Capítulo XIV: I am Twelve (*)
LIZ MORTENSON
Al fin, solo quedaba un día, un día para tener unas merecidas vacaciones de verano — sí, merecidas, aunque solo haya ido un mes a la escuela—, mis calificaciones no habían sido excelentes, pero tampoco malas, a decir verdad esperaba algo peor
Sin embargo aún quedaba la última clase del día donde al parecer era de las pocas tontas que había venido, la mayoría ya ni siquiera venía después de que entregaron calificaciones finales, sin embargo la única maestra que daría clases hoy sería la de matemáticas
Me senté en uno de los tanto lugares desocupados del salón, empecé a jugar con mis dedos y jalando uno de mis guantes, hice una mueca cuando descubrí de estos y me di cuenta que aún seguía ahí el morado de mis muñecas, parecía que de verdad alguien me tuvo amarrada por bastante tiempo, tal vez tire del torniquete con las fuerza de la que pensé
Verifique que no hubiera nadie a mi alrededor y saque mi libro de magia del caos poniéndolo sobre la mesa, me le quede viendo por varios segundos intentando que se levantara solo con la mirada, pero esto no sucedía, solté un suspiro pesado y alce la mano, y ahí fue cuando el libro floto en el aire hasta que volví a hacer un ademán con mi mano y el libro volvió a mi banca
Practicando me di cuenta de esto, si solo lo pensaba, era más difícil que los objetos se levantarán, e incluso también con la manipulación mental, todo funcionaba mejor si hacía ademanes con mis manos, como si el poder solo saliera de ellas
Razón por la cual me le quedé viendo a mis manos enguantadas con una mueca, porque de verdad tenía un serio conflicto con ellas, por una parte me gustaba lo que hacía, pero por otra parte tenía miedo lo que podía hacer, tenía miedo de perder el juicio o el razonamiento para usarlo en las situaciones equivocadas, porque sabía que las cosas se saldrían de control si no sabía cuándo bajar las manos a tiempo
—Hola, Liz— levanté la vista de mis manos cuando oí el saludo animado y nervioso de Max
—Hola, Max— la salude devolviéndole la sonrisa
—¿Algo de lo que quieras hablar?— me preguntó y se sentó junto a mi recargando su codo y apretando los labios
—No— la miré extrañada ante su pregunta— ¿pasó algo?— volví a preguntar confundida y sin saber a qué se refería
—Mira, no sé si estoy bien al decirte esto— torció los labios en una mueca nerviosa— pero estuve pensando esto la mayor parte de la noche y al final decidí en hacerlo
—Me estas asustando— declare con los ojos abiertos
—Ayer, te vi
—No sé a qué te refieres
—El auto, tu lo levantaste— abrí mis ojos a más no poder
Las manos me empezaron a sudar frío y un hueco se me formo en la garganta que me hizo pasar saliva en repetidas ocasiones tratando de fingir indiferencia
—No sé de qué estás hablando— soy malísima disimulando por lo cual mi voz salió temblorosa y mis manos empezaron a abrirse y a cerrar repetidamente
—El auto que iba a atropellar a tu hermano, era manejado por mi hermanastro, Billy. — no supe si me puse más nerviosa al saber que Max me había visto, o el hecho de que ella conocía al tipo que iba a atropellar a mi hermano— y estoy completamente segura cuando vi como alzaste las manos para que se detuviera y flotara en el aire por segundos
No tenía caso mentir, Max me dejo sin argumentos, sabia mi secreto y no podía decir nada para refutar
Se acercó hacia mi mano izquierda, más preciso en la mano donde estaba mi tatuaje y me desabrochó los guantes. Generalmente si alguien que no es mi mamá me trata de quitar los guantes yo terminó golpeándolo, pero no hice nada, y en su lugar me quedé paralizada mientras que jalaba mi guante. No supe que la sorprendió más, si los morados de mis muñecas o el tatuaje de 012 que era mi condena
—Twelve...— murmuro viendo el tatuaje— lo sabía— levantó la cabeza conectando sus ojos con los míos
—Perdón— me relamí los labios con vergüenza, de verdad no sabía que decir
—¿Quién eres?— preguntó entrecerrando los ojos con una mueca
Junte mis manos como si tuviera una esfera entre ellas, haciendo que el resto de los asientos vacíos se levantarán en el aire por varios segundos, cuando Max volvió la vista a mí, baje las manos al mismo tiempo que las bancas caían en su sitio
—Esto es lo que soy— me limpié la sangre que me salía de la nariz con el dorso de mi mano— Twelve, el último experimento.
Tomé mi guante y me lo puse, me volví a sentar en mi lugar
—Nunca quise mentirles, y de verdad los considero mis amigos, pero no se puede ir por la vida diciendo: Me presento, soy Twelve, y tengo poderes de telequinesis y manipulación mental— solté con algo de sarcasmo
—¿Que dijiste, Liz?— oí una voz detrás de mí, cuando me gire se me congelo la sangre, era Will
Él me miraba con una mueca al ver como tenía las manos juntas aun como si tuviera una esfera, la sangre que me salía de la nariz y si había oído lo que acaba de decir, en definitiva no debe pensar lo mejor de mi
—Will, puedo explicarlo— dije levantando las manos. Will negó con la cabeza dándose la vuelta para irse del salón, me giré de inmediato a Max que me miraba apenada— Max, tengo que ir
—Corre, en serio corre, explícale antes de que sea tarde— me animó mi amiga, por lo cual no espere ni medio segundo para tomar mi mochila y salir del salón para tratar de alcanzarlo
WILL BYERS
Era un manojo de nervios en este instante, aún no podía creer lo que acababa de ver, Liz había dicho que su nombre era Twelve, que tenía manipulación mental y le sangro la nariz justo como a Eleven
No sabía qué pensar respecto a ella en estos momento, confusión sobre todo, no parecía ser un número, siempre me dio ese aire de chica perfecta, alguien que por supuesto era demasiado para todo lo que la rodeaba, y ahora, no sabía que pensar, Liz no parecía ser de las chicas que mienten
—Will, ¿podemos hablar?— oí una voz detrás de mí cuando me senté en una de las bancas traseras del patio de la escuela, era Liz. Ella no esperó a que respondiera y se sentó junto a mí.
—¿Quién eres realmente y porque mentiste?— pregunte con un deje de decepción
—Las cosas que viste en el salón, son diferentes— sentí que su voz se iba quebrando
—¡No me gustan las mentiras, Elideth!— dije alzando un poco la voz-
Salto un poco ante mi grito, lo cual me hizo sentir mal al ver cómo sus ojos verdes que solo me habían parecido hermosos, se cristalizan y se achicaban, así como también me hizo sentir mal la poca sangre que tenía en la nariz y como se lo limpiaba con su guante
—No iba a arriesgarme— negó levemente con la cabeza— por eso mentí, sabía que no me podrías entender, además de que no quería ser rara frente a ti, por eso no dije nada
Si supiera lo equivocada que estaba, por supuesto que sabía lo que era tener secretos y ser anormal
—¿Porque no dijiste todo desde el principio? Yo sé lo que se siente. Estuve atrapado en ese lugar asqueroso por una semana y luego un mounstro gigante manipulaba mi mente— se quedó callada por un largo tiempo— No tienes corazón y yo que pensaba darte el mío— dije y gire la cabeza
—Will, no tienes idea de las veces que me levanto y me asquea mirar mis manos— levanto las manos las cuales estaban cubiertas con sus guantes descubiertos de los dedos donde se veían sus anillos— porque a pesar de que se el poder que tengo, también me aterra que no se en que momento puedo perder el control y lastimar a los que quiero
—Pero tú no eres así— cerré los ojos con fuerza cuando eso se me salió
—Acabas de decir que no tengo corazón, ¿no?— hizo una pequeña mueca apretando los labios que me hizo sentir mal— lo siento, de verdad lo siento
—Yo también tengo secretos— jugué con mis manos— pero nunca te los dije, pensé que podría ser cool frente a ti
—Lo mismo pensaba yo— jugo con sus manos— pero mira, me terminaron diciendo bruja... que no está tan alejados de la realidad— volvió a mirar sus manos con una mueca— esto de verdad parece brujería
Cuando empezó a reírse, no pude evitar reír por asociación, porque al verla ahí con los ojos entrecerrados y el sonido de su risa, me hizo entender que no tenía nada de malo, era normal que tuviera secretos, sin contar que no me debía de contar nada que no quisiera. Había sido muy injusto con ella al hablarle y recriminarle algo de que ella no tenía la culpa, y esperaba que aún no fuera tarde para que aceptara mis disculpas
—No soy quien para juzgarte y perdón si te grité— dije con una media sonrisa— ¿Amigos?— dije extendiendo mi mano
Ella no le hizo caso a la mano y en su lugar me tomo de las mejillas y me besó...-
No pude apartarla, en el momento en que sus labios tocaron los míos y sus manos se quedaron en mi cara, simplemente no pude, cerré los ojos dejándome llevar por todo lo que me provocaba este beso
Como sus labios se movían lentamente sobre los míos, el sabor de su labial que era de frutilla, sus manos frías sobre mis mejillas, no quería que se alejará, la molestia de hace unos minutos se había esfumado y ahora solo quería seguir en sus brazos
Pase mi mano por detrás de su cuello, mis dedos se enredaron en su cabello rubio por lo que ella ladeo la cabeza profundizando nuestro beso sin dejar de tomarme el rostro
Empezaba a sentir que me faltaba el aire, por lo que me aleje pese a que no quería dejar de tocar sus labios, su frente estaba pegada con la mía, pero no quería abrir los ojos, tenía muchas emociones en este momento, pero sobre todo miedo, miedo de que estuviera en un sueño
Terminé abriendo los ojos en segundos que parecieron eternos, podía sentir el metal de sus anillos aun sobre mi barbilla mientras que me perdía en el verde de sus ojos, no tenía color favorito hasta que conocí ese verde
Y entonces me sonrió, me dio una sonrisa tan bonita, una sonrisa que me hizo darme cuenta que ya había caído por ella, y que no podía ser más afortunado
Su sonrisa me contagió por lo cual terminamos riendo levemente sin despegar nuestras frentes, sus manos seguían sobre mi rostro y las mías sobre sus hombros, cerré los ojos cuando sus labios volvieron a los míos en un roce más lento que hizo que mi corazón revoloteaba en mi pecho sin dejar de estar cerca
—¡Byers, Mortenson! — ese grito hizo que diéramos un pequeño brinco separándonos
Trague en seco cuando vi a la profesora de matemáticas frente a nosotros y por supuesto que no estaba nada feliz ante lo que seguramente acababa de ver
—¡A la dirección, ahora! — no pudimos decir nada ya que la maestra nos jalo a ambos separándonos y obligando a caminar a la dirección
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-Ellis
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