Luna 5

El aire en la habitación era suave y cálido, impregnado del aroma del café recién hecho que Kanae disfrutaba con tranquilidad. Su mirada se posó en Tn, quien se encontraba sentado frente a ella, sosteniendo una carta con una expresión que mezclaba curiosidad y seriedad. Era una carta de Ubuyashiki, el líder de los cazadores de demonios, y su contenido era un misterio que ambos sentían en el ambiente.

Kanae: ¿Es algo malo? -preguntó Kanae, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Su voz estaba teñida de preocupación, una sombra de la batalla que había librado contra Douma aún pesaba sobre sus hombros. Su cuerpo, aunque en recuperación, aún llevaba las secuelas de ese encuentro mortal.

Tn levantó la vista de la carta, su habitual calma presente en cada uno de sus gestos. Con una sonrisa serena, le respondió:

Tn: No te preocupes, Kanae. Solo es un trabajo más. He pasado mucho tiempo molestándote en tu mansión. Es momento de que me ponga en marcha.

Kanae frunció el ceño, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y desasosiego.

Kanae: No, realmente no es una molestia. Tú... tú me salvaste de morir a manos de Douma. Si deseas quedarte un poco más, no hay problema. Estoy bien con eso.

La madurez en la voz de Tn, a pesar de su corta edad, era innegable. Era un chico que tenía la capacidad de tranquilizar a quienes lo rodeaban con solo unas palabras. Pero Kanae sentía que su corazón latía con una intensidad inesperada, como si cada latido resonara en su pecho recordándole la fragilidad de la vida y la importancia de esos momentos.

Tn: Aprecio tu oferta, pero realmente tengo que irme. Hay muchas cosas que debo hacer. No puedo quedarme aquí para siempre -respondió Tn, poniéndose de pie lentamente, su figura delgada erguida y llena de determinación.

Kanae lo observó, sintiendo una mezcla de admiración y algo más profundo. No pudo evitar sonreír al escuchar su declaración:

Kanae: Realmente te admiro, Tn. Eres más valiente de lo que crees. Me encargaré personalmente de acabar con todas las Lunas, así que no te preocupes por mí.

Antes de dar un paso hacia la puerta, Tn se acercó y, con un gesto cálido, tomó el hombro de Kanae. El contacto fue electrificante, una chispa que iluminó el aire entre ellos. Un torrente de mariposas revoloteó en el estómago de Kanae, un sentimiento nuevo y desconcertante que la abrumó. Se dio cuenta de que, a pesar de la juventud de Tn, había algo en él que la atraía de una manera que no podía ignorar.

Avergonzada, desvió la mirada, sintiendo el calor en sus mejillas. Era una sensación extraña, una mezcla de deseo y confusión, que nunca había experimentado antes.

Tn: Deja que yo me encargue de los tipos malos. -Susurro con media sonrisa antes de volver a ponerse en marcha.

Kanae: Tn... -murmuró, incapaz de articular más palabras mientras él se alejaba, dejando atrás una estela de emociones que la llenaban de preguntas y reflexiones.

La luz del atardecer se filtraba a través de los árboles que rodeaban la mansión de Ubuyashiki, creando un ambiente casi sagrado en la parte trasera del edificio. Shinjuro, el Pilar del Fuego, se acercó con paso firme, su figura imponente contrastaba con la delicadeza del entorno. Al llegar frente a Kagaya, sintió una oleada de respeto que lo llevó a inclinarse y arrodillarse en señal de veneración.

Shinjuro: Señor Ubuyashiki -dijo con voz grave, aún en la posición de respeto, sintiendo el peso de la responsabilidad que cargaba como Pilar.

Kagaya: Levántate, Shinjuro -respondió Kagaya con una voz suave y autoritaria, gesticulando con la mano para indicarle que se incorporara. Su mirada era profunda, llena de sabiduría y compasión, características que lo hacían un líder natural entre los cazadores de demonios.

Kagaya: Quiero presentarte a alguien interesante -continuó, su tono cargado de una emoción que despertó la curiosidad de Shinjuro.

Shinjuro: ¿Acaso es...? -preguntó el Pilar, una mezcla de expectación y confusión en su voz.

En ese momento, Amane, la dulce y serena esposa de Ubuyashiki, intervino con una sonrisa en los labios, iluminando el ambiente:

Amane: Sí, el cazador que peleó contra la Luna Creciente y salvó a Kanae será tu compañero en esta misión.

Shinjuro quedó boquiabierto, sus ojos se abrieron levemente, incrédulos ante la revelación. Justo en ese instante, Tn apareció silenciosamente a sus espaldas, inclinándose respetuosamente hacia Ubuyashiki, como era costumbre entre los cazadores.

La sorpresa de Shinjuro fue palpable. No solo por la rapidez con la que el joven había llegado, sino porque no había sentido ni escuchado sus pasos. Era como si el viento mismo lo hubiera traído, un susurro entre el murmullo de la naturaleza.

Shinjuro: ¿Este es el chico? -musitó Shinjuro, su voz un tanto incrédula mientras miraba a Tn, quien mantenía su expresión serena, tan tranquila como el agua en un lago en calma.

La imagen que tenía en su mente del cazador que había ahuyentado a una Luna era muy diferente. Esperaba a alguien mayor, un veterano con cicatrices que contaran historias de batallas pasadas. En cambio, allí estaba Tn, un niño, con una determinación que parecía desafiar su corta edad. Su rostro, a pesar de la juventud, mostraba una calma que lo hacía parecer más sabio de lo que realmente era.

Shinjuro: Es... es sorprendente -dijo Shinjuro, su voz entrecortada por la incredulidad-. No esperaba que quien ahuyentó a una Luna fuera tan joven.

Tn, sintiendo la mirada inquisitiva de Shinjuro, simplemente mantuvo su postura, una tranquilidad que resonaba en el aire. Había algo en su presencia que, aunque era un niño, emanaba una confianza que desafiaba toda lógica.

La escena se tornó en un cuadro de contrastes: la sabiduría de un Pilar venerado, la curiosidad de una esposa amable, y la calma de un joven cazador que ya había enfrentado la oscuridad. El camino que se abría ante ellos, lleno de incertidumbres y peligros, comenzaba a tomar forma, y el destino de cada uno se entrelazaba en la lucha contra las Lunas y en la búsqueda de la esperanza.

El aire se tornó más denso a medida que Ubuyashiki comenzó a hablar, su voz serena llenando el espacio con un sentido de urgencia.

Kagaya: Lo que está ocurriendo en la villa de los herreros es motivo de gran preocupación -comenzó, su mirada fija en Shinjuro y Tn-. Este lugar es fundamental para nosotros, ya que es donde se fabrican las katanas especiales para matar demonios. Sin embargo, hemos recibido reportes de actividad inusual en la zona.

Tn se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos brillando con interés y preocupación.

Tn: ¿Ya se han visto avistamientos de demonios? -preguntó, su voz clara y decidida, buscando comprender la gravedad de la situación.

Antes de que Ubuyashiki pudiera responder, Shinjuro interrumpió con una mezcla de agitación y serenidad.

Shinjuro: Sí, hay rastros -dijo, su tono grave-. Pero por algún motivo, aún no han tomado medidas. Siento que es una trampa. Los demonios son astutos, y esto podría ser una estratagema para atraer a los cazadores a una emboscada.

La expresión de Ubuyashiki se tornó seria, comprendiendo la gravedad de las palabras de Shinjuro.

Kagaya: Trampa o no -resolvió-, no podemos dejar desprotegida la aldea. La misión consiste en proteger la villa por tres noches, el tiempo necesario para que realice todos los preparativos para trasladar la aldea a un lugar más seguro.

Shinjuro, con su presencia imponente, se volvió hacia Tn, una chispa de orgullo en sus ojos.

Shinjuro: Y qué mejor que contar con un Pilar como yo, y con alguien del nivel de un cazador como tú -dijo, reconociendo el potencial que veía en el joven.

Tn sintió el peso de esas palabras, una mezcla de responsabilidad y honor que lo llenaba de determinación. Era un reconocimiento que no esperaba, pero que le insuflaba valor ante la misión que se avecinaba.

Desde la distancia, Amane observaba la escena con una sonrisa suave, sintiendo un rubor en sus mejillas al ver la interacción entre Shinjuro y Tn. La admiración que sentía por el joven cazador se entrelazaba con un sentimiento de ternura, un destello de esperanza en medio de la oscuridad que los acechaba.

En ese instante, el destino de la villa de los herreros parecía estar en manos de estos tres, un Pilar experimentado, un joven cazador y la guía sabia de Ubuyashiki. La noche se acercaba, y con ella, el desafío que pondría a prueba no solo sus habilidades, sino también el lazo que comenzaba a formarse entre ellos en esta lucha contra la oscuridad.

El sol brillaba intensamente en el cielo, iluminando la estación de tren donde Tn esperó con una mezcla de nervios y emoción. Era un nuevo día, una nueva misión, y el peso de la responsabilidad comenzaba a asentarse sobre sus hombros. La estación estaba llena de vida, el murmullo de la gente y el sonido de las locomotoras creando una sinfonía de actividad. Sin embargo, su mente estaba centrada en lo que estaba por venir.

Finalmente, el tren llegó y Tn se subió, su corazón latiendo con fuerza mientras imaginaba lo que le esperaba en la aldea de los herreros. Al llegar, su mirada se encontró con una figura familiar: Shinjuro lo estaba esperando, con una expresión que mezclaba impaciencia y preocupación.

Shinjuro: Llegas tarde -dijo Shinjuro, la voz grave sonando un tanto reprochadora, aunque había un matiz de comprensión en su tono.

Tn: Lo lamento -respondió Tn, sintiéndose un poco avergonzado-. Quería despedirme de las señoritas que me ayudaron.

No había terminado de hablar cuando, como un torbellino, Kanae y Shinobu aparecieron a su lado, llevando en las manos un bentō, un desayuno japonés, que parecía estar cargado de amor y cuidado.

Kanae/Shinobu: ¡Tn! -gritaron al unísono, acercándose rápidamente-. ¡Buena suerte! ¡Cuídate!

Shinjuro observó la escena con leve sorpresa, especialmente porque Kanae, su ex compañera Pilar, había estado lidiando con las secuelas de su pelea con la Luna Creciente. Era un recordatorio de que, pese a su fragilidad, la conexión entre ellos seguía siendo fuerte.

Kanae, con su típica actitud amable, se acercó un poco más y le dijo a Shinjuro, sonriendo:

Kanae: Por favor, cuida de Tn. No quiero que le pase nada.

Shinjuro asintió con un gesto que denotaba respeto, aunque su expresión era la de un hombre que estaba acostumbrado a cuidar de sí mismo y de los demás.

Shinjuro: No te preocupes, lo haré -respondió él, su voz firme y tranquilizadora.

En ese momento, Shinobu, con su habitual picardía, intervino:

Shinobu: ¡Es comida para el viaje! No puedes partir sin algo en el estómago.

Tn sonrió, sintiéndose agradecido por el gesto de ambas.

Tn: ¡Gracias! -exclamó, aceptando el bentō con cordialidad-. Esto significa mucho para mí.

La calidez de sus palabras resonó en el aire, y Tn se sintió afortunado de tener a personas tan increíbles a su alrededor.

Finalmente, se acercó a Kanae y Shinobu, abrazándolas a ambas con ternura. En ese abrazo, sentía la fuerza de sus lazos, un recordatorio de que no estaba solo en esta misión.

Tn: Cuídense -les dijo, dejando escapar una sonrisa mientras se separaba de ellas.

Ambas chicas le devolvieron la sonrisa, sus rostros iluminados por la alegría en el momento de despedida. Con el bentō en mano y el corazón lleno de gratitud, Tn comenzó su marcha junto a Shinjuro, listo para afrontar el desafío que les esperaba en la aldea de los herreros. La luz del día brillaba sobre ellos, como un símbolo de la esperanza que llevaban consigo en su lucha contra la oscuridad.

CONTINUARÁ.

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