Capítulo X: It's been Amelia all along (*)

Tipo de narrador: Tercera Persona

Liz no había dormido absolutamente nada, simplemente se la paso abrazando a su almohada, llorando y con los ojos abiertos toda la noche, por lo cual su apariencia no era la mejor, sus ojeras parecían pronunciarse más, estaba más pálida de lo normal y los huesos de su cara, clavícula y cuello estaban más marcados, además de sus ojos irritados

Tenía hambre, pero también era lo suficientemente orgullosa para salir así sea a buscar una manzana a la cocina

No sabía qué hora era cuando alguien toco su puerta y al no obtener respuesta simplemente paso, no quiso alzar la cabeza para saber quién era, o al menos hasta que le tocó la espalda, lo que la hizo respingar y darse cuenta que enfrente de ella estaba Will que la miraba con una sonrisa torcida

—Pensé que tendrías hambre— dejó en su mesita de noche un plato con un sándwich y papas fritas. Mentiría si la rubia no dijera que ese sándwich era lo más apetitoso que había visto en mucho tiempo, su estómago empezó a gruñir en señal de hambre, pero de nuevo el orgullo se apoderó de ella y mejor desvió la vista de la tentación— Liz... sé lo que te pasa

—No, no lo sabes— dijo a la defensiva aun con la cara pegada a la almohada

—Lo sé— Will le sobo el hombro, ella lo alzó por inercia sin embargo a los segundos sus músculos se relajaron— sé lo que se siente estar atrapado en tu mente, te entiendo

—No, nadie puede entenderme— murmuro aun pegada a la almohada

—Estás alejando a todos porque te sientes mal— las palabras de Will hicieron que la rubia quitara ligeramente la cabeza de la almohada— sé que en este momento piensas que nada lo vale, pero hay cosas que valen la pena

—¿Cómo qué? ¿Cómo tú? — preguntó con sarcasmo

Mortenson lo dijo en un tono tan indiferente y con la mirada tan fría que hizo que Will se sintiera mal, como si no le importará

—Esta es la parte en la que te disculpas— dijo el castaño algo desanimado

—Esta es la parte en que te digo que te vayas— dijo la rubia mientras se daba la vuelta mirando a la otra pared— vete

Will empezó a caminar hacia la puerta, porque sus palabras lo hirieron, sin embargo antes de girar el picaporte de esta, su mano se detuvo y en su lugar volvió la vista a la rubia que estaba sacando fuerza donde no tenía para no lanzarse encima del sándwich y empezar a comer

—¿Sabes qué? No me voy a ir— Will se regresó mirando dónde estaba Liz, ella detuvo las manos que estaban a nada de tomar el sándwich, por dios, la pobre niña llevaba 24 horas o más sin comer y el aroma del sándwich la estaba matando

—Will...— la rubia le dio un tono suplicante

—Yo no te tengo miedo— Will se sentó en la orilla de la cama de Liz, a las malas tomó sus manos y por un par de segundos la rubia se sintió bien por el agarre de su novio— tal vez me sorprenda, nunca te había visto así y tenía miedo pero no de ti, sino de lo que te podría lastimar, porque la última vez que algo malo te paso sentía que me moría contigo, pero yo jamás le temería, te amo, te amo todo el tiempo, te amo desde que te conocí, amo todo en ti, y tal vez tu no necesitas que alguien te proteja, pero aun así lo haré, lo poco que pueda

Liz se quedó estática sin decir nada, en otra ocasión le hubiera respondido con un 'también te amo' pero ahora sus palabras estaban atoradas en su garganta, o al menos hasta que después de varios segundos de silencio, terminó resoplando y su mirada se tornó sería cuando casi adivino la razón por la que Will estaba ahí con ella

—¿Ellos te enviaron? ¿No es así?— preguntó a la defensiva mientras se soltaba del agarre de Will, él castaño cerró los ojos varios segundos, la rubia de nuevo se botó a su cama sin ver a su novio— no me viste ayer, todos me miraban como si fuera un monstruo

—No eres un monstruo— Will de nuevo le tomó el hombro— eres la chica más increíble que he conocido, eres fuerte, inteligente, asombrosa y no hay día que no me sienta afortunado de que me eligieras

—¿Estás diciendo esto para que me sienta mejor o qué? — La rubia sacó de nuevo ese tono a la defensiva— no quiero hipocresías, ¿sabes por que? Si alguno de ustedes tuviera así sea una decima parte del poder que yo tengo en estos momentos, harían exactamente lo mismo con tal de obtener lo que quieren, soy ambiciosa, si quieres, solo pienso en mi, tal vez, y llegaré hasta donde tenga que llegar para obtener lo que quiero. Y si lo que quieren es doblegarme, váyanse al diablo, porque no lo lograrán, pero para que no vayas con las manos vacías, ten esto

La rubia extendió la mano hacia la mesita de noche y tomó el libro de Orgullo y Prejuicio que había terminado en la madrugada y se lo lanzó a Will, por fortuna lo atrapó en el aire

—Vete— repitió enterrando la cara en la almohada

Will se fue mientras que Liz siguió con la cara pegada a la almohada, si tan solo se hubiera dado cuenta que Orgullo y Prejuicio seguía en su mesita de noche y que el libro oscuro ya no estaba en la mesita, tal vez se hubiera preocupado más

Mientras tanto, abajo todos esperaban que Will pudiera haber logrado algo con Liz, ya que generalmente él era a quien le tenía más confianza, claro que esta vez era la excepción, pero aun así tenía la esperanza

—Ahí viene— Dustin apunto a las escaleras donde Will venia bajando

—¿Conseguiste algo? — preguntó Max

Will solo alzo la mano donde tenía ese libro negro que había causado tanta incertidumbre a todos los de esa casa, todos abrieron la boca, de verdad se lo quitó

—Solo diré que llevo tocando este libro unos segundos y ya me duele la cabeza— murmuró el castaño mientras dejaba el libro en la barra de desayuno

Todos lo miraban, pero a decir verdad también tenían miedo de tocarlo, Liz era el claro ejemplo de quien tocará esa cosa podría corromperse

Dustin fue el valiente que se atrevió a tocar el libro, abrió de este y al igual que Will, sintió que la cabeza le empezaba a doler, las hojas del libro algunas eran de un entre café y amarillo bastante viejo, mientras que había un par de hojas casi hasta al final que resaltaban por ser plateadas

Liber damnatorum— leyó Dustin en una de las hojas, <<libro de los condenados>> de inmediato recibió varios manotazos uno de Steve, uno de Robin y el último de Lucas

—No leas esa cosa— lo regaño Steve— no sabemos qué es, no lo leas en voz alta

—Lo siento— se disculpó el de rulos— dios, esta cosa parece de hace miles de años

Todos siguieron mirando con atención el libro, a simple vista sólo se veía como una antigüedad, pero el ambiente se sentía tenso y asfixiante

Mientras tanto, aún en su habitación, Liz miraba el plato con el sándwich que su orgullo le impedía comer, por dios, ya estaba alucinando que el sándwich le hablaba, pero sentía que comer era darle a entender que se estaba doblegando, y quería seguir molesta

Hasta que se levantó a abrir la ventana y su cabeza se iluminó al ver a su vecina corriendo las cortinas de su cocina

A Amelia le tenía confianza, y a decir verdad prefería perder la dignidad con su vecina que no sabía nada lo que estaba pasando

Fue hasta su ventana saliendo por esta tal como lo había hecho anoche, camino por el tejado y se dejó caer procurando ser silenciosa y cuando al fin estuvo en el suelo, saltó la barda que dividía su casa de la casa de la señora Hansson y tocó la puerta trasera de esta

Amelia le abrió la puerta algo confundida por su visita y sobretodo por la puerta trasera

—Hola, Amelia— saludo la rubia hacia la mayor con una pequeña sonrisa

—Hola, linda— la mayor le dio una sonrisa pequeña como siempre lo hacía— ¿Estás bien? Te ves un poco enferma

—Algo así, con un poco de hambre— Liz sonrió inocentemente. Amelia de inmediato entendió y abrió su puerta para darle paso a Liz a su casa invitándola a desayunar

La casa de Amelia era muy parecida a la de los Mortenson, claro que exceptuando los juguetes de los mellizos y de Aarón que siempre estaban regados por la sala y la cocina

—Siéntate, ya casi está el desayuno, espero que te gusten los huevos con tocino— le dijo Amelia a la menor que escaneaba con los ojos su casa

—Me encantan— respondió con una sonrisa, una que no le había dado a nadie en mucho tiempo

A decir verdad no le importaba lo que cocinara Amelia, simplemente se estaba muriendo de hambre y tomar agua de lavabo de su baño no era una opción

Cuando Amelia le sirvió de comer de inmediato se lanzó al plato como si no hubiera un mañana, ya hasta empezaba a ver borroso por la falta de alimento y sin contar que se bebió el jugo de naranja más rápido de lo normal.

Por fortuna al terminar de comer Liz se quedó un rato más sentada en el comedor de su vecina pues también le ofreció un pedazo de tarta de manzana que había horneado en la mañana la cual la rubia comió con gusto

—¿Querida, estás bien? — Liz detuvo la cuchara que se iba a llevar a la boca, esa estúpida pregunta la empezaba a hartar

—¿Por qué lo dices? — preguntó con una pizca de sarcasmo

—Anoche tus papás tocaron mi puerta diciendo si te había visto— informó la pelinegra haciendo que el semblante de Liz se relajara sólo un poco

—Si, sólo me escapé un rato— comentó la menor— pero me están asfixiando, me quieren tener vigilada todo el tiempo, por dios, ya no soy una niñita que se esconde bajo las faldas de mamá, ¿no lo crees?

—Así son los padres— Amelia se encogió de hombros con una sonrisa de boca cerrada. Empezó a alzar los platos sucios de la mesa llevándolos al fregadero— y los tuyos, creo que son de los mejores que te pudieron haber tocado

—¿Ah sí? — preguntó Liz lentamente mientras abría y cerraba los ojos

Su vista se empezaba a nublar y podía sentir como todo a su alrededor empezaba a dar vueltas y la voz de su vecina se volvía lejana

—Si, y en especial los tuyos— Amelia siguió hablando— créeme, te pueden tocar monstruos muchas veces, Alex y Maddie solo han buscado protegerte... Toda tu vida... Twelve...

Liz se levantó tambaleándose de la silla, para preguntarle a la mujer porque la llamaba así, o mejor dicho como había averiguado eso, sin embargo sus piernas fallaron al igual que sus sentidos empezaban a apagarse haciéndola parpadear buscando mirar con claridad y tomando su cabeza que no dejaba de girar

—¿Como... me.. ? Me...

Y terminó por desvanecerse en el suelo

Amelia ladeo la cabeza mirando a la niña tirada en medio de su sala inconsciente

—Definitivamente no te enseñaron lo más importante, no aceptarle dulces a extraños— Amelia rio mientras levantaba de la mesa el pedazo de tarta de manzana a medio comer, hizo una mueca tirándolo a la basura, ya había cumplido su propósito

La pelinegra mientras iba por el teléfono. Marcó y a los dos tonos contestaron

—Tienen 2 horas— dijo a quien sea que estuviera en la línea para luego colgar

De nuevo miró a la niña en el suelo, terminó de recoger el desastre de la cocina y guardó lo más esencial

En solo dos horas se marcharía de Hawkins con aquello que vino a buscar

(...)

—Esto no es bueno— murmuró Francine dejando el libro de lado— no sé qué logro comprender Liz en este libro, pero no es nada bueno, lo mejor será que lo quememos

—Ella dijo que las runas te protegerán de Vecna— murmuró Steve que estaba detrás de Francine— si lo destruimos, puede perder efectividad, sin contar que Liz nos va a matar cuando se entere que se lo quitamos

—Se lo quite yo, tranquilos— murmuró Will cruzado de brazos

—Aún así, no quiero usar eso— Francine dejo el libro de lado— si para salvarme de Vecna tengo que usar algo igual o peor, no lo haré

—Víctor Creel— habló Nancy captando la atención de todos— él sobrevivió a Vecna, puede ser nuestra oportunidad, tenemos que hablar con él

—Considerando que sea de verdad una víctima de Vecna— habló Mike

—Si, que tal si fue un psicópata cualquiera que invento todo eso para tratar de reducir su condena— apoyó Rachel

—Podemos intentar— secundó Robin— tenemos que ir a Pennhurts

—Señora Mortenson— Nancy se dirigió a la mencionada que la miró— usted es psiquiatra, ¿no?

—Psicóloga— respondió Maddie— pero no ejerzo desde que nació Aarón

—Ahora echarme a mi la culpa— murmuró el menor desde la alfombra que miraba a su madre

—Tú sigue jugando con tus carritos— lo corto Alex de inmediato

—Esperen— Maddie alzó la mano mirando a Nancy y Robin— ¿Pennhurts no es el manicomio que está en Kerley?

—Si— respondió Nancy. Maddie estaba a punto de negar cuando la castaña volvió a hablar— ¿usted oyó hablar de Víctor Creel?

—Caso Creel... — murmuró Maddie— ¿58'?

—59'

—Si, un poco — respondió la rubia mayor— un escándalo en ese tiempo, no recuerdo mucho, tenia diez años en el 59'

—Algo sombrío para un pueblo pequeño— murmuró Alex de la misma manera

—Entonces hagamos un plan— habló Nancy— vamos a salvar a Francine

Francine por su parte se alejó un poco empezando a buscar papel y lápiz, era algo improvisado lo que planeaba hacer, pero era lo correcto

Aún no podía dejar de pensar que estos podrían ser sus últimos minutos de vida, desde que llegó a la casa de los Mortenson no había tenido ningún síntoma, pero ahora no confiaba en lo que sea que su hermana hubiera hecho sobre su casa

Y si moría, tenía que asegurarse que su hijo no tuviera que irse a un lugar donde posiblemente no iba a poder pertenecer

Así que empezó a redactar una carta algo improvisada que en resumida cuenta se trataba que en caso de su deceso, su deseo era dar a su hijo, Henrik Geller en adopción al señor Reginald Hargreeves.

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—Ellis

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