Su vida era tranquila y normal, para tener solamente dieciocho años.
Sólo le interesaban sus estudios universitarios, quizás salir con amigas y tal vez... conocer uno que otro hombre.
Hay que destacar qué con ninguno tuvo algo sexual.
No fue hasta que conoció a uno en especial, llamándole demasiado la atención.
La pasión fue de inmediata, por ambos lados.
Se reencontraron, y compartieron la cama más de una vez.
No obstante, un día; él desapareció de la noche a la mañana, dejándola sola, desnuda y con marcas en la habitación del hotel.
Así pasaron seis meses.
Su madre. Su mejor amiga y confidente, había comenzado a salir con alguien.
Tenía intensión de hacerlo formal, presentándolo.
Una semana después, abrió la puerta encontrándose con aquél castaño de hace tiempo atrás.
La sorpresa cayó en ambos.
-T-Tú... -dijeron al unísono.
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