Capítulo IX: The wrong girl (*)
Tipo de narrador: Tercera persona
Los ocho números salieron de aquella cabaña a mitad del bosque, ya listos con las gorras en la cabeza y los lentes oscuros que habían encontrado en el baúl de la entrada
—Nos vemos ridículos—murmuró Charlie mientras que caminaba con la cabeza gacha y mucha vergüenza, a causa de esto, el pelirrojo se tropezó con una rama del suelo, pero Chandler lo detuvo del cuello de su camisa antes de que llegará al suelo
—Pareces niño recién nacido— le dijo el de rulos algo irritado
—Espero que tengamos suficiente gasolina— hablo Rachel
—Tal vez nos toque manejar a nosotras porque mira a Joey— habló Kali y señaló a Joseph
Él y Chandler seguía con su balón en las manos mientras le susurraba cosas, a causa de esto, todas las mujeres —y Charlie— miraban a los dos flacos con las cejas fruncidas, entendían que posiblemente era una crisis de nervios, pero en este momento no la necesitaban
Y sabía que sólo quitándoles el balón, los regresarían a la realidad
—¿Me prestas a Wilson?— le pregunto Rachel a Joey y Chandler
Chandler le pasó el balón a Rachel, la de coleta no espero ni medio segundo cuando puso el balón en el suelo y le dio una buena patada que hizo que Wilson saliera volando por los árboles perdiéndose entre estos
—¡NOO! — Chandler soltó un gran grito cayendo de rodillas en el suelo
—¡WILSON! — Joseph también soltó un grito mirando la dirección donde la rubia había volado el balón, para luego sollozar lentamente— Wilson, lo siento...
—Les regalaré otro en navidad— les dijo Rachel, sin embargo ambos chicos le sacaron el dedo de en medio antes de levantarse para caminar hacía el mercedes gris de Rachel
—Él era nuestra única compañía— murmuró Chandler con una sonrisa triste—
Sin embargo, antes de abrir el auto para entrar, se dieron cuenta que un auto se acercaba a ellos hasta estacionarse junto al mercedes, en el auto estaban Steve, Robin, Dustin, Will, Lucas, Max y Mike que vieron confundidos a los chicos con la gorra y los lentes oscuros, a causa de la vergüenza, se quitaron estos ante las caras raras que caían sobre ellos
—¿No estaban en cuarentena?— pregunto Steve mientras se bajaba del auto
—Sí, pero tenemos que hacer algo muy importante, ¿ustedes que hacen aquí?— preguntó Rachel viendo al grupo mientras se colocaba los lentes oscuros por encima de la cabeza
—Jessie dijo que se estaba volviendo loca y venimos para acompañarlos un rato— habló Robin mirando a la mencionada de arriba a abajo, Jessie desvió la vista de Buckley ya que aún la ponía nerviosa como la mirada
—Los locos son ellos— Jane señaló a Chandler, Joseph y Joy, que miraron acusatoriamente a la castaña
—Podemos ayudar— habló Dustin
—¿Están seguros?— preguntó Kali
—¿A dónde van a ir?— preguntó Lucas
—Es sobre Francine— les dijo Jane— está en problemas, nos necesita, vamos con ella para sacarla del lugar donde la tienen
—Vamos con ustedes— hablo Steve— France necesita nuestra ayuda
Robin le dio un codazo a Steve cuando este se puso rojo con solo escuchar el nombre de Francine
Buckley sabía absolutamente todo lo que pasaba entre Harrington y Geller, ella acompañó un par de veces a Steve a comprar los boletos de avión para ir a visitar a Francine a Florida, así como sabía que no precisamente había ido a verla solo para ir a tomar el té. Pero después de todo nunca fueron nada oficial, no vivían en el mismo lugar y para Frank, su prioridad siempre sería su trabajo
—Vamos a lanzarnos a los putazos, sin miedo perras— Joy camino hacia Dustin y lo abrazo
—Tú conduces— Jessie le quitó las llaves a Rachel para luego lanzárselas Robin, la rubia las atrapo torpemente
—¿De verdad quieres que yo conduzca, nena? — Robin miró de arriba abajo a Jessie, la pelinegra trago en seco al oír ese apodo que Buckley a veces le decía y que no admitiría en voz alta, pero la ponía nerviosa
—No es mi auto, nena— Jessie le regaló una sonrisa torcida mientras que se encaminaba hacia el auto, mientras que Robin ya había entendido porque no quería que la llamará así, se oía extraño. Les hizo un ademan a los chicos para que entraran a los autos
(...)
Aquel mercedes Benz se aparcó en medio de la nada, pero casi a nada del límite de Hawkins, no parecía haber vida a los alrededores, prácticamente todo era desierto, y no parecía haber alguna señal de su hermana pelirroja
—¿Segura que es por aquí? — Mike miró a Eleven que miraba a los alrededores
—Si— respondió con seguridad
—Pero si por aquí no hay nada— murmuró Lucas
—Pues encontraremos algo— Dustin y Joy se acercaron con un aparato extraño que habían sacado de la cajuela del auto de Rachel
—¿Qué es eso? — preguntó Max mirando el artefacto extraño que portaban Joy y Dustin
—Un detector de metales— respondió Joy— Murray me lo dejo para emergencias y Dustin lo modificó para hacerlo mejor
Empezaron a pasar ese detector por el suelo por varios minutos sin éxito, sin embargo todo cambió cuando eso empezó a hacer un ruido extraño, alertando que había algo ahí
—Encontramos algo— Joy y Dustin empezaron a excavar en el suelo, el resto de los presentes le ayudaron removiendo la tierra
Después de unos minutos, encontraron una escotilla que tenía unas letras extrañas en la tapa
—Rusos— murmuró Robin mirando la escotilla
—Aquí está— murmuró Max— encontramos a Francine
—Pues debemos entrar— murmuró Rachel mirando a los presentes con dudas— no la vamos a dejar ahí, rusos o no, somos los únicos que la pueden salvar
—Linternas— murmuró Lucas— necesitamos linternas
—Hay en el auto— Lucas, Charlie y Joseph salieron corriendo hacia el auto para luego volver con un par de linternas
—¿Quién entra?
—Primero las damas— habló Chandler mirando a todas las mujeres
—Cobarde— Rachel le dio un pequeño zape en la nuca
Uno por uno fueron entrando a esa base, la luz inexiste del lugar los hizo hacer una mueca, sin embargo una vez abajo, a todos les entró una sensación extraña, no sabía si era por el frío, o el lugar donde se habían ido a meter
Will se llevó la mano a la nuca con dudas
Ella estaba ahí, lo sabía, así que sin que nadie se diera cuenta, tomó el camino contrario para buscar a su novia
(...)
Steve caminaba por los pasillos desolados de ese bunker, hasta ahora no se había encontrado con ningún ruso, y esperaba que siguiera así, porque sabía que esos tipos no eran para jugar
Pero haría todo para salvar a Francine
—Ya vino Romeo al balcón de su Julieta— Steve se sobresaltó cuando frente al apareció una niña rubia de casi quince que completamente de negro, vestido, chaqueta y botas que no parecían de su estilo, y que tenía la mirada más fría que había visto para alguien de su edad
—¿Liz? ¿Qué haces en este lugar? — Harrington miró extrañado a la niña, pues sus expresiones y voz lo tenía muy confundido
—¿Quieres ver a Francine? — Ignoró la anterior pregunta y en su lugar preguntó acerca de la información que creía que le interesaba— ven, te llevaré con ella
La rubia guió al castaño por un corredor que no parecía tener fin, con cada paso que daban, la luz iba apagándose poco a poco, hasta que llegaron a una puerta que más bien era un calabozo
—Ahí está— la rubia apuntó la puerta metálica de ese lugar
—¿Ahí está Francine? — preguntó Steve con miedo, a decir verdad en estos momentos le asustaba la chica que tenía enfrente.
A pesar de que no conocía por demasiado tiempo a Mortenson, le llegaba a tener afecto y un poco de respeto, por lo que le parecía tan extraño la manera en que ella se había metido a ese bunker ruso... y sobre todo la manera en que caminaba y hablaba
—Te doy la llave— la rubia junto las manos haciendo un ademán apuntando a la puerta que se abrió en segundos, para luego recargar la espalda en la pared junto a la puerta— entra, rescata a Rapunzel de su torre
Pesé a que Harrington tenía una sensación extraña con la rubia, le hizo caso entrando por esa puerta, mientras que Mortenson se le dibujó una sonrisa maliciosa, mientras que se iba por el pasillo para buscar a alguien que le sería útil para esa situación
Steve miró a Francine que estaba en el suelo con la cara recargada en la pared, el chico no pudo evitar alarmarse al ver ahí a la chica pelirroja que le provocaba un mar de sentimientos. Traía un uniforme verde, o lo que quedaba de él, ya que la parte superior estaba casi sin nada que la cubriera del pecho, además de su cabello rojo que ahora estaba enmarañado y parecía que había sido maltratada múltiples veces
—Francis...— ella levantó la vista al oír su voz, sintió que algún ángel había venido a salvarla
Irónico, Steve Harrington siempre la salvaba de una manera u otra
—Steve— Francine se levantó con la poca fuerza que le quedaba del suelo, caminó hacia Steve para prácticamente lanzarse a sus brazos, él le respondió rápidamente el abrazo
—Bodoquito— Steve la tomó del rostro examinándola, por supuesto que se alarmó al ver el morado en sus ojos y el labio partido, además que se veía algo demacrada de la cara debido a las ojeras— ¿Qué te hicieron?— le preguntó mientras limpiaba con sus pulgares las lágrimas que le brotaban de los ojos
—No es nada— respondió la pelirroja mientras se tocaba el labio roto para soltar un pequeño quejido
Steve se quitó la chaqueta que traía y lo puso sobre los hombros de Francine para cubrirla lo mayor posible, le dio unas pequeñas palmaditas para tranquilizarla debido a que se veía muy mal
Muy diferente doctora que había conocido...
—Ya nos vamos, tranquila— Steve tomó la mano de Francine guiándola hasta la puerta abierta
—Ella no irá a ningún lado— Anton apareció en la puerta impidiéndoles el paso
Y no estaba solo
—Tu ex y tu novio juntos en la misma fiesta— la niña rubia que anteriormente había llevado al castaño ahí, estaba ahí también, miraba a los tres soltó una risa burlona desde el marco de la puerta— ¿a quién elegirás, Francine?
—Tú no irás a ningún lado France— hablo Anton mirando a la pelirroja que ahora solo le tenía miedo— tu lugar es aquí conmigo
—No vas a volverle a poner un dedo encima a Francine— le aseguró Steve al oficial ruso— ella se va a ir conmigo
—¿Quieres problemas conmigo?— Anton se acercó en forma de reto a Steve
—Ya los tienes— habló Steve, él cerró el puño para golpear a Anton pero este esquivo el golpe
Steve recibió unos golpes por parte de Anton lo que lo dejó en el suelo
Siguieron golpeándose en ese suelo por algunos segundos, Francine veía todo gritando que pararán, mientras que Mortenson le pareció entretenido al principio, pero a los treinta segundos, le pareció patético, así que alzó el brazo quitándole al ruso de encima a Harrington, que se mareo un poco cuando la rubia hizo que se golpeará la cabeza contra la pared
—Deprimente— la más pequeña de esa habitación miró asqueada a los chicos heridos, luego miró a la pelirroja— ve, ¿Qué esperas?
—Tranquilo Steve, ya nos vamos— Francine se acercó a Steve tomándolo de la mejilla para después darle un beso en la frente— vas a estar bien— lo ayudó a levantarse ya que le costaba un poco debido a los golpes
Mientras que ambos chicos golpeados salían torpemente de ese calabozo, la rubia se alejaba de ahí con una sonrisa burlona, que desapareció por una mueca de pena fingida cuando frente a ella se encontró a cierto castaño que la miraba entre una mezcla de miedo y odio
—Te di tiempo, y tú te vienes a meter a la boca del lobo— la rubia miró a Will con una pizca de burla
—Ya tienes lo que querías— Will no tuvo problemas en sacar de nuevo esa voz de súplica— déjala, ya tienes lo que quieres, destruye el mundo si quieres
—No voy a soltarla nunca— le aseguró la rubia— es de mucha ayuda, no necesito nada más que ella para lograr mis propósitos
—¿Por qué ella?
—¿Por qué? — la rubia hizo una voz pensativa para luego soltar una risa amarga que le provocó escalofríos— porque la niña equivocada me enfrentó aquel día...
—¿De qué estás hablando?
—Nada— Mortenson volvió a colocarse con la espalda erguida y una sonrisa falsa— aún estás a tiempo, no querrás estar aquí cuando todo empecé a caer
Will apretó los labios tratando de controlar las lágrimas que le brotaban, mientras que Liz caminaba por un pasillo contrario, sin embargo ella detuvo los pasos de repente
—La dejaré viva— le aseguró mirando al castaño por encima de su hombro— porque matarla es un desperdicio... los dejaré a ambos para el final
Y así como apareció, se volvió a ocultar entre las sombras
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—Ellis
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