Malfoy habían logrado algún cambio en la cerilla. La profesora tomó ambos resultados y se los mostró a la clase, para que pudieran ver como habían podido volverlas plateadas y puntiagudas.
La clase que todos esperaban era DCAO, pero las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi.
Algunos estuvieron deseosos de escuchar la historia, pero el profesor Quirrel simplemente empezó hablar cosas sin sentido y todos desistieron la anécdota, además de que ya el olor en la clase era insoportable para todos.
La primera semana del primer año había transcurrido con normalidad.
Mérope estaba feliz. Estaba con sus tres personas favoritas (su mellizo y primos) aprendiendo magia y lo mejor, sin la presión de sus padres, al menos no presencialmente porque en cartas siempre les recordaban que debían ser los mejores.
También habían conocido personas geniales como Blaise Zabini, y cómo no, Rolf Scamander con el cual solía encontrarse en los pasillos y tener cortas pláticas cuando tenían clases juntos o cuando su grupo no estaba cerca.
No habían vuelto a hablar desde el tren hasta que en su primera clase de encantamientos juntos Rolf pronunciaba LeviosÁ, en vez de LeviOsa, por lo que Mérope lo ayudó haciendo que pudiera levantar su pluma.
Herbología era interesante, un chico llamado Michaell Corner se había ofrecido a ayudar a Mérope varias veces con su planta, a lo que ella siempre le respondía que «gracias, pero perfectamente podía sola», pero luego de la mirada de su mellizo y primo al intentar acercarse de nuevo prefirió dejar de insistir y mantener la distancia.
Y finalmente: Astronomía, la cual le resultaba fascinante para los primos Black, como buenos portadores de su apellido encontraban la materia bastante divertida y se les daba muy bien. Todos lo notaban, su facilidad para encontrar las estrellas y planetas, más lo estéticos que eran sus mapas astrales, sus habilidades eran admiradas por el resto.
Harry también había tenido una buena semana, exceptuando que se perdía todos los días, se sentía feliz.
Siempre que compartía las clases con Hufflepuff trabajaba junto a Violet y Ron, los tés se llevaban muy bien y siempre que podían pasaban tiempo juntos. Excepto porque a veces Ron se ponía celoso cuando Violet los dejaba por irse con Hermione, con la que había hecho una amistad y al ver que solía andar sola, no le importaba dejar a Harry y Ron para ir con ella.
(...)
El viernes había llegado, Mérope estaba emocionada, por fin tendría clases con su padrino. Salió con sus acompañantes frecuentes de la sala y se dirigieron a desayunar.
Había que aceptar que también todos estaban emocionados porque sería su primera vez usando el atajo para llegar antes a las mazmorras.
Para Harry y Ron también era un gran día, pues por primera vez habían llegado al Gran Comedor sin perderse. Desayunarían con tiempo y tranquilidad, por lo que corrieron a su mesa a disfrutar de la deliciosa comida de Hogwarts.
—¿Qué tenemos hoy? —preguntó Harry a Ron, mientras se servía cereal.
—Pociones dobles con los de Slytherin—respondió Ron—Snape es el Jefe de la Casa Slytherin. Mis hermanos dicen que siempre los favorece a ellos...ya veremos si es verdad.
—Ojalá McGonagall nos favoreciera a nosotros—dijo Harry.
La profesora McGonagall era su jefa de casa; pero eso no le había impedido darles una gran cantidad de deberes el día anterior.
Justo en aquel momento llegó el correo. Ya todos se habían acostumbrado a la presencia de las lechuzas que volaban sobre las mesas hasta encontrar a sus dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes.
En la mesa de las serpientes cierto grupo recibía pequeños paquetes, lo que más impresionaba era el hermoso búho negro que paraba en cuatro lugares de la mesa.
—¿Qué te envío la abuela, Act?—preguntó Mérope a su primo.
—Me envió gagreas y ranas de chocolate—respondió—¿Y a ti, mi tía?
—Me envió tiras de regaliz, ranas de chocolate y...—le dió un mordisco a su manzana roja—Una pluma de azúcar. ¿Draco y a ti?
—Madre me envió pasteles de caldero, tiras de regaliz—tomó una manzana verde del tazón—Y una rana de chocolate. Deberías darme una de las tuyas como buena hermana que eres.
—Sigue soñando, a ti te enviaron pasteles de caldero y no te los estoy pidiendo—respondió abrazando sus dulces.
Por el otro lado, James había quedado de escribirle a Harry todos los Miércoles, junto con la carta le enviaba alguna golosina muggle de las que él solía comer con frecuencia, por lo que el pelinegro se extrañó cuando vió a Hedwig llegar con una carta un día viernes.
Leyó el papel y se dió cuenta de que era de Hagrid, quería verlo y a Harry le agradaba, así que enseguida escribió una respuesta y la envió con su lechuza.
Se levantaron de esa mesa temerosos de la clase que estaban por recibir, definitivamente Harry no sabía lo que se le venía.
Él, Ron, y casi todos los Gryffindor se extrañaron cuando los Slytherin no tomaron el mismo camino que ellos a las mazmorras.
Las serpientes bajaban hechos risitas por las escaleras tras la puerta secreta junto al escobero del piso del Gran Comedor.
Al salir notaron que efectivamente ningún Gryffindor había llegado y la mazmorra estaba abierta, por lo que entraron y tomaron asiento, claro que se quedaron con los mejores lugares.
Mérope no desaprovecharía la oportunidad para ser la mejor en la clase de su padrino. Los asientos eran de cuatro por lo que arrastró a su mejor amiga, a su mellizo y a su primo a la mesa del frente y el centro.
—Veo que todos los Slytherin ya están aquí—dijo Snape llegando a la mazmorra—Un punto a cada uno por puntualidad, un total de 12 puntos para Slytherin.
Los Gryffindor quedaron boquiabiertos al ver que ya todos los de la casa de las serpientes ya estaban ahí, sentados y con pluma en mano, aún así entraron y tomaron asiento en los lugares libres.
La mazmorra era fría y oscura, sin contar todos esos frascos con cosas extrañas que flotaban. Para Harry era terrorífico y asqueroso, para Mérope era lo que su padrino amaba por lo que se convertía en algo fantástico.
Snape comenzó a pasar lista, esbozó una casi imperceptible sonrisa cuando mencionó el nombre de su ahijada y luego se detuvo en el nombre de Harry.
—Ah, sí—murmuró— Harry Potter. Nuestra nueva... celebridad.
Draco, Pólux y sus amigos (menos Mérope, Olivia y Theo) se rieron tapándose la boca.
Snape terminó de pasar lista y miró a la clase. Aunque tenía la edad de James (según lo que había escuchado decir a Hermione), Harry no pudo evitar pensar en lo "amargado con la vida" que lucía, lo cual lo hacía ver unos años más viejo, además de tener un cabello negro como el suyo pero tan grasoso, su padre lo mataría si algún día permitiera que su cabello se viera así.
—Están aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo. Como la profesora McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo
—Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos dudarán que esto sea magia. No espero que lleguen a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos...Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte...si son algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
Más silencio siguió a aquel pequeño discurso. Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas levantadas, por el discurso y por cómo algunos (principalmente Slytherins) miraban al profesor con admiración.
Mérope aunque no podía gritar que era su ahijada quería demostrarle que si prestaba atención durante el verano cuando estaba con él, y Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, desesperada por demostrar que ella no era un alcornoque.
—¡Potter!—dijo de pronto Snape—¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué?; pensó Harry. Miró de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado como él.
Las manos de Hermione y Mérope se agitaban en el aire. Draco intentó bajar la mano de hermana pero fue inútil.
—No lo sé, señor —contestó Harry.
Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón. Ahí Mérope entendió sus intenciones y le hizo caso a Draco, también se desconcertó, sabía que su padrino podía ser muy hiriente a veces y al parecer había tomado a Harry como su siguiente víctima.
—Bah, bah...es evidente que la fama no lo es todo.
Asintió aprobatoriamente a su ahijada cuando la vió bajar la mano, y aún así no hizo caso de la mano de Hermione.
—Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
Mérope sabía todas las respuestas aunque tal vez era mejor quedarse callada, Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la vieran, pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar.
Trató de no mirar a Malfoy, Lestrange y sus amigos, que se desternillaban de risa. Mérope le dió un codazo a Draco y a Pólux callándolos, por lo que instantáneamente los demás también pararon de reír.
—No lo sé, señor—respondió temeroso, ¿Qué más podía hacer? No tenía ni idea.
—Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?
Harry se obligó a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos. James si le había hablado de pociones, pero le dijo que la impartía un viejo canoso, no este hombre que Harry sospechó no haberle caído bien en la selección y ahora confirmaba que lo detestaba.
¿cómo espera este peligrasiento que me acuerde de todo lo que James me habló del mundo mágico?; se dijo mentalmente. Solo tenía unos dos meses sabiendo que era mago.
—¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?
Mérope y sus amigos sólo pensaban en que en cualquier momento el brazo de Granger llegaría al techo.
—No lo sé—dijo Harry con calma—Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?
Unos pocos rieron. Harry captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo y la de Mérope que probablemente era un reproche a su altanería. Snape, no estaba complacido.
Severus no soportaba lo parecido que era el hijo de su Lily a el bastardo de James Potter, sabiendo que el hombre sigue vivo y ella no, era como tenerlo en sus años de escuela de nuevo. Había hecho una promesa pero eso no evitaba que le quisiera hacer la vida un poquito miserable al chico.
—Siéntate niña insufrible—gritó a Hermione—Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?
Se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos. Por encima del ruido, Snape volvió a su escritorio.
—Y se le restará un punto a la casa Gryffindor por tu descaro, Potter.
Pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a los Malfoy y al chico Lestrange, que parecían gustarle. En el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que los tres chicos habían cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos, de repente multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra.
De alguna forma, Neville se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos. En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville, que se había empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus brazos y piernas aparecían pústulas rojas.
Al principio solo había afectado a los Gryffindor que estaban sentados de ese lado del aula, hasta que se escuchó un gritito de una voz conocida para el profesor. Snape colapsó cuando el líquido casi toca el pie de su ahijada.
—¡Chico idiota!—dijo Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita—Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?
—Llévelo a la enfermería —ordenó Snape a Seamus. Luego se acercó a Harry y Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville. Este lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.
—Tu, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor.
—No lo provoques—murmuró Ron a su amigo—He oído decir que Snape puede ser muy desagradable.
Aquello era tan injusto que Harry abrió la boca para discutir, pero Ron le dio una patada. Bueno, esta vez hasta para Mérope había sido injusto, ya el chico había demostrado que no sabía lo que hacía, su padrino no podía esperar que ayudara a alguien más.
Una hora más tarde, cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry era un torbellino y su ánimo estaba por los suelos.
Había perdido dos puntos para Gryffindor en su primera semana... ¿Por qué Snape lo odiaba tanto? No lo sabía, pero ahora debatía sobre si contarle o no a su padre la situación.
Luego de terminar clases Harry fue en compañía de Ron a la cabaña de Hagrid. Él les ofreció un pastel que estaba duro como piedra y le negó a Harry la posibilidad de que Snape lo odie.
Por otro lado se había enterado de un asalto en Gringotts que había sucedido el día que fue con Hagrid y su padre, su cumpleaños, Harry sabía que el semigigante había vaciado la cámara tomando el paquete pequeño y arrugado de ese día, y ahora se estaba preguntando si eso era lo que los ladrones buscaban.
§
Sorry por no aparecer, he estado en la universidad y además he decidido adelantar los capítulos del primer año para subirlos rápido y acabar el primer acto.
Sé que por ahora no hay mucho Harope pero es porque son niños y apenas están descubriendo la escuela, y a ellos mismos. Dejemos que avance un poquito.
Espero que les guste. Un abrazo para todas esas que votan, comentan y apoyan esta historia.
Las tqm. ❤️
Xoxo, Ela.
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