Luna 9

Tn estaba agotado, su cuerpo tembloroso y cubierto de cortes que aún sangraban, cada herida un testamento de la lucha feroz que había librado contra Gyokko. La fatiga se apoderaba de él, y podía sentir cómo su velocidad y precisión disminuían con cada movimiento. Agitadamente, respiraba, tratando de recuperar el aliento mientras los ojos de Gyokko se iluminaban con una burla cruel.

Gyokko: ¿Te estás cansando, niño? -se mofó Gyokko, su voz resonando con desdén-. Cada vez te vuelves más lento y menos preciso. Es patético.

Tn se obligó a concentrarse, recordando que Gyokko usaba veneno en sus ataques, un veneno que lentamente lo debilitaba, robándole la agilidad y la fuerza. La realización lo golpeó como un puñetazo en el estómago, y una sombra de desesperación cruzó su mente. Pero no podía rendirse, no ahora.

Gyokko: Oh, así que has notado lo que hay en mis ataques -dijo Gyokko, como si pudiera leer sus pensamientos-. Sí, mis ataques están impregnados de veneno. Solo es cuestión de tiempo para que mueras de una forma patética.

A pesar de la situación, Tn sonrió de forma inesperada, sorprendiendo a Gyokko, quien no esperaba esa reacción. Era una sonrisa desafiante, como la chispa de un fuego que se niega a extinguirse. En ese instante, Tn se preparó, tomando una postura firme mientras concentraba su energía.

Tn: ¡Doceava postura de la respiración de sangre: "Fulgor de la Resistencia"! -gritó, desatando un estallido de velocidad que lo llevó hacia Gyokko con una ferocidad renovada. Todo su ser parecía brillar con la fuerza de su determinación.

Gyokko, al darse cuenta de que estaba a punto de ser decapitado, dejó entrever su verdadera forma, una manifestación grotesca de poder que lo hizo parecer aún más aterrador. Con un movimiento rápido, levantó sus brazos para repeler la katana de Tn, la fuerza del choque resonando en el aire.

Gyokko: Admira mi belleza perfecta, niño -rió Gyokko, su voz llena de arrogancia-. En esta forma, mi cuerpo es igual de duro que el diamante.

Tn, con un destello de burla en su mirada, respondió:

Tn: Yo no tengo diamantes.

La respuesta tomó a Gyokko por sorpresa, dejándolo boquiabierto ante la audacia del joven. Pero Tn no se detuvo ahí. Con una determinación renovada, se lanzó nuevamente al ataque, utilizando la séptima postura de su respiración de sangre.

Tn: ¡Séptima postura: "Ruptura de la Sangre"! -exclamó, su katana brillando con un aura intensa mientras se precipitaba hacia Gyokko, listo para demostrar que, a pesar del veneno y la fatiga, su espíritu seguía invicto.

El pueblo estaba sumido en un caos indescriptible, pero en medio de la destrucción, la figura de Shinjuro se alzaba como un faro de esperanza. Con cada movimiento, se convirtió en una tormenta de acero y fuego, masacrando a los demonios que se atrevían a acercarse. Su katana danzaba en el aire, cortando a sus enemigos con una precisión mortal, mientras los herreros, desde un lugar seguro, le gritaban palabras de ánimo.

Herreros: ¡Vamos, Shinjuro! ¡Sigue así! -exclamaron, sus voces llenas de fervor, cada grito un eco de gratitud y esperanza en medio del horror.

Sin embargo, Shinjuro ignoraba completamente los gritos de aliento. Su mente estaba concentrada en una única misión: acabar con la amenaza demoníaca antes de que más vidas se perdieran. Cada demonio que caía era un paso más hacia la salvación de la villa, y no podía permitirse distraerse ni un segundo. La furia del combate lo envolvía, y cada golpe lo acercaba más a la victoria.

Pero en medio de su feroz lucha, un escalofrío recorrió su espalda, como si una presencia oscura lo estuviera observando. Sin poder evitarlo, levantó la vista, su mirada buscando la fuente de esa inquietante sensación. En la penumbra, bajo la luz de la luna, vislumbró una figura imponente, con una forma que desafiaba la lógica y la razón. Sus seis ojos brillaban con una intensidad sobrenatural, fijos en él, estudiando cada uno de sus movimientos.

El corazón de Shinjuro se detuvo por un instante, y un escalofrío helado le recorrió la espina dorsal. Sin embargo, al mirar con más atención en esa dirección, la figura desapareció, como si nunca hubiera estado allí. Solo la luna iluminaba el campo de batalla, y el sonido del combate llenaba el aire, pero la inquietud persistía en su mente. ¿Acaso había sido una ilusión, un juego de las sombras en la noche?

Sacudió la cabeza, intentando despejar la sensación de inquietud que lo había invadido. No podía permitirse dudar; tenía que enfocarse en la lucha. Sin embargo, en el fondo de su mente, la imagen de aquellos seis ojos permanecía grabada. ¿Quién o qué había sido? La pregunta lo atormentaba mientras continuaba su combate, cada demonio caído un recordatorio de la fragilidad de la vida, y la inquietante sensación de que algo más grande acechaba en la oscuridad. La batalla no solo era contra los demonios; había algo más, una sombra que se cernía sobre ellos, y Shinjuro estaba decidido a descubrir la verdad, sin importar el costo.

En la mansión mariposa, la luz del sol se filtraba suavemente a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Kanae, con su delicada gracia, se sentó en un taburete mientras peinaba el largo cabello de la pequeña Kanao. Con cada movimiento de su cepillo, las hebras de cabello brillaban como hilos de oro, y una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras hablaba sobre Tn, el joven guerrero que había capturado su atención.

Kanae: ¿Sabes, Kanao? -comenzó Kanae, su voz suave y melodiosa-. Tn es realmente especial. A pesar de su juventud, tiene una valentía que pocos poseen. Es como un príncipe de armadura brillante, dispuesto a luchar por lo que es correcto.

Kanao, sentada en el suelo con las piernas cruzadas, escuchaba con los ojos muy abiertos, completamente fascinada. Para ella, cada palabra que salía de los labios de su hermana mayor era como un cuento maravilloso, una historia de héroes y hazañas épicas. En su mente infantil, Tn se convertía en la figura ideal, un caballero que desafiaba a los demonios y traía la luz a la oscuridad.

Kanae: Es increíble cómo puede enfrentar a los demonios sin temor -continuó Kanae, sintiendo que su corazón latía un poco más rápido al pensar en Tn-. Cada vez que lo veo pelear, siento que hay algo en él que brilla con fuerza, como si tuviera el destino de un verdadero héroe.

Kanao sonrió, imaginando a Tn con su katana, luchando valientemente contra las criaturas de la noche. En su mente, él era un príncipe que venía a salvar el día, y la admiración que sentía por él crecía con cada historia que su hermana contaba. La forma en que Kanae hablaba denotaba una atracción especial, algo que iba más allá de la admiración; había un destello en sus ojos que revelaba que Tn ocupaba un lugar especial en su corazón.

Kanao: ¿Crees que algún día podremos verlo pelear juntas? -preguntó Kanao con un brillo de ilusión en sus ojos.

Kanae se detuvo un momento, su corazón latiendo con fuerza.

Kanae: Quizás, Kanao. Quizás algún día. Pero lo más importante es que, mientras él esté luchando, debemos asegurarnos de que estemos a su lado, apoyándolo de cualquier manera que podamos.

La pequeña Kanao asintió, llena de determinación. En su mente, la figura de Tn se convertía en un símbolo de esperanza y valentía, y su corazón soñador se llenaba de la posibilidad de aventuras y heroísmo. Mientras Kanae continuaba peinando su cabello, ambas compartían un momento de complicidad, un lazo que se fortalecía a medida que tejían sueños sobre el futuro y los héroes que podrían llegar a ser.

La batalla entre Tn y Gyokko alcanzaba una intensidad frenética, cada golpe resonando como un trueno en el aire. Tn atacaba con una serie de movimientos rápidos y precisos, cada uno dirigido a desestabilizar al demonio. Sin embargo, Gyokko, con su cuerpo endurecido, bloqueaba y desviaba los ataques con una facilidad que parecía burlarse de los esfuerzos de Tn.

Gyokko: ¿Es todo lo que tienes, niño? -se mofó Gyokko, riendo mientras se protegía de los fuertes golpes. Su voz estaba impregnada de desdén, y cada palabra era un recordatorio de la superioridad que creía tener sobre su oponente.

Pero Tn no se dejó desanimar. Sus ojos estaban fijos en el demonio, buscando cualquier oportunidad que pudiera surgir. Con cada golpe, notó que sus cortes comenzaban a rasgar la piel de Gyokko, una señal de que su técnica estaba funcionando, aunque lentamente. Sin embargo, esa pequeña distracción fue un error fatal para Gyokko.

Tn: ¡Primera postura de la respiración de sangre: "Destello Carmesí"! -gritó Tn, sintiendo cómo la energía fluía a través de él. En un instante, se lanzó hacia adelante, desapareciendo en un destello carmesí que iluminó el campo de batalla.

Gyokko, confiado en su resistencia, no pudo anticipar lo que vendría. En un abrir y cerrar de ojos, Tn apareció detrás de él, y antes de que Gyokko pudiera reaccionar, su katana cortó el aire con una precisión letal. La cabeza de Gyokko se separó de su cuerpo en un movimiento fluido, y el tiempo pareció detenerse mientras el demonio miraba en incredulidad cómo su propia cabeza caía al suelo.

El mundo se volvió un caos de sensaciones mientras Gyokko, aún consciente, notaba cómo la realidad se desvanecía y se torcía a su alrededor. La mirada de Tn se convirtió en un símbolo de su derrota, una expresión que reflejaba no solo la victoria, sino también el desprecio que sentía hacia él.

Tn: Te maldigo -susurró Tn, su voz resonando con una mezcla de furia y desdén-. No te permitiré regresar.

Con movimientos rápidos y feroces, Tn comenzó a hacer múltiples cortes en la cara de Gyokko, cada uno destinado a desmembrar la esencia del demonio, asegurándose de que no pudiera regenerarse. La katana se movía como un rayo, y cada golpe era un recordatorio de la determinación de Tn, un acto de venganza por el dolor y el sufrimiento que Gyokko había causado.

Los restos de la cara de Gyokko se desmoronaron en una lluvia de cenizas, su cuerpo inerte cayendo al suelo mientras la oscuridad se apoderaba de él. Tn se detuvo, respirando con dificultad, pero con una sensación de triunfo que llenaba su ser. Había enfrentado a un demonio temido y, a pesar de las adversidades, había salido victorioso. Sin embargo, en el fondo de su mente, sabía que esta batalla era solo una de muchas, y que la oscuridad aún acechaba en las sombras, esperando su momento para atacar de nuevo.

CONTINUARÁ.

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