Las semanas se deslizaron como hojas otoñales, llevando consigo el frío y la incertidumbre de la vida de Gi-hun. In-ho, sin embargo, era una constante, una presencia reconfortante en medio del caos. Sus encuentros, inicialmente esporádicos, se fueron volviendo más frecuentes. No eran citas en el sentido tradicional, sino encuentros casuales, conversaciones en la cafetería de siempre, paseos improvisados por el parque.

In-ho escuchaba con atención, su mirada profunda y penetrante, como si pudiera ver más allá de las palabras de Gi-hun, hasta el fondo de su alma. No hacía promesas, ni ofrecía soluciones fáciles. Simplemente, estaba presente, ofreciendo una compañía silenciosa, un hombro sobre el que apoyarse. Gi-hun, sin darse cuenta, se encontraba cada vez más a gusto en su compañía, encontrando en In-ho un consuelo que no había encontrado en nadie más.

Una tarde, mientras caminaban por el parque, In-ho se detuvo, mirándolo fijamente. El silencio se prolongó, cargado de una tensión inesperada. Gi-hun sintió un calor subir por su cuello, una sensación extraña que no supo definir.

-Gi-hun... -comenzó In-ho, su voz apenas un susurro. -Hay algo que... que me intriga de ti. Algo que me hace querer saber más.

Gi-hun sintió una punzada en el pecho, una mezcla de nerviosismo y anticipación. La mirada de In-ho era intensa, cautivadora, llena de una emoción que Gi-hun no podía descifrar.

In-ho no dijo nada más, pero su mirada lo decía todo. Era una mirada llena de admiración, de interés, de algo más profundo que la simple amistad. Gi-hun sintió una atracción inesperada, una chispa que se encendió en su interior, un deseo de corresponder a esa mirada, a esa emoción latente.

El silencio se prolongó, roto solo por el sonido del viento que susurraba entre los árboles. Gi-hun sintió una oleada de calor, una sensación de vulnerabilidad que lo dejaba expuesto, indefenso ante la mirada de In-ho. Era una atracción silenciosa, una conexión intangible que se iba tejiendo entre ellos, un misterio que ambos estaban a punto de descubrir. El juego, aunque aún no definido, había comenzado.