Capítulo VII: Into the fire (*)

~En algún lugar de Hawkins~

Tipo de narrador: Tercera persona

Tiró de la esposa que estaba en la cabecera de su cama con fuerza por unos segundos sin embargo esta no cedió por obvias razones, por lo que la mujer se resignó a seguir con el brazo encadenado

Frank se sentía tan estúpida al haber confiado en el que creía que más que su amante en turno, era su amigo, Anton Novikov le había dado una puñalada por la espalda apenas salieron de Rusia

La pelirroja habia sido golpeada varias veces en el rostro por nada más y nada menos que Anton y otros oficiales más

Y eso no era lo peor, se dio cuenta que venía lo peor cuando el rubio entró al agujero donde la tenían encadenada

—Veo que no te alegra verme— le mencionó el ruso, provocando que la pelirroja desviará la vista— ¿no vas a decir nada?

—No me voy a humillar— fue lo único que dijo

—¿Creías que te tratarían como el difunto Romanov? — no respondió su pregunta sarcástica— mordiste la mano que te dio de comer

—¿Quieres compararte con Nikolay? — Soltó una risa burlona cargada de sarcasmo— no eres ni un cuarto de hombre de lo que él fue, él si me trataba como una reina, me cumplía todos mis caprichos

—Un trato que nunca te mereciste— le dijo el rubio mientras que apretaba su rostro con fuerza, pero ella hacía lo posible para no quejarse— ¿reina? Más bien eres una zorra, y yo si te trato como lo que eres

Ya ni se sorprendió cuando Anton se le acercó por completo tirando de la chamarra verde que llevaba para quitársela y dejar a la vista su pecho, empezando a besarle y morderle el cuello mientras le rompía el resto de la ropa y la obligaba a separar las piernas, por lo que ella solo ladeo la cabeza quedándose sin ninguna expresión en el rostro solo esperando que terminará de tocarla, como cada noche

La primera vez fue horrible, la golpeó hasta prácticamente dejarla inconsciente para que no se resistiera, y esa rutina se había repetido desde que él mostró su verdadera cara

Tanto que ya dejo de sentir

(...)

Al menos cuando amaneció, a Francine le quitaron las esposas llevándola hasta la base de operaciones de ese bunker, dónde solo se sentó en una de las sillas tomando un trozo de metal con cables extraños y tomando el desarmados y un cauterizador

Apretó el cauterizador en su mano cuando Katya Ivanov se le acercó tan cerca que casi pudo sentir su respiración en su cuello

—¿Por qué eres tan lenta? — le dijo aquella mujer que se encargaba de supervisarla, aunque más bien solo buscaba cualquier error para mandarla a golpear

—¿Por qué no te vas a ver si ya puso la marrana? — murmuró la pelirroja sin dejar de mirar el aparato en sus manos

—Humor de estadounidenses, que tierno— Katya le tomó el cabello a Francine provocándole un quejido de dolor cuando tiró de su cuello hacía atrás— mueve las manos, maldita suka, que aquí ya no eres la koroleva

—Ya mátame de una vez— le dijo Francine entre dientes— ya no tengo nada que perder, mátame

—Te mataré— le aseguró la rusa— pero primero podría matar a alguno de tus hermanos

Francine enfureció, así que aprovecho la cercanía de Katya, lanzándole un escupitajo a la cara

Y ella se lo regreso con un golpe

—Anton, llévate a tu mujer.

Cuando la rusa ordenó eso, el mencionado se acercó a aquella mesa dónde ambas mujeres discutieron, llevándose a la menor de las dos hasta una de las partes más oscuras de ese bunker

—¡Suéltame!— la pelirroja pataleo ante el agarre de Anton, que ni se inmuto y siguió arrastrándola hasta una de las habitaciones más oscuras donde prácticamente la aventó al suelo

—Aquí te vas a quedar— le dijo el oficial viéndola en el suelo que solo apretaba los dientes tratando de controlar su rabia— hasta que aprendas a comportarte

No le dijo nada al ruso cuando se fue dejándola casi en la completa oscuridad

Y se puso a llorar

Francine nunca lloraba, pero por esta vez no pudo evitarlo, se soltó a llorar como bebé, recargo la cabeza en una de las paredes mientras que dejaba salir los sollozos en el menor ruido posible

Pero hubo algo que la detuvo

Sintió como si no estuviera sola de repente, como si alguien la estuviera observando... y tuvo una pequeña idea de quien podría ser

—¿Jane? — el nombre de su hermana menor salió de su boca casi por automático— ¿estás ahí? Si es así, ayúdame, por favor, los necesito...

Y por supuesto que la mencionada la estaba observando por medio de "El vacío" y la castaña no pudo sentirse más culpable al ver todo lo que estaba pasando su hermana mayor

Pero se encargaría de darle la ayuda que le estaba pidiendo

(...)

~Casa de los Mortenson~

—¿Nadie lo ha visto?— preguntó Hopper hacia el matrimonio Mortenson

Alex y Maddie le pidieron ayuda a Hopper para encontrar al pequeño Aarón antes que su hermana y le hiciera daño, cosa que no estaba funcionando muy bien ya que no se tenía rastro de los dos niños, lo cual era un peligro, aunque un poco más para el pequeño

Eso contando que Hopper tenía a los números escondidos en su casa, por lo cual era un caos tener a ocho niños con superpoderes en su casa —o más bien cinco—, cada vez que volvía, encontraba a Rachel haciendo yoga en la cocina, o a Chandler jugando a descubrir la cura del Alzheimer con los tubos de ensayo de la época universitaria de Charlie

Ahora solo tenía una apuesta personal de quien necesitará un psicólogo primero cuando salgan de su cuarentena auto-impuesta

—Nada está bien con Liz— habló Maddie con frustración— y si esa cosa que tiene a mi hija, le hace daño a Aarón, nunca me lo perdonaré

—Will dice lo mismo— habló a Joyce desde la cocina, había ido a casa de los Mortenson para apoyarlos en lo que pudiera— dice que no está bien, pero no me ha querido dar detalles

Los 4 adultos estaban tratando de pensar en algún lugar donde estaba el pequeño Aarón, o mejor dicho dónde su hermana lo tendría, incluso habían ido al clausurado laboratorio, pero de nuevo no encontraron nada, por lo que solo les quedo volver a la casa de los Mortenson esperando que ambos niños aparecieran

No pudieron seguir pensando ya que se oyeron unos golpes desesperados provenientes de la puerta

Hopper les hizo una seña a Joyce y Maddie para que se alejaran, mientras que Alex se puso de un lado de la puerta y Hopper del otro, el último saco su arma y la puso en su espalda preparado para todo

Alex abrió la puerta pero soltó un suspiro de alivio al ver a Aarón en la puerta. El menor miró a su padre algo asustado por la cara de esté, pero luego su mueca se amplió ya que le dolían las rodillas y le sangraba una de ellas

—Estaba jugando y me caí, en serio...— Aarón se calló cuando Alex lo jalo hacia el interior de su casa

—¡Aarón!— Maddie regañó a su hijo que también vio a su madre asustado— ¡¿sabes el susto que nos diste?!

—Estaba en el parque y... — el pequeño señaló su rodilla que se notaba la mancha de sangre por encima de sus vaqueros

—Carajo— Maddie levantó a su hijo y lo puso en la barra de la cocina

—Tranquilo, cariño, ahora te curamos— le dijo Joyce mientras llegaba con el botiquín

Los gritos del menor se desataron cuando Joyce saco el alcohol empezando a curarle las heridas de las rodillas y los codos, y aunque trataban de tranquilizar al pequeño, eso no funcionaba mucho, pero al menos terminaron lo más pronto posible y le dieron un pastelillo al niño para que dejara de llorar

—Pará la próxima, ten más cuidado— hablo Maddie mientras tiraba a la basura un algodón que tenía sangre

Aarón miraba a su madre y Joyce con la cara llena de lágrimas debido a las lágrimas que había botado mientras que ambas mujeres le curaban las rodillas y los codos

—¡Fue culpa de Liz!— grito el menor molesto, ya que, por su culpa, él se había caído y ahora tenía las rodillas raspadas y le dolían por el alcohol con él que lo curó su madre y Joyce

Todos miraron al niño perplejos al oír el nombre de Liz, con esto confirmaba que la había visto

—¿Viste a Liz?— preguntó Alex hacía su hijo

—Si— respondió Aarón

—¿Qué te dijo? —preguntó Maddie

—Esta loca, a mi hermana la abducieron los aliends, esta loca— hablo Aarón mientras abría ligeramente los ojos— me jalo y me lastimó— levantó la manga de su suéter y les enseñó las marcas que le dejó Liz

Con esto quedaba comprobado que él sabía dónde posiblemente estaba la rubia

—¿Que vamos a hacer?— preguntó Joyce a Hopper que se quedó con la cara pensativa

—No sé, pero tengo ocho mocosos en casa que si saben que hacer— hablo Hopper decidido pensando en sus casi-hijos

Hopper camino hacia la puerta y fue seguido por Joyce, Maddie y Alex

Aarón se quedó en medio de la sala sin hacer nada hasta que la puerta se volvió a abrir mostrando a su madre algo molesta

—Ven— Maddie le hizo señas a su hijo para que la siguiera, por lo que Aarón se bajó de un salto de la barra de la cocina para seguir a sus padres

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—Ellis

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