Capítulo IX: Runes, basic protection spell (*)

Tipo de narrador: Tercera persona

Todos los presentes en aquella oficina se quedaron viendo a la rubia algo consternados cuando hizo lo que menos pensaron en una situación como esta

Se puso a reír

Chandler se acercó cautelosamente hasta Liz dándole unas palmadas en los hombros, las carcajadas que soltaban se iban haciendo más altas con los segundos y eran de una mezcla de sarcasmo y tal vez impotencia

—Oye, loquita, ¿qué pasa?— le dijo Chandler algo extrañado

—¿Qué pasa? — Liz soltó una risilla sarcástica— pasa que le patee el trasero a Vecna sin siquiera intentarlo— dejo caer la carpeta bruscamente en el escritorio

—Explícate— le dijo Dustin

—Okey— la rubia junto las menos a la altura de su boca mientras soltaba un suspiro— no pensé que se los iba a mostrar así, pero esto me confirma que no es nada malo

—Liz, nos estas asustando— le dijo Robin

—Perdón— la menor saco de su cintura un libro pequeño color entre café y negro que a simple vista se notaba que tenía millones de años, todos la miraron con el ceño fruncido— esto, no sé bien lo que sea, mi vecina me regalo una caja con varios libros entre los que venía este. Tenía los mismos síntomas que Chrissy y el tal Fred, todos, incluso empecé a ver un maldito reloj de péndulo en los pasillos de mi casa— la rubia abrió los ojos fingiendo sorpresa— pero, me protegí...

—¿Cómo? — le pregunto Nancy— Liz, si es así, significa que tú al igual que Víctor Creel, son los únicos sobrevivientes de Vecna, ¿Qué hiciste?

—Jane— Liz dirigió su mirada hacia la mencionada que hasta este momento se encontraba en silencio— ¿recuerdas lo que te dije cuando me viste esas marcas rojas en los brazos hace unas semanas? ¿recuerdas lo que te dije que había hecho?

—Runas...— respondió Jane

—Runas. — afirmo Liz señalando a su hermana con una sonrisa

—Explíquense más— pidió Steve

Runas, hechizo básico de protección— repitió Jane

Liz abrió el libro justo en el capítulo donde explicaba todo sobre aquel hechizo que ahora sabía que le había salvado la vida en todo el sentido de la palabra, la rubia empezó a caminar por la oficina con el libro entre las manos; —En un plano en específico, solo la bruja que las creo puede utilizar su magia, una en cada pared.

—Eso quiere decir que tu venciste a Vecna— hablo Steve haciendo que Liz asintiera con una sonrisa— pero aun no entiendo, ¿esas runas que es lo que hacen?

—Limitan su poder— respondió Jane

—Sin esto yo no estaría viva en este momento— Liz miro el libro con melancolía— en vez de Chrissy, quien estaría en la morgue seria yo

—La verdadera pregunta es porque Vecna te eligió a ti como la primera— hablo Dustin— sabe de ti, por eso quiso liquidarte para desarmarnos, al no poder, solo siguió la lista...— Dustin dirigió la mirada hacia Jane— ¿El, te sientes bien?

—Creo— respondió la castaña encogiéndose de hombros

—Liz está protegida por runas, pero el resto de nosotros no— Robin se levantó de la silla donde estaba sentada— Hawkins no, el resto sigue el peligro y Vecna no se detuvo solo por haber fallado con Liz, ni lo hará

—Pueden estar a salvo en mi casa— respondió la rubia— mi casa está repleta de runas, las hice mientras mi papas dormían, pero eso nos dará tiempo

—Vecna ataca dentro de la mente— hablo Nancy— ¿a qué se referían con las marcas rojas que Eleven te vio?

—Estas...

Todos los presentes a excepción de Jane, que ya había visto las marcas de Liz, se llevaron las manos a la boca y ahogaron gritos de asombro cuando la rubia se descubrió la camiseta de cuadros azules quedando solo en una pequeña camiseta que dejaba a la vista su ombligo, así como los símbolos extraños marcados en la pálida piel de su estómago que parecían más quemaduras y que se notaban que empezaban a cicatrizar, también les sorprendió aun ver la cicatriz en su abdomen cuando aquel oficial ruso le enterró la navaja en uno de sus costados

—¿Liz, que rayos te hiciste? — pregunto Joy asombrada, eso definitivamente no era normal

—Protegí mi mente— respondió — las runas las hice dentro de mi mente, por eso Vecna no me mato

—Liz, ¿qué es ese libro? — Pregunto Rachel asustada, era muy raro que ella se asustara y sin embargo esto le provocaba escalofríos en la columna vertebral— ¿ese libro te dijo que te quemaras el estómago?

—No— la rubia soltó una pequeña risita irónica cuando noto que todos la miraban asustados— esto es solo lo mínimo, y yo no me queme a propósito, era solo una de las consecuencias del hechizo, un trato justo, ¿no lo creen?

—Liz, danos el libro— Jessie extendió la mano hablándole lentamente a la menor

Solo había bastado una mirada cómplice en conjunto para darse cuenta que lo que sea que estuviera entre esas hojas, no era nada bueno, incluso así haya salvado a Liz de Vecna, esas quemaduras o runas en su estómago, definitivamente era algo igual o peor que a lo que se enfrentaban

—No— respondió la rubia empezando a sacar un tono a la defensiva mientras escondía el libro bajo su brazo— es mío

—Es tuyo, solo queremos verlo— Robin se acercó al mismo tiempo que su novia

Para desgracia de ellos, Mortenson no era estúpida, solo bastaba ver las miradas de miedo y desconfianza que todos le daban, así como solo leer sus mentes unos segundos para darse cuenta que la veían y estaban igual de aterrorizados, solo que ahora era ella la causante

—Ahora piensan que soy una loca, ¿no? — pregunto la rubia hacia los presentes, su voz molesta y la manera en que comenzaba a apretar la mandíbula, era evidente que la rabia se estaba encendiendo en ella, y con el libro en sus manos, esto no era una buena señal

—Liz, solo queremos saber— Dustin se trató de acercar pero ella empezó a retroceder hacia la salida

—No—respondió a la defensiva— sabia, lo sabía, no sé porque pensé que ustedes me entenderían, no sé porque pensé que enseñarles mi remo era una buena idea. Me largo de aquí, y si Vecna se los quiere tronar, que así sea, ¡que les den!

La rubia salió furiosa de la oficina de la consejera, sin embargo se detuvo al ver a Francine aun parada estática en medio del corredor sin dejar de mirar a la pared

—Frank, ¿estuviste ahí toda la noche?— Liz llamo a la pelirroja, pero no obtuvo respuesta, así que se fue acercando— Frank

Cuando Liz llego al lado de la pelirroja se dio cuenta que parecía mirar a la nada, no parpadeaba, ni siquiera sabía si estaba respirando, empezó a moverle el hombro sacudiéndolo varias veces

—¡Francine! ¡Francine!— Liz siguió moviéndole el hombro, sus gritos alertaron a todos los que estaban en la oficina, Steve fue el primero en llegar al lado de la pelirroja

—¡Francis! ¡Francis!— Steve siguió meneándole el hombro un par de veces hasta que al fin esta soltó una bocanada de aire y empezó a respirar y parpadear— ¿Francis, estas bien?— le pregunto el castaño preocupado

—¿También lo viste? — le pregunto al castaño

—¿Qué? — Steve respondió totalmente confundido

Francine volvió a apuntar con su linterna al final del corredor, empezó a hiperventilar cuando no vio el reloj de péndulo que estuvo observando por minutos antes de que Steve la despertara

—Un reloj— repitió la pelirroja— un reloj de péndulo

Sus palabras hicieron que todos los presentes descolgaran las mandíbulas completamente asustados

—No, tú no...— le dijo Steve a Francine, ella lo siguió mirando confundida, mientras que Steve miro a Liz suplicante— Liz, si no quieres que toquen tu libro, está bien, nadie lo va a tocar, pero no dejes que tú hermana corra peligro, solo tú puedes salvar a Francis

—No me asusten, por favor— hablo Francine aun alterada

—Francine— Nancy se acercó a la pelirroja que parecía que estaba a nada de sufrir un ataque de pánico— ¿has tenido episodios anormales? ¿Te duele la cabeza? ¿Alucinaciones? ¿Insomnio? ¿Hemorragias?

—¿Cómo rayos supieron eso? — Dijo con pánico, suspiro antes de responder— sí, iniciaron hace como cinco días

—Frank, quiero que me escuches antes de entrar en pánico— Chandler se acercó hacia la pelirroja— Vecna, el monstruo al que nos estamos enfrentando, acecha a sus víctimas antes de matarlas, lo sabes. La primera chica que murió, empezó con los mismos síntomas que tú, hace 7 días, el chico, hace 6 días

—Y yo hace cinco— termino por él la pelirroja, unas pequeñas lagrimas amenazaron con salir de sus ojos— eso quiere decir que moriré mañana...

—No— Jane se colocó detrás de Francine poniendo su mano en su hombro— no lo dejaremos, tu no vas a morir, ¿Liz?

Liz se quedó simplemente parada sin decir nada, claro que aún seguía enojada por como la miraron, pero al oír como su hermana mayor podría ser la siguiente a la que se le rompieran los huesos y se le hundieran los ojos... simplemente no podía, ella haría lo que fuera por cualquiera de sus hermanos, incluidos los biológicos y los no biológicos

—Mi casa está repleta de runas— hablo finalmente— ahí Vecna no podrá atacar, estarán protegidos

—Sí, vamos, quiero ver a mi bebé— Francine empezó a caminar siguiendo a Liz

El camino hacia la casa de los Mortenson fue en silencio, aun así en la camioneta de Rachel donde venía Liz, todos no le quitaban la mirada de encima, ese libro lo llevaba en el regazo pasando su dedo por el borde, lo que sea que estuviera escrito en esas hojas, los asustaba, así como estaban seguros que ese libro era el causante del cambio de la rubia, por qué siempre estaba tan enojada, porque se veía más delgada de lo normal, se le hundían las mejillas, tenía ojeras y las manos delgadas y como si siempre estuvieran manchadas de hollín

Liz se bajó rápidamente del auto caminando hacia la puerta de su casa donde entro rápidamente buscando las escaleras para poder ocultarse como lo había hecho las últimas semanas, sin embargo lo que la recibieron fueron los gritos de Alex Mortenson

—¡¿Dónde estabas?! — Pregunto el mayor apenas la rubia cruzo la puerta— se supone que estabas castigada

—¡Castígame, de todos modos un día de estos voy a amanecer muerta! — respondió la rubia furiosa, incluso por un segundo sus padres dieron unos pasos atrás

—Genial, una enferma mental en la familia— hablo Aarón desde el comedor que estaba comiendo su cereal. Liz alzo la mano apuntando al menor haciendo que el contenido del bol le cayera encima mojando parte de su camisa y sus piernas— ¡estás loca!

—¡Y tú no me jodas!— le respondió la rubia haciendo que el pequeño se fuera de espaldas en su silla

La mirada que tenía en este momento estaba cargada de furia, junto con el delineado negro de sus ojos le daba escalofríos a cualquiera

—¿Liz, que está pasando? — su madre se trató de acercar pero ella retrocedió

Francine entro a la casa de inmediato buscando a su hijo quien estaba jugando en la alfombra al lado de los mellizos, cuando el pelirrojo vio a su madre solo ladeo la cabeza y su cara se llenó de más confusión cuando ella lo alzo llevándolo a sus brazos y empezando a abrazarlo y a llenarlo de besos

Era la primera vez que Francine era así de cariñosa con Henrik, y eso se debía q que creía que era de las últimas veces que podría estar así con su hijo

—¿Alguien puede decir que esta pasando? — pregunto la señora Mortenson, sin embargo sus preguntas no fueron respondidas y menos cuando más de 9 personas entraron a su casa

—Señora Mortenson— Steve fue el primero en hablar— algo muy malo está pasando

—Si— irónico Liz— y para que quede claro, y de una vez se enteren que yo tuve la culpa, se los muestro

Las mandíbulas de todos se descolgaron cuando la rubia alzo su mano en el aire moviendo ligeramente su muñeca, lo que la llevo a revelar en cada una de las paredes unos símbolos flotantes en color rojo, los mismos símbolos que ella tenía marcados en la piel del estómago, estos eran grandes y parecían venir acompañados de una niebla roja

—Liz, danos el libro— Rachel se acercó a la rubia

Conforme más les mostraba todo lo que había hecho con ese libro en su poder, todos más se convencían que le tenían que quitar el libro para ver que era, saber si era algo igual o peor que a lo que se enfrentaban, y también si era algo que valía la pena usar o solo debía destruirse

—No— respondió de nuevo la rubia— no se metan con mi libro, aquí estarán a salvo con las runas, pero a mí no me jodan

—Liz, ese libro es malo— Jessie se trató de acercar

—Ese. Libro. Me. Salvo— les dijo lentamente para que trataran de entender que no se los daría

—No, ese libro no te salvo— Francine le paso su hijo a Steve el cual lo cargo con gusto, mientras que se iba acercando a su hermana menor— ese libro te hizo algo, algo muy malo, ese libro te está destruyendo, ese libro te está corrompiendo

—¡No es cierto!

—¡Si es cierto!

—¡Ustedes no saben nada! — el grito de la rubia hizo que todos en esa casa, incluidos los bebés, dieran un respingo— ustedes no saben lo que es vivir atormentada en su propia cabeza, no saben lo que es saber que todo lo malo es tu culpa, no saben lo que es no confiar ni en tus propios pensamientos— saco el libro que tenía atorado en su cintura alzándolo ligeramente— esto fue lo único que me ayudo porque me entendía

—Nosotros te entendíamos— empezó Chandler

—No es cierto, ¡ustedes no pasaron lo mismo que yo! — todos pegaron un ligero salto por el grito de la rubia— fingen que me entienden pero no es así

—Hirieron a Charlie, tu casi mueres— empezó a sollozar Francine

—Hirieron a Charlie, tu casi mueres— repitió en un tono burlón— ¡Ustedes no pasaron lo mismo! ¿Qué quieren? ¿El crédito? ¿La medalla de honor? ¿Las heridas de guerra? ¡Excelente, descúbranse el abdomen, traigan una navaja para apuñalarlos y empatamos el marcador!

Nadie supo que decir, ni los Mortenson, ni los números, ni absolutamente nadie, y ahora mirándolo en retrospectiva, la rubia tenia razón, a sus cortos 15 años había pasado muchas cosas fueron muy crueles, y la mayoría simplemente dio por hecho que estaba bien ya que nunca dijo que se sentía mal o tal vez lo sufrientemente imbéciles para no notar que su mirada pedía a gritos ayuda

—Liz— Maddie se trató de acercar a su hija, pero de nuevo retrocedió

—Aquí estarán a salvo con las runas, ahora déjenme en paz— la rubia volvió a subir las escaleras hacia su habitación

Cuando Liz llego a su habitación, la cerro de un portazo con sus poderes como había estado haciendo los últimos días, se sentó en su cama pasando las manos por su cabello y tallando su frente, entonces empezó a respirar pesadamente hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas que se ahogaban en la oscuridad de su habitación

Se deslizo buscando su almohada abrazándola esta mientras dejaba salir sus lágrimas en la funda de esta

A decir verdad en estos momentos no le vendría mal que Vecna acabara con su sufrimiento

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-Ellis

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